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Alto...
Moreno...
Ojos
ambar...
Sexy...
Simpático...
Así es
Tom Kaulitz.
Disfrutar
de una noche de sexo caliente en el Sensations para un
hombre
como él era lo más fácil y divertido del mundo.
Las
mujeres, e incluso algún hombre, se volvían locos porque fijara su
leonina
mirada en ellos y les propusiera entrar en un reservado. Tom era
caliente...
muy caliente.
Por
norma, los hombres que entraban solos en ese o en cualquier otro
local
de intercambio de parejas no tenían derecho a elegir. Ellos eran los
elegidos.
Pero Tom no funcionaba así. Él escogía. Él decidía. Él
seleccionaba.
Esa
noche, tras una semana de mucho estrés y trabajo, conducía su
elegante
deportivo gris hacia el Sensations mientras escuchaba en el CD de
su vehículo
Let’s stay together , de Al Green, uno de sus
cantantes
preferidos.
I’m, I’m so in love with you
Whatever you want to do
is all right with me
‘Cause you make me feel so brand new
And I want to spend my life with you.
La música,
como solía decir su buena amiga Judith, amansaba a las
fieras,
y tararear música soul mientras conducía lo relajaba y estimulaba
para
la noche de sexo que deseaba tener por delante.
No había
llamado a ninguna de sus conquistas. No lo necesitaba.
Sólo
quería sexo, sin cenas ni charlas de por medio. Las mujeres le
encantaban.
Se lo pasaba bien con ellas. Eran maravillosas y excitantes.
Por
ello intentaba rodearse de las que eran como él. Que pensaban como él.
Que
actuaban como él. Que sólo demandaban sexo. Sólo sexo.
Al
llegar al Sensations, Tom metió el coche en un parking cercano.
La
vigilante sonrió al verlo. Ese tipo había ido allí más veces y cuando la
miraba
se sentía especial.
Una
vez salió del aparcamiento, Tom entró en el local y al llegar a la
barra
se encontró con varios amigos. Charló con ellos cordialmente hasta
que
vio a una pareja que conocía y con la mirada se entendieron. Minutos
después,
en compañía de dos de sus amigos, Carl y Hans, Tom se acercó a
la
pareja. George y Susan sonrieron al verlos. No era la primera vez que
jugaban
juntos, y minutos después los cinco se encaminaron hacia uno de
los
reservados. No hacía falta hablar. Todos sabían lo que querían. Todos
sabían
lo que buscaban. La noche prometía ser morbosa y calentita.
Al
entrar en el reservado, George se sentó en la cama mientras los
otros
se quedaron de pie.
Susan,
una mujer de hermosa figura y pelo largo y sedoso, estaba
dispuesta
a disfrutar del sexo con esos hombres y, mirándolos, se mordió
los
labios a la espera de que comenzara su caliente juego. Sus pezones ya
estaban
duros y su vagina lubricada. Temblaba mientras pensaba en el
placer.
Tom
sonreía. Le gustaba sentir la excitación de las mujeres. Por ello,
tras
dejar su copa sobre una mesita, se acercó a ella y le preguntó al oído:
—¿Estás
preparada, Susan?
—Sí.
—¿Dispuesta
a que juguemos contigo? —insistió pasándole las manos
por el
pecho.
Ella
asintió y se le aceleró la respiración.
Sin
necesidad de tocarla, por su gesto, Tom ya sabía que sus fluidos
traspasaban
la fina tela de sus bragas. Nunca, ninguna mujer, en sus treinta
y dos
años de vida, había rechazado ese íntimo acercamiento. Les gustaba.
Les
ponía. Tom era tan sexy, tan varonil, que todas, absolutamente todas,
caían
bajo su influjo, y más cuando miraban sus ojos ambar.
A
Susan le gustaba jugar con varios hombres. No le gustaban las
mujeres.
Su apetito sexual era insaciable y a su marido le encantaba verla
en esa
tesitura. Era su juego. Eran sus normas y les encantaba disfrutar del
morbo
y del placer.
Susan
se daba la vuelta para mirar a Tom de frente. Su mirada
lujuriosa
hablaba por sí sola. Lo deseaba. Deseaba que la tocase. Se moría
por
sentir placer y se empapaba al imaginar cómo iban a jugar con ella
esos
hombres.
Lentamente,
comenzó a desabrocharle los botones de la blusa,
mientras
la respiración de ella se aceleraba. Dos segundos después, vio sus
pechos
erguidos, sus duros pezones, y murmuró:
—Susan,
me encantan tus pechos.
—Son
para ti —ofreció ella.
Tom
sonrió. Se sentó en la cama y le hizo una señal con el dedo para
que se
acercara mientras todos observaban. Ella obedeció y cuando estuvo
frente
a él, excitada llevó su maravilloso pezón derecho hasta la boca de
Tom,
que lo aceptó gustoso. Durante varios minutos, lo lamió y succionó
hasta
ponérselo duro como una piedra. Ella sonrió.
George,
el marido de Susan, se levantó. Le bajó la cremallera de la
falda,
que cayó a sus pies. Acto seguido, desabrochó dos cadenitas doradas
que unían
el tanga y éste cayó al suelo también, dejando al descubierto su
afeitado
pubis y su redondo y apetecible trasero.
—Interesante
—susurró Hans, acercándose para darle un cachete en el
culo.
George,
el marido, sonrió. Comenzó el juego. Se desabrochó el
pantalón
y se lo quitó junto con los calzoncillos. Se sentó en la cama y,
tocándose
el duro pene, miró a Carl y murmuró:
—Yo
también quiero jugar.
Carl
se acercó a él sin demora, y George le quitó el pantalón y los
calzoncillos.
Ante él apareció una caliente erección y sin pensarlo se la
metió
en la boca. La degustó. La disfrutó mientras Carl cerraba los ojos y
apretaba
sus nalgas hacia él con placer.
Susan,
excitada al presenciar la escena, suspiró mientras Tom, cada
vez más
gustoso, le chupaba los pezones y Hans comenzaba a tocarla por
atrás.
La
intensidad del momento subía. Susan y George habían encontrado
lo que
habían ido a buscar en ese local. Tom disfrutaba del manjar que
ella
le ofrecía sin reservas. Pero cuando la mujer intentó desnudarlo, él la
paró y
musitó.
—Lo
haré yo.
—¿No
quieres que te ayude?
Tom
negó con la cabeza. No le gustaba estar en manos de nadie. Él
decidía
cuándo se quitaba la ropa o cuándo se la ponía. Ése era su juego.
Todas
lo aceptaban y Susan no iba a ser menos.
Mientras
Tom se desnudaba y dejaba su ropa sobre la silla,
pulcramente
doblada, Hans había masturbado a la mujer, que ya estaba
empapada
y deseosa del pene que ante ella se mostraba potente y viril.
Tom
sonrió. Sabía de su magnetismo. Se sentó desnudo en la cama y,
sin
apartar los ojos de Susan, recorrió su depilado monte de Venus y le
indicó.
—Acércate.
Ella
lo hizo y él la tocó. Bajó su mano lentamente hasta meterla entre
sus
piernas y comprobó que estaba mojada, muy mojada. Hans, desde atrás,
le
estrujó los pezones mientras ella cerraba los ojos como signo de goce y
su
marido continuaba con su placentera felación.
Durante
varios minutos, Tom paseó una y otra vez sus dedos por la
humedecida
hendidura, hasta que ella separó las piernas para facilitarle el
acceso.
Él se arrodilló ante ella y posó su boca sobre el pubis. Lo mordió.
Y
cuando la sintió vibrar de placer, con sus dedos le abrió los labios
vaginales
y metió su boca entre sus piernas. Susan jadeó. La boca de Tom
era
impetuosa, y cuando le chupó el clítoris con deleite, ella sólo pudo
jadear
y disfrutar.
Minutos
después, Tom se dio por satisfecho. Se incorporó y,
cogiéndola
por la cintura, la acercó un poco más a él.
Sin
hablar, metió un dedo en su mojada vagina y segundos después
otro.
—¿Te
gusta que juegue contigo así?
Susan
tembló y asintió. Separó más las piernas y se agarró a sus
hombros,
dejándose masturbar con fuerza por él, mientras Hans le
estrujaba
las cachas del culo y le susurraba cosas calientes y muy... muy
subidas
de tono al oído que a ella la volvían loca.
Un gruñido
de satisfacción les hizo saber que Carl había llegado al
clímax
con la felación de George. Tom, que continuaba masturbándola
con
los dedos, de pronto paró y dijo:
—Súbete
a la cama y ponte de rodillas sobre tu marido.
Estimulada
y deseosa de sexo, hizo lo que ese adonis le había pedido.
Una
vez la tuvo como deseaba, Tom se subió a la cama tras ella y
acercando
la boca a su oído, murmuró:
—Ahora
ponte sobre él y deja caer tus pechos en su cara.
Cuando
Tom vio que George se los metía en la boca, musitó:
—Quiero
que le digas a tu marido lo que deseas que pase y luego
cuánto
disfrutas mientras te follo.
—Sí —jadeó
excitada.
—Abre
las piernas, Susan.
No era
la primera vez que jugaban a eso.
Instantes
después, mientras Tom la masturbaba, ella comenzó a
decirle
a su marido que quería que se la follaran todos. Deseaba varias
pollas
para ella y que no pararan en horas. George, al oírla, se masturbó
con
fuerza bajo su cuerpo. A ambos les gustaba jugar y Tom, agarrando su
duro
pene, se puso un preservativo y lentamente se introdujo en ella
mientras
Susan jadeaba.
—Así...
toda... toda...
Tom
paró y, dándole un cachete en el trasero, exigió:
—No me
pidas nada. Cuéntale a tu marido lo que te hago, ¿entendido?
Encendida
por su voz y por lo que éste le pedía, susurró:
—Tom
me ha abierto las piernas y me está follando. —El
mencionado
dio un empellón que profundizó su arremetida y ella,
jadeando,
añadió—: Me ha metido toda su polla, cariño. Me gusta. Me
siento
llena... más...
Abrasado
al escuchar lo que ella relataba, el marido la agarró por la
cintura
y la movió para encajarla más en Tom.
—Más.
Quiero que te folle más —siseó.
Tom
sonrió al oírlo y se incrustó en ella hasta tenerla totalmente
empalada.
—¿Así,
George? ¿Quieres que me folle así a tu mujer?
Susan
jadeó. La lujuria y el morbo que sentía en ese instante no la
dejaban
hablar y George, enloquecido por el momento, afirmó:
—Así...
fóllatela así.
Tom
sonrió. Le gustaban esos juegos y con una fuerte estocada
murmuró
asiéndola del pelo para que levantara la cabeza:
—Cuando
yo salga de ti, entrará Carl y después Hans. El último en
tomarte
será tu marido y cuando él acabe, te volveré a follar, ¿quieres eso,
Susan?
—Sí...
sí...
Ese
tipo de sexo era duro, caliente, morboso, desinhibido y a todos les
gustaba.
En especial a Susan y George, que eran quienes lo demandaban.
Tom
incrementó su ritmo mientras los pechos de ella, bamboleantes,
caían
sobre la cara de su marido, que se masturbaba mientras escuchaba
toda
clase de proposiciones subidas de tono por parte de Carl y Hans.
Deleite.
Placer. Eso era lo que todos sentían en ese instante.
Uno a
uno, los hombres fueron penetrándola.
Uno a
uno, ella los recibió gustosa.
Uno a
uno, la poseyeron como ella demandaba hasta llegar al éxtasis,
y
cuando el marido finalizó, Tom la cogió de la mano, la llevó hasta la
ducha
y allí mismo, tras ponerle ella un preservativo con la boca, volvió a
penetrarla.
Cuando acabó ese nuevo ataque, la llevó de nuevo a la cama y
preguntó:
—¿Qué
te parece cómo lo pasa tu marido?
Acalorada
a pesar de la ducha que se acababa de dar, miró a George.
Éste
disfrutaba mientras era penetrado por Carl por el ano y éste le hacía
una
felación a Hans. Durante varios minutos, jadeos varoniles tomaron el
reservado.
Tom
los observó junto a Susan. Ese tipo de sexo no era lo que le
gustaba,
a él le gustaban las mujeres, pero disfrutaba observando. Cuando
el trío
llegó al clímax y se levantaron para ducharse, la cama quedó libre.
Tom,
excitado por lo visto, rasgó un preservativo y una vez se lo hubo
colocado,
dijo mirándola:
—Siéntate
sobre mí.
Ella
se clavó en él a horcajadas. Con maestría, Tom la movió en
busca
de su propio placer. Le gustaba llevar la voz cantante y ahora quería
disfrutar
él. Ella jadeó ante la profundidad y cuando creía que no podría
profundizar
más, Tom se movió con rotundidad. Ella gritó y al ver que él
sonreía,
murmuró:
—Me
gusta cómo me haces tuya.
—Dime
cuánto te gusta —exigió Tom.
—Mucho...
mucho... ¡Oh, sí! —gritó, mientras él la empalaba una y
otra
vez.
Los
tres hombres salieron de la ducha y se quedaron alrededor de la
cama. Tom,
al verlos, dijo ensartándola de nuevo:
—Susan,
dile a tu marido por qué te gusta que te folle.
—Me
llena entera. Es dura... muy dura... no pares —chilló, abriéndose
más
para él.
Y Tom
no paró y continuó disfrutando de lo que más le gustaba. El
sexo.
El
sexo sin compromiso.
El
sexo por puro placer.
El
sexo sin amor.
El
sexo caliente y morboso.
Excitado
por los chillidos de su mujer, George no pudo más y exigió
participar.
Tom sonrió. Apretó a Susan sobre él y segundos después su
marido
introdujo su duro pene por el mismo lugar por donde Björn la
penetraba.
Entre los dos le llenaron la vagina mientras se oían sus
placenteros
gemidos y sus excitadas respiraciones.
Susan
chillaba de placer. Eso era lo que deseaba. Le gustaba sentirse
totalmente
follada. Se relamía de gusto mientras ellos dos tomaban su
cuerpo
y disfrutaban. Una y otra vez se hundieron en ella y cuando Tom
no
pudo más, se dejó ir.
Cuando
ambos salieron de ella, Tom se levantó y fue directo a la
ducha,
mientras Hans y Carl ocupaban su lugar y Susan volvía a ser
penetrada.
Ella quería. Ella lo deseaba. Ella se entregaba gustosa a los
hombres,
ansiosa de dar y recibir placer.
Mientras
el agua corría por su cuerpo, Tom cerró los ojos. El sexo lo
relajaba,
lo cautivaba, pero una parte de su vida estaba incompleta. No lo
quería
reconocer, pero algo en él quería tener lo que otros amigos como
Frida
y Andrés o Eric y Jud tenían. Una vida sexual plena con una pareja
acorde.
El
problema era que él era muy exigente y no le valía cualquier mujer.
A los
dos minutos de conocerlo, todas babeaban por él y eso lo
desconcertaba.
Él necesitaba conocer a una mujer que lo sorprendiera.
¡Que
lo volviera loco! Pero nunca ninguna lo sorprendía lo suficiente como
para
que su interés fuera más allá de la primera cita. Tenía amigas. Muchas
amigas.
Pero ninguna especial.
Una vez
cerró el agua de la ducha, observó cómo los demás
continuaban
con su particular baile sobre la cama. Se tocó el pene. Se lo
rozó
con los dedos y una nueva erección creció en él. El sexo era excitante
y lo
que aquellos hacían lo excitaba. Cuando vio que el orgasmo había
tomado
el cuerpo de Carl, se puso un nuevo preservativo y, mojado, se
dirigió
de nuevo a la cama, agarró a la mujer y la penetró por el ano. Ella
gritó.
Y cuando la tuvo empalada, agarró con fuerza sus caderas y comenzó
a
moverla a su antojo mientras ella jadeaba enloquecida. El marido, al
verlo,
rápidamente se colocó delante de ella y le introdujo el pene en la
boca.
Susan relamió, chupó y ninguno paró hasta notar que sus cuerpos se
tensaban
y finalmente se dejaban llevar por el placer.
Tres
horas después, Tom salió solo del local. Fue hasta el garaje
donde
había dejado su coche y, tras saludar a la vigilante, que al verlo se
sonrojó,
se montó en él y se dirigió a su casa mientras la música de Al
Green volvía a sonar. Tenía que descansar.
HOLA CHICAS!!! BUENO ... QUIERO PREGUNTARLES ... ¿DESPUES DE LEER ESTE PRIMER CAPITULO DE LA NUEVA NOVELA QUE QEDARA EN LUGAR DE "LA REDENCION DE TOM" ¿QUIEREN QUE LA PUBLIQUE O NO? ... NECESITO DE SU OPINION, SI LES GUSTA, DECIMELO PARA PREPARAR EL BLOG ... Y LA SIGAN ... BUENO SEAN HONESTAS Y DIGANME SI LA QUIEREN LEER ... LA VERDAD ESTA HERMOSA ESTA HISTORIA, SE LAS RECOMIENDO, ESTA ES UNA PARTE DE LA VIDA DE TOM ANTES DE CONOCER A ____ ELLA TAMBIEN ES COMO EL, TIENE UNA HIJA Y ES MILITAR, ES TODO LO QUE LES PUEDO DECIR, ESPERO Y ME DIGAN QUE SI ... ES MORBOSA Y TIENE ESCENA EXPLICITAS Y SI SON MAYORES DE 18 AÑOS LEANLA SINO ... NO LA LEAN!!! ESPERO SUS COMENTARIOS ... HASTA PRONTO :))
Wooo que novela ... se ve muy interesante
ResponderEliminarA mi me gustaaaaaa, me gustaría leerla, subeeee
ResponderEliminarmuy interesante .. me gustaria leerla :)
ResponderEliminarSe ve interesante y si quiero leerla virgi.. :(
ResponderEliminarParecia que esta leendo una peli pornoo!! Hahaahaha . Me encantaa suena muy muy interesantee .
ResponderEliminarSii subee Virgiiii..!! Subeee(tn) es militar??!!
m encanta sigue escribiendola
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