25
El sábado,
tras regresar de su viaje, cuando _____ llegó a casa de Judith,
sonrió al
ver el coche de Tom allí aparcado. Estaba deseando verlo. Desde
su última
tarde en casa de él no habían vuelto a coincidir, aunque sí habían
hablado
por teléfono.
Judith, al
ver el utilitario de su amiga, salió a recibirla y, tras darle
dos besos,
miró a Sami y dijo:
—¿Cómo
está mi princesa preferida?
—¡Biennnnnnnnnnnnnn!
—gritó la niña.
—Ven, Sami
—la llamó Flyn—. Vamos a ver unos gatitos.
La pequeña
corrió tras el niño y Judith explicó:
—Nos ha parido
una gata en el jardín. Bill está que trina y Susto y
Calamar ya
los han adoptado. Flyn está como loco con los cachorrines. Por
cierto,
¿no querrás uno?
______
sonrió y contestó:
—No,
gracias. En mi casa no cabe ni un alfiler.
El
embarazo de Judith ya se comenzaba a notar y _____, tocándole la
barriga,
preguntó:
—¿Qué tal
te encuentras?
—Fenomenal.
Este embarazo está siendo tan diferente del primero
que casi
no me lo puedo creer. En cinco meses ni vómitos ni nada por el
estilo.
—Qué
suerte —afirmó ______—. Porque yo, embarazada de Sami, no
paré de
vomitar hasta el mismo día del parto. ¡Fue horroroso!
Ambas
asintieron y Jud, caminando hacia el interior de la casa, dijo
tocándose
la barriga:
—Esta vez,
conguito se está portando muy bien.
Divertidas,
rieron por el nombre que había utilizado.
Al entrar
en la casa, ______ no vio a la mujer que siempre la recibía con
una
grandísima sonrisa:
—¿Dónde
está Simona? —preguntó:
—Han
operado a su hermana y Norbert y ella se han ido unos días a
Stuttgart
para ayudarla.
Cuando
entraron en el salón, ______ distinguió a Tom. Sus miradas se
encontraron,
pero él rápidamente disimuló. Vestido con aquellos vaqueros
de cintura
baja y aquella camiseta blanca estaba sexy no..., ¡lo siguiente!
Deseó ir
hacia él, su cuerpo se lo pedía, pero se contuvo. No debía
hacerlo.
Así pues, saludó a todos los demás y cuando llegó a él, la miró y
comentó:
—Vaya...,
pero si ha llegado la novia de Thor. —Y antes de que ella
soltara
alguna de las suyas, añadió—: Haz como si yo no existiera, bonita.
Te lo
agradeceré.
Mel sonrió
y levantando las cejas, siseó:
—Muñequito...,
qué mala vejez vas a tener.
Judith, _____
y los que estaban a su alrededor soltaron una carcajada
mientras Tom
negaba con la cabeza y bebía de su botella de cerveza. No
pensaba
responderle.
—Ven, ______
—la llamó Judith—, alejémonos de las malas
vibraciones.
Mirándola
con los ojos entrecerrados, Tom sonrió. Estaba preciosa
con
aquellos sencillos vaqueros y una camiseta oscura. Minutos después, a
ella le
sonó el móvil. Un mensaje. Con disimulo, lo miró y rió al leer:
«Me muero
por besarte».
Judith,
que se estaba percatando de todo, sonrió, aunque más lo hizo al
ver a Sami
tirarse literalmente sobre Tom. La sonrisa de su amigo al besar
a la
pequeña le puso la carne de gallina y dijo agarrando a ______:
—Creo que
deberías hacer las paces con Tom.
—Con ese
creído, ¿por qué?
Señalando
hacia él, que reía por lo que la niña decía, le preguntó:
—¿Has
visto cuánto lo quiere Sami?
______
miró e, intentando no darle importancia, repuso:
—Es una
niña y es muy libre de ser simpática con quien quiera. Pero
no te
preocupes, cuando crezca aprenderá a no acercarse a esa clase de
idiotas.
Durante la
comida, Judith sentó a ______ entre dos solteros del
baloncesto:
Louis y Gustav. Eran los últimos que habían llegado al equipo y,
encantados,
la agasajaron en todo momento. Judith, sentada entre Tom y
su marido,
observó con disimulo cómo aquél intentaba estar pendiente de
lo que ______
y los dos jóvenes hablaban, y tuvo que contener una carcajada
al ver la
cara de él cuando Gustav cogió a Sami en brazos y ésta se partió de
risa.
—Qué
bonita pareja hacen, ¿verdad? —comentó Judith.
Tom sabía
a quién se refería, pero haciéndose el despistado,
preguntó:
—¿Quiénes?
—Pues ____
y Gustav. Los dos son solteros, guapos y, por lo que veo, a
Gustav le
gustan los niños. Creo que sería una fantástica pareja para _____.
Tom los
miró. Una furia interna lo abrasaba por dentro al ver a aquel
hombre
hablando con ______, pero respondió:
—Si tú lo
dices...
No quiso
decir nada más. Se dio cuenta de que era incapaz de
mostrarse
alegre y dicharachero como siempre. Ver a otro disfrutando de
lo que él
quería disfrutar lo tensó. Eso le agobió y apenas pudo probar
bocado. En
un momento dado, se levantó de la mesa y fue a la cocina.
Necesitaba
aire o allí ardería Troya.
Abrió la
nevera, cogió una cerveza y se la bebió. Instantes después,
apareció ______,
seguida de Gustav. Tom, al verlos, frunció el ceño. Una vez
dejaron lo
que llevaban en las manos, ______ le dio una botella de vino a
Gustav y
le indicó:
—Ve
llevándola. Yo en seguida voy.
Él la miró
con una cautivadora sonrisa y murmuró:
—No
tardes, encanto.
Cuando
desapareció y se quedaron solos, Tom repitió sin acercarse a
ella:
—¡¿Encanto?!
—_____ sonrió y él insistió con voz ronca—: ¿Lo estás
pasando
bien, encanto?
—Lo podría
pasar mejor —musitó mientras cortaba un poco de pan—.
Es más,
llevo un par de días pensando en devorar chocolate, ¿por qué crees
que puede
ser?
Sus
miradas hablaron por sí solas y Tom, olvidando su enfado, desde
donde
estaba susurró:
—Te he
echado mucho de menos.
______
apoyó la cadera en la encimera y repuso:
—Seguro
que no tanto como yo a ti.
Eso lo
hizo sonreír y despejar todas las dudas que aquella incómoda
comida le
estaba provocando. Desesperado, dejó la botella de cerveza que
tenía en
las manos sobre la encimera, caminó con decisión hacia ella y, sin
importarle
nada, la arrinconó.
—Tom, ¿qué
haces?
—Lo que
necesito.
Su boca
tomó la de ella y con deleite la besó. Devoró sus labios y
cuando se
separó, atolondrada por aquel impetuoso beso, _____ siseó:
—Alguien
nos puede ver...
Mirándola
a los ojos embelesado, como nunca había admirado a una
mujer,
musitó:
—No
soporto ver cómo ese imbécil babea sobre ti y creo que...
Pero no
pudo continuar. ______ tomó sus labios con ímpetu y Tom,
encantado,
aceptó. Durante varios segundos, el morbo del momento los
hizo
olvidarse de dónde estaban. Cogiéndola en sus brazos, la sentó en la
encimera y
cuando sus labios se separaron, él, con voz ronca, susurró:
—Esta
noche. Tú y yo solos en mi casa.
—Vale...,
pero tendré que llevar a Sami.
Paseando
sus labios por su frente, respondió.
—No hay
problema, cielo. Es tan bien recibida como tú. Pero quiero
que sepas
que ese Gustav me está cabreando. No permitas que se acerque a ti
más de la
cuenta, ¿entendido?
—¿Celoso?
Tom la
miró. Mentir era una tontería y afirmó:
—Sí. Como
nunca en mi vida. He estado a punto de cogerlo por el
pescuezo y
arrancárselo.
—Tom, pero
¿qué dices?
—Lo que
oyes...
Unos pasos
les advirtieron y rápidamente se separaron. _____ se bajó de
la
encimera y se puso a cortar pan. La puerta de la cocina se abrió: eran
Judith y Bill.
Ella, mirándolos, preguntó:
—Pero ¿qué
hacéis aquí los dos?
Tom,
cogiendo la cerveza, la levantó y contestó:
—Le decía
a Ironwoman que no corte tanto pan, ¡se seca!
______,
mirándolo, suspiró.
—Y yo le
decía al asno de Shrek que seco lo voy a dejar a él como no
cierre esa
bocaza llena de dientes que tiene. Dios, ¡que tío más
insoportable!
—Mira,
guapa —protestó Tom—, aquí la que está graduada en...
—Eh...
eh... eh... —gritó ella, señalándolo con el cuchillo—. ¿Qué tal
si te vas
y te pierdes un ratito?
Al ver el
cuchillo, Bill fue hasta ______, se lo quitó y lo dejó en la
encimera.
—Cuidado,
que las armas las carga el diablo —le advirtió.
Judith
sonrió. Si Bill supiera...
—Gracias,
amigo —aplaudió Tom—. Y ahora, si la sacas de la
cocina y
la apartas de mi vista, ¡te hago la ola!
—La ola te
hago yo si tú te vas, ¡paleto!
—Guau,
nena... ¡qué intensidad! Como para todo seas así, ¡no quiero
ni pensar!
—¡Serás
capullo!
—¡Chulita!
Bill fue a
poner paz entre los dos, cuando Judith dijo:
—Dios
santo, ¡esto es insoportable! Mirad cómo tengo el cuello de
ronchones
por vuestra culpa.
Ambos la
miraron y ella prosiguió:
—En mi
pueblo, lo que os pasa a vosotros se llama ¡tensión sexual no
resuelta!
______,
sin responder, puso los ojos en blanco, cogió la panera y salió de
la cocina
como alma que lleva el diablo. Tom, al verla, se terminó la
cerveza y,
antes de salir también él de la cocina, miró a su amiga y
murmuró:
—Desde
luego, las tonterías que hay que oír.
Bill, cada
día más descolocado por ese juego, siseó muy serio:
—A partir
de hoy, si invitamos a Tom, _____ no aparece y viceversa,
¿entendido,
pequeña?
Judith
soltó una carcajada y él preguntó:
—¿Se puede
saber qué te hace tanta gracia?
Acercándose
a él, le puso los brazos alrededor del cuello y le contestó
al oído:
—Lo verás
por ti mismo antes de que finalice el día.
Bill
asintió. Intuyó lo que su mujer había descubierto y se
compadeció
de su amigo.
Tras la
comida, todos se sentaron en el salón para charlar. Gustav estaba encantado con
la presencia de ______ y se le veía en la cara. La
agasajaba,
la hacía reír y la seguía a todos lados, y ella lo dejaba hacer. Le
excitaba
ver cómo la miraba Tom.
Aquellas
risitas entre los dos a éste cada vez le gustaban menos. En un
par de
ocasiones, cuando vio que Gustav se acercaba más de la cuenta a ______,
estuvo a
punto de saltar sobre él, pero se contuvo. No debía. Eso sí, no paró
de
enviarle mensajes con el móvil. Ella los leía y sonreía.
Intentaron
escabullirse un par de veces para verse a solas en el baño,
en la
cocina, en el pasillo... pero fue imposible. Gustav no la dejaba ni a sol
ni a
sombra y el enfado de Tom crecía y crecía.
Sobre las
seis de la tarde, los invitados comenzaron a marcharse a sus
casas y al
final sólo quedaron Tom, Gustav, ______ y los dueños de la casa.
Estaban
sentados charlando, cuando Sami entró en la cocina y pidió:
—Mami...,
agua.
Antes de que
nadie se pudiera mover Gustav ya le estaba tendiendo un
vaso a la
pequeña. Tom y ______ se miraron y ésta le pidió tranquilidad con
la mirada.
Cuando Sami salió de la cocina en busca de Flyn, Gustav dijo:
—______,
¿cenamos esta noche?
—Imposible
—sonrió ella—. Hoy no puedo.
Sin
cortarse un pelo, él se le acercó más y susurró:
—Te
prometo que lo pasaremos bien.
_____ se
apartó de él y, mirándolo, asintió.
—No lo
dudo. Pero no puedo.
—¿Y mañana,
encanto?
Todos la miraban
y ella, al ver que Tom se levantaba, respondió:
—Esta
semana me es imposible, Gustav. Lo siento.
Pero él
era insistente:
—Me ha
dicho Judith que te gusta la comida italiana, ¿es cierto?
—Sí.
—Pues
conozco un restaurante precioso que estoy seguro que te
encantaría
y a la pequeña Sami también. Venga, bonita, dame tu teléfono y
otro día
te llamo. Te aseguro que te gustará y que adorarás sus postres.
El golpe
que dio Tom al cerrar la nevera hizo que todos mirasen
hacia él.
¿Qué le ocurría? En ese instante, Bill decidió dar por finalizada la
charla y,
sin importarle lo que pensaran, dijo levantándose:
—Vamos, Gustav,
tienes que marcharte, colega.
Judith,
tan sorprendida como el aludido, miró a su marido y éste
insistió:
—Vamos,
Jud, lo acompañaremos a la puerta.
Sin entender
bien qué ocurría allí, Gustav se marchó y cuando Tom y
______ se
quedaron solos en la cocina, él, con semblante descompuesto, siseó:
—Si ese
tío te vuelve a pedir el teléfono, yo...
—Pero ¿qué
te pasa? —preguntó ______ al ver la tensión en su
mandíbula.
—¿Cómo que
qué me pasa? ¿Acaso no lo ves? ¿Recuerdas cómo te
sentiste
de furiosa el otro día al ver a Agneta? Pues así me siento yo ahora.
______ lo
entendió y aunque le gustó ver esos sentimientos en él, algo en
su
interior le dijo que eso traería problemas. Se levantó de la silla,
comprobó
que no había nadie cerca y, abrazando al hombre que le estaba
removiendo
el corazón, murmuró:
—Recuerda,
tú y yo esta noche... tu casa... tu cama... tu fresa...
Tom,
excitado, asintió y, buscando su boca, la arrinconó contra la
nevera y
la besó. La devoró. Necesitaba aquel contacto. Necesitaba su
sabor...
Cuando se había olvidado de todo, de pronto oyó:
—Vaya,
vaya, no veo que os hagáis la cobra el uno al otro.
______ y Tom
se miraron. Los habían pillado con las manos en la masa
y
volviéndose hacia Bill y Jud, que no les quitaban ojo, no supieron qué
decir,
hasta que ésta se volvió hacia su marido y le habló:
—Te he
dicho que antes de que terminara el día todo se aclararía.
Aquí
tienes esa tensión sexual... ya resuelta.
Bill soltó
una carcajada. Su mujer era tremenda y, sin poder
remediarlo,
ante las palabras de su amiga Tom se rió también.
Desconcertada,
______ los miraba y Judith, enseñándoles la foto del móvil en
la que se
los veía en el centro comercial, ironizó:
—¿Jugando
a las casitas?
Tom y _____,
alucinados, miraron lo que les mostraba mientras Judith
decía:
—Os vi el
otro día. ¿Recordáis cuando os llamé para invitaros a
comer?
—Ambos asintieron—. Pues yo estaba en una de las tiendas de
enfrente
de la que estabais vosotros. Por cierto, _____, ¿compraste muchas
chuches
para Sami? Y tú, Tom, ¿sigues a tope de trabajo?
Bill,
sorprendido, miró la foto y se sorprendió:
—¿Y por
qué no me lo habías dicho, pequeña?
—Porque se
lo hubieras cascado a tu amiguito y no habría podido
pillarlos.
Los dos
hombres volvieron a reír a carcajadas. Desde luego, aquella
pequeña
bruja los conocía muy bien.
Divertido
por su agudeza, Tom sonrió y dijo:
—De
acuerdo. No más mentiras. ______ y yo estamos juntos.
Bill y
Judith sonrieron a su vez y, mirando ésta a su amiga, preguntó:
—¿Y por
qué lo mantenéis en secreto?
Tom cogió
a ______ por la cintura y respondió feliz:
—Pregúntaselo
a ella, que es la del secretismo. No hay manera de que
me
presente a ninguno de sus amigos.
Judith, al
oír eso, miró a _____ y al ver su expresión, rápidamente
entendió
lo que estaba ocultando. Las dos mujeres cruzaron sus miradas y
_____ negó
con la cabeza. Judith asintió y dijo:
—Bueno...,
pues ahora que ya lo sabemos, se acabaron las mentiras
¿no?
Tom, sin
saber nada del tema, sonreía y bromeaba con Bill. Sin
embargo, _____,
agobiada, los interrumpió:
—Vamos a
ver... vamos a ver, esto no es lo que parece.
Todos la
miraron. Bill frunció el cejo, Judith dejó de sonreír y Tom,
descolocado,
preguntó:
—¿Qué has
dicho?
______ no
paraba de tocarse el pelo con el gesto contrariado.
—Ellos
creen que tú y yo estamos juntos —explicó—, pero no... no lo
estamos.
Simplemente nos hemos acostado algunas veces y ya está.
Judith, al
ver esa reacción, fue a decir algo, pero _____, mirándola, le
espetó:
—Judith,
¡cállate!
Su amiga
negó con la cabeza, disconforme con lo que ocultaba y
Tom,
alucinado por lo que ella había dicho, gritó:
—¿Cómo que
«y ya está»? ¿De qué estás hablando, ______?
Bill miró
a su mujer y cogiéndola de la cintura, murmuró:
—Creo que
aquí sobramos, pequeña. —Y mirando luego a su
desconcertado
amigo, le informó—: Estaremos en el salón.
Cuando se
quedaron solos en la cocina, Tom preguntó:
—¿Qué
ocurre, ____? —Ella no respondió y él insistió—: ¿Qué es eso
de que
«simplemente nos hemos acostado algunas veces y ya está»? Creía
que entre
tú y yo había algo especial. Tú misma me has dicho que me has
echado de
menos y...
—Y es
verdad —lo cortó ella—. Claro que te he echado de menos,
pero esto
va muy rápido y creo que nos podemos equivocar.
—¿Equivocar?
—¡Sí,
equivocar!
—Tú me
gustas, yo te gusto, ¿en qué nos estamos equivocando, me lo
puedes
decir?
Lo que
ocultaba no la dejaba vivir en paz y finalmente contestó:
—Mira, Tom,
podemos seguir viéndonos, pero sin presiones. Creo
que lo más
inteligente es que ambos continuemos con nuestras vidas y...
—Pero ¿qué
narices estás diciendo?
Molesta
por su tono de voz, _____ apretó los puños y siseó:
—No me
grites.
—¿Cómo
quieres que no te grite? Acabas de jorobar un momento
precioso
entre tú y yo. Acabas de tirar por tierra algo que... que... ¿No te
das
cuenta?
En ese
instante, Sami entró corriendo en la cocina y _____, al verla,
encontró
la manera de escapar. Cogió a la pequeña en brazos y dijo:
—Me tengo
que ir.
Tom le
cerró el paso con el brazo. No quería que se fuera. Tenían que
hablar y
ella, al ver su gesto enfadado, le advirtió:
—Tom,
tengo a Sami en brazos, ten cuidado con tu tono de voz y con
lo que vas
a decir.
Él la
entendió a la perfección y se quitó de en medio; ella salió por la
puerta y
se marchó.
Minutos
después, Judith entró y al ver a su amigo, susurró:
—Siento
mucho si lo he jorobado todo.
Tom,
totalmente descolocado por lo que había ocurrido, contestó:
—Tú no has
jorobado nada.
—Pero por
mi culpa habéis discutido —insistió ella.
Él miró a
su amiga, se encogió de hombros y dijo:
—Tranquila,
discutir con ______ no es difícil.
HOLA!! SIN ANIMOS DE PUBLICAR MAS PALABRAS ME DESPIDO, YA SABEN 4 O MAS AGREGO ... ADIOS
Ya (tn) dilo de una vez!!!
ResponderEliminarPobre Tom..
Siguelaa Virgii..
Porque estas sin animos??
Diache después que lo descubren pelean
ResponderEliminarTn debería decioenla vdd ya :o
Sube pronto
SIGUEEEE
ResponderEliminarSigue plizzzz
ResponderEliminarsorry x no haber comentado antes virgi pero ando sin computadora se me dano, pero he leido los caps x mi tlf y ahora te comento xq estoy usando la laptop de mi tio ya me compraran un cpu nuevo el ano que viene.. me encanto el cap ya tom esta a punto de descubrir que tn es militar.. espero el proximo cap y ps lo leere desde mi tlf mientras tanto, amo esta fic..
ResponderEliminarOoo dios porque no se lo dice de una buena ves ....... adoroooooooo la fic cada capi es mejor , hay tom q tiene q sufrir jijijiji bye cuidate muchoo y sube prontooo
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