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jueves, 4 de diciembre de 2014

.- SORPRENDEME .- CAPITULOS 20 Y 21

20
Pasaron los días, sus encuentros continuaron y en la casa de ______
siempre había flores. Por primera vez en su vida un hombre le regalaba
preciosas rosas con alocados mensajes que la hacían reír a carcajadas.
En ese tiempo, el móvil de Tom sonaba cada dos por tres y sin que él
se lo explicara, _____ intuía que eran sus amigas. Sin decir nada, lo veía
hablar con éstas y excusarse. No se separaba de ella y en cierto modo se
sentía feliz por ser especial para él.
Una noche, en el Sensations, Tom hizo lo que un día le prometió. Al
entrar en un reservado, una mujer los esperaba. ______ rápidamente la
identificó como una de las dos que vio aquel día con Judith. Sin hablar,
Tom desnudó a ______ y cuando la tuvo sobre la cama, le exigió que abriera
las piernas y dijo:
—Diana, te ofrezco a ______. Hazla chillar de placer.
Y así fue...
Enloquecida por las cosas que aquella mujer le hacía en el clítoris,
chilló de lujuria mientras Tom, sobre su boca, murmuraba:
—Eso es..., así..., córrete para mí.
Diana era colosal. Sabía lo que hacía y su brusquedad en ciertos
momentos a ______ la puso a cien. Su lengua era salvaje, rápida, dura y jugó
su clítoris de una manera increíble. Cuando creía que no podría volverse a
correr, lo volvía a hacer.
Tom sentó a ______ en la cama, se puso tras ella y Diana le metió los
dedos y la masturbó. Estaba entregada al disfrute mientras Tom la besaba;
de pronto Diana paró y Tom, totalmente excitado, la sentó sobre él y la
empaló. Necesitaba introducirse en ella o se volvería loco.
—Túmbala, Tom, y ábrela para mí —pidió Diana.
Él hizo lo que le pedía. Entonces, _____ sintió que aquella mujer untaba
desde atrás lubricante en su ano y comenzaba a mover sus dedos con la
misma maestría que segundos antes.
—Tienes un culito precioso, ______, ¿te gusta lo que hago?
Los ojos de Tom la observaban y ella respondió:
—Sí..., me gusta.
Diana, mujer experimentada en proporcionar el mayor placer, metió
un dedo en su interior y le comunicó:
—Ahora me voy a poner un arnés y te voy a follar. Voy a agarrarte de
las caderas y me voy a meter dentro de ti hasta que vuelvas a chillar de
placer. Quiero sentir cómo tiemblas. Quiero notar que tu culito vibra para
mí mientras Tom te folla ese chochito tan maravilloso que me he comido
y que estoy deseando comerme otra vez.
Jadeante, _____, con los ojos clavados en un Tom tremendamente
excitado, susurró:
—Sí... sí...
Hechizado por el poder de la mujer que lo miraba, con desesperación
Tom acercó su boca a la de ella y la besó. Lo hizo con mimo, con deleite,
con amor, mientras juntos disfrutaban del morbo que la situación les
ocasionaba, olvidándose del resto del mundo para sólo existir los dos. Una
vez dilatado el ano, Diana la agarró por las caderas y la penetró. _____,
enloquecida de deseo, se dejó hacer. Ambos bombeaban en ella. Ambos la
llenaban, y disfrutó.
Tras varias negativas de Tom a sus llamadas, aquella noche Agneta
decidió ir sola al Sensations y cuando vio lo que ocurría en aquel
reservado, se marchó echando humo por las orejas. No por la clase de sexo
que vio, sino más bien por las atenciones y delicadezas que Tom le
dedicaba a aquélla, la tal ______, y que con ella nunca había tenido.
Los días pasaron y sus encuentros en su casa o en el Sensations eran
calientes y morbosos. Día a día, Tom pudo comprobar por sí mismo lo
experimentada que era ______ en cuanto a morbo. Lo volvía loco cómo
jugueteaba, cómo lo hacía vibrar con sus movimientos, y también lo volvía
loco sentirla suya.
Sentir su mirada cuando otro se introducía en ella y él la apretaba
contra sí era de las cosas más excitantes que había experimentado en su
vida. Jadeaba como un bárbaro cuando ella gemía, y disfrutaba aún más
cuando ella le ronroneaba al oído todo lo que quería hacer con él.
De pronto se sintió terrenal. Quería que _______ contara con él para todo y
comenzó a desear que nadie más tomara las riendas del juego con ella.
Disimular ante Bill y Judith cada día se le hacía más cuesta arriba.
Estar con ellos y con los amigos tomando algo o cenando y no poder besar
a ______, o ver cómo otros hombres se le insinuaban en busca de una cita con
ella era una auténtica tortura; sin embargo, cuando estaban solos se
resarcía. Intentó conocer a los amigos de ella, pero ______ se negó. Siempre
encontraba una excusa para dejarlo para otro día.
El sexo entre ellos era colosal. Caliente y morboso. Ambos lo
disfrutaban. Ambos lo demandaban. Ambos eran dos fieras insaciables.
Después de varios días separados por un viaje a Bagdad que Tom
desconocía, cuando _____ llegó fue a cambiarse de ropa, pues no quería que
la viera vestida de militar, y se fue directa a la casa de él, que la esperaba
allí. Cuando abrió la puerta y se miraron, el calor inundó sus cuerpos. Se
deseaban. Se habían echado de menos.
—Hola, preciosa.
______ lo abrazó, metió su lengua en su boca y la movió con exigencia,
mientras Tom caminaba con ella entre sus brazos hacia su habitación. Una
vez llegaron allí, ______, se soltó, lo miró y exigió:
—Desnúdate.
Él, excitado, hizo lo que ella pedía y cuando estuvo totalmente
desnudo, ______ pidió:
—Mastúrbate.
Tom frunció el cejo. No quería masturbarse, quería hundirse en ella,
sentir su calidez... Iba a protestar cuando ______, con la voz de la teniente
Parker, ordenó:
—He dicho que te masturbes.
Aquella voz...
Aquella exigencia...
Y cómo lo miraba fue lo que hizo que Tom llevara su mano hasta su
pene y comenzara a tocarse. Sin quitarle ojo, _____ observaba sus
movimientos y cuando vio que cerraba los ojos a punto de llegar al clímax,
lo cortó diciendo:
—Eh... eh... eh... ¡Para! Túmbate en la cama.
—¿Hoy vienes mandona? —se mofó él.
______ sonrió. Abrió la mochila que llevaba y, sacando unas cuerdas
rojas, respondió:
—Voy a disfrutar de ti como llevo días pensando.
Tom miró las cuerdas y la advirtió:
—No me gusta que nadie me ate.
Ella sonrió y, sin moverse de su sitio, replicó:
—Yo no soy nadie, soy _____ y tú vas a hacer lo que te estoy pidiendo,
¡ya!
Sin entender bien lo que pretendía, Tom claudicó. Una vez se tumbó
en la cama, ella, sin desvestirse, se subió a su lado y cogiéndole un brazo
se lo ató a un lateral de la cama y después hizo lo mismo con el otro.
Una vez lo tuvo inmovilizado, sonrió y, sacando un pañuelo rojo,
murmuró, tentándolo:
—No verás nada. Sólo sentirás... oirás y...
—No, ______..., no quiero que me tapes los ojos.
Agachándose hasta quedar encima de su boca, ella afirmó:
—Hoy mando yo... y tú te callas.
La situación lo estaba excitando una barbaridad. La deseaba y aquello
lo estaba volviendo loco. Sin hablar más, ella le ató el pañuelo rojo
alrededor de la cabeza y cuando se aseguró de que él no la veía, dijo,
levantándose de la cama:
—Y ahora..., prepárate para darme el máximo placer.
Tom no veía, pero la oía caminar por la habitación. Los ruidos le
hicieron saber que se había quitado las botas y el pantalón. Cuando sintió
que la cama se hundía, la amenazó:
—Cuando me sueltes, te aseguro que me las vas a pagar.
—Cuando te suelte, te aseguro que vas a estar muy contento.
Él sonrió sin ver las cosas que _____ sacaba de la mochila. De pronto
oyó un zumbido y preguntó:
—¿Qué haces?
Ella no respondió, un jadeo sonó y Tom insistió:
—¿Qué haces?
Con un masajeador, _____ se daba placer en el clítoris. Finalmente,
respondió:
—Lo estoy pasando fenomenal mientras te veo atado a la cama y con
los ojos tapados.
Incrédulo por lo que había dicho, quiso protestar y cuando un nuevo
jadeo de ella llegó a sus oídos, murmuró:
—Nena..., me estás volviendo loco.
Tom temblaba y su excitación se incrementaba por momentos
cuando sintió que ella de pronto cogía su pene y se lo metía en la boca. Lo
lamió durante un buen rato y una vez lo hubo conducido a las puertas del
clímax, sintió que le ponía algo alrededor.
—¿Qué me estás poniendo?
______ sonrió y él, al notarlo, protestó:
—Joder, _____, ¿qué me estás poniendo?
—¡Adivina! —rió ella.
Al sentir la presión que aquello ejercía en su pene, dijo:
—Creo que es una anilla. ¿Por qué me la pones?
Ella sonrió y, tras introducir la anilla totalmente, llevó su boca hasta
los duros pezones de él y, mordisqueándoselos, siseó:
—Tranquilo, cielo. Te dije que me las ibas a pagar y hoy te vas a
correr cuando yo lo diga.
Al oírla sonrió y al recordar el día en que él le exigió que no se
corriera, Tom musitó:
—¿Tan vengativa eres?
______ asintió y, apretando con su mano su duro pene, repuso:
—Quien me la hace, me la paga. Y te aseguro que en estos días en que
no te he visto, he pensado cómo me lo ibas a pagar.
—Malota...
Divertida, sonrió y explicó:
—Te he puesto un anillo vibrador de silicona que reforzará tu
erección, me estimulará el clítoris y retardará la eyaculación hasta que yo
quiera.
—Vaya...
Tras varios besos y toqueteos por parte de ella, que lo estimularon una
barbaridad, sintió que se sentaba a horcajadas sobre él e, introduciéndose el
duro pene lentamente, murmuraba:
—Ahora vamos a jugar tú y yo.
Acto seguido, gustosa, comenzó a mover las caderas de un lado a otro,
mientras sentía cómo el pene latía en su interior. Dios... cuánto lo había
añorado. Pasados unos minutos, Tom se estremeció. Ella paró y dijo:
—No, pínsipe, no... aguanta como yo aguanté.
Sin poder abrazarla, él protestó. Se sentía vendido con las manos
atadas.
—Suéltame las manos, ______.
Como respuesta, su boca se posó sobre la suya y, tras besarlo hasta
dejarlo sin aliento, ella insistió:
—No, cielo..., aguanta.
—Quiero tocarte.
—No... no... no... como tú dijiste... ¡aguanta!
El pene de Tom estaba duro como una piedra y _____ accionó un
pequeño botón de la anilla y el aro comenzó a vibrar. Él jadeó y ella,
apretándose sobre su miembro para sentir la vibración en su clítoris,
susurró:
—Voy a buscar mi propio placer y con ello te haré enloquecer.
La presión que Tom notaba en el pene cada vez que ella se movía era
colosal. No podía verla, pero sí podía sentir cómo lo cabalgaba y le
temblaban los muslos de placer al recibir las descargas en su clítoris.
Los jadeos de _____... los movimientos de ______... y no poder verla lo
estaban volviendo loco. Ella aceleraba sus movimientos y cuando lo sentía
subir a la cumbre los ralentizaba.
—Así... así Tom..., aguanta y dame lo que quiero.
—No puedo...
—Sí puedes... Sigue... Oh, sí...
Completamente erecto, él sólo podía mover las caderas hacia adelante
para clavarse más en ella cuando bajaba hacia él, mientras la oía jadear y
sentía cómo ambos cuerpos temblaban por el morbo que la situación les
provocaba. Se mordió los labios mientras el sudor comenzaba a bañar su
frente. Ninguna mujer lo había atado a ninguna cama, más bien siempre
había sido al contrario. Pero _____ conseguía hacer todo lo que se proponía
con él. Cuando le quitó de pronto el pañuelo rojo, lo miró a los ojos y se
apretó contra él enloquecida, y juntos se convulsionaron y llegaron al
clímax.
Pasado un rato, cuando sus respiraciones se regularizaron, _____ le
soltó los brazos y Tom primero la azotó con cariño y luego la abrazó. Tras
una ducha, donde de nuevo volvieron a hacer el amor, ella propuso ir al
Sensations, pero él se negó. Esa noche no quería terceros. Sólo la quería a
ella, a nadie más.
Sobre las tres de la madrugada, cuando los dos estaban sentados en la
encimera de la cocina comiendo unos sándwiches, Tom preguntó:
—¿Por qué no has venido con tu traje de azafata?
______ tragó lo que tenía en la boca y, sonriendo, respondió:
—Ya te dije que con el traje del trabajo no se juega.
Él soltó una carcajada, la besó y, encantado de tenerla delante,
propuso:
—¿Qué te parece si mañana tú y yo nos vamos a Venecia un par de
días? Conozco un hotelito precioso allí donde podremos pasarlo muy bien.
La proposición era muy tentadora. Nada le apetecía más que un viaje
con él, pero contestó:
—No puedo. He de ir a por Sami a Asturias. Estoy deseando verla.
—¿Y no puedes retrasar el viaje un par de días?
Negó con la cabeza.
—No. Estoy deseando ver a mi pequeña.
Tom intentó entender su necesidad de ver a su hija.
—Mi intención es ir mañana sábado a buscarla y regresar el martes
como muy tarde —añadió ______.
Esa rotundidad le hizo saber a Tom que dijera lo que dijese, ella no
iba a aceptar y, levantándose, preguntó:
—¿Puedo acompañarte yo?
—¿A Asturias?
—Sí.
—¿Tú?
Divertido por su cara, respondió:
—Puedo quedarme en un hotel. Sólo serán unas noches. ¿Qué te
parece la idea?
Aquello le resultaba tentador, pero no, no podía ser. Tom no sabía
ciertas cosas sobre ella y si iba a Asturias se podría enterar, por lo que
contestó:
—No me parece buena idea. Quizá en otra ocasión...
Pero él ya había tomado una decisión y, cogiéndola en brazos, afirmó,
dispuesto a acompañarla y ver si en Asturias había algo más además de su
hija:
—Tú y yo mañana vamos a volar juntos a Asturias y da igual lo que
digas.
—Pero...
Ya no pudo decir más.
Los besos ávidos y sabrosos de Tom le hicieron perder la razón y
media hora después ya la había hecho cambiar de opinión.
Por la mañana, en el aeropuerto, ______ se quedó de piedra al ver que un
avión privado los esperaba.
—Hablé con Bill y nos deja su jet. Así vamos directos a Asturias.
—¿Bill tiene jet privado?
Tom sonrió y respondió:
—Bill Zimmerman tiene lo que quiere y, por suerte, ¡yo soy su mejor
amigo!
—¿Bill sabe lo nuestro?
Con la mejor de sus sonrisas, Tom fue a contestar cuando ella
protestó:
—Joder, Tom, se lo contará a Judith y ahora ella y, con razón, se
enfadará conmigo.
—Tranquila, nos guardará el secreto. Pero vete planteando hacerlo
público. No sé por qué te empeñas en que no lo sepa nadie.
En ese instante llegó el piloto, los saludó a ambos y, entregándole un
teléfono a Tom, dijo:
—El señor Zimmerman quiere hablar con usted.
Él lo cogió y _____, alejándose, comentó:
—Voy a llamar a casa para decirles que sobre las doce estaremos en el
aeropuerto.
Telefoneó a su hermana y cuando ésta contestó, dijo rápidamente:
—Scarlett, cállate y escucha. Voy a ir a recoger a Sami con un
hombre, pero él no sabe que soy militar ni que papá lo es. Necesito que
prevengas a mamá y a la abuela y, sobre todo, que quites las fotos que haya
por la casa que...
—Pero ¿qué me estás contando? ¿Vienes con un hombre? ¿Quién es?
¿Por qué no sabe que eres militar?
—Joder, ¿te quieres callar? —chilló, al ver que su hermana no la
escuchaba.
—A mí no me hables en plan teniente, guapa, que te mando a la
mierda —protestó Scarlett.
_____, sin quitarle la vista de encima a Tom, prosiguió:
—Ya te contaré todo lo que quieras en otro momento. Pero por favor...
haz todo lo que te he pedido. Quita cualquier rastro de la vida militar que
pueda haber en la casa de la abuela. ¿Podrás hacerlo?
—Claro, tonta..., claro que puedo hacerlo. ¿A qué hora llegarás?
—Sobre las doce estaremos ahí. Ah... y él cree que soy azafata de Air
Europa.
Scarlett soltó una risotada y preguntó:
—¿Azafata? Yo es que me parto contigo.
—Vale... ríete todo lo que quieras —cuchicheó, viendo que Tom la
miraba—. Ve a recogernos, ¿entendido? Y por favor, avisa que no hagan ni
un solo comentario sobre a qué me dedico y aclárales que soy ¡azafata!
Adiós.
Una vez colgó el teléfono, cuando se dio la vuelta vio que Tom
estaba tras ella, mirándola. Le dijo:
—Ahora, cuando nos subamos al avión, me vas a hacer eso que hacéis
las azafatas de explicar dónde están las salidas de emergencia. —_____ rió y
él añadió—: Tiene que ser muy sexy mirarte mientras lo explicas.
Divertida, lo besó y, entre bromas, subieron al avión.

21
A las doce y diez tomaron tierra en el aeropuerto de Asturias y al salir
del avión, _______ rápidamente vio a Scarlett esperándolos.
—Allí está mi hermana.
Tom vio a una joven algo mayor que ______ y sonrió. Cuando estuvo
frente a ella, pronunció la frase que _____ le había enseñado en español:
—Hola, soy Tom, encantado de conocerte.
Scarlett, que se había quedado bloqueada al ver a su hermana aparecer
con aquel tío tan impresionantemente guapo, asintió como un muñequito y
tras darle dos besos, respondió:
—Hola, Tom, soy Scarlett y estoy encantada de conocerte.
Él miró a _____ y ésta le explicó en alemán:
—Mi hermana dice que encantada de conocerte. Por cierto, chicos, si
habláis en inglés os entenderéis.
Ellos sonrieron y Tom, cogiendo a _____ por la cintura, comentó:
—No me habías dicho que tu hermana y tú os parecíais tanto. Es muy
guapa.
—Graciassssssss.
—Scarlett —dijo _____ al ver el alucinamiento de su hermana—. Tom
es mío..., no lo olvides.
Ofendida al oírla, Scarlett gritó:
—________.
Ésta soltó una carcajada al ver su expresión y Tom cuchicheó:
—Guau..., si lo sé, vengo antes a Asturias.
Cuando llegaron al pequeño pueblo, miró con curiosidad a su
alrededor. Aquel lugar llamado La Isla era precioso y tenía una
impresionante playa. Sentado en el asiento trasero de aquel destartalado
vehículo, oía hablar a las chicas en español sin enterarse de nada, mientras
miraba el mar encantado.
Siempre le había gustado el mar. Quizá por eso viajaba tanto a Zahara
de los Atunes, zona que conocía bastante bien. Pero aquel lugar del norte
de España era precioso, y deseó conocerlo con más profundidad.
—¿Hiciste todo lo que te pedí? —preguntó _____.
—Sí. No hay ni una sola foto tuya vestida de militar. Eso sí... ya
puedes hablar con mamá, que se ha enfadado por lo mentirosa que eres.
Pero vamos a ver, ¿ser militar para este hombre es tan malo?
—Scarlett, por Dios, ¡no menciones esa palabrita, no vaya a
entenderla!
Al notar su angustia, su hermana miró por el retrovisor y al ver que
Tom iba tranquilamente mirando el paisaje, preguntó:
—¿Se puede saber en qué lío te has metido?
_____, aún incrédula porque Tom estuviera allí, respondió:
—La verdad, no lo sé. Lo único que sé es...
—...que este tío está muy, pero que muy bueno y te aseguro que por
alguien así yo también me meto en líos —la cortó Scarlett, haciéndola reír.
Cuando el coche se paró ante una casona de piedra gris, Tom la
observó curioso. Era enorme y debía de ser muy antigua. De pronto se
abrió la puerta y la pequeña Sami, con su particular coronita en la cabeza,
salió corriendo. ______ abrió la puerta del coche y corrió también hacia ella.
Aquel reencuentro, aquel abrazo tan sentido por ambas, a él le puso el vello
de punta y esbozó una sonrisa.
Tras la pequeña salieron dos mujeres de diferentes edades, que
identificó como la madre y la abuela de ______. Ambas lo miraban y
levantando la mano lo saludaron. Tom les respondió.
—Pínsipeeeeeeeeeee —gritó la niña, corriendo hacia él.
Encantado por su demostración de cariño, la cogió en brazos e hizo lo
que a ella le gustaba: besuquearle el cuello mientras la niña reía a grandes
carcajadas.
Las cuatro mujeres se acercaron a él y Tom, soltando a la pequeña,
dijo en el poco español que sabía:
—Hola, soy Tom. Encantado de conocerle.
______, acercándose a él, cuchicheó:
—Con mamá puedes hablar en inglés. Con la abuela... ¡mal asunto!
Luján rápidamente lo saludó, pero cuando él fue a saludar a la abuela,
ésta preguntó:
—¿Cómo ha dicho que se llama el neñu?
—Tom, abuela.
—¿Cómoooooooo?
—Tom —insistieron Luján y sus dos hijas.
—¿Tlom?
—Tom, abuela —repitió ______, divertida.
—¿Tol?
—Tom.
La mujer negó con la cabeza y, tras levantar la mano a modo de
saludo ante aquel gigante de preciosos ojos cafeces, se dio la vuelta y
cuchicheó:
—Otro como el Ceci... con un nombre imposible.
—Abuela —protestó Scarlett—, es Cedric. Papá se llama Cedric.
Pero ella, con gesto contrariado, continuó:
—Sinceramente, creo que lo hacéis aposta. Os los buscáis con
nombres raros y que hablen otras lenguas para que yo no me pueda
comunicar con ellos.
Una vez desapareció, Tom miró a las mujeres y Luján dijo en inglés:
—Mi madre es muy mayor. No le tomes en cuenta nada de lo que
diga.
Él sonrió y entraron todos en la casa para beber algo fresquito. Era
julio y hacía un calor de mil demonios.
Por la tarde, cuando tomaban algo en un bonito porche, Tom dijo
mientras la pequeña Sami jugaba con el hámster Peggy Sue en el suelo:
—Antes de llegar al pueblo he visto un hotel. Debería irme ya o
llamar por teléfono para reservar.
—Pero ¿por qué te vas a ir a un hotel? —preguntó Luján—. Esta casa
tiene siete habitaciones. Ni hablar. Te quedas aquí con nosotras.
______ sonrió. Sabía que ocurriría eso en cuanto él lo propusiera y dijo:
—Como dice mamá..., aquí hay espacio para todos.
—No quisiera molestar.
—No molestas, hijo, por Dios —insistió Luján.
Covadonga, que los observaba hablar, al no entender nada preguntó:
—¿Qué ha dicho el guaje?
Scarlett, que jugaba con su sobrina y su mascota, le explicó:
—Dice de irse a dormir a un hotel. No quiere molestar.
La mujer, al escuchar lo que su nieta decía, se levantó de su silla, se
acercó a Tom y dijo:
—Mi casa es muy grande y también hay sitio para ti, neñu.
______ le tradujo lo que su abuela había dicho y él, emocionado por la
bondad que veía en los ojos de aquella anciana mujer, la cogió de las
manos y, con una espectacular sonrisa, dijo en español:
—Gracias, abuela.
Ella sonrió.
—Qué alegría, ¡me salió otro nieto! Y bien guapo. Ya verás cuando te
vean las vecinas. Y no te digo la Puri, que se cree que su neñu es el más
guapo del pueblo. Aisss, da Dios bragues a quien no tién culo.
Todas sonrieron y Covadonga, sin soltarle las manos a Tom, lo hizo
levantar y salió de la casa con él. ______, al verlos, los siguió. ¿Adónde se lo
llevaba su abuela?
Cuando salió de la casa, vio que la mujer le gritaba a una vecina a
modo de saludo:
—¡Qué ye... oh!
La mujer, desde su casa, respondió y, tras una parrafada, la anciana
protestó:
—Como decía mi güela... cagun las pites roxes.
______ soltó una carcajada cuando su abuela dijo:
—Pues no me pregunta que si el guaje es hijo del Ceci. Vamos, como
si no supiera que las únicas hijas del Ceci que hay sois tú y tu hermana.
Tom las miró y _____, sin traducirle nada, contestó:
—Abuela..., Cedric... Cedric, no Ceci. ¿Cuándo vas a aprenderte el
nombre de papá?
Covadonga rió. Era una puñetera. En ese instante, la vecina volvió a
preguntar algo a voz en grito y la abuela protestó de nuevo:
—Más gorda nun entra en práu. Pues no pregunta ahora si es militar,
como tú.
—Abuelaaaaaaaaaaaaa.
_____ miró a Tom. Por suerte no entendía nada de lo que hablaban y
con una falsa sonrisa, murmuró:
—Abuela, no menciones nada que tenga que ver con mi prefesión, por
favor. Creo que Scarlett te ha dicho que no quiero que se entere de en qué
trabajo. Por favor, evita mencionarlo, ¿vale?
—Ay, neña, ¿qué estarás haciendo?
—Nada malo, abuela.
—Y si no es malo, ¿por qué no quieres que se entere el guaje?
—Abuela, por favor, ayúdame y no preguntes.
La mujer asintió. Ayudaría a su nieta en lo que fuera, pero mirándola,
añadió:
—Recuerda, neña, se coge antes a un mentiroso que a un cojo. No lo
olvides. Por cierto, tu madre habla con el Ceci un día sí y al otro también.
Y cuando cuelga, sonríe como una tonta. Algo está tramando.
_______ sonrió y respondió:
—Abuela, mamá y papá sabes que se quieren mucho. ¿No te gustaría
que volvieran a estar juntos?
Covadonga asintió y, bajando la voz, constestó:
—Pues claro que sí. El Ceci y tu madre hacen una buena pareja. Pero
tu madre es muuuu cabezona... demasiado.
Dicho esto, miró a Tom, que las observaba sin entender nada, y con
un movimiento de cabeza, le indicó:
—Acompáñame, Tlom.
—¿Tlom? —repitió _____, muerta de risa—. ¿Acabas de llamar Tlom a
Tom?
La mujer asintió y levantando el mentón, sentenció:
—De alguna manera hay que llamarle, coñe.
Tom no entendía nada. Sólo escuchaba a la mujer hablar y a _____ reír
a mandíbula batiente. Intuyó que no era nada malo y sonrió. Pero la
sensación de no entender nada de lo que decían cada vez le gustaba menos.
Aquella noche, tras retirarse todos a descansar y conseguir dormir a
Sami, Luján pasó por el cuarto donde su hija y su nieta dormían.
—¿Por qué hemos tenido que quitar las fotos de papá y tuyas?
—Mamá, él no sabe que soy militar.
—¿Por qué no lo sabe?
Sin ganas de mentir, confesó:
—Porque odia a los militares y en especial a los americanos.
Sorprendida, Luján la miró y dijo:
—Hija de mi vida, ¿y eso por qué?
—Realmente no lo sé, mamá. Sólo sé que es mencionarle las palabras
«militar americano» y le cambia la cara.
—Pues... le guste o no, no deberías mentir. Tu padre y tú siempre
habéis estado muy orgullosos de lo que sois y de quiénes sois.
—Lo sé, mamá. Lo sé. Tarde o temprano le terminaré diciendo qué
somos papá y yo, pero hasta que lo haga, guárdame el secreto. Estoy
viviendo con él algo tan bonito que sólo quiero que dure un poco más.
—Te gusta mucho ese muchacho, ¿verdad?
—Sí, mamá. Muchísimo. Y aunque no lo creas, la primera que se
siente mal consigo misma soy yo, por no ser sincera, pero...
—Tienes miedo a perderlo.
Oír esas palabras en boca de su madre le hicieron darse cuenta de que
ésta tenía razón y, mirándola a los ojos, asintió:
—Sí. Tom es especial.
Ambas se quedaron en silencio unos minutos, hasta que Luján cambió
de tema:
—Últimamente hablo mucho con tu padre.
—Lo sé. La abuela y Scarlett me lo dicen.
—Él quiere que vuelva a su lado, ¿te lo puedes creer? Tras un tiempo
separados, de pronto el otro día me dice que no puede vivir sin mí y que
me necesita más que respirar.
—Mamááááá...
—Cedric es tan romántico a veces, que...
—Eso es fantático, ¿no crees?
Luján, emocionada, asintió, aunque dijo:
—Pero yo no me puedo ir a Fort Worth, hija. Tú me necesitas. ¿Quién
se quedaría con Sami cuando estés varias semanas fuera?
—No, mamá, eso sí que no. No me hagas sentir culpable de que tú no
te vayas con papá.
—No pretendo que te sientas culpable, cariño. Sólo intento que
entiendas que necesitas a un hombre como Tom a tu lado para que todos
sepamos que tanto tú como Sami estáis protegidas y cuidadas. Yo no me
puedo marchar si no os siento así. Soy tu madre, y aunque tengas cien años
seguiré siéndolo y seguiré queriendo que estés bien, ¿no lo entiendes?
Sonriendo por lo que le decía, ______ asintió y respondió:
—De acuerdo, mamá, te he entendido. Pero ahora entiéndeme tú a mí.
No sé si Tom será ese hombre que nos proporcione lo que quieres para
nosotras, pero lo que sí sé es que en Fort Worth hay un hombre que te
necesita y que desea que vayas con él. Sabes que dentro de unos meses
Scarlett regresará allí. Sabes que se vino por un tiempo y...
—Vale... vale... vale..., cambiemos de conversación.
—Mamá.
Y sin importarle la mirada de su hija, Luján dijo:
—Tom es un hombre muy educado y guapo. ¿Has dicho que es
abogado?
—Sí.
—¿Soltero?
—Sí.
La mujer sonrió y ______, al verla, murmuró:
—No te emociones, mamá. ¿Entendido?
Ella asintió y, tras darle un beso en la cabeza, se marchó a dormir.
_______ encendió el intercomunicador y, sin hacer ruido, se levantó de la
cama, salió del cuarto y llegó hasta la habitación donde estaba Tom. Al
entrar, éste la miró y sonrió.
—Hola, preciosa.
Acercándose a él, _______ bromeó:
—Venía a asfixiarte con la almohada, pero al estar despierto has
frustrado mi plan.
Tom sonrió y, tendiéndole los brazos, le indicó:
—Ven aquí.
______ se tiró a sus brazos y cuando sintió que la apretaba contra él,
musitó:
—Siento no poder dormir contigo, pero debo estar con mi hija, lo
entiendes, ¿verdad?
—Por supuesto. No te preocupes por nada. —Y, besándola, preguntó
—: ¿Tú estás bien?
—Sí...
—Por cierto, el inglés que habláis tu madre, tu hermana y tú es muy
americano. ¿Todas habéis trabajado en American Airlines? —se mofó.
Al oírlo, a ______ se le puso la carne de gallina y, como pudo, buscó una
explicación:
—Bueno, además de por mi trabajo en American Airlines, mi familia
lo habla porque por el oficio de mi padre hemos vivido unos años en Texas.
—¿En serio?
—Sí.
—¿Y en qué trabaja tu padre?
—Es informático de Apple —mintió, y antes de que él siguiera
preguntando, añadió—: Pero no preguntes por él. Mamá y papá se
separaron y a ellas no les gusta hablar de él, ¿entendido?
Durante varios minutos permanecieron abrazados, hasta que Tom, al
ver que estaba a punto de quedarse dormida, dijo:
—Venga..., ve a dormir con tu hija antes de que me arrepienta y te
desnude.
Cuando ella salió de la habitación, Tom miró durante un buen rato el
techo. Estaba donde quería estar, pero sin la mujer que deseaba a su lado.
Aun así, sonrió, apagó la luz y se durmió.
Por la mañana, ______ se levantó bastante tarde. Como todos sabían,
cuando llegaba de alguna misión, lo que más necesitaba era dormir, por lo
que no la despertaron.
Tom, que se despertó sobre las siete de la mañana, se vistió y al bajar
a la cocina se encontró con Covadonga. La mujer, al verlo, le hizo señas
para que desayunara y él asintió. Cuando terminó, por señas también, lo
hizo acompañarla y señalándole el coche, le entregó las llaves. Tom
entendió que quería que la llevara a algún lado y así lo hizo.
Sobre las doce de la mañana, cuando _______ se despertó, dio un salto en
la cama. Tom estaba allí, en la casa, y no se debía separar de él para que
no se enterara de nada. Rápidamente, se lavó, se vistió y cuando bajó al
salón, vio a su hija, madre y hermana, pero no a él, así que preguntó:
—¿Dónde está Tom?
—Con la abuela —la informó Scarlett—. Se han llevado el coche. A
saber adónde se lo habrá llevado la abuela.
Rápidamente, _______ le mandó un mensaje al móvil y cuando el suyo
pitó, sonrió al leer:
«Estoy bien. No entiendo a tu abuela, pero sus caras me hacen reír».
Divertida, abrió el frigorífico y, al recordar algo, comentó:
—Anoche, Tom me dijo que nuestro acento es muy americano y le
dije que papá es informático de Apple y que hemos vivido en Texas. Por lo
tanto, si os pregunta, ya sabéis qué decir.
Luján protestó:
—Eso..., tú sigue mintiendo.
______ se preparó un café con leche y su hermana, mirándola, explicó:
—Ha llamado Susana. He quedado con ella y los amigos esta noche en
el local de Roberto. Por lo visto hay concierto.
—¿Quién toca?
—La Musicalité.
______ sonrió. Le encantaba ese grupo. No era la primera vez que los
veía en directo en Asturias y, mirando a su hermana, aplaudió.
—¡Genial!
Una hora después, se oyó un coche. Al salir, vio que eran Tom, su
abuela y su vecino Ovidio.
Cuando él paró el vehículo, se bajó y, mirando a las mujeres que
salían de la casa, gritó divertido:
—¡Qué ye...oh!
_______ lo miró alucinada y al ver la guasa en su cara, rió. En una sola
mañana, su abuela había conseguido que gritara como un auténtico
asturiano.
Covadonga se bajó a su vez del vehículo y señalando la parte de atrás
del mismo, dijo:
—Tlomsito, descarga el coche.
Tom la entendió y ______, que se acercaba a ellos, preguntó:
—¿Tlomsito?
Su abuela asintió y guiñándole un ojo a su nieta, explicó:
—Ya hemos intimado, neña, y hay más confianza entre nosotros. —Y
mirando al hombre de su edad que las observaba, dijo—: Ovidio, deja de
mirar las pechugas de mis nietas y ven, que tengo faena pa ti.
El hombre asintió y, caminando tras la mujer, murmuró:
—Fastidiome el paisaje.
Las dos hermanas se miraron muertas de risa y ______, acercándose a
Tom, preguntó:
—¿Cómo va todo?
Él, tras sacar varias bolsas donde había pan, verdura, carne y un sinfín
de cosas más, cerró el maletero y contestó:
—Tu abuela me mata. ¡Qué vitalidad tiene! Esta mañana hemos ido
donde tenéis las vacas y después me ha llevado a casa de una mujer que
gritaba mucho para tomar café y unas enormes magdalenas. Allí se nos ha
unido Ovidio. Luego hemos vuelto donde las vacas y me ha presentado a
los hombres que llevan todo el tema y finalmente hemos terminado en el
mercado, donde me ha presentado a tooooodo el mundo. Eso sí, no he
entendido nada. A la única que entendía era a tu abuela por las señas que
me hacía.
—Tlomsito, vamos, entra la compra —gritó Covadonga desde la puerta.
—Mamá —protestó Luján—. Se llama Tom, no Tlomsito.
La mujer miró a su hija y moviendo la cabeza, aclaró:
—Lo llamo como quiero y punto redondu.
Luján, al verlo cargado de bolsas, fue hasta él y, quitándoselas de las
manos, le dijo a su hija:
—¿Qué tal si te llevas a Tom a dar un paseo por la playa? Creo que
tu abuela ya lo ha mareado hoy bastante. Venid dentro de un par de horas
para comer
Con sentimiento de culpa, ______ lo miró y murmuró:
—Siento haberme levantado tan tarde. Es más... yo creo que...
Sin dejarla terminar, la besó y musitó cerca de su boca:
—He visto que no muy lejos hay un bonito hotel. ¿Qué te parece si
esta noche o mañana nos escapamos aunque sean unas horas y me
compensas por todo?
—¿Sólo unas horas?
—¿Pueden ser más de unas horas? —preguntó sorprendido.
Con ganas de él, se acercó más y, tocándose el colgante, siseó:
—¿Qué te parece si tú y yo, mañana por la noche... en el hotel?
Tom, deseoso de esa intimidad con ella, asintió.
—Me parece la mejor idea que has tenido, cariño.
______ sonrió y gritó:
—¡Scarlett!
—¿Qué?
—¿Sigue en pie lo de salir esta noche a tomar unas sidras con los
amigos?
—Claro, están deseando verte.
—Por cierto —preguntó _______—, ¿tu amiga Paqui sigue trabajando en
el Palacio de Luces?
Su hermana asintió.
—Pues llámala y dile que para mañana quiero una preciosa suite.
—¿En serio?
—Sí. Mañana, Tlomsito y yo... tenemos una cita.
Scarlett sonrió al ver cómo su hermana y Tom se besaban. Cuando se
separaron, la abuela apareció por la puerta y gritó:
—Tlomsito, ven. Te necesitamos.
—Abuela, nos íbamos a la playa —protestó ______.
—No puede ser, neña... Necesito al guaje.
Cuando Tom se alejó, divertido, ______ se acercó a su hermana y
cuchicheó:
—Necesito ciertas cosas para mañana por la noche.
—¿Qué?
—Un par de cuencos con chocolate con leche fundido...
—¿Chocolate fundido? Guau, ______, eso suena a perversión pura y dura.
Ambas rieron y ella añadió:
—Y también necesito un plástico muy... muy grande para cubrir la
cama.
—Por Dios..., ¡ni que te fueras a cargar al alemán y a ocultar las
pruebas!
______ soltó una carcajada y Scarlett, alucinada, dijo:
—Vale..., doy por hecho que el plástico no es para encubrir el delito.
Le diré a Paqui que te reserve una bonita suite y yo misma me encargaré de
dejarte allí lo que has pedido. Peeeeeeero a cambio quiero que me cuentes
para qué necesitas el plástico grande, porque el chocolate ya me lo
imagino. Si me gusta, yo también lo pondré en práctica.
—De acuerdo —rió ______.
Esa noche, _____ presentó a Tom a sus amigos y él, como pudo
mediante señas, se comunicó con ellos. Era un hombre de recursos y
rápidamente se integró en el grupo y escuchó la música de La Musicalité,
mientras veía a ______ bailar y cantar.

No puedes decir que no, no puedes decir jamás.
No debes pedir perdón, tan sólo te quiero más.
Dolor que no puedo ver. Ni siento cuando te vas.
No puedes decirme adiós, te llevo en mi caminar
gritando que no me ves, rezando porque tú vuelvas otra
vezzzzzzzzz.

Verla sonreír le encantaba y, agarrándola de la cintura, murmuró:
—Me gusta la música de este grupo, aunque no los entiendo.
Ella sonrió.
—Son buenísimos. Cuando regresemos a Múnich, te dejaré unos CD.
Durante hora y media disfrutaron del concierto mientras bailaban y se
besaban. En una ocasión, ______ se fijó en que una de sus amigas fumaba y se
dio cuenta de que ella llevaba horas sin hacerlo y no tenía ninguna
necesidad. Divertida por el descubrimiento, sonrió; al final, aquel alemán
iba a conseguir que no fumara.
Por su parte, Tom, que nunca había tenido un trato tan intenso con
una mujer, se sentía fenomenal. Verse emparejado con _____ y que todos lo
supieran le gustaba y lo disfrutaba a tope. ¿Sería ella la mujer de su vida?
Cuando el concierto terminó, mucha gente se marchó y otros se
quedaron en el local. La música comenzó de nuevo y _____ y Tom fueron
hasta la barra para pedir unas copas. De pronto, un hombre y una mujer se
acercaron a _____ y él se le cuadró y le hizo un saludo militar. Tom,
sorprendido, lo miró. ¿Qué demonios hacía?
Ella, con toda la gracia e ingenio que pudo, intentó bromear sobre el
tema. El hombre era Roberto, el dueño del local, y cuando él se alejó con la
chica que llevaba del brazo, Tom miró a ______ y preguntó:
—¿Por qué te ha saludado así?
Sintiéndose fatal por mentirle, respondió:
—No lo sé, será la moda en Asturias.
Tom asintió. No lo convencía la respuesta, pero cuando sonó la
canción de Bruno Mars, When I was your man, ella lo miró y dijo:
—¿Bailas?
—Vaya, ¿te estás volviendo una romántica?
______ arrugó el entrecejo, pero sonriendo, contestó:
—Me estoy echando a perder.
Divertido, él la besó y aceptó encantado. Cogió a su chica de la mano
y salió con ella a la pequeña pista del local. Bailaban abrazados mientras la
voz de Bruno Mars cantaba:

Hmmm too young, too dumb to realize.
That I should have bought you flowers and held your hand.
Should have gave your all my hours when I had the chance.
Take you to every party ‘cause all you wanted to do was dance.
Now my baby is dancing, but she’s dancing whith another man.

Sin hablar, bailaron al compás de la música. Aquella canción y la
conexión que tenían con ella era especial. Tom la besó en el cuello y _____,
mirándolo, murmuró:
—Siempre que escucho esta canción, me acuerdo de ti.
—Si no te dijera que me encanta saberlo, mentiría —afirmó él.
______ sonrió y Tom murmuró:
—Espero que ya haya alguien que te saque a bailar y te regale flores.
—Lo hay —sonrió ella—. Hay un tal James Bond que...
—Cierra el pico, Cat Woman —rió encantado.
______ era tan directa, tan fresca y diferente a todas las demás mujeres
que había conocido, que le resultaba imposible no enamorarse de ella más
a cada segundo que pasaba. Siguieron abrazados mientras duró la canción y
cuando ésta acabó, regresaron junto al grupo de amigos.
El resto de la noche, Tom se dedicó a disfrutar y a mirar a _____ con
curiosidad. Verla con su gente era divertido y cuando ella salió a bailar
salsa con uno de sus amigos, se quedó alucinado de lo bien que bailaba.
Cuando regresó, sudorosa, le quitó a Tom su vaso y, mientras bebía, él le
preguntó:
—¿Quién te ha enseñado a bailar así?
Mientras bebía, pensó. No podía decirle que los compañeros latinos de
la base americana y, sonriendo, respondió:
—Digamos que aprendí en locales de salsa.
Tom asintió y no quiso preguntar más. Pasados unos minutos, y
mientras con gesto posesivo él la agarraba de la cintura, ______ observó cómo
las mujeres se lo comían con la mirada. Por lo que, sin dudarlo, decidió
marcar su territorio y lo besó con descaro. Tom sonrió al ver aquel
marcaje y dispuesto a picarla, murmuró:
—Qué guapas son las mujeres asturianas.
—No te pases..., muñequito.
Él soltó una carcajada y ______, llevándose la cerveza a los labios, bebió
y, deseosa de volverlo loco, chupó la boca de la botella.
—Si sigues haciendo eso..., no creo que me pueda controlar —le
advirtió Tom.
—¿Has visto qué guapos son los hombres asturianos?
Él dejó de sonreír, pero divertido por su picardía, musitó:
—No te pases..., Ironwoman.
—¿Quieres que pase así los labios por tu pene? —le preguntó ella,
entre risas y arrumacos, acercándose de nuevo la botella a la boca.
—Me encantaría.
______ continuó haciéndolo y cuando disimuladamente le tocó la
entrepierna y lo sintió duro, murmuró:
—¿Qué te parece si te llevo a la trastienda del local?
—¿Podemos hacerlo?
—Sí.
Tom, encantado, asintió:
—Me parece genial.
Ella sonrió y, acercándose más a él, susurró:
—¿Quieres que vayamos solos o prefieres que tengamos compañía?
Sin necesidad de que le dijera quién sería aquel tercero, Tom lo supo:
era el hombre que se había cuadrado ante ella. Excitado por lo que _____
sugería, preguntó:
—El tercero sería aquél, ¿verdad? —Ella, al ver hacia dónde miraba,
asintió. Tom inquirió—: ¿Has estado liada con él?
Sorprendida al ver su cejo fruncido, respondió:
—Roberto es el dueño de este local y un tipo muy majo. Casualmente,
una vez que estaba en Barcelona, en una fiestecita privada con un amigo,
nos encontramos. Él se acababa de divorciar y estaba con Lisbet, la chica
que lo acompaña. Recuerdo la cara de sorpresa que se nos quedó a los dos.
Fue embarazoso vernos en aquel lugar y desnudos; pero ambos hemos
mantenido el secreto y en alguna ocasión, cuando he venido a Asturias,
hemos salido e ido los tres a alguna fiesta privada en algún local de
Oviedo, a pasarlo bien. En cuanto a haber estado liada con él, la respuesta
es no. Él tiene una relación con Lisbet y, por lo que sé, les va muy bien.
Tom asintió. Ella tenía razón y no debía pensar cosas raras. No
obstante, imaginársela yendo a fiestecitas privadas con otros no le hizo
gracia, pero confió en ella como siempre.
—¿Sigue en pie lo de ir a la trastienda? —preguntó Tom.
—¿Con Roberto y Lisbet?
Él asintió y _____ dijo:
—Espera un segundo.
Con seguridad, se acercó a su amigo y, tras hablar con él, llamó a
Tom y se lo presentó.
—Lisbet se ha tenido que ir, pero Roberto dice que si tú quieres
podemos pasar a la trastienda con o sin él.
Tom lo dudó. Pero ¿por qué dudaba?
E intentando recuperar el control de sus sentimientos, contestó:
—Con él. Quiero que te corras para mí.
Sumamente excitada, _____ hizo una seña a Roberto y éste echó a
andar. _____ cogió a Tom de la mano con fuerza y lo siguió.
Sin hablar, entraron en una habitación y cuando Roberto cerró con
llave y una luz azulona iluminó la estancia, Tom, sorprendido, murmuró
al ver cajas de bebidas, una nevera, una mesita y un cómodo sillón.
—Vaya... veo que tu amigo se lo pasa bien aquí.
_____ sonrió y Roberto, por señas, le preguntó a Tom qué quería beber.
Pidió un whisky y _____ un ron con Coca-Cola. Una vez se lo sirvió, dejó las
bebidas sobre una mesita.
Tom, dominando la situación, agarró a _____ por la cintura y la pegó a
su cuerpo. Buscó su boca y la besó. Roberto los miraba y cuando vio que
aquel alemán le quitaba el top, el sujetador y le desabrochaba la falda,
dejándola caer al suelo junto con las bragas, supo que lo acababan de
invitar a la fiesta.
Con su boca sobre la de ______, Tom le masajeaba las nalgas cuando
murmuró:
—Ahora te voy a dar la vuelta y te voy a abrir para que él chupe lo
que es mío.
Aquel sentimiento de propiedad la sorprendió y Tom, al darse cuenta
de ello, aclaró mirándola a los ojos:
—Éste es nuestro juego y no te tengo que decir que te considero mía,
porque creo que sabes lo que siento por ti, ¿estás de acuerdo, _____?
—Sí.
—¿Segura?
—Sí. —Y, extasiada, musitó—: Me gusta ser tuya y que tú seas mío.
Tom, conmovido por lo que esas palabras le confirmaban, asintió y
declaró:
—Voy a permitir que un extraño para mí te lave, te toque, te disfrute,
te folle y, a cambio, quiero ver cómo gozas, quiero que te corras para mí y
quiero que lo pases bien. Dile que quiero que te chupe el clítoris hasta que
grites de placer, ¿entendido?
______ asintió, acalorada por lo que decía, mientras se oía la música
sonar en el local y, mirando a Roberto, que los observaba, dijo:
—Tom quiere que me chupes el clítoris y que me hagas gritar de
placer.
Como una moto, Roberto asintió y murmuró:
—Dile que así lo haré.
______ sonrió. Nunca le había gustado sentirse propiedad de nadie, pero
Tom era diferente. La hacía sentirse segura, protegida, mimada y saber
que la consideraba suya le gustaba y no pensaba protestar por ello.
En aquella habitación nadie los oiría. Era tal el bullicio que había
fuera que era imposible que los jadeos se oyeran.
Tom le dio la vuelta y, apoyándola contra su cuerpo, bajó los dedos
hasta su vagina y, tras tocarla, le abrió los labios y miró a Roberto.
Éste, al verlo, supo lo que le estaba ofreciendo y no lo dudó. Abrió
una botella de agua y con un paño limpio lavó a ______. Después se puso de
rodillas delante de ella y al ver cómo el alemán tiraba de sus labios
vaginales para darle acceso, se lanzó directo al clítoris.
El jadeo de ______ no se hizo esperar, mientras Roberto, con las manos
en sus muslos, la abría y metía la cabeza entre sus piernas, deseoso de
saborear el manjar que se le ofrecía. Excitado, Tom le decía al oído:
—Así..., apriétate contra su boca. Deja que te chupe, ¿Te gusta, _____?
Ella asintió: aquello era morbo en estado puro; mientras, Tom
proseguía:
—Dale acceso a ti. Flexiona un poco las piernas. Sí... así... —______
tembló y al moverse, Tom insistió—. No... no te separes. Quiero que te
chupe. Quiero que deguste el sabor de mi mujer y quiero que te corras en
su boca para mí.
Oírle decir «el sabor de mi mujer» la hizo jadear. Sus palabras y la
posesión que en ellas había la excitaban casi más que lo que Roberto le
hacía. Tom prosiguió:
—Eso es, cariño... Así..., eso es.
______ jadeó. Sentirse entre los cuerpos de aquellos dos hombres la
estaba volviendo loca. De pronto, Tom murmuró:
—Una de mis fantasías contigo es abrirte como lo estoy haciendo
ahora y darle acceso a varios hombres. Pediré que se arrodillen ante ti y
uno a uno te chupará mientras yo te sujeto y noto cómo tu cuerpo vibra
ante lo que sientes. Luego preguntaré cuál te ha gustado más y ése será el
primero al que permitiré que te folle. Cuando regresemos a Múnich, voy a
organizar una fiestecita en mi casa y tú vas a ser mi mayor fuente de deseo.
¿Quieres serlo, ______?
Roberto, agarrándola de los muslos, le hizo abrir más las piernas y
ella no pudo contestar. Lo que Tom le proponía era tan morboso y
excitante que tembló al imaginarlo y él, al sentir su impaciencia, murmuró
con una sonrisa:
—No vamos a follarte ninguno hasta que no te corras en su boca.
—Tom...
—... y cuando lo hagas —prosiguió él—, te follaremos los dos.
—Sí... —jadeó ______.
Tom sonrió y, pellizcándole los pezones, paseó su boca por su cuello.
—Pero antes, ya sabes lo que quiero, cariño. Córrete.
Enormemente estimulada por lo que le pedía, asintió para dejar paso a
un espectacular orgasmo que se apoderó de su cuerpo ante lo que
escuchaba y lo que Roberto le hacía. Cuando Tom la sintió temblar, sonrió
y, duro como una piedra, murmuró soltándola:
—Te espero en el sillón cuando Roberto termine contigo.
______ lo vio encaminarse con paso decidido hasta el cómodo asiento,
sacó de su cartera un par de preservativos y los dejó sobre la mesita sin
quitarle la vista de encima, mientras Roberto, enloquecido, proseguía con
su juego y la masturbaba haciéndola jadear de nuevo.
Con deleite, vio que Tom se quitaba la ropa. Entonces Roberto la
soltó. Volvió a coger la botella de agua y, sin que ella se moviera, la lavó
de nuevo. Una vez acabó, ______ caminó hacia su chico sin decir nada y se
sentó sobre él. Mirándolo a los ojos, sonrió, cogió con la mano su erección
y ella sola se empaló. Se sentó en el centro de aquel duro y tentador deseo,
y Tom la apretó contra él.
—Sí..., cariño..., lo necesitaba —dijo él.
Durante unos minutos, _____ tomó las riendas. Con Tom sentado, ella
llevaba el mando de sus jueguecitos, hasta que un azote de Roberto la hizo
parar. Tom, al ver las intenciones de éste, agarró a ______ por la cintura
mientras decía:
—Túmbate sobre mí, creo que nuestro amigo quiere seguir jugando
contigo.
Con el pene de Tom en su interior ella apenas podía moverse cuando
notó que Roberto le untaba gel en el ano y comenzaba a juguetear con su
agujero.
Tom, al sentir que _____ jadeaba, la besó, y cuando se separó de ella,
murmuró:
—Siento unos deseos irrefrenables de moverme, ¿quieres que lo haga?
______ asintió. Pero estaba tan incrustado en su interior que al hacerlo la
hizo gritar.
—Chissss..., nos oirán todos y sabrán lo que estamos haciendo —rió
Tom al sentirla tan excitada.
—Ah... ah... Me haces daño.
Al oír eso, Tom frunció el cejo, se movió hacia atrás para colocarse
de otra manera y _____, con una sonrisa, susurró:
—Ahora mejor.
Roberto continuó con su juego y, pasados unos minutos, acercando su
pene al ano de ella, la agarró por las caderas y poco a poco se introdujo en
su interior.
Tom fue consciente de la presencia de él rápidamente. A pesar de que
las paredes internas de ______ separaban ambos penes, la presión que ejercían
se notaba y, deseoso de hacerla disfrutar, preguntó:
—¿Te hacemos daño, cariño?
Conmovida por su preocupación, _____ lo besó y, moviendo su cuerpo,
los invitó a que siguieran. En un segundo, su cuerpo quedó totalmente
aprisionado entre el de aquellos dos, que entraban y salían de ella a
diferentes ritmos, arrancándole maravillosos gemidos de placer. Mirando a
Tom musitó:
—Tom...
Como siempre que decía su nombre cuando estaban en pleno acto
sexual, él se excitó. Saber que estaba con él y no con otro era una de las
cosas más maravillosas del mundo y, agarrándola de las caderas para
hundirse en ella con fuerza, murmuró:
—Sí, _____, soy Tom.
El juego duró varios minutos. Ambos hombres se hundían en ella en
aquel juego del placer. Jadeos... besos apasionados... palabras subidas de
tono. Todo era válido en un momento así, hasta que los tres llegaron al
clímax y acabaron unos encima de otros.
Cuando recuperaron el resuello, se asearon un poco y se vistieron, y
Tom y Roberto chocaron sus manos. _____ sonrió. Cuando salieron de
aquella habitación, caminaron sin hablar hasta donde estaba su hermana.
Ésta, al verlos, preguntó:
—¿Dónde os habíais metido?
_____ la miró y con guasa respondió:

—A ti te lo voy a decir.




HOLA!!! BUENO AQUI ESTAN LOS DOS CAPS ... SE LOS COMPENSE ... AMENME JIJI OK NO ... YA SABEN 4 O MAS Y GREGO SINO NO ADIOS :))

6 comentarios:

  1. OMG!!!!! Oo cada ves q leo me dan nervios de q a alguien se le salga q es militar o.o y ese encuentro con roberto ummm estupendo jajajajaja sube luegoo. Me encanta me encanta bye cuidate , y no te olvides de subir

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  2. Esa rayitaaa toda una master en el sexoo!!

    Ojala q no pase nada malo cuando Tom se entere q es militar :/

    Siguelaa Virgii ;

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  3. Ayyyy me encanta pero presiento que tom y se va a enterar y se va liar una gordaaaa

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  4. Omg tom fue *.*
    Cada ve estoy mas intrigada por saber que pasara cuando tom se entere de cual es el verdadero trabajo de tn :o
    Sube pronto

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