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jueves, 25 de diciembre de 2014

.- SORPRENDEME .- CAPITULOS DE MARATOM 28 29 Y 39

28
Ni el martes, ni el jueves, ni la semana siguiente, ____ apareció en
el Sensations ni lo volvió a llamar.
El humor de Tom día a día se tornó oscuro y devastador. El joven
divertido que sonreía a todos, de pronto se había convertido en un ogro que
sólo protestaba y siempre estaba de mal humor. Ni con el sexo disfrutaba.
Escuchar la canción Impossible, de James Arthur, le revolvía las
entrañas. Como decía la letra, había que tomar precauciones en el amor,
pero con _____ había bajado la guardia y se encontraba fatal. ¿Qué le
ocurría? ¿Por qué era incapaz de olvidarla? ¿Realmente estaba enamorado
de ella?
Nunca había dependido de la presencia de una mujer y no entendía por
qué ahora, precisamente a ella no podía quitársela de la cabeza.
Se pasaba las horas frente a la cafetería de su casa, deseando verla
entrar o salir. Tenían que hablar. Tenían que solucionar lo ocurrido. Pero ni
ella ni la niña entraban o salían de allí. ¿Dónde se había metido?
De pronto, _____ se había convertido en una especie de droga para él.
Necesitaba saber dónde se hallaba, con quién estaba... no saber de ella lo
estaba volviendo loco.
Al final, decidió ir a la única fuente de información, su amiga Judith.
—No sé dónde está, Tom.
—Pequeña —intervino su marido, sentado a la mesa de la cocina—.
Si sabes dónde está, díselo.
—Que no lo sééééééé —gritó molesta.
Aquellos dos la estaban sometiendo a un tercer grado y eso la estaba
molestando mucho.
—No te creo, Jud —insistió Tom, clavando sus ojos en ella—.
¿Cómo no vas a saber dónde está?
—A ver si te crees que yo no tengo otras cosas que hacer que estar
cotilleando sobre mis amigas. Además, ¿por qué ahora tengo yo que
contarte cosas, cuando tú a mí antes no me las has contado?
—¡Joder, Jud!
Bill miró a su mujer. El semblante serio de Tom le hizo saber que su
amigo no estaba para jueguecitos. Finalmente, Jud le aseguró:
—Te juro que no sé dónde está. Te lo prometo.
—Joder —protestó de nuevo Tom, tocándose el pelo.
Ella, tras cruzar una mirada con su marido, preguntó:
—Te has colgado de _____, ¿verdad?
—Déjate de tonterías.
El silencio tomó de nuevo la cocina y Judith, incapaz de callarse lo
que pensaba, dijo, dando un puñetazo en la mesa:
—No, guapo. Déjate de tonterías tú...
—Judith —la cortó él—. No me toques más las narices, por favor.
Ese arranque de furia hizo que ella y su marido se miraran. Por
primera vez desde que lo conocían, Tom estaba así por una mujer y,
poniéndole una mano sobre el brazo, replicó:
—No pretendía hacerlo. Sólo intento hablar contigo como tú lo hiciste
conmigo o con Bill, ¿o acaso lo has olvidado?
Consciente de su mal humor, Tom miró a su amiga y susurró:
—Perdona. No sé qué me pasa.
La joven, sonriendo de nuevo, levantó el mentón y, ante el gesto
divertido de su marido, recordó:
—Tú fuiste a buscarme a España. Hablaste conmigo. Me escuchaste y
me pediste que luchara por Bill, y me consta que a él le pediste que hiciera
lo mismo si realmente me quería y no podía vivir sin mí. ¿Por qué ahora
nosotros no podemos pedirte a ti lo mismo si vemos que sufres por _____?
—Tom sonrió y ella añadió—: Todavía recuerdo el día en que me dijiste
eso de que a ti las mujeres te gustan guapas, tentadoras, listas,
desconcertantes y, sobre todo, que te sorprendan. —Y guiñándole un ojo,
agregó—: _____ te ha sorprendido, ¿verdad?
Al darse cuenta de que ella tenía razón en todo, se levantó y se acercó
al ventanal, desde donde vio a Simona con los niños en el jardín.
—Joder, Judith. No sé qué me ha pasado con ella, pero...
—Pero si no os podíais soportar. Aún recuerdo el día que la increpaste
porque se mensajeaba con un hombre por el móvil.
Al recordarlo, Tom sonrió y respondió:
—Ese día simplemente nos divertíamos ante ti.
Boquiabierta, Judith repuso:
—¿Tú eras el tipo con el que se mensajeaba y con el que después
quedó? —Tom asintió y ella exclamó—: ¡Seréis merluzos! —Y mirando a
su marido, que reía, preguntó—: ¿Tú lo sabías?
Bill, levantando las manos, rió y Judith, totalmente bloqueada porque
no se lo hubiera contado y le hubiera guardado el secreto a su amigo, se
lamentó:
—¡Ocultándome cosas! ¡Seréis gilipollas!
Ambos se rieron y, finalmente, Judith también lo hizo. Luego,
mirando a Tom, preguntó:
—¿Cuándo os comenzasteis a ver?
Dispuesto a ser sincero con ellos, explicó, sentándose a la mesa de
nuevo:—La encontré una noche en el Sensations.
—¿¡En el Sensations!? —gritó Judith, atónita.
Sin más, Tom le contó todo lo acontecido, mientras la joven,
alucinada, escuchaba. Él, al ver su gesto de sorpresa, asintió y, mirando a
su amigo, añadió:
—Por cierto, el último día que estuvimos allí con Diana y su novia,
nos vio en el reservado.
—¿Y por qué no me ha dicho nada? —gritó Judith.
—Porque le dio vergüenza —aclaró Tom.
Desconcertada, ella se llevó las manos a la cabeza y murmuró:
—Joder... joder... joder. ¡No me lo puedo creer!
—Pequeña, controla tus hormonas —rió Bill.
—Cariño, no me calientes más —replicó ella, tocándose la barriga—.
Estoy enfadada contigo, ¡que lo sepas!
Bill soltó una risotada y mirándola con amor dijo:
—Pequeña, ¡eres tremenda!
—Lo que es es una bruja —se mofó Tom, divertido—. En vez de
ayudarme, no hace más que poner trabas para que encuentre a la otra bruja.
Y, por cierto, cuando la encuentre, no sé qué le voy a hacer.
—Vamos, morenita —insistió Bill—, dile a Tom dónde está _____.
¿No te da pena?
Judith intuyó que debía de estar fuera del país y tentada estuvo de
contarle la verdad sobre la profesión de su amiga, pero le había prometido
guardar el secreto y, al ver que ____ no se lo había revelado a Tom, lo
abrazó y le confesó:
—Sé lo mismo que tú. Estará de viaje. ¿Dónde? No lo sé.
Tom, por su cara, supo que decía la verdad y aquella noche cuando
llegó a su casa, decidió investigar por su cuenta. Dos días después, lo que
encontró no le gustó.

29
Cuando aterrizaron en Múnich a las once de la mañana, ______ estaba
exhausta. Aquel viaje había sido agotador y sólo deseaba llegar a casa para
meterse en la cama y dormir... dormir y dormir. Necesitaba descansar un
par de días antes de ir a Asturias a recoger a su pequeña.
Mientras descargaban el avión, ella se ocupó del papeleo. No veía el
momento de acabarlo para marcharse, sin darse cuenta de que un par de
ojos avellanas y furiosos la observaban desde no muy lejos.
—Buenos días, teniente Parker.
Volviéndose, se encontró con James y, tras saludarse con el típico
gesto militar, ella respondió:
—Comandante Lodwud.
Durante un rato, ambos hablaron sobre el papeleo y luego el hombre,
al ver que no había nadie a su alrededor, preguntó:
—¿Cenas conmigo esta noche?
—No —respondió ella, mientras caminaban.
—Venga, ______, lo pasaremos bien, como siempre.
Ella sonrió y, mirándolo, explicó:
—Me voy esta misma tarde para Múnich.
Pero el comandante no se daba por vencido y al llegar a un lateral del
avión, insistió:
—Vamos, ______..., anímate.
—Hoy no, Lodwud.
El comandante aceptó la negativa, se dio la vuelta y se marchó. Al
verlo alejarse, _____ continuó a lo suyo. Abrió una pequeña compuerta del
avión y, cuando se iba a agachar, unas manos la asieron del brazo; ella,
volviéndose, se quejó:
—Lodwud, no seas pesadito, por...
Pero no pudo continuar.
Ante ella estaba Tom, no Lodwud, y por su manera de mirarla no
parecía contento. Durante unos instantes, se contemplaron en silencio,
hasta que él, paseando sus ojos por la ropa de ella, siseó en un tono nada
conciliador:
—¡¿Teniente Parker?!
_____ no supo qué responder y él añadió furioso:
—Eres una jodida militar americana ¿y no me lo habías dicho?
—Tom...
—¿Dijiste azafata?
—Tom...
—¿Lo has pasado bien riéndote de mí? Maldita embustera.
Estaba furioso y, sin dejarla hablar, continuó:
—Nunca imaginé que al indagar en tu vida descubriría que...
—¿Has estado cotilleando en mi vida? —preguntó molesta.
—Joder... estaba preocupado por ti. De pronto, la niña y tú
desaparecisteis de la faz de la Tierra, ¿qué querías que hiciera?
Su enfado...
Su tono de voz...
Su mirada ofuscada...
Entendía su enfado. Su inquietud. Y sin querer hacer más preguntas,
sólo abrazarlo y pedirle perdón, intentó acercarse a él, lo necesitaba, pero
Tom dio un paso atrás.
—¡Ni se te ocurra acercarte a mí nunca más en tu jodida vida,
teniente! Ahora sí que no te considero nada mío y doy yo todo el asunto
por finalizado.
Sin más, se dio la vuelta y se alejó. Pero ______ no podía dejar las cosas
así. Tom se había convertido en su obsesión y corrió tras él. Cuando lo
alcanzó, sin importarle quién los pudiera ver, lo agarró del brazo y cuando
él se paró y la miró, empezó por disculparse:
—Siento no habértelo dicho, pero...
—Pero ¿qué? —gritó él, descontrolado—. ¿Tan difícil era decir la
verdad? ¿Tan difícil era decir «Soy militar y no azafata»? ¿Tan difícil
era...?
—Sí... sí era difícil —contestó ella—. Contigo sí. Me dejaste muy
claro que no te gustaban los militares. En concreto, me dejaste clarísimo lo
que sentías por los militares americanos. ¿Cómo crees que me he sentido
yo todo este tiempo? Quería contarte la verdad, pero... pero no puedo
obviar lo que soy. ¡Soy militar americana!
—Ahora entiendo de dónde viene esa chulería, ¡teniente! —Y
observando a Lodwud, que los miraba, añadió—: También te acuestas con
ese tipo, ¿verdad?
—Tom...
—Ni Tom ni nada —voceó descompuesto—. Te he abierto mi casa,
mi vida, y... mi... ¿Y tú me lo pagas mintiéndome? ¿Te lo has pasado
bien..., nena?
Su tono despectivo y la manera como la miraba le hicieron saber a
_____ que había perdido el combate. Por ello prefirió callar y no responder.
Tom estaba furioso y tenía que intentar entenderlo. No enfurecerlo más.
Él no se lo merecía.
Durante unos segundos, se miraron a los ojos y entonces a él le sonó
el móvil. Al cogerlo, reconoció la voz y, cambiando su tono de voz por otro
más apacible, contestó:
—Hola, Agneta.
_____, sin moverse, lo oyó decir:
—Sí. Lo pasamos bien el otro día. —Y mirándola a ella con
desprecio, agregó—: Ponte guapa esta noche. Sí... yo también tengo ganas
de verte.
Esa conversación hizo que la rabia de ______ llegara a límites
insospechados, de modo que, sin importarle enfurecerlo, siseó:
—Eres un idiota... un capullo... un gilipollas...
—Mejor me callo lo que creo que eres tú —replicó él con
indiferencia.
Con ganas de patearle el culo, ______ dio un paso atrás y, dispuesta a no
dejarle ver el dolor por aquella llamada y su desprecio, lo animó antes de
darse la vuelta:
—Pásalo bien con tu amiguita.
—Tú también pásalo bien.
Al oírlo, _____ se paró. Miró a Lodwud, que los observaba, y con una
sonrisa que a Tom no le gustó nada, afirmó:
—No lo dudes..., nene.
Dicho esto y sin volver a mirarlo, se dio la vuelta y caminó hacia la
parte delantera del avión. Desde allí, Fraser y Neill habían sido testigos de
todo y cuando ella llegó a su altura, el primero preguntó:
—¿Ése no es el tipo que estaba con Sami y contigo en la puerta de tu
casa?
_____ no respondió y con un gesto le pidió a su amigo que se callara.
Después le quitó los papeles que tenía en la mano y dijo alto y claro:
—Iré a entregarle todo esto al comandante Lodwud. Neill, esta noche
me quedaré aquí. Mañana a primera hora saldré para Múnich. ¿Tú qué
harás?
Sorprendido por el cambio de planes, su compañero la miró.
—Haces mal. Deberías hablar con Tom. Creo que...
—¡Cállate, Neill! No te he pedido opinión —ordenó furiosa.
El militar al oírla, asintió y, tomando aire, respondió:
—Yo me iré esta noche. Quiero ver a mi mujer.
______ asintió y se alejó.
Sus amigos la miraron asombrados. Había rabia en sus ojos y ninguno
dijo nada. Sólo la vieron alejarse a grandes zancadas en dirección al hangar
donde estaba el despacho del comandante. Al entrar en él, oyó:
—Teniente Parker.
Al volverse se encontró con su amigo Robert, que, con el cejo
fruncido, preguntó:
—¿Qué ocurre?
—Nada... No ocurre nada.
Robert, que como muchos había presenciado su discusión con un
hombre, la cogió del hombro y, llevándola a un lateral, insistió:
—______, he visto lo que ha ocurrido. Joder, somos amigos. ¿Qué te
pasa?
Desolada pero conteniendo su rabia, contestó:
—He estado saliendo con ese hombre, pero lo hemos dejado porque le
he engañado y...
—¿Se ha enterado de lo de Lodwud?
Asombrada porque él supiera lo de ella con el comandante, murmuró:
—¿Y tú cómo sabes lo de Lodwud?
Robert, bajando la voz para que nadie los oyera, respondió:
—No sé qué tienes con él. Lo único que sé es que os vi una vez salir
de madrugada de un hotel. Lodwud no es santo de mi devoción, ______, y no
creo que sea un buen hombre para estar a tu lado. Tú necesitas otra cosa.
Ella asintió. Robert sabía menos de lo que _____ temía y él añadió:
—Tampoco sé quién era el tipo con el que discutías en la pista, sólo sé
que lo vi en la bolera, en aquella fiesta en la que me besaste el cuello para
ponerlo celoso, y hoy aquí. Y reconozco que sin conocerle me cae bien.
Enfrentarse a la superteniente Parker no es fácil y él lo ha hecho
maravillosamente bien. ¡Me gusta ese tipo! Y ahora, cuéntame en qué le
has engañado.
—Le he ocultado que era militar.
Sin entender nada, Robert preguntó:
—¡¿Y?!
—Él odia a los militares americanos por un problema que tuvo en el
pasado con un jodido comandante. —Y, callándose, se retiró el pelo de la
cara y finalizó—: Mira, da igual. Yo... yo no necesito a nadie, Robert. Yo...
—¿Cómo que no necesitas a nadie? Todos necesitamos a alguien.
—Ese hombre, yo creía que era... era especial. Pero él no quiere
hablar conmigo. Para él soy un jodido enemigo. Un militar americano
¿Qué quieres que haga?
—Joder, ______... pues convéncele de que eres mujer antes que militar,
si es que él te importa. Haz el favor de olvidarte de una vez de tu pasado y
retomar tu vida. Deja de ser la superteniente Parker las veinticuatro horas
del día y sé _______. Te aseguro, cariño, que la vida te irá mejor, porque
todos necesitamos que alguien especial nos quiera.
—Teniente Smith —llamó García, la copiloto de Robert.
Él, tras hacerle una seña con la mano, miró a ______, que lo observaba, y
dijo:
—Esta conversación la tendremos que continuar en otro momento,
¿de acuerdo? Pero ve pensando que esto no puede seguir así. Y si ese tío te
gusta, ¡a por él! Tú eres ______ Parker, la tía con más narices que
conozco y que no se rinde ante nada ni ante nadie. Por lo tanto, déjate de
tonterías y si ese hombre te interesa intenta hablar con él y demostrarle que
eres una mujer, además de una jodida militar americana.
Ella asintió y cuando vio marcharse a Robert, continuó su camino.
Pero su furia regresó al recordar que Tom había estado con Agneta.
¿Cómo podía haber hecho algo así?
Al llegar a la puerta del comandante Lodwud, llamó y cuando éste
contestó, entró. Él, al verla, inquirió:
—¿Qué desea, teniente Parker?
Olvidando lo que había hablado segundos antes con Robert Smith,
cerró con el pestillo y, tirando los papeles en la mesa, respondió:
—Quiero sexo.
Lodwud asintió y al recordar al tipo con el que ella discutía en la
pista, preguntó:
—¿Estas enfadada, _____?
—Sí.
—Te he visto discutir con un hombre. ¿Es él quien te ha puesto
furiosa?
Alejando sus pensamientos sobre Tom, contestó mirando al fornido
militar que la deseaba:
—Sí.
No hizo falta decir más.
El comandante, sentado en su silla, vio cómo ella se bajaba la
cremallera del mono caqui para tentarle y, sin dudarlo, pidió:
—Siéntese sobre mí, teniente.
______ lo hizo y cuando estuvo frente a frente con él, Lodwud metió con
premura una mano en el interior del mono hasta llegar a su vagina y, tras
abrirle los labios, introdujo un dedo y preguntó:
—¿Cómo se llama ese hombre?
—Tom.
Moviendo el dedo y profundizando en ella, el comandante susurró:
—Esto te relajará, preciosa. Piensa en Tom.
Con maestría, movió su dedo dentro de ella y la masturbó. _____ cerró
los ojos y disfrutó. El militar sabía lo que la excitaba y se lo dio. La
conocía. El tiempo había hecho que conocieran sus gustos y sus demandas.
Con la mano que le quedaba libre, subió la camiseta verde que llevaba bajo
el mono y, tras sacarle un pecho del sujetador, se lo mordió. Le succionó el
pezón hasta que ella se apretó contra él y, diciendo el nombre de Tom,
suplicó que no parara.
Mordiéndose los labios, _____ se tragó sus jadeos mientras buscaba su
propio placer, como siempre que estaba con Lodwud. Cuando alcanzó el
clímax y mojó los dedos de él, con frialdad, se levantó y se recompuso. El
comandante, sin dejar de mirarla, abrió un cajón, le lanzó una llave y dijo:
—Hotel Sedan. Habitación 367.
—Allí estaré a partir de las ocho.

30
Furioso y sin ganas de reírle las gracias a nadie, Tom estaba con
Agneta en el Sensations esa noche. Cuando vio aparecer a su amiga vestida
tan sexy como siempre, literalmente se echó sobre ella y la llevó a un
reservado para disfrutar del sexo. Pero en aquella ocasión el juego se
volvió contra él y allí sólo gozó Agneta.
Eso lo puso de peor humor y convencido de que aquello tenía que
cambiar, invitó a dos parejas a entrar en el reservado y, tras varios
whiskies y varios polvos, todo mejoró. Disfrutó de una excelente noche de
sexo e intercambios de pareja. Cuando dejó a Agneta en su casa, satisfecha,
condujo su coche con chulería hasta su garaje. Su vida volvía a ser sólo
suya.
Sin embargo, al meterse en la cama, no pudo dormir. Las palabras de
______ y su expresión cuando le dijo que ella también lo pasaría bien se le
habían grabado en la memoria y no podía dejar de pensar en ellas. Miró el
reloj. Las cinco y veinte de la madrugada. Necesitaba hablar con alguien y
decidió enviar un mensaje al único que sabía todo lo que había descubierto
de ella.
Bill, que estaba despierto al recibir el mensaje, rápidamente lo llamó.
—La he visto. He visto a esa jodida mentirosa y...
—Tom..., tranquilízate —pidió Bill.
Hasta no hacía mucho, él era el que se desesperaba ante las cosas que
Judith hacía e, intentando entender lo que le ocurría a su amigo, añadió:
—Escucha, Tom, la diferencia entre tú y yo es que tú tienes una gran
capacidad para entender las cosas y yo no. Tu sentido del humor siempre te
ha ayudado y...
—Mi sentido del humor te aseguro que en este instante ha
desaparecido.
Después de un tenso silencio en el que Bill intentó comprenderle, éste
insistió:
—Siempre me has dicho que antes de sacar conclusiones he de
pensarlas y creo que ahora soy yo el que te lo tengo que decir a ti. —Al
oírlo resoplar, añadió—: Sí, ella te mintió. Te ocultó que era militar, pero
¿eso es lo suficientemente importante como para que des por finalizado
algo que te estaba ilusionando?
—Sí.
—Tom... tú tampoco se lo has puesto fácil. Si ella te hubiera dicho lo
que era, no habrías querido saber nada más. Te conozco. Te conozco hace
muchos años y sé lo que piensas de ciertas cosas... Y no me digas ahora
que no.
—Joder, Bill —protestó malhumorado.
Su amigo tenía razón. Pero descubrir aquello le había dolido. Lo había
destrozado.
—¿Te recuerdo lo que me dijiste cuando Judith me ocultó a mí cierta
información en el pasado?
Ambos sonrieron al recordar aquello y Bill prosiguió:
—Entiendo que estés molesto. Descubrir que alguien no es sincero
contigo molesta, y molesta mucho, pero valora lo que sientes por ella. Te
guste o no, ______ ha conseguido llegar hasta ti como no lo ha hecho
ninguna otra mujer. ¿De verdad no la vas a perdonar?
—No.
Sorprendido por su cabezonería, Bill insistió:
—Eso no es propio de ti, amigo.
—¡¿Piloto?! Joder, me dijo que era azafata y resulta que es una jodida
piloto americana.
—Tom, tranquilízate,
—No puedo, Bill... Me ha mentido y me siento como un tonto.
—Habla con ella, quizá tenga una razón para...
—No.
—Te arrepentirás.
—Lo dudo, Bill..., lo dudo.
Éste, consciente de lo que dolía el corazón cuando uno estaba
enamorado, añadió:
—Mira, Tom, yo soy y seré tu amigo el resto de tu vida, pero en
temas del corazón sólo puedes decidir tú. ¿Que te ha mentido? ¡Sí! Pero
piensa que si lo ha hecho es porque temía tu reacción. Ahora bien, si no
quieres retomar tu relación con ella por el motivo que sea, al menos
perdónala. Intenta que entre vosotros quede una amistad, al fin y al cabo,
______ es amiga de Judith y tarde o temprano os volveréis a ver.
—Espero que sea más tarde que temprano —siseó molesto—. Lo
último que me apetece es verla.
—Mientes, amigo. Te mueres por verla, reconócelo —lo contradijo
Bill—. Cuanto antes lo asumas, será mejor para ti.
Tom no contestó. Su amigo tenía razón. Deseaba verla. Deseaba
besarla. Pero estaba tan enfadado con ella por sus mentiras, que no quería
dar su brazo a torcer. Finalmente dijo antes de colgar:
—Bill, gracias por hablar conmigo.
—Aquí estoy y estaré siempre. Ya lo sabes.
Cuando Bill colgó el teléfono y miró hacia la puerta, su mujer estaba
mirándolo y no se sorprendió cuando ella anunció:

—Mañana iré a ver a _____ a su casa. Esto se tiene que aclarar sí o sí.


HOLA!!! CAPITULOS POR MOTIVO DE NAVIDAD xD ... TOM YA SE ENTERO DE QUE LA RAYIS ES MILITAR :O ... AHORA QUE PASARA ... LA PERDONARA O NO ... TOM REACCIONO MUY MAL Y LO ENTIENDO, ESPEREMOS QUE TODO SE SOLUCIONE. CHICAS FELIZ NAVIDAD, ESPERO Y AYER SE LA HAYAN PASADO GENIAL EN COMPAÑIA DE SU FAMILIA, CON LA COMIDA Y EL TEQUILACHO JAJAJAJA AQUI EN MI PAIS ES TEQUILA ... AHUAAAA!!! :D ... BUENO, HOY HUEVONEEN, PASENSELA EN CAMA Y VIENDO TELE QUE MAIZ ... BUENO SIN MAS QUE DECIR ME DESPIDO, MAÑANA AGREGO SI HAY LOS 4 CAPS O MAS , HASTA PRONTO Y QUE DIOS ME LAS BENDIGA Y CUIDEN, CHAOOOOO!!! :D xD

8 comentarios:

  1. Ooo nooo estoy que lloro , que la perdone luegooo o morireeeeeeee u.u me encanta la fic uii porque es tan buena. Jajaja sube pronto porfiiiiiii , cuidate muuuuuchoo y feliz feliz navidad (:

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  2. :O no puedo creerlo ya Tom se entero que la rayis es militar :( fue fuerte para el y mas descubrir que se ha acostado con el hombre ese.. y ahora que pasara Tom la buscara?? la perdonara?? espero que si :( me muero x leer los próximos caps me encantooooo virgi..

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  3. Feliz navidad para ti tambien :)
    OMG tom ya sabe :o que pasara ahora o.o ajajja
    Sube pronto plz cada me encanta mas esta fic :)

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  4. Yoo qiiero q esten juntos..
    Ya Tom perdonala de una vez..

    Siguelsa

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  5. Ya estan los comentarios :D sube pronto :)

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  6. Sueb virgiii también estoy super intrigadaaaa..

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