6
El domingo, cuando Tom
llegó a la casa de sus amigos Bill y Judith
en su nuevo Aston Martin
y con la compañía de Agneta, tuvo que hacer
esfuerzos para no reír al
ver la cara de su amiga Judith. Estaba más que
claro que ella y su
acompañante no estaban en la misma onda.
Tras saludar y enseñarles
el nuevo coche, Bill invitó a Agneta a entrar
en el salón y Judith,
agarrándolo a él del brazo, musitó:
—No entiendo qué ves en
Fosqui.
Tom rió al escuchar el
mote por el que la llamaba y contestó:
—Es mona y me divierto
con ella. Por cierto, le prometí que no la
incomodarías, por lo
tanto, compórtate, preciosa, ¿vale?
Judith puso los ojos en
blanco y, sonriendo, dijo:
—Ésa es tonta..., pero
tonta de manual.
—Jud... no empieces.
—Por Dios, Tom, ¿cómo te
puedes divertir con ese caniche
estreñido? Es la tía más
sosa que he conocido en mi vida.
Él soltó una risotada.
Judith era única. Estaba claro que Agneta y ella
nunca serían amigas y
respondió:
—En la cama es de todo
menos sosa.
Judith frunció el cejo y
replicó:
—Desde luego, qué básicos
que sois a veces los tíos. La tía es una
borde que te puedes
morir, ¿y porque es una fiera en la cama sigues con
ella?
—Conmigo no es borde.
—Contigo normal —rió ella—.
Pero con el resto de la humanidad es
una estúpida que ni te
cuento. Ya puedes controlarla o esta noche se va
calientita de aquí.
Recuerda que la última vez que nos vimos, la tía idiota se
permitió el lujo de
llamarme asesina porque me gustan los filetes de
ternera, y que conste que
no le dije lo que pensaba yo de ella porque era tu
acompañante.
—Agneta es vegetariana.
No se lo tomes en cuenta.
—Pero joder, Tom, ¿por qué
la tienes que traer aquí?
Muerto de risa, él abrazó
a su amiga y respondió:
—La he traído para
hacerte rabiar, ¡sos tonta! Pero tranquila, se
comportará si tú haces lo
mismo.
Al oírlo, Judith sonrió y
cuchicheó con complicidad:
—Serás gilipollas...
Entre risas entraron al
salón, donde había más invitados. Bill y Jud
los fueron presentando a
todos y, cuando llegaron a una joven que tenía en
brazos al pequeño Eric,
divertida, Jud preguntó:
—¿Recuerdas a ________?
Tom miró a la joven
vestida con vaqueros y jersey negro de cuello
vuelto y negó con la
cabeza. Judith prosiguió:
—Es una amiga española.
¿Él conocía a aquella guapa
mujer española y no tenía su teléfono?
¡Imposible!
Aquella morenaza de pelo corto
y negro como el azabache no le
hubiera pasado
desapercibida. Con curiosidad, paseó la mirada por su
cuerpo. Los vaqueros le
quedaban muy bien y el jersey negro le marcaba
unos bonitos y tentadores
pechos que deseó tocar. Estaba observándola
abstraído cuando de
pronto oyó:
—¡Hombre, pero si es el
mismísimo James Bond!
Al oír eso, Tom cambió el
gesto y rápidamente supo quién era
aquella mujer. Su mente
se reactivó en décimas de segundo y la identificó como la
chula que meses atrás
ayudó a Judith a salir del ascensor y la llevó al
hospital el día de su
parto. Por ello, y sin muchas ganas de confraternizar
con ella, siseó:
—Vaya... vaya... pero si
es Superwoman.
_______, al contrario que
él, al oírlo abrió la boca y, sorprendida,
contestó:
—Ostras, ¿cómo me has
reconocido?
Tom, desconcertado por la
guasa en la cara de la joven, preguntó:
—¿Dónde te has dejado el
disfraz, guapa?
______ cruzó una mirada
divertida con Judith y, clavando sus ojazos
negros en los de él,
respondió acercándosele:
—En el Batmóvil, capullo.
Pero, chis..., no digas nada. Lo tengo allí
por si debo salvar el
mundo de cualquier espía que esté al servicio de la
Inteligencia británica.
Judith soltó una
carcajada. Ver la expresión de Tom no era para
menos. No entendía qué le
ocurría a su buen amigo con aquella chica, pero la
divertía. Tom era un tipo
con un humor excelente y, por lo que veía, _____
también, pero él se
negaba a entrar en su juego. Finalmente, sin muchas
ganas de hablar, lo vio
darse la vuelta y marcharse a hablar con Bill.
______ dejó al pequeño
Eric en la sillita y, mirando a Jud, preguntó:
—¿Crees que todavía me
odia por no haberte llevado él al hospital
aquel día?
Judith se encogió de
hombros y, segura de lo que decía, respondió:
—Sólo te diré que es el
mejor tipo que conozco después de mi marido,
y que no entiendo por qué
reacciona así contigo.
En ese momento se oyó
ruido de cristales estrellándose contra el
suelo. A Agneta se le había
caído un vaso y éste se había hecho añicos.
Rápidamente, ______ buscó
a su hija. La encontró justo al lado del estropicio,
llorando, y corrió hacia
ella. Aunque antes de llegar, observó cómo la
pequeña se agarraba al
vestido de Agneta y ésta, de un tirón, se apartaba de
su lado, lo que hizo que
la niña se cayera.
Tom intentó coger a la
pequeña al vuelo, pero finalmente acabó
sentada en el suelo. Al
verla llorar, él se agachó, plantó una de sus manos
en el suelo y la cogió.
—Ya está, cariño... no
pasa nada —susurró _______, quitándole a la
niña de los brazos,
mientras pensaba que aquella mujer, la tal Agneta, era
una idiota.
La pequeña, asustada,
continuaba llorando y la corona rosa de
princesa que llevaba en
la cabeza se le cayó al suelo y Tom la cogió.
Todos la miraban y ______,
olvidándose de todo, la acunó hasta que se le
pasó. Lo importante era
su hija, el resto le daba igual. Cuando Sami se
tranquilizó, le enseñó
uno de sus diminutos dedos y cuchicheó:
—Teno
pupa.
Al verle sangre, ______
actuó con celeridad. Cogió una servilleta y, con
delicadeza, la limpió. No
era nada grave. Sólo un pequeño cortecito, pero
mirando a su pequeña,
dijo, caminando hacia su enorme bolso:
—Vamos, cariño, mamá te
curará.
Bill, que estaba junto a
su mujer, rápidamente le indicó que pasara a
la cocina y allí sacó de
un armario un pequeño botiquín.
Con cariño, _______ y
Judith atendieron a la pequeña, le dieron una onza
de chocolate y le
pusieron una tirita de las Princesas Disney en el dedo.
Pero ella quería que su
madre pronunciara las palabras mágicas por lo que,
cuando le enseñó el dedo,
_______ sonrió y dijo:
—La Bella Durmiente te
curará, mágicamente y el dolor se irá,
¡tachán... chán... chán!,
para no volver más.
Sami soltó una carcajada
y ______ comentó, mirando a su amiga:
—Si me llegan a decir que
yo iba a hacer estas cursiladas por mi hija,
nunca lo hubiera creído.
Ambas rieron y cuando
regresaron al salón, todos las observaron. _____
llevaba a la pequeña en
brazos:
—Sami, diles a todos que
estás bien —la animó mirándolos.
Mientras la dejaba en el
suelo, la rubita de ojos negros, con una
enorme sonrisa, les enseñó
el dedo con la tirita y murmuró:
—Toy
bien.
Todos sonrieron y Tom,
acercándose a ella, se agachó y preguntó:
—¿Cómo te llamas?
Ella pestañeó con gracia
y respondió, agarrada a las piernas de su
madre:
—Pinsesa
Sami.
_______ añadió, protegiéndola
con cariño:
—Se llama Samantha. La
llamamos cariñosamente Sami y ella se ha
otorgado el rango de
princesa.
Tom, divertido por el
desparpajo de la pequeña, asintió y,
enseñándole la corona que
se le había caído, preguntó:
—Esto seguro de que es
tuyo, ¿verdad?
La niña, encantada,
asintió. Se la quitó de las manos, se la colocó en la
cabeza y aclaró:
—Soy una pinsesa.
Él sonrió y ella, acercándose,
puso morritos y, sin dudarlo, le plantó
un sonoro beso en la cara
que hizo reír a casi todos. A Tom el primero.
Enternecida por ese beso,
_______ sonrió y cuando la pequeña se alejó
corriendo, cogió una
servilleta, limpió el carrillo de Tom manchado de
chocolate y, ante el
gesto de sorpresa de éste, le pidió:
—Enséñame la mano.
—¿Para qué?
—Dame la mano —insistió ______.
Tom, al ver que todos lo
miraban, claudicó y lo hizo. Ella, dándole la
vuelta con cuidado,
observó la palma y le comunicó:
—Te has clavado un pequeño
cristalito. No te muevas y te lo quitaré.
Divertido por aquello, él
se mofó:
—Esto es como lo de la
espinita. ¿Si me la quitas seremos amigos
eternamente?
_______ lo miró y agregó:
—Lo dudo.
Sin moverse, la observó y
vio cómo ella, con delicadeza, lo limpiaba y
le retiraba un pequeño
cristal incrustado en la piel. Una pequeña gotita de
sangre salió y _______,
sin pensarlo, cogió una tirita rosa de las Princesas
Disney como la que le había
puesto a su hija y se la colocó.
—Pinsesassssssssssss
—aplaudió
la niña, acercándose.
Cuando _______ acabó, lo
miró y, divertida, dijo al ver que su hija los
observaba:
—Que sepas que la Bella
Durmiente te curará mágicamente y el dolor
se irá, ¡tachán... chán...
chán!, para no volver más.
Alucinado por aquellas
tontas palabras, Tom la miró y, parpadeando,
dijo:
—Estarás de coña, ¿no?
_______, al ver que su
hija los observaba con atención, cuchicheó:
—Disimula y sonríe. Sami
nos está mirando y cree en el poder de esas
palabras.
Él, al ver a la pequeña
con su coronita rosa de plumas a su lado, sonrió
y, centrando de nuevo su
atención en la madre de la criatura, susurró:
—¿Qué tal si la Bella
Durmiente me cura otra cosa?
—¿El cerebro quizá?
Ambos se miraron y con
una torcida sonrisa, Tom respondió:
—Si quieres llamarlo así,
no me importa, y a él tampoco.
_______ soltó una
carcajada y, agachándose para mirar a su hija, musitó:
—Capullo.
Tom, divertido por lo
ocurrido, sonrió, mientras _______ bromeaba con
su pequeña, cuando
Agneta, a su lado, se lamentó:
—¡Maldita niña! Por su
culpa me he manchado el vestido.
_______, al oír ese
comentario, se enervó. ¿Quién había dicho eso?
Al levantar los ojos, vio
que se trataba de la acompañante de James
Bond, y antes de que
pudiera responder, Judith, que la había oído también,
replicó con voz
desafiante:
—Lo importante es que la
niña esté bien, no tu vestido, Agneta.
Ésta suspiró y, cuando
vio que Judith se alejaba, miró a Tom, que
estaba a su lado, y
protestó:
—Tu amiguita, la simpática,
como siempre poniéndose de parte de
todos menos de la mía.
Esa mocosa me ha manchado el vestido con su
sangre y ahora resulta
que yo no puedo protestar.
______ no pudo callar y,
mirándola, respondió:
—Siento que mi hija te
haya manchado tu bonito vestido, pero en su
defensa te diré que lo ha
hecho sin querer. Por otro lado, ten cuidado con lo
que dices, porque soy su
madre y me puedo ofender si la vuelves a llamar
«mocosa». Y antes de que
digas nada más, te diré que mi hija tiene dos
años y medio y aún es un
bebé y tú tienes al menos cuarenta años y la
mentalidad para razonar y
entender las cosas.
Ese comentario hizo sonreír
a Tom, pero disimuló. Estaba claro que
la nueva amiga de Jud no
se callaba una.
—¡Tengo treinta y dos años!
—saltó Agneta, tremendamente
ofendida.
—¿En serio? —preguntó ______
con guasa.
—Sí —afirmó la otra, ceñuda.
—¿No me engañas? —insistió
la joven.
Agneta, echando humo por
las orejas porque todos la miraban
cuestionando su edad,
aclaró con gesto contrariado:
—Treinta y dos. Ni uno más.
________, divertida,
asintió y murmuró con malicia mientras se alejaba:
—Vaya... pues qué mal te
conservas.
Inconscientemente, Tom
volvió a sonreír. Le gustara o no, aquella
mujer tenía su gracia y
se lo acababa de demostrar. Con disimulo, la siguió
con la vista y recorrió
lentamente su cuerpo. Se paró en su trasero. Era de
lo más tentador. Agneta,
a su lado, siguió dando explicaciones de su edad.
Cuando todos se
marcharon, miró a Tom y, molesta, musitó:
—Esa mujer es una borde.
—¿Quién? —preguntó él,
aun sabiendo la respuesta.
—La morena. La madre de
la mocosa.
Tom, al ver la sonrisita
en la cara de su amiga Judith, le enseñó la
tirita de las princesas y
ésta se carcajeó. Después agarró a Agneta por la
cintura y le dijo:
—Ven, vamos a beber algo.
Unbuen rato después,
todos se relajaron y pasaron al gran salón para
disfrutar de la comida.
Como siempre, Simona les preparó unos exquisitos
manjares que todos
degustaron con deleite. Sin poder remediarlo, la mirada
de Tom voló hacia _______,
pero nunca conseguía que sus ojos conectaran.
Eso lo molestó. Aquella
mujer sólo parecía tener ojos para su pequeña.
Una vez acabaron el
almuerzo, los comensales comenzaron a hablar y
Judith, tras darle un
cariñoso beso a su marido, se levantó de la mesa y se
encaminó hacia otro salón
para ver a su hijo. Antes de entrar, vio por la
ventanita de la puerta a ______
sola en la cocina. Al entrar, un olor llamó su
atención y preguntó:
—¿Estás fumando?
Con la ventana abierta,_____
la miró y, antes de que pudiera responder,
Judith se acercó y ella
susurró:
—¿Tú fumas?
Jud sonrió.
—Sólo de vez en cuando o
cuando quiero enfadar a Bill.
Entre risas, se sentaron
a la mesa de la cocina.
—¿Se ha dormido Sami?
—Sí, y tu hijo también. —Ambas
sonrieron y ______ añadió con la
corona de plumas de su
hija en la mano—: Simona me ha dicho que no nos
preocupemos por nada.
Ella estará en el salón por si se despiertan.
—Ay, mi Simona —suspiró
Judith, al pensar en aquella mujer a la que
tanto adoraba—. Sin ella
mi vida no sería igual.
Simona y su marido,
Norbert, vivían en la casa y se ocupaban de que
todo estuviera bien; era
maravillosa. Jud se levantó.
—¿Qué quieres beber? Yo
me muero por una Coca-Cola —preguntó a
_______ abriendo la
nevera.
—Otra Coca-Cola, como tú.
Judith las sirvió y ______
dejó la coronita sobre la mesa y le ofreció otro
cigarrillo. Judith aceptó
sin dudarlo.
—Tu trabajo de azafata
tiene que ser una pasada —le dijo—. Eso de
viajar tanto y conocer países
tiene su puntillo.
______ sonrió. Meses atrás,
cuando Judith le preguntó a qué se dedicaba,
ella le contó que era
azafata. Pero tras ver que Judith era una buena amiga
a la que no debía engañar,
se le acercó y cuchicheó:
—Si te cuento un secreto,
¿lo guardarías?
—Claro, ______.
—Para mí es muy
importante que lo hagas, Judith, ¿lo prometes?
—Que si mujer... que sí.
Ella se retiró el
flequillo de la cara y se acercó más a su amiga.
—No soy azafata, soy
piloto —le confesó.
Boquiabierta, Judith la
miró.
—¿En serio? Joder..., qué
pasada.
Divertida al ver su
sorpresa, ______ respondió con mofa:
—Soy Superwoman, ¿qué
esperabas?
Ambas rieron.
—¿Para qué compañía
trabajas? —preguntó Judith.
Esa pregunta hizo soltar
a ______ una carcajada y respondió:
—¿En serio me guardarás
el secreto?
—Pero vamos a ver, ¿cómo
te tengo que decir que sí?
Entonces _______ susurró:
—Para la del tío Sam.
Judith parpadeó. Y cuando
entendió lo que aquello significaba,
exclamó sorprendida:
—¡¿Cómo?!
—Soy piloto del ejército
americano.
—¿Eres militar?
_______ asintió y añadió:
—Piloto un C-17
Globemaster. Vamos, para que me entiendas, un
enorme avión que seguro
que has visto alguna vez en las noticias, de esos
que se abren por atrás y
se encargan de llevar provisiones a ciertos
operativos y...
—¿Lo dices en serio?
—Totalmente en serio.
Ante ti tienes a la teniente Parker de la US Air
Force. Soy el chico que
mi padre siempre quiso tener y por desgracia no
tuvo. Por rebeldía me
alisté en el ejército con la intención de demostrarle
que no hace falta tener
algo colgando entre las piernas para ser valiente y
tener voz de mando. —Ambas
rieron—. Y aunque reconozco que me gusta
lo que hago, desde que
tuve a Sami no sé si hago bien.
—¿Por qué?
_______ dio una calada a
su cigarrillo y respondió:
—Porque odio dejarla
sola. Odio ver cómo llora cuando me separo de
ella y odio pensar que
algún día me lo pueda reprochar. Por eso, desde hace
tiempo intento hacer un
curso a distancia de diseño gráfico, pero nada,
¡imposible centrarme en él!
Aunque lo tengo que hacer. Quizá el día de
mañana lo termine y pueda
cambiar de profesión.
Judith entendió a su
amiga y, antes de que pudiera decir nada, ______
añadió:
—Por favor, es muy
importante que me guardes el secreto. Cuando
estoy fuera de la base,
suelo utilizar el apellido español de mi madre,
Muñiz. Eso evita muchas
preguntas.
—Pero, chica, ¡eres la
bomba! Joder, ¡eres piloto americana! Olé tú.
_______ sonrió y Judith,
sin entender muy bien por qué quería mantenerlo
en secreto, preguntó:
—No se lo diré a nadie,
pero dime, ¿por qué?
—Porque no me gusta que
los demás sepan de mi vida. Además, a
mucha gente los militares
americanos no les caemos bien. Por lo tanto,
quiero seguir siendo para
ti y para todos, sólo _______ Muñiz, ¿entendido?
Judith asintió. Nunca se
lo hubiera esperado. Deseosa de saber más,
preguntó:
—¿Y tu marido también es
militar?
_______ bebió un trago de
su bebida y una vez lo tragó, asintió.
—Sí.
—¿Está de misión y por
eso nunca lo he conocido?
El dolor asomó a los ojos
de ________ y Judith lo vio. Pero antes de que
pudiera disculparse por
la pregunta, su amiga dijo:
—Mike murió en Afganistán
y no era mi marido...
Horrorizada, Jud, puso
una mano sobre la de ella.
—Lo siento, _______. No
quería que...
—No pasa nada —murmuró
ella, mirándola—. Tú no sabías nada y es
normal que me hayas
preguntado por Mike. —Y tras un tenso silencio,
añadió—: Murió cuando yo
estaba embarazada de siete meses, en una
misión.
—Dios, _______... Lo
siento...
Se hizo el silencio y Jud
preguntó para desviar el tema:
—¿Y cómo te apañas con tu
trabajo y con Sami?
—Dora, una maravillosa
vecina que se queda con ella, o Romina, la
mujer de Neill, son
quienes me echan un cable. También mi madre viene
de Asturias o yo llevo a
Sami allí.
—Pues a partir de ahora
me tienes también a mí, ¿entendido? —______
asintió y Judith añadió—:
Considérate como alguien de mi familia para
pedir ayuda cuando la
necesites.
Agradecida, ella le apretó
la mano.
—Gracias, Judith. —Y al
ver la tristeza en su mirada, susurró—: Fue
terrible perder a Mike.
La peor experiencia de mi vida. Pero Sami y su
sonrisa me hacen saber
que él vive en ella y por eso yo tengo que ser feliz.
Sobrecogida, Judith la
escuchó. No quería ni imaginarse lo dolido que
tenía que tener el corazón.
Si a ella le hubiera pasado algo así,
directamente se habría muerto
con Bill, pero _______ le estaba demostrando
una entereza increíble y
que era de admirar.
—No conocí a Mike, pero
estoy segura de que él querría que
retomaras tu vida y
fueras feliz, ¿verdad?
______ asintió.
—En serio, _______ —insistió—,
me tienes aquí para todo lo que
necesites y...
En ese momento se abrió
la puerta de la cocina. Tom apareció ante
ellas y, al verlas allí
sentadas, preguntó:
—¿A qué huele aquí?
Tom, que de tonto no tenía
un pelo, al ver cómo se miraban, añadió:
—Vale. Olvidaré el
olorcito que hay aquí y no preguntaré más.
Caminó hacia la nevera,
cogió una cerveza y, tras abrirla y dar un
trago, preguntó:
—¿Conspiración de
superheroínas españolas?
Ambas rieron y Judith
preguntó:
—¿Qué tal? ¿La princesa
te curó la pupita?
Él, mirándose la tirita
rosa, se mofó:
—Mi pupita está perfecta,
¿vale? —Y acercándose a ellas, preguntó al
ver lo que tenían en las
manos—: ¿Vosotras no sabéis que fumar perjudica
la salud?
—De algo hay que morir, ¿no?
—replicó ________, y al ver la cara de él,
preguntó a su vez—: ¿Tú
no fumas, James Bond?
—No.
—¿Ni siquiera un porrito
de vez en cuando para relajarte?
Asombrado por su descaro,
Tom respondió:
—Pues no. No me va esa
mierda, y te pediría que dejaras de llamarme
por ese ridíc...
—Por favorrrr..., eres
como tu novia. ¡Qué poquito sentido del humor
tienes, capullito!
—¿Mi novia? —Y al ver que
ella sonreía, aclaró—: Mira, guapa,
Agneta no es mi novia, es
sólo una amiga y como vuelvas a llamarme
capullo... te juro que...
—Eh... eh... eh... eh... —gritó
______, haciéndolo callar—. No me
interesa tu vida privada
ni me interesas tú. Por lo tanto, te lo puedes
ahorrar.
Sorprendido por el
desparpajo de ella para callarlo, fue a decir algo
cuando Jud indicó:
—No se te ocurra decirle
a Bill que me has visto fumar, ¿entendido?
Al oírla, ______ miró a
su amiga y preguntó en tono guasón:
—Además de no tener
sentido del humor, ¿el muñequito es una
nenaza chivata?
Boquiabierto, Tom gruñó:
—Lo de muñequito te lo
puedes ahorrar. Lo de nenaza me
acaba de
ofender y en cuanto a lo
de chivato, déjame decirte que...
—Eh... eh... eh... —gritó
_______ de nuevo. Ese método nunca fallaba—.
No me interesa lo que
pienses.
Incrédulo por lo ridículo
que se sentía ante ella, protestó:
—¿Quieres dejar de
tratarme como a un imbécil?
—¿No eres un imbécil? —preguntó
_______.
Tom, enfadado y con ganas
de estrangularla, siseó:
—Por supuesto que no lo
soy.
—No, _______... eso ya te
lo aseguro yo —intervino Judith—. Tom es un
tío muy majo cuando
quiere, aunque no crea en el poder de las Princesas
Disney.
Las dos mujeres se
miraron con complicidad y ______ dijo por lo bajini,
mientras se ponía la
coronita de plumas rosa de su hija:
—Vaya con James... Me
cuesta creerlo.
Divertida, Jud fue a contestar
cuando Tom gruñó:
—Mira, listilla...
—Princesa, por favor —aclaró
_______ con mofa, señalándose la corona.
Judith soltó una carcajada
sin poderlo remediar. ______ era divertidísima
y Tom, mirando a la
descarada de la coronita rosa, siseó:
—Me estás sacando de mis
casillas como poca gente lo consigue en
este mundo. En menos de
cinco minutos me has llamado muñequito,
capullo, chivato y nenaza
y sólo te lo voy a decir una vez más antes de
irme, me llamo Tom, no
James ni ninguno de los absurdos nombres que
me has puesto. ¿Entendido,
princesita?
_______ sonrió. Le
encantaba sacar de quicio a los hombres y sin cambiar
su gesto, preguntó:
—¿Seguro?
—Seguro ¿qué? —gritó él,
fuera de sí.
—¿Seguro que no te llamas
James, muñequito?
Tom maldijo. Aquella
mujer era insufrible y decidió darse la vuelta y
pasar de ella, pero ______
lo llamó:
—James... James...,
tienes la cremallera del pantalón abierta.
Rápidamente, él hizo ademán
de subírsela y al darse cuenta de que era
mentira, la miró y ella
soltó con guasa:
—¡Has picado, capullín!
Al ver que iba a entrar
de nuevo en su absurdo jueguecito, Tom se
dio la vuelta y, con su
cerveza en la mano, salió de la cocina a grandes
zancadas.
Una vez se quedaron
solas, ambas comenzaron a reír y Jud dijo,
mientras ______ se
quitaba la corona de la cabeza:
—¿Por qué eres tan malota
con él?
—¿Yooooooooooooo...?
—Pobrecito. Tom es un
encanto de hombre.
________, divertida, dio
un trago a su Coca-Cola y respondió:
—Judith, me muevo en un
mundo lleno de hombres y o te espabilas o
te espabilan. Por lo
tanto, decidí espabilarme y ser yo la que juegue con
ellos. ¿Has visto qué
furioso se ha puesto?
—Ya te digo, _______. Yo
creo que es la primera vez que lo he visto así
de enfadado con una
mujer. Creo que lo has sorprendido.
—¿En serio?
—Sí —afirmó Judith.
_______, divertida por lo
conseguido, se encogió de hombros y murmuró:
—Me encanta sorprenderlos.
Judith sonrió. Estaba
segura de que aquella sorpresa a su amigo en el
fondo también le había
gustado, aunque se empeñara en negarlo.
Aquella noche, sobre las
diez, todos los invitados se marcharon a sus
casas. Con mimo, _______
cogió a su pequeña y la metió en su vehículo. Tras
asegurarse de que estaba
sujeta en su sillita, la tapó con una manta. Una
vez cerró la puerta del
coche, se volvió hacia Judith y, abrazándola, dijo:
—Gracias por la invitación.
Lo he pasado muy bien.
—Gracias a ti por venir.
Te llamo pasado mañana para quedar y
comer, ¿vale?
—De acuerdo.
Una vez dentro de su
coche, cuando iba a arrancar, a su lado se puso
un impresionante
deportivo color burdeos. _______ miró al conductor y se
encontró con los
impresionantes ojos de Tom que la retaban. Ella sonrió,
y sin poder remediarlo,
le guiñó un ojo y articuló para que él la entendiera:
—Sayonara,
capullo.
Dicho esto, arrancó su
utilitario y se fue dejando de nuevo a Tom sin
palabras.
HOLA!!!! BUENO AQUI ESTA EL SIGUIENTE CAPS ... NO SE A USTEDES PERO A MI ME DIO RISA ESTE CAP ... SE PASA DE MALA LA RAYITA ... Y LA PEQUEÑA SAMI ME DA TERNURAAAA!!! ESE TOM NO AGUANTA UNA ... BUENO YA SABEN 4 O MAS Y AGREGO SINO NO ... ADIOS :))
Ajajajajjaaaja que juego el de tn ajaj
ResponderEliminarMe encanto el cap
Sube pronto :)
Pobre Tom..!!
ResponderEliminarNo podia controlar a (tn) ;)
Siguelaa Virgi.. Me encanta la fic :D
:O (Tn) se paso de mala con Tom jajaja pobre de mi Tom, hayyy ya quiero acción entre ellos virgiiiii espero el proximo cap me encanto!!!
ResponderEliminarBueno ya hay 4 comentarios virgii así que sube el proximo cap mujer que me dejaste intrigada que pasara entre Tom y (Tn)???
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