28
Ni el martes, ni el
jueves, ni la semana siguiente, ____ apareció en
el Sensations ni lo volvió
a llamar.
El humor de Tom día a día
se tornó oscuro y devastador. El joven
divertido que sonreía a
todos, de pronto se había convertido en un ogro que
sólo protestaba y siempre
estaba de mal humor. Ni con el sexo disfrutaba.
Escuchar la canción Impossible, de
James Arthur, le revolvía las
entrañas. Como decía la
letra, había que tomar precauciones en el amor,
pero con _____ había
bajado la guardia y se encontraba fatal. ¿Qué le
ocurría? ¿Por qué era
incapaz de olvidarla? ¿Realmente estaba enamorado
de ella?
Nunca había dependido de
la presencia de una mujer y no entendía por
qué ahora, precisamente a
ella no podía quitársela de la cabeza.
Se pasaba las horas frente
a la cafetería de su casa, deseando verla
entrar o salir. Tenían
que hablar. Tenían que solucionar lo ocurrido. Pero ni
ella ni la niña entraban
o salían de allí. ¿Dónde se había metido?
De pronto, _____ se había
convertido en una especie de droga para él.
Necesitaba saber dónde se
hallaba, con quién estaba... no saber de ella lo
estaba volviendo loco.
Al final, decidió ir a la
única fuente de información, su amiga Judith.
—No sé dónde está, Tom.
—Pequeña —intervino su
marido, sentado a la mesa de la cocina—.
Si sabes dónde está, díselo.
—Que no lo sééééééé —gritó
molesta.
Aquellos dos la estaban
sometiendo a un tercer grado y eso la estaba
molestando mucho.
—No te creo, Jud —insistió
Tom, clavando sus ojos en ella—.
¿Cómo no vas a saber dónde
está?
—A ver si te crees que yo
no tengo otras cosas que hacer que estar
cotilleando sobre mis
amigas. Además, ¿por qué ahora tengo yo que
contarte cosas, cuando tú
a mí antes no me las has contado?
—¡Joder, Jud!
Bill miró a su mujer. El semblante
serio de Tom le hizo saber que su
amigo no estaba para
jueguecitos. Finalmente, Jud le aseguró:
—Te juro que no sé dónde
está. Te lo prometo.
—Joder —protestó de nuevo
Tom, tocándose el pelo.
Ella, tras cruzar una
mirada con su marido, preguntó:
—Te has colgado de _____,
¿verdad?
—Déjate de tonterías.
El silencio tomó de nuevo
la cocina y Judith, incapaz de callarse lo
que pensaba, dijo, dando
un puñetazo en la mesa:
—No, guapo. Déjate de
tonterías tú...
—Judith —la cortó él—. No
me toques más las narices, por favor.
Ese arranque de furia
hizo que ella y su marido se miraran. Por
primera vez desde que lo
conocían, Tom estaba así por una mujer y,
poniéndole una mano sobre
el brazo, replicó:
—No pretendía hacerlo. Sólo
intento hablar contigo como tú lo hiciste
conmigo o con Bill, ¿o
acaso lo has olvidado?
Consciente de su mal
humor, Tom miró a su amiga y susurró:
—Perdona. No sé qué me
pasa.
La joven, sonriendo de
nuevo, levantó el mentón y, ante el gesto
divertido de su marido,
recordó:
—Tú fuiste a buscarme a
España. Hablaste conmigo. Me escuchaste y
me pediste que luchara
por Bill, y me consta que a él le pediste que hiciera
lo mismo si realmente me
quería y no podía vivir sin mí. ¿Por qué ahora
nosotros no podemos
pedirte a ti lo mismo si vemos que sufres por _____?
—Tom sonrió y ella añadió—:
Todavía recuerdo el día en que me dijiste
eso de que a ti las
mujeres te gustan guapas, tentadoras, listas,
desconcertantes y, sobre
todo, que te sorprendan. —Y guiñándole un ojo,
agregó—: _____ te ha
sorprendido, ¿verdad?
Al darse cuenta de que
ella tenía razón en todo, se levantó y se acercó
al ventanal, desde donde
vio a Simona con los niños en el jardín.
—Joder, Judith. No sé qué
me ha pasado con ella, pero...
—Pero si no os podíais
soportar. Aún recuerdo el día que la increpaste
porque se mensajeaba con
un hombre por el móvil.
Al recordarlo, Tom sonrió
y respondió:
—Ese día simplemente nos
divertíamos ante ti.
Boquiabierta, Judith
repuso:
—¿Tú eras el tipo con el
que se mensajeaba y con el que después
quedó? —Tom asintió y ella
exclamó—: ¡Seréis merluzos! —Y mirando a
su marido, que reía,
preguntó—: ¿Tú lo sabías?
Bill, levantando las
manos, rió y Judith, totalmente bloqueada porque
no se lo hubiera contado
y le hubiera guardado el secreto a su amigo, se
lamentó:
—¡Ocultándome cosas! ¡Seréis
gilipollas!
Ambos se rieron y,
finalmente, Judith también lo hizo. Luego,
mirando a Tom, preguntó:
—¿Cuándo os comenzasteis
a ver?
Dispuesto a ser sincero
con ellos, explicó, sentándose a la mesa de
nuevo:—La encontré una
noche en el Sensations.
—¿¡En el Sensations!? —gritó
Judith, atónita.
Sin más, Tom le contó
todo lo acontecido, mientras la joven,
alucinada, escuchaba. Él,
al ver su gesto de sorpresa, asintió y, mirando a
su amigo, añadió:
—Por cierto, el último día
que estuvimos allí con Diana y su novia,
nos vio en el reservado.
—¿Y por qué no me ha
dicho nada? —gritó Judith.
—Porque le dio vergüenza —aclaró
Tom.
Desconcertada, ella se
llevó las manos a la cabeza y murmuró:
—Joder... joder... joder.
¡No me lo puedo creer!
—Pequeña, controla tus
hormonas —rió Bill.
—Cariño, no me calientes
más —replicó ella, tocándose la barriga—.
Estoy enfadada contigo, ¡que
lo sepas!
Bill soltó una risotada y
mirándola con amor dijo:
—Pequeña, ¡eres tremenda!
—Lo que es es una bruja —se
mofó Tom, divertido—. En vez de
ayudarme, no hace más que
poner trabas para que encuentre a la otra bruja.
Y, por cierto, cuando la
encuentre, no sé qué le voy a hacer.
—Vamos, morenita —insistió
Bill—, dile a Tom dónde está _____.
¿No te da pena?
Judith intuyó que debía
de estar fuera del país y tentada estuvo de
contarle la verdad sobre
la profesión de su amiga, pero le había prometido
guardar el secreto y, al
ver que ____ no se lo había revelado a Tom, lo
abrazó y le confesó:
—Sé lo mismo que tú.
Estará de viaje. ¿Dónde? No lo sé.
Tom, por su cara, supo
que decía la verdad y aquella noche cuando
llegó a su casa, decidió
investigar por su cuenta. Dos días después, lo que
encontró no le gustó.
29
Cuando aterrizaron en Múnich
a las once de la mañana, ______ estaba
exhausta. Aquel viaje había
sido agotador y sólo deseaba llegar a casa para
meterse en la cama y
dormir... dormir y dormir. Necesitaba descansar un
par de días antes de ir a
Asturias a recoger a su pequeña.
Mientras descargaban el
avión, ella se ocupó del papeleo. No veía el
momento de acabarlo para
marcharse, sin darse cuenta de que un par de
ojos avellanas y furiosos
la observaban desde no muy lejos.
—Buenos días, teniente
Parker.
Volviéndose, se encontró
con James y, tras saludarse con el típico
gesto militar, ella
respondió:
—Comandante Lodwud.
Durante un rato, ambos
hablaron sobre el papeleo y luego el hombre,
al ver que no había nadie
a su alrededor, preguntó:
—¿Cenas conmigo esta
noche?
—No —respondió ella,
mientras caminaban.
—Venga, ______, lo
pasaremos bien, como siempre.
Ella sonrió y, mirándolo,
explicó:
—Me voy esta misma tarde
para Múnich.
Pero el comandante no se
daba por vencido y al llegar a un lateral del
avión, insistió:
—Vamos, ______..., anímate.
—Hoy no, Lodwud.
El comandante aceptó la
negativa, se dio la vuelta y se marchó. Al
verlo alejarse, _____
continuó a lo suyo. Abrió una pequeña compuerta del
avión y, cuando se iba a
agachar, unas manos la asieron del brazo; ella,
volviéndose, se quejó:
—Lodwud, no seas
pesadito, por...
Pero no pudo continuar.
Ante ella estaba Tom, no
Lodwud, y por su manera de mirarla no
parecía contento. Durante
unos instantes, se contemplaron en silencio,
hasta que él, paseando
sus ojos por la ropa de ella, siseó en un tono nada
conciliador:
—¡¿Teniente Parker?!
_____ no supo qué
responder y él añadió furioso:
—Eres una jodida militar
americana ¿y no me lo habías dicho?
—Tom...
—¿Dijiste azafata?
—Tom...
—¿Lo has pasado bien riéndote
de mí? Maldita embustera.
Estaba furioso y, sin
dejarla hablar, continuó:
—Nunca imaginé que al
indagar en tu vida descubriría que...
—¿Has estado cotilleando
en mi vida? —preguntó molesta.
—Joder... estaba
preocupado por ti. De pronto, la niña y tú
desaparecisteis de la faz
de la Tierra, ¿qué querías que hiciera?
Su enfado...
Su tono de voz...
Su mirada ofuscada...
Entendía su enfado. Su
inquietud. Y sin querer hacer más preguntas,
sólo abrazarlo y pedirle
perdón, intentó acercarse a él, lo necesitaba, pero
Tom dio un paso atrás.
—¡Ni se te ocurra
acercarte a mí nunca más en tu jodida vida,
teniente!
Ahora sí que no te considero nada mío y doy yo todo el asunto
por finalizado.
Sin más, se dio la vuelta
y se alejó. Pero ______ no podía dejar las cosas
así. Tom se había
convertido en su obsesión y corrió tras él. Cuando lo
alcanzó, sin importarle
quién los pudiera ver, lo agarró del brazo y cuando
él se paró y la miró,
empezó por disculparse:
—Siento no habértelo
dicho, pero...
—Pero ¿qué? —gritó él,
descontrolado—. ¿Tan difícil era decir la
verdad? ¿Tan difícil era
decir «Soy militar y no azafata»? ¿Tan difícil
era...?
—Sí... sí era difícil —contestó
ella—. Contigo sí. Me dejaste muy
claro que no te gustaban
los militares. En concreto, me dejaste clarísimo lo
que sentías por los
militares americanos. ¿Cómo crees que me he sentido
yo todo este tiempo? Quería
contarte la verdad, pero... pero no puedo
obviar lo que soy. ¡Soy
militar americana!
—Ahora entiendo de dónde
viene esa chulería, ¡teniente! —Y
observando a Lodwud, que
los miraba, añadió—: También te acuestas con
ese tipo, ¿verdad?
—Tom...
—Ni Tom ni nada —voceó
descompuesto—. Te he abierto mi casa,
mi vida, y... mi... ¿Y tú
me lo pagas mintiéndome? ¿Te lo has pasado
bien..., nena?
Su tono despectivo y la
manera como la miraba le hicieron saber a
_____ que había perdido
el combate. Por ello prefirió callar y no responder.
Tom estaba furioso y tenía
que intentar entenderlo. No enfurecerlo más.
Él no se lo merecía.
Durante unos segundos, se
miraron a los ojos y entonces a él le sonó
el móvil. Al cogerlo,
reconoció la voz y, cambiando su tono de voz por otro
más apacible, contestó:
—Hola, Agneta.
_____, sin moverse, lo oyó
decir:
—Sí. Lo pasamos bien el
otro día. —Y mirándola a ella con
desprecio, agregó—: Ponte
guapa esta noche. Sí... yo también tengo ganas
de verte.
Esa conversación hizo que
la rabia de ______ llegara a límites
insospechados, de modo
que, sin importarle enfurecerlo, siseó:
—Eres un idiota... un
capullo... un gilipollas...
—Mejor me callo lo que
creo que eres tú —replicó él con
indiferencia.
Con ganas de patearle el
culo, ______ dio un paso atrás y, dispuesta a no
dejarle ver el dolor por
aquella llamada y su desprecio, lo animó antes de
darse la vuelta:
—Pásalo bien con tu
amiguita.
—Tú también pásalo bien.
Al oírlo, _____ se paró.
Miró a Lodwud, que los observaba, y con una
sonrisa que a Tom no le
gustó nada, afirmó:
—No lo dudes..., nene.
Dicho esto y sin volver a
mirarlo, se dio la vuelta y caminó hacia la
parte delantera del avión.
Desde allí, Fraser y Neill habían sido testigos de
todo y cuando ella llegó
a su altura, el primero preguntó:
—¿Ése no es el tipo que
estaba con Sami y contigo en la puerta de tu
casa?
_____ no respondió y con
un gesto le pidió a su amigo que se callara.
Después le quitó los
papeles que tenía en la mano y dijo alto y claro:
—Iré a entregarle todo
esto al comandante Lodwud. Neill, esta noche
me quedaré aquí. Mañana a
primera hora saldré para Múnich. ¿Tú qué
harás?
Sorprendido por el cambio
de planes, su compañero la miró.
—Haces mal. Deberías
hablar con Tom. Creo que...
—¡Cállate, Neill! No te
he pedido opinión —ordenó furiosa.
El militar al oírla,
asintió y, tomando aire, respondió:
—Yo me iré esta noche.
Quiero ver a mi mujer.
______ asintió y se alejó.
Sus amigos la miraron
asombrados. Había rabia en sus ojos y ninguno
dijo nada. Sólo la vieron
alejarse a grandes zancadas en dirección al hangar
donde estaba el despacho
del comandante. Al entrar en él, oyó:
—Teniente Parker.
Al volverse se encontró
con su amigo Robert, que, con el cejo
fruncido, preguntó:
—¿Qué ocurre?
—Nada... No ocurre nada.
Robert, que como muchos
había presenciado su discusión con un
hombre, la cogió del
hombro y, llevándola a un lateral, insistió:
—______, he visto lo que
ha ocurrido. Joder, somos amigos. ¿Qué te
pasa?
Desolada pero conteniendo
su rabia, contestó:
—He estado saliendo con
ese hombre, pero lo hemos dejado porque le
he engañado y...
—¿Se ha enterado de lo de
Lodwud?
Asombrada porque él
supiera lo de ella con el comandante, murmuró:
—¿Y tú cómo sabes lo de
Lodwud?
Robert, bajando la voz
para que nadie los oyera, respondió:
—No sé qué tienes con él.
Lo único que sé es que os vi una vez salir
de madrugada de un hotel.
Lodwud no es santo de mi devoción, ______, y no
creo que sea un buen
hombre para estar a tu lado. Tú necesitas otra cosa.
Ella asintió. Robert sabía
menos de lo que _____ temía y él añadió:
—Tampoco sé quién era el
tipo con el que discutías en la pista, sólo sé
que lo vi en la bolera,
en aquella fiesta en la que me besaste el cuello para
ponerlo celoso, y hoy aquí.
Y reconozco que sin conocerle me cae bien.
Enfrentarse a la superteniente
Parker no es fácil y él lo ha hecho
maravillosamente bien. ¡Me
gusta ese tipo! Y ahora, cuéntame en qué le
has engañado.
—Le he ocultado que era
militar.
Sin entender nada, Robert
preguntó:
—¡¿Y?!
—Él odia a los militares
americanos por un problema que tuvo en el
pasado con un jodido
comandante. —Y, callándose, se retiró el pelo de la
cara y finalizó—: Mira,
da igual. Yo... yo no necesito a nadie, Robert. Yo...
—¿Cómo que no necesitas a
nadie? Todos necesitamos a alguien.
—Ese hombre, yo creía que
era... era especial. Pero él no quiere
hablar conmigo. Para él
soy un jodido enemigo. Un militar americano
¿Qué quieres que haga?
—Joder, ______... pues
convéncele de que eres mujer antes que militar,
si es que él te importa.
Haz el favor de olvidarte de una vez de tu pasado y
retomar tu vida. Deja de
ser la superteniente Parker las veinticuatro horas
del día y sé _______. Te
aseguro, cariño, que la vida te irá mejor, porque
todos necesitamos que
alguien especial nos quiera.
—Teniente Smith —llamó
García, la copiloto de Robert.
Él, tras hacerle una seña
con la mano, miró a ______, que lo observaba, y
dijo:
—Esta conversación la
tendremos que continuar en otro momento,
¿de acuerdo? Pero ve
pensando que esto no puede seguir así. Y si ese tío te
gusta, ¡a por él! Tú eres
______ Parker, la tía con más narices que
conozco y que no se rinde
ante nada ni ante nadie. Por lo tanto, déjate de
tonterías y si ese hombre
te interesa intenta hablar con él y demostrarle que
eres una mujer, además de
una jodida militar americana.
Ella asintió y cuando vio
marcharse a Robert, continuó su camino.
Pero su furia regresó al
recordar que Tom había estado con Agneta.
¿Cómo podía haber hecho
algo así?
Al llegar a la puerta del
comandante Lodwud, llamó y cuando éste
contestó, entró. Él, al
verla, inquirió:
—¿Qué desea, teniente
Parker?
Olvidando lo que había
hablado segundos antes con Robert Smith,
cerró con el pestillo y,
tirando los papeles en la mesa, respondió:
—Quiero sexo.
Lodwud asintió y al
recordar al tipo con el que ella discutía en la
pista, preguntó:
—¿Estas enfadada, _____?
—Sí.
—Te he visto discutir con
un hombre. ¿Es él quien te ha puesto
furiosa?
Alejando sus pensamientos
sobre Tom, contestó mirando al fornido
militar que la deseaba:
—Sí.
No hizo falta decir más.
El comandante, sentado en
su silla, vio cómo ella se bajaba la
cremallera del mono caqui
para tentarle y, sin dudarlo, pidió:
—Siéntese sobre mí,
teniente.
______ lo hizo y cuando
estuvo frente a frente con él, Lodwud metió con
premura una mano en el
interior del mono hasta llegar a su vagina y, tras
abrirle los labios,
introdujo un dedo y preguntó:
—¿Cómo se llama ese
hombre?
—Tom.
Moviendo el dedo y
profundizando en ella, el comandante susurró:
—Esto te relajará,
preciosa. Piensa en Tom.
Con maestría, movió su dedo
dentro de ella y la masturbó. _____ cerró
los ojos y disfrutó. El
militar sabía lo que la excitaba y se lo dio. La
conocía. El tiempo había
hecho que conocieran sus gustos y sus demandas.
Con la mano que le
quedaba libre, subió la camiseta verde que llevaba bajo
el mono y, tras sacarle
un pecho del sujetador, se lo mordió. Le succionó el
pezón hasta que ella se
apretó contra él y, diciendo el nombre de Tom,
suplicó que no parara.
Mordiéndose los labios, _____
se tragó sus jadeos mientras buscaba su
propio placer, como
siempre que estaba con Lodwud. Cuando alcanzó el
clímax y mojó los dedos
de él, con frialdad, se levantó y se recompuso. El
comandante, sin dejar de
mirarla, abrió un cajón, le lanzó una llave y dijo:
—Hotel Sedan. Habitación
367.
—Allí estaré a partir de
las ocho.
30
Furioso y sin ganas de reírle
las gracias a nadie, Tom estaba con
Agneta en el Sensations
esa noche. Cuando vio aparecer a su amiga vestida
tan sexy como siempre,
literalmente se echó sobre ella y la llevó a un
reservado para disfrutar
del sexo. Pero en aquella ocasión el juego se
volvió contra él y allí sólo
gozó Agneta.
Eso lo puso de peor humor
y convencido de que aquello tenía que
cambiar, invitó a dos
parejas a entrar en el reservado y, tras varios
whiskies y varios polvos,
todo mejoró. Disfrutó de una excelente noche de
sexo e intercambios de
pareja. Cuando dejó a Agneta en su casa, satisfecha,
condujo su coche con
chulería hasta su garaje. Su vida volvía a ser sólo
suya.
Sin embargo, al meterse
en la cama, no pudo dormir. Las palabras de
______ y su expresión
cuando le dijo que ella también lo pasaría bien se le
habían grabado en la
memoria y no podía dejar de pensar en ellas. Miró el
reloj. Las cinco y veinte
de la madrugada. Necesitaba hablar con alguien y
decidió enviar un mensaje
al único que sabía todo lo que había descubierto
de ella.
Bill, que estaba
despierto al recibir el mensaje, rápidamente lo llamó.
—La he visto. He visto a
esa jodida mentirosa y...
—Tom..., tranquilízate —pidió
Bill.
Hasta no hacía mucho, él
era el que se desesperaba ante las cosas que
Judith hacía e,
intentando entender lo que le ocurría a su amigo, añadió:
—Escucha, Tom, la
diferencia entre tú y yo es que tú tienes una gran
capacidad para entender
las cosas y yo no. Tu sentido del humor siempre te
ha ayudado y...
—Mi sentido del humor te
aseguro que en este instante ha
desaparecido.
Después de un tenso
silencio en el que Bill intentó comprenderle, éste
insistió:
—Siempre me has dicho que
antes de sacar conclusiones he de
pensarlas y creo que ahora
soy yo el que te lo tengo que decir a ti. —Al
oírlo resoplar, añadió—:
Sí, ella te mintió. Te ocultó que era militar, pero
¿eso es lo
suficientemente importante como para que des por finalizado
algo que te estaba
ilusionando?
—Sí.
—Tom... tú tampoco se lo
has puesto fácil. Si ella te hubiera dicho lo
que era, no habrías
querido saber nada más. Te conozco. Te conozco hace
muchos años y sé lo que
piensas de ciertas cosas... Y no me digas ahora
que no.
—Joder, Bill —protestó
malhumorado.
Su amigo tenía razón.
Pero descubrir aquello le había dolido. Lo había
destrozado.
—¿Te recuerdo lo que me
dijiste cuando Judith me ocultó a mí cierta
información en el pasado?
Ambos sonrieron al
recordar aquello y Bill prosiguió:
—Entiendo que estés
molesto. Descubrir que alguien no es sincero
contigo molesta, y
molesta mucho, pero valora lo que sientes por ella. Te
guste o no, ______ ha
conseguido llegar hasta ti como no lo ha hecho
ninguna otra mujer. ¿De
verdad no la vas a perdonar?
—No.
Sorprendido por su
cabezonería, Bill insistió:
—Eso no es propio de ti,
amigo.
—¡¿Piloto?! Joder, me
dijo que era azafata y resulta que es una jodida
piloto americana.
—Tom, tranquilízate,
—No puedo, Bill... Me ha
mentido y me siento como un tonto.
—Habla con ella, quizá
tenga una razón para...
—No.
—Te arrepentirás.
—Lo dudo, Bill..., lo
dudo.
Éste, consciente de lo
que dolía el corazón cuando uno estaba
enamorado, añadió:
—Mira, Tom, yo soy y seré
tu amigo el resto de tu vida, pero en
temas del corazón sólo
puedes decidir tú. ¿Que te ha mentido? ¡Sí! Pero
piensa que si lo ha hecho
es porque temía tu reacción. Ahora bien, si no
quieres retomar tu relación
con ella por el motivo que sea, al menos
perdónala. Intenta que
entre vosotros quede una amistad, al fin y al cabo,
______ es amiga de Judith
y tarde o temprano os volveréis a ver.
—Espero que sea más tarde
que temprano —siseó molesto—. Lo
último que me apetece es
verla.
—Mientes, amigo. Te
mueres por verla, reconócelo —lo contradijo
Bill—. Cuanto antes lo
asumas, será mejor para ti.
Tom no contestó. Su amigo
tenía razón. Deseaba verla. Deseaba
besarla. Pero estaba tan
enfadado con ella por sus mentiras, que no quería
dar su brazo a torcer.
Finalmente dijo antes de colgar:
—Bill, gracias por hablar
conmigo.
—Aquí estoy y estaré
siempre. Ya lo sabes.
Cuando Bill colgó el teléfono
y miró hacia la puerta, su mujer estaba
mirándolo y no se
sorprendió cuando ella anunció:
—Mañana iré a ver a _____ a su casa. Esto se tiene que aclarar
sí o sí.
HOLA!!! CAPITULOS POR MOTIVO DE NAVIDAD xD ... TOM YA SE ENTERO DE QUE LA RAYIS ES MILITAR :O ... AHORA QUE PASARA ... LA PERDONARA O NO ... TOM REACCIONO MUY MAL Y LO ENTIENDO, ESPEREMOS QUE TODO SE SOLUCIONE. CHICAS FELIZ NAVIDAD, ESPERO Y AYER SE LA HAYAN PASADO GENIAL EN COMPAÑIA DE SU FAMILIA, CON LA COMIDA Y EL TEQUILACHO JAJAJAJA AQUI EN MI PAIS ES TEQUILA ... AHUAAAA!!! :D ... BUENO, HOY HUEVONEEN, PASENSELA EN CAMA Y VIENDO TELE QUE MAIZ ... BUENO SIN MAS QUE DECIR ME DESPIDO, MAÑANA AGREGO SI HAY LOS 4 CAPS O MAS , HASTA PRONTO Y QUE DIOS ME LAS BENDIGA Y CUIDEN, CHAOOOOO!!! :D xD
Ooo nooo estoy que lloro , que la perdone luegooo o morireeeeeeee u.u me encanta la fic uii porque es tan buena. Jajaja sube pronto porfiiiiiii , cuidate muuuuuchoo y feliz feliz navidad (:
ResponderEliminar:O no puedo creerlo ya Tom se entero que la rayis es militar :( fue fuerte para el y mas descubrir que se ha acostado con el hombre ese.. y ahora que pasara Tom la buscara?? la perdonara?? espero que si :( me muero x leer los próximos caps me encantooooo virgi..
ResponderEliminarSube los próximos caps virgiiiiiii
ResponderEliminarFeliz navidad para ti tambien :)
ResponderEliminarOMG tom ya sabe :o que pasara ahora o.o ajajja
Sube pronto plz cada me encanta mas esta fic :)
Yoo qiiero q esten juntos..
ResponderEliminarYa Tom perdonala de una vez..
Siguelsa
SUBEEEEE DIOS MUERO DE INTRIGA
ResponderEliminarYa estan los comentarios :D sube pronto :)
ResponderEliminarSueb virgiii también estoy super intrigadaaaa..
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