musica

martes, 16 de diciembre de 2014

.- SORPRENDEME .- CAPITULO 25

25
El sábado, tras regresar de su viaje, cuando _____ llegó a casa de Judith,
sonrió al ver el coche de Tom allí aparcado. Estaba deseando verlo. Desde
su última tarde en casa de él no habían vuelto a coincidir, aunque sí habían
hablado por teléfono.
Judith, al ver el utilitario de su amiga, salió a recibirla y, tras darle
dos besos, miró a Sami y dijo:
—¿Cómo está mi princesa preferida?
—¡Biennnnnnnnnnnnnn! —gritó la niña.
—Ven, Sami —la llamó Flyn—. Vamos a ver unos gatitos.
La pequeña corrió tras el niño y Judith explicó:
—Nos ha parido una gata en el jardín. Bill está que trina y Susto y
Calamar ya los han adoptado. Flyn está como loco con los cachorrines. Por
cierto, ¿no querrás uno?
______ sonrió y contestó:
—No, gracias. En mi casa no cabe ni un alfiler.
El embarazo de Judith ya se comenzaba a notar y _____, tocándole la
barriga, preguntó:
—¿Qué tal te encuentras?
—Fenomenal. Este embarazo está siendo tan diferente del primero
que casi no me lo puedo creer. En cinco meses ni vómitos ni nada por el
estilo.
—Qué suerte —afirmó ______—. Porque yo, embarazada de Sami, no
paré de vomitar hasta el mismo día del parto. ¡Fue horroroso!
Ambas asintieron y Jud, caminando hacia el interior de la casa, dijo
tocándose la barriga:
—Esta vez, conguito se está portando muy bien.
Divertidas, rieron por el nombre que había utilizado.
Al entrar en la casa, ______ no vio a la mujer que siempre la recibía con
una grandísima sonrisa:
—¿Dónde está Simona? —preguntó:
—Han operado a su hermana y Norbert y ella se han ido unos días a
Stuttgart para ayudarla.
Cuando entraron en el salón, ______ distinguió a Tom. Sus miradas se
encontraron, pero él rápidamente disimuló. Vestido con aquellos vaqueros
de cintura baja y aquella camiseta blanca estaba sexy no..., ¡lo siguiente!
Deseó ir hacia él, su cuerpo se lo pedía, pero se contuvo. No debía
hacerlo. Así pues, saludó a todos los demás y cuando llegó a él, la miró y
comentó:
—Vaya..., pero si ha llegado la novia de Thor. —Y antes de que ella
soltara alguna de las suyas, añadió—: Haz como si yo no existiera, bonita.
Te lo agradeceré.
Mel sonrió y levantando las cejas, siseó:
—Muñequito..., qué mala vejez vas a tener.
Judith, _____ y los que estaban a su alrededor soltaron una carcajada
mientras Tom negaba con la cabeza y bebía de su botella de cerveza. No
pensaba responderle.
—Ven, ______ —la llamó Judith—, alejémonos de las malas
vibraciones.
Mirándola con los ojos entrecerrados, Tom sonrió. Estaba preciosa
con aquellos sencillos vaqueros y una camiseta oscura. Minutos después, a
ella le sonó el móvil. Un mensaje. Con disimulo, lo miró y rió al leer:
«Me muero por besarte».
Judith, que se estaba percatando de todo, sonrió, aunque más lo hizo al
ver a Sami tirarse literalmente sobre Tom. La sonrisa de su amigo al besar
a la pequeña le puso la carne de gallina y dijo agarrando a ______:
—Creo que deberías hacer las paces con Tom.
—Con ese creído, ¿por qué?
Señalando hacia él, que reía por lo que la niña decía, le preguntó:
—¿Has visto cuánto lo quiere Sami?
______ miró e, intentando no darle importancia, repuso:
—Es una niña y es muy libre de ser simpática con quien quiera. Pero
no te preocupes, cuando crezca aprenderá a no acercarse a esa clase de
idiotas.
Durante la comida, Judith sentó a ______ entre dos solteros del
baloncesto: Louis y Gustav. Eran los últimos que habían llegado al equipo y,
encantados, la agasajaron en todo momento. Judith, sentada entre Tom y
su marido, observó con disimulo cómo aquél intentaba estar pendiente de
lo que ______ y los dos jóvenes hablaban, y tuvo que contener una carcajada
al ver la cara de él cuando Gustav cogió a Sami en brazos y ésta se partió de
risa.
—Qué bonita pareja hacen, ¿verdad? —comentó Judith.
Tom sabía a quién se refería, pero haciéndose el despistado,
preguntó:
—¿Quiénes?
—Pues ____ y Gustav. Los dos son solteros, guapos y, por lo que veo, a
Gustav le gustan los niños. Creo que sería una fantástica pareja para _____.
Tom los miró. Una furia interna lo abrasaba por dentro al ver a aquel
hombre hablando con ______, pero respondió:
—Si tú lo dices...
No quiso decir nada más. Se dio cuenta de que era incapaz de
mostrarse alegre y dicharachero como siempre. Ver a otro disfrutando de
lo que él quería disfrutar lo tensó. Eso le agobió y apenas pudo probar
bocado. En un momento dado, se levantó de la mesa y fue a la cocina.
Necesitaba aire o allí ardería Troya.
Abrió la nevera, cogió una cerveza y se la bebió. Instantes después,
apareció ______, seguida de Gustav. Tom, al verlos, frunció el ceño. Una vez
dejaron lo que llevaban en las manos, ______ le dio una botella de vino a
Gustav y le indicó:
—Ve llevándola. Yo en seguida voy.
Él la miró con una cautivadora sonrisa y murmuró:
—No tardes, encanto.
Cuando desapareció y se quedaron solos, Tom repitió sin acercarse a
ella:
—¡¿Encanto?! —_____ sonrió y él insistió con voz ronca—: ¿Lo estás
pasando bien, encanto?
—Lo podría pasar mejor —musitó mientras cortaba un poco de pan—.
Es más, llevo un par de días pensando en devorar chocolate, ¿por qué crees
que puede ser?
Sus miradas hablaron por sí solas y Tom, olvidando su enfado, desde
donde estaba susurró:
—Te he echado mucho de menos.
______ apoyó la cadera en la encimera y repuso:
—Seguro que no tanto como yo a ti.
Eso lo hizo sonreír y despejar todas las dudas que aquella incómoda
comida le estaba provocando. Desesperado, dejó la botella de cerveza que
tenía en las manos sobre la encimera, caminó con decisión hacia ella y, sin
importarle nada, la arrinconó.
—Tom, ¿qué haces?
—Lo que necesito.
Su boca tomó la de ella y con deleite la besó. Devoró sus labios y
cuando se separó, atolondrada por aquel impetuoso beso, _____ siseó:
—Alguien nos puede ver...
Mirándola a los ojos embelesado, como nunca había admirado a una
mujer, musitó:
—No soporto ver cómo ese imbécil babea sobre ti y creo que...
Pero no pudo continuar. ______ tomó sus labios con ímpetu y Tom,
encantado, aceptó. Durante varios segundos, el morbo del momento los
hizo olvidarse de dónde estaban. Cogiéndola en sus brazos, la sentó en la
encimera y cuando sus labios se separaron, él, con voz ronca, susurró:
—Esta noche. Tú y yo solos en mi casa.
—Vale..., pero tendré que llevar a Sami.
Paseando sus labios por su frente, respondió.
—No hay problema, cielo. Es tan bien recibida como tú. Pero quiero
que sepas que ese Gustav me está cabreando. No permitas que se acerque a ti
más de la cuenta, ¿entendido?
—¿Celoso?
Tom la miró. Mentir era una tontería y afirmó:
—Sí. Como nunca en mi vida. He estado a punto de cogerlo por el
pescuezo y arrancárselo.
—Tom, pero ¿qué dices?
—Lo que oyes...
Unos pasos les advirtieron y rápidamente se separaron. _____ se bajó de
la encimera y se puso a cortar pan. La puerta de la cocina se abrió: eran
Judith y Bill. Ella, mirándolos, preguntó:
—Pero ¿qué hacéis aquí los dos?
Tom, cogiendo la cerveza, la levantó y contestó:
—Le decía a Ironwoman que no corte tanto pan, ¡se seca!
______, mirándolo, suspiró.
—Y yo le decía al asno de Shrek que seco lo voy a dejar a él como no
cierre esa bocaza llena de dientes que tiene. Dios, ¡que tío más
insoportable!
—Mira, guapa —protestó Tom—, aquí la que está graduada en...
—Eh... eh... eh... —gritó ella, señalándolo con el cuchillo—. ¿Qué tal
si te vas y te pierdes un ratito?
Al ver el cuchillo, Bill fue hasta ______, se lo quitó y lo dejó en la
encimera.
—Cuidado, que las armas las carga el diablo —le advirtió.
Judith sonrió. Si Bill supiera...
—Gracias, amigo —aplaudió Tom—. Y ahora, si la sacas de la
cocina y la apartas de mi vista, ¡te hago la ola!
—La ola te hago yo si tú te vas, ¡paleto!
—Guau, nena... ¡qué intensidad! Como para todo seas así, ¡no quiero
ni pensar!
—¡Serás capullo!
—¡Chulita!
Bill fue a poner paz entre los dos, cuando Judith dijo:
—Dios santo, ¡esto es insoportable! Mirad cómo tengo el cuello de
ronchones por vuestra culpa.
Ambos la miraron y ella prosiguió:
—En mi pueblo, lo que os pasa a vosotros se llama ¡tensión sexual no
resuelta!
______, sin responder, puso los ojos en blanco, cogió la panera y salió de
la cocina como alma que lleva el diablo. Tom, al verla, se terminó la
cerveza y, antes de salir también él de la cocina, miró a su amiga y
murmuró:
—Desde luego, las tonterías que hay que oír.
Bill, cada día más descolocado por ese juego, siseó muy serio:
—A partir de hoy, si invitamos a Tom, _____ no aparece y viceversa,
¿entendido, pequeña?
Judith soltó una carcajada y él preguntó:
—¿Se puede saber qué te hace tanta gracia?
Acercándose a él, le puso los brazos alrededor del cuello y le contestó
al oído:
—Lo verás por ti mismo antes de que finalice el día.
Bill asintió. Intuyó lo que su mujer había descubierto y se
compadeció de su amigo.
Tras la comida, todos se sentaron en el salón para charlar. Gustav estaba encantado con la presencia de ______ y se le veía en la cara. La
agasajaba, la hacía reír y la seguía a todos lados, y ella lo dejaba hacer. Le
excitaba ver cómo la miraba Tom.
Aquellas risitas entre los dos a éste cada vez le gustaban menos. En un
par de ocasiones, cuando vio que Gustav se acercaba más de la cuenta a ______,
estuvo a punto de saltar sobre él, pero se contuvo. No debía. Eso sí, no paró
de enviarle mensajes con el móvil. Ella los leía y sonreía.
Intentaron escabullirse un par de veces para verse a solas en el baño,
en la cocina, en el pasillo... pero fue imposible. Gustav no la dejaba ni a sol
ni a sombra y el enfado de Tom crecía y crecía.
Sobre las seis de la tarde, los invitados comenzaron a marcharse a sus
casas y al final sólo quedaron Tom, Gustav, ______ y los dueños de la casa.
Estaban sentados charlando, cuando Sami entró en la cocina y pidió:
—Mami..., agua.
Antes de que nadie se pudiera mover Gustav ya le estaba tendiendo un
vaso a la pequeña. Tom y ______ se miraron y ésta le pidió tranquilidad con
la mirada. Cuando Sami salió de la cocina en busca de Flyn, Gustav dijo:
—______, ¿cenamos esta noche?
—Imposible —sonrió ella—. Hoy no puedo.
Sin cortarse un pelo, él se le acercó más y susurró:
—Te prometo que lo pasaremos bien.
_____ se apartó de él y, mirándolo, asintió.
—No lo dudo. Pero no puedo.
—¿Y mañana, encanto?
Todos la miraban y ella, al ver que Tom se levantaba, respondió:
—Esta semana me es imposible, Gustav. Lo siento.
Pero él era insistente:
—Me ha dicho Judith que te gusta la comida italiana, ¿es cierto?
—Sí.
—Pues conozco un restaurante precioso que estoy seguro que te
encantaría y a la pequeña Sami también. Venga, bonita, dame tu teléfono y
otro día te llamo. Te aseguro que te gustará y que adorarás sus postres.
El golpe que dio Tom al cerrar la nevera hizo que todos mirasen
hacia él. ¿Qué le ocurría? En ese instante, Bill decidió dar por finalizada la
charla y, sin importarle lo que pensaran, dijo levantándose:
—Vamos, Gustav, tienes que marcharte, colega.
Judith, tan sorprendida como el aludido, miró a su marido y éste
insistió:
—Vamos, Jud, lo acompañaremos a la puerta.
Sin entender bien qué ocurría allí, Gustav se marchó y cuando Tom y
______ se quedaron solos en la cocina, él, con semblante descompuesto, siseó:
—Si ese tío te vuelve a pedir el teléfono, yo...
—Pero ¿qué te pasa? —preguntó ______ al ver la tensión en su
mandíbula.
—¿Cómo que qué me pasa? ¿Acaso no lo ves? ¿Recuerdas cómo te
sentiste de furiosa el otro día al ver a Agneta? Pues así me siento yo ahora.
______ lo entendió y aunque le gustó ver esos sentimientos en él, algo en
su interior le dijo que eso traería problemas. Se levantó de la silla,
comprobó que no había nadie cerca y, abrazando al hombre que le estaba
removiendo el corazón, murmuró:
—Recuerda, tú y yo esta noche... tu casa... tu cama... tu fresa...
Tom, excitado, asintió y, buscando su boca, la arrinconó contra la
nevera y la besó. La devoró. Necesitaba aquel contacto. Necesitaba su
sabor... Cuando se había olvidado de todo, de pronto oyó:
—Vaya, vaya, no veo que os hagáis la cobra el uno al otro.
______ y Tom se miraron. Los habían pillado con las manos en la masa
y volviéndose hacia Bill y Jud, que no les quitaban ojo, no supieron qué
decir, hasta que ésta se volvió hacia su marido y le habló:
—Te he dicho que antes de que terminara el día todo se aclararía.
Aquí tienes esa tensión sexual... ya resuelta.
Bill soltó una carcajada. Su mujer era tremenda y, sin poder
remediarlo, ante las palabras de su amiga Tom se rió también.
Desconcertada, ______ los miraba y Judith, enseñándoles la foto del móvil en
la que se los veía en el centro comercial, ironizó:
—¿Jugando a las casitas?
Tom y _____, alucinados, miraron lo que les mostraba mientras Judith
decía:
—Os vi el otro día. ¿Recordáis cuando os llamé para invitaros a
comer? —Ambos asintieron—. Pues yo estaba en una de las tiendas de
enfrente de la que estabais vosotros. Por cierto, _____, ¿compraste muchas
chuches para Sami? Y tú, Tom, ¿sigues a tope de trabajo?
Bill, sorprendido, miró la foto y se sorprendió:
—¿Y por qué no me lo habías dicho, pequeña?
—Porque se lo hubieras cascado a tu amiguito y no habría podido
pillarlos.
Los dos hombres volvieron a reír a carcajadas. Desde luego, aquella
pequeña bruja los conocía muy bien.
Divertido por su agudeza, Tom sonrió y dijo:
—De acuerdo. No más mentiras. ______ y yo estamos juntos.
Bill y Judith sonrieron a su vez y, mirando ésta a su amiga, preguntó:
—¿Y por qué lo mantenéis en secreto?
Tom cogió a ______ por la cintura y respondió feliz:
—Pregúntaselo a ella, que es la del secretismo. No hay manera de que
me presente a ninguno de sus amigos.
Judith, al oír eso, miró a _____ y al ver su expresión, rápidamente
entendió lo que estaba ocultando. Las dos mujeres cruzaron sus miradas y
_____ negó con la cabeza. Judith asintió y dijo:
—Bueno..., pues ahora que ya lo sabemos, se acabaron las mentiras
¿no?
Tom, sin saber nada del tema, sonreía y bromeaba con Bill. Sin
embargo, _____, agobiada, los interrumpió:
—Vamos a ver... vamos a ver, esto no es lo que parece.
Todos la miraron. Bill frunció el cejo, Judith dejó de sonreír y Tom,
descolocado, preguntó:
—¿Qué has dicho?
______ no paraba de tocarse el pelo con el gesto contrariado.
—Ellos creen que tú y yo estamos juntos —explicó—, pero no... no lo
estamos. Simplemente nos hemos acostado algunas veces y ya está.
Judith, al ver esa reacción, fue a decir algo, pero _____, mirándola, le
espetó:
—Judith, ¡cállate!
Su amiga negó con la cabeza, disconforme con lo que ocultaba y
Tom, alucinado por lo que ella había dicho, gritó:
—¿Cómo que «y ya está»? ¿De qué estás hablando, ______?
Bill miró a su mujer y cogiéndola de la cintura, murmuró:
—Creo que aquí sobramos, pequeña. —Y mirando luego a su
desconcertado amigo, le informó—: Estaremos en el salón.
Cuando se quedaron solos en la cocina, Tom preguntó:
—¿Qué ocurre, ____? —Ella no respondió y él insistió—: ¿Qué es eso
de que «simplemente nos hemos acostado algunas veces y ya está»? Creía
que entre tú y yo había algo especial. Tú misma me has dicho que me has
echado de menos y...
—Y es verdad —lo cortó ella—. Claro que te he echado de menos,
pero esto va muy rápido y creo que nos podemos equivocar.
—¿Equivocar?
—¡Sí, equivocar!
—Tú me gustas, yo te gusto, ¿en qué nos estamos equivocando, me lo
puedes decir?
Lo que ocultaba no la dejaba vivir en paz y finalmente contestó:
—Mira, Tom, podemos seguir viéndonos, pero sin presiones. Creo
que lo más inteligente es que ambos continuemos con nuestras vidas y...
—Pero ¿qué narices estás diciendo?
Molesta por su tono de voz, _____ apretó los puños y siseó:
—No me grites.
—¿Cómo quieres que no te grite? Acabas de jorobar un momento
precioso entre tú y yo. Acabas de tirar por tierra algo que... que... ¿No te
das cuenta?
En ese instante, Sami entró corriendo en la cocina y _____, al verla,
encontró la manera de escapar. Cogió a la pequeña en brazos y dijo:
—Me tengo que ir.
Tom le cerró el paso con el brazo. No quería que se fuera. Tenían que
hablar y ella, al ver su gesto enfadado, le advirtió:
—Tom, tengo a Sami en brazos, ten cuidado con tu tono de voz y con
lo que vas a decir.
Él la entendió a la perfección y se quitó de en medio; ella salió por la
puerta y se marchó.
Minutos después, Judith entró y al ver a su amigo, susurró:
—Siento mucho si lo he jorobado todo.
Tom, totalmente descolocado por lo que había ocurrido, contestó:
—Tú no has jorobado nada.
—Pero por mi culpa habéis discutido —insistió ella.
Él miró a su amiga, se encogió de hombros y dijo:

—Tranquila, discutir con ______ no es difícil.



HOLA!! SIN ANIMOS DE PUBLICAR MAS PALABRAS ME DESPIDO, YA SABEN 4 O MAS  AGREGO ... ADIOS

6 comentarios:

  1. Ya (tn) dilo de una vez!!!

    Pobre Tom..

    Siguelaa Virgii..

    Porque estas sin animos??

    ResponderEliminar
  2. Diache después que lo descubren pelean
    Tn debería decioenla vdd ya :o
    Sube pronto

    ResponderEliminar
  3. sorry x no haber comentado antes virgi pero ando sin computadora se me dano, pero he leido los caps x mi tlf y ahora te comento xq estoy usando la laptop de mi tio ya me compraran un cpu nuevo el ano que viene.. me encanto el cap ya tom esta a punto de descubrir que tn es militar.. espero el proximo cap y ps lo leere desde mi tlf mientras tanto, amo esta fic..

    ResponderEliminar
  4. Ooo dios porque no se lo dice de una buena ves ....... adoroooooooo la fic cada capi es mejor , hay tom q tiene q sufrir jijijiji bye cuidate muchoo y sube prontooo

    ResponderEliminar