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martes, 30 de diciembre de 2014

.- SORPRENDEME .- CAPITULOS 33 34 Y 35

MARATOM DE FIN DE AÑO!!! MAÑANA NO AGREGO HASTA EL 1 ASI QUE ESPEREN OTRO MARATOM DE COMIENZO DE AÑO 2015!!
CHICAS!! FELIZ AÑO NUEVO, QUE DIOS ME LAS BENDIGA SIEMPRE, GRACIAS POR ESTAR CONMIGO EN ESTE AÑO POR MEDIO DE LAS NOVES, DE VERDAD QUE SON IMPORTANTES PARA MI!! MAÑANA `PONGANSE BORRACHAS!! JUAJAJA DISFRUTEN EN COMPAÑIA DE LOS SUYOS, ESPERO QUE ME ACOMPAÑEN EL OTRO AÑO CON MAS HISTORIAS, PORQUE YO NO DEJO DE PUBLICAR EH? BUENO UN ABRAZO Y CUIDENSE MUCHO, SI MANEJAN NO BEBAN JAJAJA LO DIGO POR USTEDES PORQUE YO NO SE CONDUCIR xD ... BUENO ADIOS Y YA SABEN 4 O MAS Y AGREGO SINO NO ... ADIOS, POR CIERTO, YA PRONTO ACABARA LA NOVELA, YA PONDRE, ULTIMOS CAPITULOS!!! U.U ... AHORA SI ADIOS :))

33
____ se fue a Asturias a buscar a su hija. Al llegar allí, su abuela le
preguntó rápidamente por Tlomsito y ella consiguió sonreír e explicarle que
tenía que trabajar. Durante un par de días, eludió hablar del tema con su
madre, hasta que una tarde en la que _____ estaba en la playa con la niña,
Luján bajó con su esterilla, se sentó al lado y dijo:
—Muy bien, hija. Visto que no me lo cuentas, ¿qué ha ocurrido con
Tom?
Aiss, mamááááá. No quiero hablar de eso.
—Te ha descubierto, ¿verdad?
—Sí.
—Cuéntame qué ha ocurrido.
Desesperada, ____ se sinceró con ella. Le contó cómo él se había
enterado y lo mal que se lo había tomado. Una vez acabó, concluyó:
—Y eso es lo que ha ocurrido, mamá. Ya lo sabes todo.
Luján asintió y tras acariciar el cabello de su hija, comentó:
—Es una pena que piense así. Ese hombre, además de ser guapo, era
un buen partido para ti. Sólo había que ver cómo te miraba y miraba a
Sami para darse uno cuenta de que eras especial para él.
Era mamá. Lo has definido maravillosamente bien. Porque lo que
había entre él y yo ha desaparecido —puntualizó, tocándose el colgante en
forma de fresa que él le regaló.
Dos días después, regresó a Múnich algo más tranquila y una mañana,
tras dejar a Sami en la guardería, al pasar por una floristería sonrió al ver
unas preciosas rosas rojas de tallo largo. Eran como las que Tom le había
enviado durante mucho tiempo y no lo pensó. Entró en el establecimiento y
encargó que le llevasen una rosa en una caja.
Cuando el mensajero dejó en el bufete del señor Kaulitz la caja, su
secretaria se la llevó. Tom, al ver la rosa, frunció el entrecejo y blasfemó
al leer:

Una vez te dije que yo te regalaría flores. Espero que te guste.
_____

Durante unos segundos, Tom miró la flor y, ofuscado, le ordenó a su
secretaria que la devolviera a su destino. Cuando la flor llegó a la casa de
_____ sin ninguna nota, ella se quedó sin habla. ¡Qué grosero! Pero
dispuesta a quedarse por encima, bajó de nuevo a la floristería.
Esa misma mañana, cuando la secretaria de Tom entró con una nueva
caja, en esta ocasión más ancha, éste la miró incrédulo. A diferencia de la
otra vez, sonrió al ver un cactus de púas afiladas. Cogió la tarjeta y leyó:
Esto te va más, capullo.
Y ahora, si no quieres que te llame «capullo»... ¡dímelo!
____

Sin poder evitarlo, cogió aquel cactus de púas afiladas y lo colocó en
un lateral de su despacho. Después se sentó a la mesa y no pudo dejar de
mirarlo durante horas.
Sin dejarse vencer por lo que sentía, _____ lo siguió intentando. Se
hacía la encontradiza con él en la puerta de su casa, pero Tom ni la
miraba. Se encontraban en el quiosco de prensa los domingos, pero él sólo
saludaba a Sami. Hizo todo, todo lo que pudo para que Tom hablara con
ella, pero éste le daba a entender con su desprecio que parase. No quería
saber nada de ella y finalmente _____ lo aceptó.
Una tarde, mientras merendaba con Judith en una cafetería, exclamó:
—¡Se acabó! No puedo más.
Su amiga, desolada por lo que ella le había contado, suspiró y dijo:
—La verdad, creía que Tom reaccionaría.
—Te juro que si sigo arrastrándome así, me hago yo misma el
harakiri. Vale, asumo que le oculté que soy militar, pero joderrrrrrrr..., ¡ya
no puedo arrastrarme más! Por lo tanto, doy el tema Tom por finiquitado
por mucho que me duela el corazón. Si superé lo de Mike, podré superar lo
de él.
—Me joroba decirlo, pero creo que tienes razón —afirmó Judith—.
Yo en tu lugar ya le habría cogido del pescuezo y seguramente matado. Y
mira que a Bill a cabezón no lo gana nadie. Pero ahora, tras ver a Tom,
comienzo a dudarlo.
Con un movimiento mecánico, ____ se quitó el colgante en forma de
fresa que llevaba colgado del cuello y, mirándolo, susurró:
—Se acabó. Ahora sí que se acabó. Le haré llegar este maldito
colgante y después normalizaré mi vida y continuaré viviendo, ¡que no es
poco!
En ese instante, sonó el teléfono de Judith.
—Hola, Marta. —Y tras un silencio, añadió—: ¡Genial! ¿El sábado?
Bien...bien... Me apunto y se apunta una amiga mía. Nos vemos allí sobre
las diez, ¿te parece?
Cuando colgó, miró a _____ y preguntó:
—¿El sábado tienes algo que hacer?
—Nada. Estaré con Sami.
Judith, sonriendo, le guiñó un ojo y le expuso:
—El sábado, Sami se quedará con tu vecina o en mi casa. Acabo de
quedar con mi cuñada Marta y unos amigos para ir a bailar y tomar unas
copas a un bar cubano llamado Guantanamera, ¿lo conoces?
—No.
Judith sonrió e intentó animarla:
—Ponte guapa y sexy, que este sábado vas a gritar «¡Azúcar!».

34
Esa noche, cuando Bill supo los planes de su mujer, de entrada se
molestó. No le gustaba que fuera a aquel antro cubano.
—He dicho que no Jud, no vas a ir —insistió, sentado a la mesa de su
despacho—. Estás embarazada, por el amor de Dios. ¿Qué pretendes, beber
mojitos y gritar «¡Azúcar!» con mi hermana como haces siempre?
—La verdad es que lo de los mojitos me tienta y gritar «¡Azúcar!» ni
te cuento —se mofó.
Bill, ofuscado, miró a la loca de su mujer y cuando fue a protestar,
ella, en tono dulzón, le soltó:
—¡Ya tú sabes, mi amol!
Incrédulo por su poca vergüenza fue de nuevo a protestar cuando
Judith, sentándose sobre él, dijo:
—Cariño, simplemente quiero salir a divertirme con mis amigas. No
pretendo ser la reina de la pista, ni beber un solo mojito. Sólo quiero pasar
un rato agradable y diferente antes de que nazca Conguito.
—He dicho que no, Jud. Y no es no.
Pero ella lo tenía claro, iría le gustara a él o no y, llevándolo por
donde sabía que tenía que llevarlo para conseguir lo que deseaba, le dijo,
acercándose:
—Vamos a ver, cariño...
—No. No vamos a ver nada. Y no te pongas zalamera que te conozco,
morenita. Sabes que no me gusta que vayas allí y...
Pero no pudo continuar. Jud, acercando su boca a la de él, murmuró:
—Escúchame, cariño.
—No. No piens...
Besándolo con pasión, lo hizo callar y cuando se separó de su boca,
añadió:
—Vayamos juntos.
—¿A ese antro? Ni loco.
Jud soltó una carcajada y, paseando su lengua por la boca de él,
cuchicheó mientras se apretaba contra su cuerpo:
—Ese lugar te excita, piensa en cómo a nuestro regreso haremos el
amor. Echaremos el pestillo de la habitación y tú y yo jugaremos y lo
pasaremos bien y...
—Jud...
Escuchar aquello lo tentaba. Siempre que regresaban del
Guantanamera lo pasaban bien reconciliándose. Era un clásico.
—Vamos, Iceman, dame ese capricho. Prometiste que cada cierto
tiempo me acompañarías a mi local preferido. Venga..., dime que sí. Estoy
embarazada y no me puedes decir que no. Mira que si el niño por un antojo
sale con acento cubano, ¡será culpa tuya!
Esas palabras lo hicieron sonreír y Jud, que lo conocía mejor que
nadie, insistió:
—Venga, cariño. Sabes que me gusta bailar. Es más, si quieres invita
a Tom para que venga también, así estarás más acompañado. Seguro que
lo pasamos genial.
Incapaz de negárselo, se dio por vencido y, sonriendo, preguntó:
—¿Irá ____? —Judith asintió y Bill, divertido, la acusó—: Pequeña,
eres una lianta ¿Qué pretendes que ocurra?
—De entrada, que se encuentren. Si nosotros no hacemos algo, esos
dos nunca se reconciliarán.
—Jud... no.
—Cariño, piensa. Tom nos ayudó mucho a nosotros, ¿por qué no
ayudarle ahora a él?
—Porque no sé si ____ es la chica que necesita. ¿Te parece buena
contestación?
Jud soltó una carcajada y, besando a su marido, preguntó:
—¿Y por qué sabía él que yo era la persona que tú necesitabas? —Bill
no contestó y ella insistió—: ¿Quizá porque te vio descolocado? ¿Quizá
porque se percató de que yo era especial para ti? Vamos a ver, cariño,
desde que conoces a Tom ¿alguna vez te ha hablado de alguna mujer
como te habló de ____? ¿Alguna vez lo has visto tan afectado por alguna
como lo está ahora? ¿De verdad no ves que _____ le gusta y mucho?
Bill no respondió. Simplemente se acercó a la boca de su mujer, le
chupó el labio superior, después el inferior y, tras darle un mordisquito,
murmuró:
—Morenita..., eres una bruja.
Divertida, ella asintió.
—Y a ti te gusta que lo sea, ¿verdad?
—Me encanta...
Bill la besó con el morbo que siempre había entre ellos y cuando sus
labios se separaron, preguntó:
—¿Y si Tom no reacciona bien al verla?
Jud, deseosa de seguir saboreando sus labios, lo reprendió:
—Iceman, ahora olvídate de todo y céntrate en mí.

35
El sábado, tras dejar a Sami con la vecina, ____ llegó al local donde
había quedado con su amiga y se sorprendió al ver a Bill allí. Después de
saludarla, Jud le presentó a sus amigos y, divertida, vio cómo instantes
después _____ ya estaba bailando con Reinaldo.
Cuando Tom llegó, Jud sonrió, pero el gesto se le torció al ver a su
lado a Agneta y, acercándose a su marido, preguntó:
—¿Qué hace Foski aquí?
Reprimiendo una sonrisa, Bill, acercó su boca a su oreja y respondió
con su acentazo alemán:
—¡Ya tú sabes, mi amol!
Se quedó boquiabierta al oírle decir eso y Bill, soltando una
carcajada, explicó:
—Cariño, cuando le propuse que viniera, no le pude decir que viniera
solo. Lo conozco y rápidamente hubiera sospechado.
—Joder —murmuró Jud, molesta.
Miró hacia la pista donde ____ seguía bailando con Reinaldo y cuando
Tom y su acompañante se acercaron a ellos, Judith los saludó con una
forzada sonrisa. Pidieron unos mojitos y cuando los estaban bebiendo,
llegó ____, divertida, junto a Marta, y dijo sin percatarse de los recién
llegados:
—Madre mía, Judith, qué bien baila Reinaldo.
—Es una pasada —convino ella.
—Pues espera a bailar con Máximo —comentó Marta—. Entre lo
bueno que está y lo bien que baila, te aseguro que no te dejará indiferente.
—¿Queréis algo de beber? —preguntó Bill.
—Hombre, Tom —gritó Marta—, no te había visto. ¿Cuándo has
llegado, guapetón?
A ____ se le puso la carne de gallina. ¿Tom? ¿Dónde estaba? Y
mirando a su derecha, lo vio tras Bill. Sonriendo a pesar de la desolación
que sentía, movió la cabeza a modo de saludo.
A Agneta, al verla allí, le entraron todos los males. Aquella mujer
había sido la que había separado a Tom de ella en los últimos meses y,
agarrándolo del brazo, marcó su territorio.
Ese gesto no pasó desapercibido para nadie y menos para _____, que,
indiferente, pidió al camarero una bebida:
—Un Bacardi con Coca-Cola.
Durante un buen rato, todos hablaron. _____ y Tom no se dirigieron la
palabra, pero sus miradas cargadas de reproches se encontraron en varias
ocasiones. Judith, al verlo, intentó mediar entre ellos.
—Tom, no he visto que saludaras a _____.
—Tengo ojos, no soy idiota —repuso él.
_____, al oírlo, con toda la mala leche del mundo lo miró y dijo:
—De eso, muñeco, no estoy muy segura.
Sorprendido de que ella volviera al juego de antaño, fue a contestar,
pero _____ fue más rápida y se marchó a bailar con Reinaldo.
No pensaba aguantar un segundo más las carantoñas que la rubia
idiota que colgaba del brazo de Tom le hacía a éste.
Jud, que se había percatado de todo, cuando vio que Agneta se
marchaba al baño, se acercó a su amigo y cuchicheó:
—Eres tonto.
—Gracias, Jud. ¡Tus piropos me encantan!
—Pero ¿no ves que ____ está aquí?
Con gesto incómodo, él la miró y respondió:
—Por mí, como si se la traga la Tierra.
Irritada por su indiferencia, insistió:
—_____ vale mil veces más que Foski, ¿no te das cuenta?
Él sonrió con amargura y sin ganas de entrar en el tema, objetó:
—Agneta me da todo lo que quiero y no miente. Con eso me vale.
—¡Sexo!... vale —replicó Judith—. Pero te conozco y sé que no lo
estás pasando bien. ____ te gusta y ella te puede dar sexo y amor. No seas
cabezota.
La palabra «amor» le cayó como un jarro de agua fría y, apretando los
dientes, clavó una furiosa mirada en Jud y siseó:
—¿Qué tal si no te metes donde no te llaman, queridísima Judith, y
por una vez en la vida ¡puedes olvidarte de que existo!?
Esa contestación y cómo la miró, dolieron a Jud. Nunca, en todo el
tiempo que se conocían, le había hablado así y, mirando a su cuñada Marta,
que conversaba con Bill, dijo:
—Marta, acaba de llegar Máximo.
—¿Dónde está Don Torso Perfecto?
—Allí —respondió Jud, señalando.
Máximo, un argentino guapo y galante hasta rabiar, saludaba a unas
chicas de la entrada cuando Marta informó:
—Ha roto con Anita y se siente muy solo. Ayer estuvo en casa con
Arthur y conmigo.
Bill miró a su mujer y ésta, haciéndole reír, respondió:
—Pero ¿qué me dices? —Y levantando la voz para que Tom la oyera,
propuso—: Presentémosle a _____. Seguro que se caen muy bien.
Las dos mujeres se marcharon. Bill miró a su amigo y, con
complicidad, preguntó:
—¿Otra copa?
Tom asintió y cuando el camarero dejó ante ellos la bebida, Bill
carraspeó.
—Hablando de mi mujer. ¿Eres consciente de lo que acabas de hacer
esta noche?
Al ver que Tom no se había percatado, aclaró:
—Jud está muy, pero que muy molesta contigo con tu contestación.
Ya sabes, ¡las hormonas! La conozco y esto traerá consecuencias.
—Joder —murmuró Tom.
—Y la primera consecuencia —continuó Bill— es Don Torso
Perfecto.
—¿Quién?
—Máximo, el caprichito de las nenas, ¿no lo conoces?
Bloqueado porque hubiera otro caprichito que no fuera él, se interesó:
—¿Y ése quién es?
Siguiendo la dirección de su mirada, Tom se tensó al ver a ____
dándole dos besos a un guaperas con estilo. Se percató de cómo sonreía él
ante la presencia de la joven y le molestó cómo rápidamente la agarró de la
cintura y la invitó a bailar.
Bill, divertido por cómo se le abrían las aletas de la nariz, se acercó a
él y le informó:
—Ése es Máximo. Y por lo que sé de él, ¡las vuelve locas!
El resto de la noche fue una auténtica tortura para Tom. ____ parecía
haber encontrado al hombre que le seguía el juego y no paró de bailar y reír
con él.
La vio moverse con él, gritar «¡Azúcar!» con las locas de Judith y
Marta y fue testigo de cómo el alcohol comenzaba a hacer mella en ella y
en su sensual forma de bailar. Bill, que observaba en silencio todo lo que
ocurría, al ver cómo su buen amigo tensaba la mandíbula, murmuró:
—Cuando tú quieras, damos la noche por finalizada.
Tom negó con la cabeza e intentó sonreírle a Agneta. Ésta bailaba
insinuándosele, pero no tenía ni de lejos la sensualidad que desprendía
_____.
La música cambió y el disc-jockey comenzó a pinchar a los Orishas,
un grupo cubano que por allí gustaba mucho. Cuando sonó la canción
Cuba, todo el mundo bailó y cantó y cuando ésta acabó, las chicas se
acercaron hasta donde estaba el resto del grupo y pidieron algo de beber.
_____ cogió uno de los mojitos y, tras darle un trago que le supo a gloria,
oyó decir detrás de ella:
—¿No crees que estás bebiendo demasiado?
Sorprendida, se volvió y, al ver a Tom, levantó las cejas. Mirando a
un lado y a otro, preguntó:
—¿Es a mí a quien hablas?
—Sí.
Alucinada sonrió y murmuró:
—Serás capullo.
A Tom le molestó oír esa palabra. Ella sabía que no le gustaba que lo
llamara así e, intentando llamar su atención, dijo:
—Ayer me llegó por mensajero tu colgante.
_____ asintió y, tras beber otro trago, replicó:
—No es mi colgante, es tu colgante. Digamos que yo te he devuelto tu
fresa con el mismo desprecio con que tú me has devuelto a mí la mía.
Ahora estamos en paz, ¿no crees?
Molesto, no respondió y _____, encogiéndose de hombros, soltó una
risotada y siseó:
—Que no te quite nada el sueño, capullo... ya me he dado por enterada
que pasas de mí. Por lo tanto, tranquilo, lo superaré. Nadie es indispensable
en esta jodida vida.
Bebió otro trago y un golpe de una joven al pasar por su lado la hizo
dar un traspié, Tom la sujetó antes de que cayera al suelo.
Al notar sus manos en su cintura desnuda, sintió que el vello se le
ponía de punta y cuando él la soltó, sólo pudo murmurar:
—¡Azúcar!
Tom no contestó. El olor a fresas que desprendía se le había metido
en las fosas nasales y dándose la vuelta, decidió alejarse cuando oyó decir:
—Como vuelvas a tocarlo, vas a tener un problema.
Sorprendido al escuchar la vocecita de Agneta, se volvió y vio que
_____ le advertía:
—Como no me sueltes el brazo, el dentista se va a forrar contigo.
—Agneta, ¿qué haces?—preguntó Tom.
____, con una torcida sonrisa, lo miró y le aconsejó:
—Controla a Foski o esta noche sale sin dientes del local ¡Oh... sí!
Dicho esto, se alejó. Continuó bailando y disfrutando de la noche
mientras ellos dos discutían.
Una hora más tarde, entró en el baño para refrescarse e instantes
después la idiota de Agneta, con ganas de liarla, entró también y gritó:
—¿Quién te has creído que eres?
_____ la miró de arriba abajo y, sin moverse del sitio, respondió:
—De momento, la teniente _____ Parker, y como no saques tu
culito de perra en celo ahora mismo de aquí, me voy a enfadar. Y yo
cuando me enfado, soy muy... muy malota.
—¿Me estás amenazando?
_____ se miró en el espejo y con una chulería propia de ella, asintió:
—Sí. Definitivamente, sí. Creo que te voy a coger del moño, te voy a
arrastrar por el suelo y...
Asustada, la otra se marchó despavorida y ____ soltó una carcajada. Se
estaba mojando el pelo cuando la puerta se abrió de nuevo, dejando paso a
un furioso Tom.
—James Bond... éste es el baño de mujeres y si vienes a buscar a
Foski, me complace decirte que acaba de salir de aquí hace apenas unos
segundos.
Sin contestar, él la agarró del brazo y, arrinconándola contra la pared,
preguntó:
—¿Qué le has hecho a Agneta?
—¿Yooooooooooo?
—Dice que la has agredido.
_____ sonrió y, consciente de su cercanía, contestó:
—Te aseguro que si yo a ésa la agredo, no le dejo ni la lengua para
contártelo.
Tom, molesto al ver que Agneta le había mentido, le advirtió:
—Aléjate de ella y de mí. Tú y yo no tenemos nada que hacer.
_____, sin querer contener sus impulsos, lo paró, se acercó a él y,
poniéndose de puntillas, lo contradijo:
—Oh, sí, nene... Hay un par de cosas que podemos hacer.
Bloqueado, Tom vio cómo acercaba su boca a la suya para besarlo.
Reclamó sus labios como sólo ella sabía y él respondió. Sin hablar. Sin
apenas mirarse, la cogió entre sus brazos y la apretó contra él. El morbo
estaba servido. Durante varios minutos, mientras la gente seguía
divirtiéndose fuera, ellos dos se besaron con auténtica pasión. Sin
delicadeza, _____ posó su mano sobre su entrepierna y susurró:
—Vamos, muñeco..., dame eso que quiero y tú deseas.
Tom comenzó a perder la razón. ¿Qué estaba haciendo? Su cuerpo
parecía moverse solo y al sentir la lengua de ella en su boca, se apretó
contra ____ justo en el momento en que la puerta del baño se abría. Eso lo
hizo regresar a la realidad.
Como si le quemara los labios, la soltó, la miró y siseó antes de salir:
—No bebas más o terminarás muy mal.
Cuando él se marchó y entró la mujer que había abierto la puerta, _____
respiraba con dificultad. Ansiaba aquellos labios, aquellas grandes manos
que le habían recorrido el cuerpo. Lo necesitaba. Pero volviendo a la
realidad, como Tom había hecho segundos antes, abrió la puerta y salió a
la sala para pasarlo bien.
Máximo, disfrutando de la locura y frescura de la joven, al verla
aparecer la agarró para tomar algo con ella. El disc-jockey pinchó de nuevo
a los Orishas. Al oír la canción Nací Orishas, Máximo agarró las caderas
de ____ y salieron a bailar a la pista mientras cantaban...

Yo nací Orishas en el underground.
Oye si de cayo hueso si tu bare.
Yo nací Orishas en el underground...

Tom, desde la barra, los observó. No podía apartar la vista de ellos.
_____ se contoneaba ante aquel joven, mientras él se arrimaba a ella
paseando las manos por su cuerpo. Era algo que no quería ver, pero no
podía dejar de mirar. Contemplar cómo el tatuaje de su espalda se movía y
aquel imbécil lo tocaba lo estaba poniendo enfermo.
Cuando acabó la canción, comenzó otra y ellos continuaron bailando
tan felices. El cabreo de Tom fue en aumento. ____, por su parte, no se
volvió a acercar al grupo donde estaban él y su caniche. Se negaba a verlos.
De madrugada, cuando Bill y Tom hablaron de marcharse, Jud
asintió. Estaba cansada y, acercándose a su amiga, se despidió de ella.
Tom al ver que todos se iban excepto _____, al salir se paró junto a Jud y le
preguntó:
—¿____ se queda?
—Ajá...
—Pero todos nos vamos...
Sin sorprenderse mucho, Jud miró a su amigo y respondió:
—Se queda en muy buena compañía, imbécil. —Y al intuir que él iba
a decir algo más, añadió molesta—: Queridísimo Tom, ¿qué tal si te piras
con Fosky a darle su pienso, dejas a _____ tranquila y no te metes donde no
te llaman?
Dicho esto, Judith se agarró al brazo de su cuñada y Bill, acercándose
a su amigo, cuchicheó:

—Te lo he dicho..., ahí tienes otra consecuencia.

6 comentarios:

  1. Omg Ajajajajaj cada dia esta mejor la novela *-*
    Sube pronto :)

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  2. Tom va a caer Ajajajajaj le da rabia ver a tn con otro jiji
    Sube pronto
    Me encantas tus fic
    Feliz año nuevo para ti también
    :D

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  3. Bien echo (tn) ya hiciste todo pir volver con el.. No estaras de arrastraa tampocoo..

    Sihuela..

    Feliz año Virgii. Un abrazoteee. Que la pases muy bien :)
    Y obvioo yo estare aqui como lectora siempree!! *.*

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  4. Feliz año nuevo para ti también
    Pasa súper
    Estaremos contigo en el 2015 hasta mas Ajajajajaj :)

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  5. Oooo feliz año nuevooo , te mando un abrazooooo. Y. Este q comienza sea incleible y obvioo estaree contigo. Este año .
    Tom ya se esta arrepintiendo de haberla tratado tann mal. Juujujuju. Sube prontoooo bye cuidate un besooo

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  6. Me encantooooooo virgii feliz añoooo y ps Tom ya se esta arrepintiendo x haberla rechazado, espero los próximos caps y te deseo lo mejor del mundo..

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