20
Pasaron
los días, sus encuentros continuaron y en la casa de ______
siempre
había flores. Por primera vez en su vida un hombre le regalaba
preciosas
rosas con alocados mensajes que la hacían reír a carcajadas.
En ese
tiempo, el móvil de Tom sonaba cada dos por tres y sin que él
se lo
explicara, _____ intuía que eran sus amigas. Sin decir nada, lo veía
hablar con
éstas y excusarse. No se separaba de ella y en cierto modo se
sentía
feliz por ser especial para él.
Una noche,
en el Sensations, Tom hizo lo que un día le prometió. Al
entrar en
un reservado, una mujer los esperaba. ______ rápidamente la
identificó
como una de las dos que vio aquel día con Judith. Sin hablar,
Tom
desnudó a ______ y cuando la tuvo sobre la cama, le exigió que abriera
las
piernas y dijo:
—Diana, te
ofrezco a ______. Hazla chillar de placer.
Y así
fue...
Enloquecida
por las cosas que aquella mujer le hacía en el clítoris,
chilló de
lujuria mientras Tom, sobre su boca, murmuraba:
—Eso
es..., así..., córrete para mí.
Diana era
colosal. Sabía lo que hacía y su brusquedad en ciertos
momentos a
______ la puso a cien. Su lengua era salvaje, rápida, dura y jugó
su
clítoris de una manera increíble. Cuando creía que no podría volverse a
correr, lo
volvía a hacer.
Tom sentó
a ______ en la cama, se puso tras ella y Diana le metió los
dedos y la
masturbó. Estaba entregada al disfrute mientras Tom la besaba;
de pronto
Diana paró y Tom, totalmente excitado, la sentó sobre él y la
empaló.
Necesitaba introducirse en ella o se volvería loco.
—Túmbala, Tom,
y ábrela para mí —pidió Diana.
Él hizo lo
que le pedía. Entonces, _____ sintió que aquella mujer untaba
desde
atrás lubricante en su ano y comenzaba a mover sus dedos con la
misma
maestría que segundos antes.
—Tienes un
culito precioso, ______, ¿te gusta lo que hago?
Los ojos
de Tom la observaban y ella respondió:
—Sí..., me
gusta.
Diana,
mujer experimentada en proporcionar el mayor placer, metió
un dedo en
su interior y le comunicó:
—Ahora me
voy a poner un arnés y te voy a follar. Voy a agarrarte de
las
caderas y me voy a meter dentro de ti hasta que vuelvas a chillar de
placer.
Quiero sentir cómo tiemblas. Quiero notar que tu culito vibra para
mí
mientras Tom te folla ese chochito tan maravilloso que me he comido
y que
estoy deseando comerme otra vez.
Jadeante, _____,
con los ojos clavados en un Tom tremendamente
excitado,
susurró:
—Sí...
sí...
Hechizado
por el poder de la mujer que lo miraba, con desesperación
Tom acercó
su boca a la de ella y la besó. Lo hizo con mimo, con deleite,
con amor,
mientras juntos disfrutaban del morbo que la situación les
ocasionaba,
olvidándose del resto del mundo para sólo existir los dos. Una
vez
dilatado el ano, Diana la agarró por las caderas y la penetró. _____,
enloquecida
de deseo, se dejó hacer. Ambos bombeaban en ella. Ambos la
llenaban,
y disfrutó.
Tras
varias negativas de Tom a sus llamadas, aquella noche Agneta
decidió ir
sola al Sensations y cuando vio lo que ocurría en aquel
reservado,
se marchó echando humo por las orejas. No por la clase de sexo
que vio,
sino más bien por las atenciones y delicadezas que Tom le
dedicaba a
aquélla, la tal ______, y que con ella nunca había tenido.
Los días
pasaron y sus encuentros en su casa o en el Sensations eran
calientes
y morbosos. Día a día, Tom pudo comprobar por sí mismo lo
experimentada
que era ______ en cuanto a morbo. Lo volvía loco cómo
jugueteaba,
cómo lo hacía vibrar con sus movimientos, y también lo volvía
loco
sentirla suya.
Sentir su
mirada cuando otro se introducía en ella y él la apretaba
contra sí
era de las cosas más excitantes que había experimentado en su
vida.
Jadeaba como un bárbaro cuando ella gemía, y disfrutaba aún más
cuando
ella le ronroneaba al oído todo lo que quería hacer con él.
De pronto
se sintió terrenal. Quería que _______ contara con él para todo y
comenzó a
desear que nadie más tomara las riendas del juego con ella.
Disimular
ante Bill y Judith cada día se le hacía más cuesta arriba.
Estar con
ellos y con los amigos tomando algo o cenando y no poder besar
a ______,
o ver cómo otros hombres se le insinuaban en busca de una cita con
ella era
una auténtica tortura; sin embargo, cuando estaban solos se
resarcía.
Intentó conocer a los amigos de ella, pero ______ se negó. Siempre
encontraba
una excusa para dejarlo para otro día.
El sexo
entre ellos era colosal. Caliente y morboso. Ambos lo
disfrutaban.
Ambos lo demandaban. Ambos eran dos fieras insaciables.
Después de
varios días separados por un viaje a Bagdad que Tom
desconocía,
cuando _____ llegó fue a cambiarse de ropa, pues no quería que
la viera
vestida de militar, y se fue directa a la casa de él, que la esperaba
allí.
Cuando abrió la puerta y se miraron, el calor inundó sus cuerpos. Se
deseaban.
Se habían echado de menos.
—Hola,
preciosa.
______ lo
abrazó, metió su lengua en su boca y la movió con exigencia,
mientras Tom
caminaba con ella entre sus brazos hacia su habitación. Una
vez
llegaron allí, ______, se soltó, lo miró y exigió:
—Desnúdate.
Él,
excitado, hizo lo que ella pedía y cuando estuvo totalmente
desnudo, ______
pidió:
—Mastúrbate.
Tom
frunció el cejo. No quería masturbarse, quería hundirse en ella,
sentir su
calidez... Iba a protestar cuando ______, con la voz de la teniente
Parker,
ordenó:
—He dicho
que te masturbes.
Aquella
voz...
Aquella
exigencia...
Y cómo lo miraba
fue lo que hizo que Tom llevara su mano hasta su
pene y
comenzara a tocarse. Sin quitarle ojo, _____ observaba sus
movimientos
y cuando vio que cerraba los ojos a punto de llegar al clímax,
lo cortó
diciendo:
—Eh...
eh... eh... ¡Para! Túmbate en la cama.
—¿Hoy
vienes mandona? —se mofó él.
______
sonrió. Abrió la mochila que llevaba y, sacando unas cuerdas
rojas,
respondió:
—Voy a
disfrutar de ti como llevo días pensando.
Tom miró
las cuerdas y la advirtió:
—No me
gusta que nadie me ate.
Ella
sonrió y, sin moverse de su sitio, replicó:
—Yo no soy
nadie, soy _____ y tú vas a hacer lo que te estoy pidiendo,
¡ya!
Sin entender
bien lo que pretendía, Tom claudicó. Una vez se tumbó
en la
cama, ella, sin desvestirse, se subió a su lado y cogiéndole un brazo
se lo ató
a un lateral de la cama y después hizo lo mismo con el otro.
Una vez lo
tuvo inmovilizado, sonrió y, sacando un pañuelo rojo,
murmuró,
tentándolo:
—No verás
nada. Sólo sentirás... oirás y...
—No, ______...,
no quiero que me tapes los ojos.
Agachándose
hasta quedar encima de su boca, ella afirmó:
—Hoy mando
yo... y tú te callas.
La
situación lo estaba excitando una barbaridad. La deseaba y aquello
lo estaba
volviendo loco. Sin hablar más, ella le ató el pañuelo rojo
alrededor
de la cabeza y cuando se aseguró de que él no la veía, dijo,
levantándose
de la cama:
—Y
ahora..., prepárate para darme el máximo placer.
Tom no
veía, pero la oía caminar por la habitación. Los ruidos le
hicieron
saber que se había quitado las botas y el pantalón. Cuando sintió
que la
cama se hundía, la amenazó:
—Cuando me
sueltes, te aseguro que me las vas a pagar.
—Cuando te
suelte, te aseguro que vas a estar muy contento.
Él sonrió
sin ver las cosas que _____ sacaba de la mochila. De pronto
oyó un
zumbido y preguntó:
—¿Qué
haces?
Ella no respondió,
un jadeo sonó y Tom insistió:
—¿Qué
haces?
Con un
masajeador, _____ se daba placer en el clítoris. Finalmente,
respondió:
—Lo estoy
pasando fenomenal mientras te veo atado a la cama y con
los ojos
tapados.
Incrédulo
por lo que había dicho, quiso protestar y cuando un nuevo
jadeo de
ella llegó a sus oídos, murmuró:
—Nena...,
me estás volviendo loco.
Tom
temblaba y su excitación se incrementaba por momentos
cuando
sintió que ella de pronto cogía su pene y se lo metía en la boca. Lo
lamió
durante un buen rato y una vez lo hubo conducido a las puertas del
clímax,
sintió que le ponía algo alrededor.
—¿Qué me
estás poniendo?
______
sonrió y él, al notarlo, protestó:
—Joder, _____,
¿qué me estás poniendo?
—¡Adivina!
—rió ella.
Al sentir
la presión que aquello ejercía en su pene, dijo:
—Creo que
es una anilla. ¿Por qué me la pones?
Ella
sonrió y, tras introducir la anilla totalmente, llevó su boca hasta
los duros
pezones de él y, mordisqueándoselos, siseó:
—Tranquilo,
cielo. Te dije que me las ibas a pagar y hoy te vas a
correr
cuando yo lo diga.
Al oírla
sonrió y al recordar el día en que él le exigió que no se
corriera, Tom
musitó:
—¿Tan
vengativa eres?
______
asintió y, apretando con su mano su duro pene, repuso:
—Quien me
la hace, me la paga. Y te aseguro que en estos días en que
no te he
visto, he pensado cómo me lo ibas a pagar.
—Malota...
Divertida,
sonrió y explicó:
—Te he
puesto un anillo vibrador de silicona que reforzará tu
erección,
me estimulará el clítoris y retardará la eyaculación hasta que yo
quiera.
—Vaya...
Tras
varios besos y toqueteos por parte de ella, que lo estimularon una
barbaridad,
sintió que se sentaba a horcajadas sobre él e, introduciéndose el
duro pene
lentamente, murmuraba:
—Ahora
vamos a jugar tú y yo.
Acto
seguido, gustosa, comenzó a mover las caderas de un lado a otro,
mientras
sentía cómo el pene latía en su interior. Dios... cuánto lo había
añorado.
Pasados unos minutos, Tom se estremeció. Ella paró y dijo:
—No,
pínsipe, no... aguanta como yo aguanté.
Sin poder
abrazarla, él protestó. Se sentía vendido con las manos
atadas.
—Suéltame
las manos, ______.
Como
respuesta, su boca se posó sobre la suya y, tras besarlo hasta
dejarlo
sin aliento, ella insistió:
—No,
cielo..., aguanta.
—Quiero
tocarte.
—No...
no... no... como tú dijiste... ¡aguanta!
El pene de
Tom estaba duro como una piedra y _____ accionó un
pequeño
botón de la anilla y el aro comenzó a vibrar. Él jadeó y ella,
apretándose
sobre su miembro para sentir la vibración en su clítoris,
susurró:
—Voy a
buscar mi propio placer y con ello te haré enloquecer.
La presión
que Tom notaba en el pene cada vez que ella se movía era
colosal.
No podía verla, pero sí podía sentir cómo lo cabalgaba y le
temblaban
los muslos de placer al recibir las descargas en su clítoris.
Los jadeos
de _____... los movimientos de ______... y no poder verla lo
estaban
volviendo loco. Ella aceleraba sus movimientos y cuando lo sentía
subir a la
cumbre los ralentizaba.
—Así... así
Tom..., aguanta y dame lo que quiero.
—No
puedo...
—Sí
puedes... Sigue... Oh, sí...
Completamente
erecto, él sólo podía mover las caderas hacia adelante
para
clavarse más en ella cuando bajaba hacia él, mientras la oía jadear y
sentía
cómo ambos cuerpos temblaban por el morbo que la situación les
provocaba.
Se mordió los labios mientras el sudor comenzaba a bañar su
frente.
Ninguna mujer lo había atado a ninguna cama, más bien siempre
había sido
al contrario. Pero _____ conseguía hacer todo lo que se proponía
con él.
Cuando le quitó de pronto el pañuelo rojo, lo miró a los ojos y se
apretó
contra él enloquecida, y juntos se convulsionaron y llegaron al
clímax.
Pasado un
rato, cuando sus respiraciones se regularizaron, _____ le
soltó los
brazos y Tom primero la azotó con cariño y luego la abrazó. Tras
una ducha,
donde de nuevo volvieron a hacer el amor, ella propuso ir al
Sensations,
pero él se negó. Esa noche no quería terceros. Sólo la quería a
ella, a
nadie más.
Sobre las
tres de la madrugada, cuando los dos estaban sentados en la
encimera
de la cocina comiendo unos sándwiches, Tom preguntó:
—¿Por qué
no has venido con tu traje de azafata?
______
tragó lo que tenía en la boca y, sonriendo, respondió:
—Ya te
dije que con el traje del trabajo no se juega.
Él soltó
una carcajada, la besó y, encantado de tenerla delante,
propuso:
—¿Qué te
parece si mañana tú y yo nos vamos a Venecia un par de
días?
Conozco un hotelito precioso allí donde podremos pasarlo muy bien.
La proposición
era muy tentadora. Nada le apetecía más que un viaje
con él,
pero contestó:
—No puedo.
He de ir a por Sami a Asturias. Estoy deseando verla.
—¿Y no
puedes retrasar el viaje un par de días?
Negó con
la cabeza.
—No. Estoy
deseando ver a mi pequeña.
Tom
intentó entender su necesidad de ver a su hija.
—Mi
intención es ir mañana sábado a buscarla y regresar el martes
como muy
tarde —añadió ______.
Esa rotundidad
le hizo saber a Tom que dijera lo que dijese, ella no
iba a
aceptar y, levantándose, preguntó:
—¿Puedo
acompañarte yo?
—¿A
Asturias?
—Sí.
—¿Tú?
Divertido
por su cara, respondió:
—Puedo
quedarme en un hotel. Sólo serán unas noches. ¿Qué te
parece la
idea?
Aquello le
resultaba tentador, pero no, no podía ser. Tom no sabía
ciertas
cosas sobre ella y si iba a Asturias se podría enterar, por lo que
contestó:
—No me
parece buena idea. Quizá en otra ocasión...
Pero él ya
había tomado una decisión y, cogiéndola en brazos, afirmó,
dispuesto
a acompañarla y ver si en Asturias había algo más además de su
hija:
—Tú y yo
mañana vamos a volar juntos a Asturias y da igual lo que
digas.
—Pero...
Ya no pudo
decir más.
Los besos
ávidos y sabrosos de Tom le hicieron perder la razón y
media hora
después ya la había hecho cambiar de opinión.
Por la mañana,
en el aeropuerto, ______ se quedó de piedra al ver que un
avión
privado los esperaba.
—Hablé con
Bill y nos deja su jet. Así vamos directos a Asturias.
—¿Bill
tiene jet privado?
Tom sonrió
y respondió:
—Bill
Zimmerman tiene lo que quiere y, por suerte, ¡yo soy su mejor
amigo!
—¿Bill
sabe lo nuestro?
Con la
mejor de sus sonrisas, Tom fue a contestar cuando ella
protestó:
—Joder, Tom,
se lo contará a Judith y ahora ella y, con razón, se
enfadará
conmigo.
—Tranquila,
nos guardará el secreto. Pero vete planteando hacerlo
público.
No sé por qué te empeñas en que no lo sepa nadie.
En ese
instante llegó el piloto, los saludó a ambos y, entregándole un
teléfono a
Tom, dijo:
—El señor
Zimmerman quiere hablar con usted.
Él lo
cogió y _____, alejándose, comentó:
—Voy a
llamar a casa para decirles que sobre las doce estaremos en el
aeropuerto.
Telefoneó
a su hermana y cuando ésta contestó, dijo rápidamente:
—Scarlett,
cállate y escucha. Voy a ir a recoger a Sami con un
hombre,
pero él no sabe que soy militar ni que papá lo es. Necesito que
prevengas
a mamá y a la abuela y, sobre todo, que quites las fotos que haya
por la
casa que...
—Pero ¿qué
me estás contando? ¿Vienes con un hombre? ¿Quién es?
¿Por qué
no sabe que eres militar?
—Joder,
¿te quieres callar? —chilló, al ver que su hermana no la
escuchaba.
—A mí no
me hables en plan teniente, guapa, que te mando a la
mierda
—protestó Scarlett.
_____, sin
quitarle la vista de encima a Tom, prosiguió:
—Ya te
contaré todo lo que quieras en otro momento. Pero por favor...
haz todo
lo que te he pedido. Quita cualquier rastro de la vida militar que
pueda
haber en la casa de la abuela. ¿Podrás hacerlo?
—Claro,
tonta..., claro que puedo hacerlo. ¿A qué hora llegarás?
—Sobre las
doce estaremos ahí. Ah... y él cree que soy azafata de Air
Europa.
Scarlett
soltó una risotada y preguntó:
—¿Azafata?
Yo es que me parto contigo.
—Vale...
ríete todo lo que quieras —cuchicheó, viendo que Tom la
miraba—.
Ve a recogernos, ¿entendido? Y por favor, avisa que no hagan ni
un solo
comentario sobre a qué me dedico y aclárales que soy ¡azafata!
Adiós.
Una vez
colgó el teléfono, cuando se dio la vuelta vio que Tom
estaba
tras ella, mirándola. Le dijo:
—Ahora,
cuando nos subamos al avión, me vas a hacer eso que hacéis
las
azafatas de explicar dónde están las salidas de emergencia. —_____ rió y
él
añadió—: Tiene que ser muy sexy mirarte mientras lo explicas.
Divertida,
lo besó y, entre bromas, subieron al avión.
21
A las doce
y diez tomaron tierra en el aeropuerto de Asturias y al salir
del avión,
_______ rápidamente vio a Scarlett esperándolos.
—Allí está
mi hermana.
Tom vio a
una joven algo mayor que ______ y sonrió. Cuando estuvo
frente a
ella, pronunció la frase que _____ le había enseñado en español:
—Hola, soy
Tom, encantado de conocerte.
Scarlett,
que se había quedado bloqueada al ver a su hermana aparecer
con aquel
tío tan impresionantemente guapo, asintió como un muñequito y
tras darle
dos besos, respondió:
—Hola, Tom,
soy Scarlett y estoy encantada de conocerte.
Él miró a _____
y ésta le explicó en alemán:
—Mi
hermana dice que encantada de conocerte. Por cierto, chicos, si
habláis en
inglés os entenderéis.
Ellos
sonrieron y Tom, cogiendo a _____ por la cintura, comentó:
—No me
habías dicho que tu hermana y tú os parecíais tanto. Es muy
guapa.
—Graciassssssss.
—Scarlett
—dijo _____ al ver el alucinamiento de su hermana—. Tom
es mío...,
no lo olvides.
Ofendida
al oírla, Scarlett gritó:
—________.
Ésta soltó
una carcajada al ver su expresión y Tom cuchicheó:
—Guau...,
si lo sé, vengo antes a Asturias.
Cuando
llegaron al pequeño pueblo, miró con curiosidad a su
alrededor.
Aquel lugar llamado La Isla era precioso y tenía una
impresionante
playa. Sentado en el asiento trasero de aquel destartalado
vehículo,
oía hablar a las chicas en español sin enterarse de nada, mientras
miraba el
mar encantado.
Siempre le
había gustado el mar. Quizá por eso viajaba tanto a Zahara
de los
Atunes, zona que conocía bastante bien. Pero aquel lugar del norte
de España
era precioso, y deseó conocerlo con más profundidad.
—¿Hiciste
todo lo que te pedí? —preguntó _____.
—Sí. No
hay ni una sola foto tuya vestida de militar. Eso sí... ya
puedes
hablar con mamá, que se ha enfadado por lo mentirosa que eres.
Pero vamos
a ver, ¿ser militar para este hombre es tan malo?
—Scarlett,
por Dios, ¡no menciones esa palabrita, no vaya a
entenderla!
Al notar
su angustia, su hermana miró por el retrovisor y al ver que
Tom iba
tranquilamente mirando el paisaje, preguntó:
—¿Se puede
saber en qué lío te has metido?
_____, aún
incrédula porque Tom estuviera allí, respondió:
—La
verdad, no lo sé. Lo único que sé es...
—...que
este tío está muy, pero que muy bueno y te aseguro que por
alguien
así yo también me meto en líos —la cortó Scarlett, haciéndola reír.
Cuando el
coche se paró ante una casona de piedra gris, Tom la
observó
curioso. Era enorme y debía de ser muy antigua. De pronto se
abrió la
puerta y la pequeña Sami, con su particular coronita en la cabeza,
salió
corriendo. ______ abrió la puerta del coche y corrió también hacia ella.
Aquel
reencuentro, aquel abrazo tan sentido por ambas, a él le puso el vello
de punta y
esbozó una sonrisa.
Tras la
pequeña salieron dos mujeres de diferentes edades, que
identificó
como la madre y la abuela de ______. Ambas lo miraban y
levantando
la mano lo saludaron. Tom les respondió.
—Pínsipeeeeeeeeeee
—gritó la niña, corriendo hacia él.
Encantado
por su demostración de cariño, la cogió en brazos e hizo lo
que a ella
le gustaba: besuquearle el cuello mientras la niña reía a grandes
carcajadas.
Las cuatro
mujeres se acercaron a él y Tom, soltando a la pequeña,
dijo en el
poco español que sabía:
—Hola, soy
Tom. Encantado de conocerle.
______,
acercándose a él, cuchicheó:
—Con mamá
puedes hablar en inglés. Con la abuela... ¡mal asunto!
Luján
rápidamente lo saludó, pero cuando él fue a saludar a la abuela,
ésta
preguntó:
—¿Cómo ha
dicho que se llama el neñu?
—Tom,
abuela.
—¿Cómoooooooo?
—Tom
—insistieron Luján y sus dos hijas.
—¿Tlom?
—Tom, abuela
—repitió ______, divertida.
—¿Tol?
—Tom.
La mujer
negó con la cabeza y, tras levantar la mano a modo de
saludo
ante aquel gigante de preciosos ojos cafeces, se dio la vuelta y
cuchicheó:
—Otro como
el Ceci... con un nombre imposible.
—Abuela
—protestó Scarlett—, es Cedric. Papá se llama Cedric.
Pero ella,
con gesto contrariado, continuó:
—Sinceramente,
creo que lo hacéis aposta. Os los buscáis con
nombres
raros y que hablen otras lenguas para que yo no me pueda
comunicar
con ellos.
Una vez
desapareció, Tom miró a las mujeres y Luján dijo en inglés:
—Mi madre
es muy mayor. No le tomes en cuenta nada de lo que
diga.
Él sonrió
y entraron todos en la casa para beber algo fresquito. Era
julio y
hacía un calor de mil demonios.
Por la
tarde, cuando tomaban algo en un bonito porche, Tom dijo
mientras
la pequeña Sami jugaba con el hámster Peggy Sue en el suelo:
—Antes de
llegar al pueblo he visto un hotel. Debería irme ya o
llamar por
teléfono para reservar.
—Pero ¿por
qué te vas a ir a un hotel? —preguntó Luján—. Esta casa
tiene
siete habitaciones. Ni hablar. Te quedas aquí con nosotras.
______ sonrió.
Sabía que ocurriría eso en cuanto él lo propusiera y dijo:
—Como dice
mamá..., aquí hay espacio para todos.
—No
quisiera molestar.
—No
molestas, hijo, por Dios —insistió Luján.
Covadonga,
que los observaba hablar, al no entender nada preguntó:
—¿Qué ha
dicho el guaje?
Scarlett, que
jugaba con su sobrina y su mascota, le explicó:
—Dice de
irse a dormir a un hotel. No quiere molestar.
La mujer,
al escuchar lo que su nieta decía, se levantó de su silla, se
acercó a Tom
y dijo:
—Mi casa
es muy grande y también hay sitio para ti, neñu.
______ le
tradujo lo que su abuela había dicho y él, emocionado por la
bondad que
veía en los ojos de aquella anciana mujer, la cogió de las
manos y,
con una espectacular sonrisa, dijo en español:
—Gracias,
abuela.
Ella
sonrió.
—Qué
alegría, ¡me salió otro nieto! Y bien guapo. Ya verás cuando te
vean las
vecinas. Y no te digo la Puri, que se cree que su neñu es el más
guapo del
pueblo. Aisss, da Dios bragues a quien no tién culo.
Todas
sonrieron y Covadonga, sin soltarle las manos a Tom, lo hizo
levantar y
salió de la casa con él. ______, al verlos, los siguió. ¿Adónde se lo
llevaba su
abuela?
Cuando
salió de la casa, vio que la mujer le gritaba a una vecina a
modo de
saludo:
—¡Qué
ye... oh!
La mujer,
desde su casa, respondió y, tras una parrafada, la anciana
protestó:
—Como
decía mi güela... cagun las pites roxes.
______
soltó una carcajada cuando su abuela dijo:
—Pues no
me pregunta que si el guaje es hijo del Ceci. Vamos, como
si no
supiera que las únicas hijas del Ceci que hay sois tú y tu hermana.
Tom las
miró y _____, sin traducirle nada, contestó:
—Abuela...,
Cedric... Cedric, no Ceci. ¿Cuándo vas a aprenderte el
nombre de
papá?
Covadonga
rió. Era una puñetera. En ese instante, la vecina volvió a
preguntar
algo a voz en grito y la abuela protestó de nuevo:
—Más gorda
nun entra en práu. Pues no pregunta ahora si es militar,
como tú.
—Abuelaaaaaaaaaaaaa.
_____ miró
a Tom. Por suerte no entendía nada de lo que hablaban y
con una
falsa sonrisa, murmuró:
—Abuela,
no menciones nada que tenga que ver con mi prefesión, por
favor.
Creo que Scarlett te ha dicho que no quiero que se entere de en qué
trabajo.
Por favor, evita mencionarlo, ¿vale?
—Ay, neña,
¿qué estarás haciendo?
—Nada
malo, abuela.
—Y si no
es malo, ¿por qué no quieres que se entere el guaje?
—Abuela,
por favor, ayúdame y no preguntes.
La mujer
asintió. Ayudaría a su nieta en lo que fuera, pero mirándola,
añadió:
—Recuerda,
neña, se coge antes a un mentiroso que a un cojo. No lo
olvides.
Por cierto, tu madre habla con el Ceci un día sí y al otro también.
Y cuando
cuelga, sonríe como una tonta. Algo está tramando.
_______
sonrió y respondió:
—Abuela,
mamá y papá sabes que se quieren mucho. ¿No te gustaría
que
volvieran a estar juntos?
Covadonga
asintió y, bajando la voz, constestó:
—Pues
claro que sí. El Ceci y tu madre hacen una buena pareja. Pero
tu madre
es muuuu cabezona... demasiado.
Dicho esto,
miró a Tom, que las observaba sin entender nada, y con
un
movimiento de cabeza, le indicó:
—Acompáñame,
Tlom.
—¿Tlom?
—repitió _____, muerta de risa—. ¿Acabas de llamar Tlom a
Tom?
La mujer
asintió y levantando el mentón, sentenció:
—De alguna
manera hay que llamarle, coñe.
Tom no
entendía nada. Sólo escuchaba a la mujer hablar y a _____ reír
a
mandíbula batiente. Intuyó que no era nada malo y sonrió. Pero la
sensación
de no entender nada de lo que decían cada vez le gustaba menos.
Aquella
noche, tras retirarse todos a descansar y conseguir dormir a
Sami,
Luján pasó por el cuarto donde su hija y su nieta dormían.
—¿Por qué
hemos tenido que quitar las fotos de papá y tuyas?
—Mamá, él
no sabe que soy militar.
—¿Por qué
no lo sabe?
Sin ganas
de mentir, confesó:
—Porque
odia a los militares y en especial a los americanos.
Sorprendida,
Luján la miró y dijo:
—Hija de
mi vida, ¿y eso por qué?
—Realmente
no lo sé, mamá. Sólo sé que es mencionarle las palabras
«militar
americano» y le cambia la cara.
—Pues...
le guste o no, no deberías mentir. Tu padre y tú siempre
habéis
estado muy orgullosos de lo que sois y de quiénes sois.
—Lo sé,
mamá. Lo sé. Tarde o temprano le terminaré diciendo qué
somos papá
y yo, pero hasta que lo haga, guárdame el secreto. Estoy
viviendo
con él algo tan bonito que sólo quiero que dure un poco más.
—Te gusta
mucho ese muchacho, ¿verdad?
—Sí, mamá.
Muchísimo. Y aunque no lo creas, la primera que se
siente mal
consigo misma soy yo, por no ser sincera, pero...
—Tienes
miedo a perderlo.
Oír esas
palabras en boca de su madre le hicieron darse cuenta de que
ésta tenía
razón y, mirándola a los ojos, asintió:
—Sí. Tom
es especial.
Ambas se
quedaron en silencio unos minutos, hasta que Luján cambió
de tema:
—Últimamente
hablo mucho con tu padre.
—Lo sé. La
abuela y Scarlett me lo dicen.
—Él quiere
que vuelva a su lado, ¿te lo puedes creer? Tras un tiempo
separados,
de pronto el otro día me dice que no puede vivir sin mí y que
me
necesita más que respirar.
—Mamááááá...
—Cedric es
tan romántico a veces, que...
—Eso es
fantático, ¿no crees?
Luján,
emocionada, asintió, aunque dijo:
—Pero yo
no me puedo ir a Fort Worth, hija. Tú me necesitas. ¿Quién
se
quedaría con Sami cuando estés varias semanas fuera?
—No, mamá,
eso sí que no. No me hagas sentir culpable de que tú no
te vayas
con papá.
—No
pretendo que te sientas culpable, cariño. Sólo intento que
entiendas
que necesitas a un hombre como Tom a tu lado para que todos
sepamos
que tanto tú como Sami estáis protegidas y cuidadas. Yo no me
puedo
marchar si no os siento así. Soy tu madre, y aunque tengas cien años
seguiré
siéndolo y seguiré queriendo que estés bien, ¿no lo entiendes?
Sonriendo
por lo que le decía, ______ asintió y respondió:
—De
acuerdo, mamá, te he entendido. Pero ahora entiéndeme tú a mí.
No sé si Tom
será ese hombre que nos proporcione lo que quieres para
nosotras,
pero lo que sí sé es que en Fort Worth hay un hombre que te
necesita y
que desea que vayas con él. Sabes que dentro de unos meses
Scarlett
regresará allí. Sabes que se vino por un tiempo y...
—Vale...
vale... vale..., cambiemos de conversación.
—Mamá.
Y sin
importarle la mirada de su hija, Luján dijo:
—Tom es un
hombre muy educado y guapo. ¿Has dicho que es
abogado?
—Sí.
—¿Soltero?
—Sí.
La mujer
sonrió y ______, al verla, murmuró:
—No te
emociones, mamá. ¿Entendido?
Ella
asintió y, tras darle un beso en la cabeza, se marchó a dormir.
_______
encendió el intercomunicador y, sin hacer ruido, se levantó de la
cama,
salió del cuarto y llegó hasta la habitación donde estaba Tom. Al
entrar,
éste la miró y sonrió.
—Hola,
preciosa.
Acercándose
a él, _______ bromeó:
—Venía a
asfixiarte con la almohada, pero al estar despierto has
frustrado
mi plan.
Tom sonrió
y, tendiéndole los brazos, le indicó:
—Ven aquí.
______ se
tiró a sus brazos y cuando sintió que la apretaba contra él,
musitó:
—Siento no
poder dormir contigo, pero debo estar con mi hija, lo
entiendes,
¿verdad?
—Por
supuesto. No te preocupes por nada. —Y, besándola, preguntó
—: ¿Tú
estás bien?
—Sí...
—Por
cierto, el inglés que habláis tu madre, tu hermana y tú es muy
americano.
¿Todas habéis trabajado en American Airlines? —se mofó.
Al oírlo, a
______ se le puso la carne de gallina y, como pudo, buscó una
explicación:
—Bueno,
además de por mi trabajo en American Airlines, mi familia
lo habla
porque por el oficio de mi padre hemos vivido unos años en Texas.
—¿En
serio?
—Sí.
—¿Y en qué
trabaja tu padre?
—Es
informático de Apple —mintió, y antes de que él siguiera
preguntando,
añadió—: Pero no preguntes por él. Mamá y papá se
separaron
y a ellas no les gusta hablar de él, ¿entendido?
Durante
varios minutos permanecieron abrazados, hasta que Tom, al
ver que
estaba a punto de quedarse dormida, dijo:
—Venga...,
ve a dormir con tu hija antes de que me arrepienta y te
desnude.
Cuando ella
salió de la habitación, Tom miró durante un buen rato el
techo.
Estaba donde quería estar, pero sin la mujer que deseaba a su lado.
Aun así,
sonrió, apagó la luz y se durmió.
Por la
mañana, ______ se levantó bastante tarde. Como todos sabían,
cuando
llegaba de alguna misión, lo que más necesitaba era dormir, por lo
que no la
despertaron.
Tom, que
se despertó sobre las siete de la mañana, se vistió y al bajar
a la
cocina se encontró con Covadonga. La mujer, al verlo, le hizo señas
para que
desayunara y él asintió. Cuando terminó, por señas también, lo
hizo
acompañarla y señalándole el coche, le entregó las llaves. Tom
entendió
que quería que la llevara a algún lado y así lo hizo.
Sobre las
doce de la mañana, cuando _______ se despertó, dio un salto en
la cama. Tom
estaba allí, en la casa, y no se debía separar de él para que
no se
enterara de nada. Rápidamente, se lavó, se vistió y cuando bajó al
salón, vio
a su hija, madre y hermana, pero no a él, así que preguntó:
—¿Dónde
está Tom?
—Con la abuela
—la informó Scarlett—. Se han llevado el coche. A
saber
adónde se lo habrá llevado la abuela.
Rápidamente,
_______ le mandó un mensaje al móvil y cuando el suyo
pitó,
sonrió al leer:
«Estoy
bien. No entiendo a tu abuela, pero sus caras me hacen reír».
Divertida,
abrió el frigorífico y, al recordar algo, comentó:
—Anoche, Tom
me dijo que nuestro acento es muy americano y le
dije que
papá es informático de Apple y que hemos vivido en Texas. Por lo
tanto, si
os pregunta, ya sabéis qué decir.
Luján
protestó:
—Eso...,
tú sigue mintiendo.
______ se
preparó un café con leche y su hermana, mirándola, explicó:
—Ha
llamado Susana. He quedado con ella y los amigos esta noche en
el local
de Roberto. Por lo visto hay concierto.
—¿Quién
toca?
—La
Musicalité.
______
sonrió. Le encantaba ese grupo. No era la primera vez que los
veía en
directo en Asturias y, mirando a su hermana, aplaudió.
—¡Genial!
Una hora
después, se oyó un coche. Al salir, vio que eran Tom, su
abuela y
su vecino Ovidio.
Cuando él
paró el vehículo, se bajó y, mirando a las mujeres que
salían de
la casa, gritó divertido:
—¡Qué
ye...oh!
_______ lo
miró alucinada y al ver la guasa en su cara, rió. En una sola
mañana, su
abuela había conseguido que gritara como un auténtico
asturiano.
Covadonga
se bajó a su vez del vehículo y señalando la parte de atrás
del mismo,
dijo:
—Tlomsito,
descarga el coche.
Tom la
entendió y ______, que se acercaba a ellos, preguntó:
—¿Tlomsito?
Su abuela
asintió y guiñándole un ojo a su nieta, explicó:
—Ya hemos
intimado, neña, y hay más confianza entre nosotros. —Y
mirando al
hombre de su edad que las observaba, dijo—: Ovidio, deja de
mirar las
pechugas de mis nietas y ven, que tengo faena pa ti.
El hombre
asintió y, caminando tras la mujer, murmuró:
—Fastidiome
el paisaje.
Las dos
hermanas se miraron muertas de risa y ______, acercándose a
Tom,
preguntó:
—¿Cómo va
todo?
Él, tras
sacar varias bolsas donde había pan, verdura, carne y un sinfín
de cosas
más, cerró el maletero y contestó:
—Tu abuela
me mata. ¡Qué vitalidad tiene! Esta mañana hemos ido
donde
tenéis las vacas y después me ha llevado a casa de una mujer que
gritaba
mucho para tomar café y unas enormes magdalenas. Allí se nos ha
unido
Ovidio. Luego hemos vuelto donde las vacas y me ha presentado a
los
hombres que llevan todo el tema y finalmente hemos terminado en el
mercado,
donde me ha presentado a tooooodo el mundo. Eso sí, no he
entendido
nada. A la única que entendía era a tu abuela por las señas que
me hacía.
—Tlomsito,
vamos, entra la compra —gritó Covadonga desde la puerta.
—Mamá —protestó
Luján—. Se llama Tom, no Tlomsito.
La mujer
miró a su hija y moviendo la cabeza, aclaró:
—Lo llamo
como quiero y punto redondu.
Luján, al
verlo cargado de bolsas, fue hasta él y, quitándoselas de las
manos, le
dijo a su hija:
—¿Qué tal
si te llevas a Tom a dar un paseo por la playa? Creo que
tu abuela
ya lo ha mareado hoy bastante. Venid dentro de un par de horas
para comer
Con
sentimiento de culpa, ______ lo miró y murmuró:
—Siento
haberme levantado tan tarde. Es más... yo creo que...
Sin
dejarla terminar, la besó y musitó cerca de su boca:
—He visto
que no muy lejos hay un bonito hotel. ¿Qué te parece si
esta noche
o mañana nos escapamos aunque sean unas horas y me
compensas
por todo?
—¿Sólo
unas horas?
—¿Pueden
ser más de unas horas? —preguntó sorprendido.
Con ganas
de él, se acercó más y, tocándose el colgante, siseó:
—¿Qué te
parece si tú y yo, mañana por la noche... en el hotel?
Tom,
deseoso de esa intimidad con ella, asintió.
—Me parece
la mejor idea que has tenido, cariño.
______
sonrió y gritó:
—¡Scarlett!
—¿Qué?
—¿Sigue en
pie lo de salir esta noche a tomar unas sidras con los
amigos?
—Claro,
están deseando verte.
—Por
cierto —preguntó _______—, ¿tu amiga Paqui sigue trabajando en
el Palacio
de Luces?
Su hermana
asintió.
—Pues
llámala y dile que para mañana quiero una preciosa suite.
—¿En
serio?
—Sí.
Mañana, Tlomsito y yo... tenemos una cita.
Scarlett
sonrió al ver cómo su hermana y Tom se besaban. Cuando se
separaron,
la abuela apareció por la puerta y gritó:
—Tlomsito,
ven. Te necesitamos.
—Abuela,
nos íbamos a la playa —protestó ______.
—No puede
ser, neña... Necesito al guaje.
Cuando Tom
se alejó, divertido, ______ se acercó a su hermana y
cuchicheó:
—Necesito
ciertas cosas para mañana por la noche.
—¿Qué?
—Un par de
cuencos con chocolate con leche fundido...
—¿Chocolate
fundido? Guau, ______, eso suena a perversión pura y dura.
Ambas
rieron y ella añadió:
—Y también
necesito un plástico muy... muy grande para cubrir la
cama.
—Por
Dios..., ¡ni que te fueras a cargar al alemán y a ocultar las
pruebas!
______
soltó una carcajada y Scarlett, alucinada, dijo:
—Vale...,
doy por hecho que el plástico no es para encubrir el delito.
Le diré a
Paqui que te reserve una bonita suite y yo misma me encargaré de
dejarte
allí lo que has pedido. Peeeeeeero a cambio quiero que me cuentes
para qué
necesitas el plástico grande, porque el chocolate ya me lo
imagino.
Si me gusta, yo también lo pondré en práctica.
—De
acuerdo —rió ______.
Esa noche,
_____ presentó a Tom a sus amigos y él, como pudo
mediante
señas, se comunicó con ellos. Era un hombre de recursos y
rápidamente
se integró en el grupo y escuchó la música de La Musicalité,
mientras
veía a ______ bailar y cantar.
No puedes decir que no, no puedes
decir jamás.
No debes pedir perdón, tan sólo te
quiero más.
Dolor que no puedo ver. Ni siento
cuando te vas.
No puedes decirme adiós, te llevo en
mi caminar
gritando que no me ves, rezando porque
tú vuelvas otra
vezzzzzzzzz.
Verla
sonreír le encantaba y, agarrándola de la cintura, murmuró:
—Me gusta
la música de este grupo, aunque no los entiendo.
Ella
sonrió.
—Son
buenísimos. Cuando regresemos a Múnich, te dejaré unos CD.
Durante
hora y media disfrutaron del concierto mientras bailaban y se
besaban.
En una ocasión, ______ se fijó en que una de sus amigas fumaba y se
dio cuenta
de que ella llevaba horas sin hacerlo y no tenía ninguna
necesidad.
Divertida por el descubrimiento, sonrió; al final, aquel alemán
iba a
conseguir que no fumara.
Por su parte,
Tom, que nunca había tenido un trato tan intenso con
una mujer,
se sentía fenomenal. Verse emparejado con _____ y que todos lo
supieran
le gustaba y lo disfrutaba a tope. ¿Sería ella la mujer de su vida?
Cuando el
concierto terminó, mucha gente se marchó y otros se
quedaron
en el local. La música comenzó de nuevo y _____ y Tom fueron
hasta la
barra para pedir unas copas. De pronto, un hombre y una mujer se
acercaron
a _____ y él se le cuadró y le hizo un saludo militar. Tom,
sorprendido,
lo miró. ¿Qué demonios hacía?
Ella, con
toda la gracia e ingenio que pudo, intentó bromear sobre el
tema. El
hombre era Roberto, el dueño del local, y cuando él se alejó con la
chica que
llevaba del brazo, Tom miró a ______ y preguntó:
—¿Por qué
te ha saludado así?
Sintiéndose
fatal por mentirle, respondió:
—No lo sé,
será la moda en Asturias.
Tom
asintió. No lo convencía la respuesta, pero cuando sonó la
canción de
Bruno Mars, When I was your man, ella lo miró y dijo:
—¿Bailas?
—Vaya, ¿te
estás volviendo una romántica?
______
arrugó el entrecejo, pero sonriendo, contestó:
—Me estoy
echando a perder.
Divertido,
él la besó y aceptó encantado. Cogió a su chica de la mano
y salió
con ella a la pequeña pista del local. Bailaban abrazados mientras la
voz de
Bruno Mars cantaba:
Hmmm too young, too dumb to realize.
That I should have bought you flowers
and held your hand.
Should have gave your all my hours
when I had the chance.
Take you to every party ‘cause all you
wanted to do was dance.
Now my baby is dancing, but she’s dancing
whith another man.
Sin
hablar, bailaron al compás de la música. Aquella canción y la
conexión
que tenían con ella era especial. Tom la besó en el cuello y _____,
mirándolo,
murmuró:
—Siempre
que escucho esta canción, me acuerdo de ti.
—Si no te
dijera que me encanta saberlo, mentiría —afirmó él.
______
sonrió y Tom murmuró:
—Espero
que ya haya alguien que te saque a bailar y te regale flores.
—Lo hay
—sonrió ella—. Hay un tal James Bond que...
—Cierra el
pico, Cat Woman —rió encantado.
______ era
tan directa, tan fresca y diferente a todas las demás mujeres
que había
conocido, que le resultaba imposible no enamorarse de ella más
a cada
segundo que pasaba. Siguieron abrazados mientras duró la canción y
cuando
ésta acabó, regresaron junto al grupo de amigos.
El resto
de la noche, Tom se dedicó a disfrutar y a mirar a _____ con
curiosidad.
Verla con su gente era divertido y cuando ella salió a bailar
salsa con
uno de sus amigos, se quedó alucinado de lo bien que bailaba.
Cuando
regresó, sudorosa, le quitó a Tom su vaso y, mientras bebía, él le
preguntó:
—¿Quién te
ha enseñado a bailar así?
Mientras
bebía, pensó. No podía decirle que los compañeros latinos de
la base
americana y, sonriendo, respondió:
—Digamos
que aprendí en locales de salsa.
Tom
asintió y no quiso preguntar más. Pasados unos minutos, y
mientras
con gesto posesivo él la agarraba de la cintura, ______ observó cómo
las
mujeres se lo comían con la mirada. Por lo que, sin dudarlo, decidió
marcar su
territorio y lo besó con descaro. Tom sonrió al ver aquel
marcaje y
dispuesto a picarla, murmuró:
—Qué
guapas son las mujeres asturianas.
—No te
pases..., muñequito.
Él soltó
una carcajada y ______, llevándose la cerveza a los labios, bebió
y, deseosa
de volverlo loco, chupó la boca de la botella.
—Si sigues
haciendo eso..., no creo que me pueda controlar —le
advirtió Tom.
—¿Has
visto qué guapos son los hombres asturianos?
Él dejó de
sonreír, pero divertido por su picardía, musitó:
—No te
pases..., Ironwoman.
—¿Quieres
que pase así los labios por tu pene? —le preguntó ella,
entre
risas y arrumacos, acercándose de nuevo la botella a la boca.
—Me
encantaría.
______
continuó haciéndolo y cuando disimuladamente le tocó la
entrepierna
y lo sintió duro, murmuró:
—¿Qué te
parece si te llevo a la trastienda del local?
—¿Podemos
hacerlo?
—Sí.
Tom,
encantado, asintió:
—Me parece
genial.
Ella
sonrió y, acercándose más a él, susurró:
—¿Quieres
que vayamos solos o prefieres que tengamos compañía?
Sin
necesidad de que le dijera quién sería aquel tercero, Tom lo supo:
era el
hombre que se había cuadrado ante ella. Excitado por lo que _____
sugería,
preguntó:
—El
tercero sería aquél, ¿verdad? —Ella, al ver hacia dónde miraba,
asintió. Tom
inquirió—: ¿Has estado liada con él?
Sorprendida
al ver su cejo fruncido, respondió:
—Roberto
es el dueño de este local y un tipo muy majo. Casualmente,
una vez
que estaba en Barcelona, en una fiestecita privada con un amigo,
nos
encontramos. Él se acababa de divorciar y estaba con Lisbet, la chica
que lo
acompaña. Recuerdo la cara de sorpresa que se nos quedó a los dos.
Fue
embarazoso vernos en aquel lugar y desnudos; pero ambos hemos
mantenido
el secreto y en alguna ocasión, cuando he venido a Asturias,
hemos
salido e ido los tres a alguna fiesta privada en algún local de
Oviedo, a
pasarlo bien. En cuanto a haber estado liada con él, la respuesta
es no. Él
tiene una relación con Lisbet y, por lo que sé, les va muy bien.
Tom
asintió. Ella tenía razón y no debía pensar cosas raras. No
obstante,
imaginársela yendo a fiestecitas privadas con otros no le hizo
gracia,
pero confió en ella como siempre.
—¿Sigue en
pie lo de ir a la trastienda? —preguntó Tom.
—¿Con
Roberto y Lisbet?
Él asintió
y _____ dijo:
—Espera un
segundo.
Con
seguridad, se acercó a su amigo y, tras hablar con él, llamó a
Tom y se
lo presentó.
—Lisbet se
ha tenido que ir, pero Roberto dice que si tú quieres
podemos
pasar a la trastienda con o sin él.
Tom lo
dudó. Pero ¿por qué dudaba?
E
intentando recuperar el control de sus sentimientos, contestó:
—Con él.
Quiero que te corras para mí.
Sumamente
excitada, _____ hizo una seña a Roberto y éste echó a
andar.
_____ cogió a Tom de la mano con fuerza y lo siguió.
Sin
hablar, entraron en una habitación y cuando Roberto cerró con
llave y
una luz azulona iluminó la estancia, Tom, sorprendido, murmuró
al ver
cajas de bebidas, una nevera, una mesita y un cómodo sillón.
—Vaya...
veo que tu amigo se lo pasa bien aquí.
_____
sonrió y Roberto, por señas, le preguntó a Tom qué quería beber.
Pidió un
whisky y _____ un ron con Coca-Cola. Una vez se lo sirvió, dejó las
bebidas
sobre una mesita.
Tom, dominando
la situación, agarró a _____ por la cintura y la pegó a
su cuerpo.
Buscó su boca y la besó. Roberto los miraba y cuando vio que
aquel
alemán le quitaba el top, el sujetador y le desabrochaba la falda,
dejándola
caer al suelo junto con las bragas, supo que lo acababan de
invitar a
la fiesta.
Con su
boca sobre la de ______, Tom le masajeaba las nalgas cuando
murmuró:
—Ahora te
voy a dar la vuelta y te voy a abrir para que él chupe lo
que es
mío.
Aquel
sentimiento de propiedad la sorprendió y Tom, al darse cuenta
de ello,
aclaró mirándola a los ojos:
—Éste es
nuestro juego y no te tengo que decir que te considero mía,
porque
creo que sabes lo que siento por ti, ¿estás de acuerdo, _____?
—Sí.
—¿Segura?
—Sí. —Y,
extasiada, musitó—: Me gusta ser tuya y que tú seas mío.
Tom,
conmovido por lo que esas palabras le confirmaban, asintió y
declaró:
—Voy a
permitir que un extraño para mí te lave, te toque, te disfrute,
te folle
y, a cambio, quiero ver cómo gozas, quiero que te corras para mí y
quiero que
lo pases bien. Dile que quiero que te chupe el clítoris hasta que
grites de
placer, ¿entendido?
______
asintió, acalorada por lo que decía, mientras se oía la música
sonar en
el local y, mirando a Roberto, que los observaba, dijo:
—Tom
quiere que me chupes el clítoris y que me hagas gritar de
placer.
Como una
moto, Roberto asintió y murmuró:
—Dile que
así lo haré.
______
sonrió. Nunca le había gustado sentirse propiedad de nadie, pero
Tom era
diferente. La hacía sentirse segura, protegida, mimada y saber
que la
consideraba suya le gustaba y no pensaba protestar por ello.
En aquella
habitación nadie los oiría. Era tal el bullicio que había
fuera que
era imposible que los jadeos se oyeran.
Tom le dio
la vuelta y, apoyándola contra su cuerpo, bajó los dedos
hasta su
vagina y, tras tocarla, le abrió los labios y miró a Roberto.
Éste, al
verlo, supo lo que le estaba ofreciendo y no lo dudó. Abrió
una
botella de agua y con un paño limpio lavó a ______. Después se puso de
rodillas
delante de ella y al ver cómo el alemán tiraba de sus labios
vaginales
para darle acceso, se lanzó directo al clítoris.
El jadeo
de ______ no se hizo esperar, mientras Roberto, con las manos
en sus
muslos, la abría y metía la cabeza entre sus piernas, deseoso de
saborear
el manjar que se le ofrecía. Excitado, Tom le decía al oído:
—Así...,
apriétate contra su boca. Deja que te chupe, ¿Te gusta, _____?
Ella
asintió: aquello era morbo en estado puro; mientras, Tom
proseguía:
—Dale
acceso a ti. Flexiona un poco las piernas. Sí... así... —______
tembló y
al moverse, Tom insistió—. No... no te separes. Quiero que te
chupe.
Quiero que deguste el sabor de mi mujer y quiero que te corras en
su boca
para mí.
Oírle
decir «el sabor de mi mujer» la hizo jadear. Sus palabras y la
posesión
que en ellas había la excitaban casi más que lo que Roberto le
hacía. Tom
prosiguió:
—Eso es,
cariño... Así..., eso es.
______
jadeó. Sentirse entre los cuerpos de aquellos dos hombres la
estaba volviendo
loca. De pronto, Tom murmuró:
—Una de
mis fantasías contigo es abrirte como lo estoy haciendo
ahora y
darle acceso a varios hombres. Pediré que se arrodillen ante ti y
uno a uno
te chupará mientras yo te sujeto y noto cómo tu cuerpo vibra
ante lo
que sientes. Luego preguntaré cuál te ha gustado más y ése será el
primero al
que permitiré que te folle. Cuando regresemos a Múnich, voy a
organizar
una fiestecita en mi casa y tú vas a ser mi mayor fuente de deseo.
¿Quieres
serlo, ______?
Roberto,
agarrándola de los muslos, le hizo abrir más las piernas y
ella no
pudo contestar. Lo que Tom le proponía era tan morboso y
excitante
que tembló al imaginarlo y él, al sentir su impaciencia, murmuró
con una
sonrisa:
—No vamos
a follarte ninguno hasta que no te corras en su boca.
—Tom...
—... y
cuando lo hagas —prosiguió él—, te follaremos los dos.
—Sí...
—jadeó ______.
Tom sonrió
y, pellizcándole los pezones, paseó su boca por su cuello.
—Pero
antes, ya sabes lo que quiero, cariño. Córrete.
Enormemente
estimulada por lo que le pedía, asintió para dejar paso a
un
espectacular orgasmo que se apoderó de su cuerpo ante lo que
escuchaba
y lo que Roberto le hacía. Cuando Tom la sintió temblar, sonrió
y, duro
como una piedra, murmuró soltándola:
—Te espero
en el sillón cuando Roberto termine contigo.
______ lo
vio encaminarse con paso decidido hasta el cómodo asiento,
sacó de su
cartera un par de preservativos y los dejó sobre la mesita sin
quitarle
la vista de encima, mientras Roberto, enloquecido, proseguía con
su juego y
la masturbaba haciéndola jadear de nuevo.
Con
deleite, vio que Tom se quitaba la ropa. Entonces Roberto la
soltó.
Volvió a coger la botella de agua y, sin que ella se moviera, la lavó
de nuevo.
Una vez acabó, ______ caminó hacia su chico sin decir nada y se
sentó
sobre él. Mirándolo a los ojos, sonrió, cogió con la mano su erección
y ella
sola se empaló. Se sentó en el centro de aquel duro y tentador deseo,
y Tom la
apretó contra él.
—Sí...,
cariño..., lo necesitaba —dijo él.
Durante
unos minutos, _____ tomó las riendas. Con Tom sentado, ella
llevaba el
mando de sus jueguecitos, hasta que un azote de Roberto la hizo
parar. Tom,
al ver las intenciones de éste, agarró a ______ por la cintura
mientras
decía:
—Túmbate
sobre mí, creo que nuestro amigo quiere seguir jugando
contigo.
Con el
pene de Tom en su interior ella apenas podía moverse cuando
notó que
Roberto le untaba gel en el ano y comenzaba a juguetear con su
agujero.
Tom, al
sentir que _____ jadeaba, la besó, y cuando se separó de ella,
murmuró:
—Siento
unos deseos irrefrenables de moverme, ¿quieres que lo haga?
______
asintió. Pero estaba tan incrustado en su interior que al hacerlo la
hizo
gritar.
—Chissss...,
nos oirán todos y sabrán lo que estamos haciendo —rió
Tom al
sentirla tan excitada.
—Ah...
ah... Me haces daño.
Al oír
eso, Tom frunció el cejo, se movió hacia atrás para colocarse
de otra
manera y _____, con una sonrisa, susurró:
—Ahora
mejor.
Roberto
continuó con su juego y, pasados unos minutos, acercando su
pene al
ano de ella, la agarró por las caderas y poco a poco se introdujo en
su
interior.
Tom fue
consciente de la presencia de él rápidamente. A pesar de que
las
paredes internas de ______ separaban ambos penes, la presión que ejercían
se notaba
y, deseoso de hacerla disfrutar, preguntó:
—¿Te
hacemos daño, cariño?
Conmovida
por su preocupación, _____ lo besó y, moviendo su cuerpo,
los invitó
a que siguieran. En un segundo, su cuerpo quedó totalmente
aprisionado
entre el de aquellos dos, que entraban y salían de ella a
diferentes
ritmos, arrancándole maravillosos gemidos de placer. Mirando a
Tom
musitó:
—Tom...
Como
siempre que decía su nombre cuando estaban en pleno acto
sexual, él
se excitó. Saber que estaba con él y no con otro era una de las
cosas más
maravillosas del mundo y, agarrándola de las caderas para
hundirse
en ella con fuerza, murmuró:
—Sí, _____,
soy Tom.
El juego
duró varios minutos. Ambos hombres se hundían en ella en
aquel
juego del placer. Jadeos... besos apasionados... palabras subidas de
tono. Todo
era válido en un momento así, hasta que los tres llegaron al
clímax y
acabaron unos encima de otros.
Cuando
recuperaron el resuello, se asearon un poco y se vistieron, y
Tom y
Roberto chocaron sus manos. _____ sonrió. Cuando salieron de
aquella
habitación, caminaron sin hablar hasta donde estaba su hermana.
Ésta, al
verlos, preguntó:
—¿Dónde os
habíais metido?
_____ la
miró y con guasa respondió:
—A ti te
lo voy a decir.
HOLA!!! BUENO AQUI ESTAN LOS DOS CAPS ... SE LOS COMPENSE ... AMENME JIJI OK NO ... YA SABEN 4 O MAS Y GREGO SINO NO ADIOS :))
OMG!!!!! Oo cada ves q leo me dan nervios de q a alguien se le salga q es militar o.o y ese encuentro con roberto ummm estupendo jajajajaja sube luegoo. Me encanta me encanta bye cuidate , y no te olvides de subir
ResponderEliminarEsa rayitaaa toda una master en el sexoo!!
ResponderEliminarOjala q no pase nada malo cuando Tom se entere q es militar :/
Siguelaa Virgii ;
Ayyyy me encanta pero presiento que tom y se va a enterar y se va liar una gordaaaa
ResponderEliminarSUBEEEEE
ResponderEliminarOmg tom fue *.*
ResponderEliminarCada ve estoy mas intrigada por saber que pasara cuando tom se entere de cual es el verdadero trabajo de tn :o
Sube pronto
Subeeeeee!!!!!!!!!!!!!
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