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domingo, 9 de noviembre de 2014

.- SORPRENDE .- CAPITULO 6

6
El domingo, cuando Tom llegó a la casa de sus amigos Bill y Judith
en su nuevo Aston Martin y con la compañía de Agneta, tuvo que hacer
esfuerzos para no reír al ver la cara de su amiga Judith. Estaba más que
claro que ella y su acompañante no estaban en la misma onda.
Tras saludar y enseñarles el nuevo coche, Bill invitó a Agneta a entrar
en el salón y Judith, agarrándolo a él del brazo, musitó:
—No entiendo qué ves en Fosqui.
Tom rió al escuchar el mote por el que la llamaba y contestó:
—Es mona y me divierto con ella. Por cierto, le prometí que no la
incomodarías, por lo tanto, compórtate, preciosa, ¿vale?
Judith puso los ojos en blanco y, sonriendo, dijo:
—Ésa es tonta..., pero tonta de manual.
—Jud... no empieces.
—Por Dios, Tom, ¿cómo te puedes divertir con ese caniche
estreñido? Es la tía más sosa que he conocido en mi vida.
Él soltó una risotada. Judith era única. Estaba claro que Agneta y ella
nunca serían amigas y respondió:
—En la cama es de todo menos sosa.
Judith frunció el cejo y replicó:
—Desde luego, qué básicos que sois a veces los tíos. La tía es una
borde que te puedes morir, ¿y porque es una fiera en la cama sigues con
ella?
—Conmigo no es borde.
—Contigo normal —rió ella—. Pero con el resto de la humanidad es
una estúpida que ni te cuento. Ya puedes controlarla o esta noche se va
calientita de aquí. Recuerda que la última vez que nos vimos, la tía idiota se
permitió el lujo de llamarme asesina porque me gustan los filetes de
ternera, y que conste que no le dije lo que pensaba yo de ella porque era tu
acompañante.
—Agneta es vegetariana. No se lo tomes en cuenta.
—Pero joder, Tom, ¿por qué la tienes que traer aquí?
Muerto de risa, él abrazó a su amiga y respondió:
—La he traído para hacerte rabiar, ¡sos tonta! Pero tranquila, se
comportará si tú haces lo mismo.
Al oírlo, Judith sonrió y cuchicheó con complicidad:
—Serás gilipollas...
Entre risas entraron al salón, donde había más invitados. Bill y Jud
los fueron presentando a todos y, cuando llegaron a una joven que tenía en
brazos al pequeño Eric, divertida, Jud preguntó:
—¿Recuerdas a ________?
Tom miró a la joven vestida con vaqueros y jersey negro de cuello
vuelto y negó con la cabeza. Judith prosiguió:
—Es una amiga española.
¿Él conocía a aquella guapa mujer española y no tenía su teléfono?
¡Imposible!
Aquella morenaza de pelo corto y negro como el azabache no le
hubiera pasado desapercibida. Con curiosidad, paseó la mirada por su
cuerpo. Los vaqueros le quedaban muy bien y el jersey negro le marcaba
unos bonitos y tentadores pechos que deseó tocar. Estaba observándola
abstraído cuando de pronto oyó:
—¡Hombre, pero si es el mismísimo James Bond!
Al oír eso, Tom cambió el gesto y rápidamente supo quién era
aquella mujer. Su mente se reactivó en décimas de segundo y la identificó como la
chula que meses atrás ayudó a Judith a salir del ascensor y la llevó al
hospital el día de su parto. Por ello, y sin muchas ganas de confraternizar
con ella, siseó:
—Vaya... vaya... pero si es Superwoman.
_______, al contrario que él, al oírlo abrió la boca y, sorprendida,
contestó:
—Ostras, ¿cómo me has reconocido?
Tom, desconcertado por la guasa en la cara de la joven, preguntó:
—¿Dónde te has dejado el disfraz, guapa?
______ cruzó una mirada divertida con Judith y, clavando sus ojazos
negros en los de él, respondió acercándosele:
—En el Batmóvil, capullo. Pero, chis..., no digas nada. Lo tengo allí
por si debo salvar el mundo de cualquier espía que esté al servicio de la
Inteligencia británica.
Judith soltó una carcajada. Ver la expresión de Tom no era para
menos. No entendía qué le ocurría a su buen amigo con aquella chica, pero la
divertía. Tom era un tipo con un humor excelente y, por lo que veía, _____
también, pero él se negaba a entrar en su juego. Finalmente, sin muchas
ganas de hablar, lo vio darse la vuelta y marcharse a hablar con Bill.
______ dejó al pequeño Eric en la sillita y, mirando a Jud, preguntó:
—¿Crees que todavía me odia por no haberte llevado él al hospital
aquel día?
Judith se encogió de hombros y, segura de lo que decía, respondió:
—Sólo te diré que es el mejor tipo que conozco después de mi marido,
y que no entiendo por qué reacciona así contigo.
En ese momento se oyó ruido de cristales estrellándose contra el
suelo. A Agneta se le había caído un vaso y éste se había hecho añicos.
Rápidamente, ______ buscó a su hija. La encontró justo al lado del estropicio,
llorando, y corrió hacia ella. Aunque antes de llegar, observó cómo la
pequeña se agarraba al vestido de Agneta y ésta, de un tirón, se apartaba de
su lado, lo que hizo que la niña se cayera.
Tom intentó coger a la pequeña al vuelo, pero finalmente acabó
sentada en el suelo. Al verla llorar, él se agachó, plantó una de sus manos
en el suelo y la cogió.
—Ya está, cariño... no pasa nada —susurró _______, quitándole a la
niña de los brazos, mientras pensaba que aquella mujer, la tal Agneta, era
una idiota.
La pequeña, asustada, continuaba llorando y la corona rosa de
princesa que llevaba en la cabeza se le cayó al suelo y Tom la cogió.
Todos la miraban y ______, olvidándose de todo, la acunó hasta que se le
pasó. Lo importante era su hija, el resto le daba igual. Cuando Sami se
tranquilizó, le enseñó uno de sus diminutos dedos y cuchicheó:
Teno pupa.
Al verle sangre, ______ actuó con celeridad. Cogió una servilleta y, con
delicadeza, la limpió. No era nada grave. Sólo un pequeño cortecito, pero
mirando a su pequeña, dijo, caminando hacia su enorme bolso:
—Vamos, cariño, mamá te curará.
Bill, que estaba junto a su mujer, rápidamente le indicó que pasara a
la cocina y allí sacó de un armario un pequeño botiquín.
Con cariño, _______ y Judith atendieron a la pequeña, le dieron una onza
de chocolate y le pusieron una tirita de las Princesas Disney en el dedo.
Pero ella quería que su madre pronunciara las palabras mágicas por lo que,
cuando le enseñó el dedo, _______ sonrió y dijo:
—La Bella Durmiente te curará, mágicamente y el dolor se irá,
¡tachán... chán... chán!, para no volver más.
Sami soltó una carcajada y ______ comentó, mirando a su amiga:
—Si me llegan a decir que yo iba a hacer estas cursiladas por mi hija,
nunca lo hubiera creído.
Ambas rieron y cuando regresaron al salón, todos las observaron. _____
llevaba a la pequeña en brazos:
—Sami, diles a todos que estás bien —la animó mirándolos.
Mientras la dejaba en el suelo, la rubita de ojos negros, con una
enorme sonrisa, les enseñó el dedo con la tirita y murmuró:
Toy bien.
Todos sonrieron y Tom, acercándose a ella, se agachó y preguntó:
—¿Cómo te llamas?
Ella pestañeó con gracia y respondió, agarrada a las piernas de su
madre:
Pinsesa Sami.
_______ añadió, protegiéndola con cariño:
—Se llama Samantha. La llamamos cariñosamente Sami y ella se ha
otorgado el rango de princesa.
Tom, divertido por el desparpajo de la pequeña, asintió y,
enseñándole la corona que se le había caído, preguntó:
—Esto seguro de que es tuyo, ¿verdad?
La niña, encantada, asintió. Se la quitó de las manos, se la colocó en la
cabeza y aclaró:
—Soy una pinsesa.
Él sonrió y ella, acercándose, puso morritos y, sin dudarlo, le plantó
un sonoro beso en la cara que hizo reír a casi todos. A Tom el primero.
Enternecida por ese beso, _______ sonrió y cuando la pequeña se alejó
corriendo, cogió una servilleta, limpió el carrillo de Tom manchado de
chocolate y, ante el gesto de sorpresa de éste, le pidió:
—Enséñame la mano.
—¿Para qué?
—Dame la mano —insistió ______.
Tom, al ver que todos lo miraban, claudicó y lo hizo. Ella, dándole la
vuelta con cuidado, observó la palma y le comunicó:
—Te has clavado un pequeño cristalito. No te muevas y te lo quitaré.
Divertido por aquello, él se mofó:
—Esto es como lo de la espinita. ¿Si me la quitas seremos amigos
eternamente?
_______ lo miró y agregó:
—Lo dudo.
Sin moverse, la observó y vio cómo ella, con delicadeza, lo limpiaba y
le retiraba un pequeño cristal incrustado en la piel. Una pequeña gotita de
sangre salió y _______, sin pensarlo, cogió una tirita rosa de las Princesas
Disney como la que le había puesto a su hija y se la colocó.
Pinsesassssssssssss —aplaudió la niña, acercándose.
Cuando _______ acabó, lo miró y, divertida, dijo al ver que su hija los
observaba:
—Que sepas que la Bella Durmiente te curará mágicamente y el dolor
se irá, ¡tachán... chán... chán!, para no volver más.
Alucinado por aquellas tontas palabras, Tom la miró y, parpadeando,
dijo:
—Estarás de coña, ¿no?
_______, al ver que su hija los observaba con atención, cuchicheó:
—Disimula y sonríe. Sami nos está mirando y cree en el poder de esas
palabras.
Él, al ver a la pequeña con su coronita rosa de plumas a su lado, sonrió
y, centrando de nuevo su atención en la madre de la criatura, susurró:
—¿Qué tal si la Bella Durmiente me cura otra cosa?
—¿El cerebro quizá?
Ambos se miraron y con una torcida sonrisa, Tom respondió:
—Si quieres llamarlo así, no me importa, y a él tampoco.
_______ soltó una carcajada y, agachándose para mirar a su hija, musitó:
—Capullo.
Tom, divertido por lo ocurrido, sonrió, mientras _______ bromeaba con
su pequeña, cuando Agneta, a su lado, se lamentó:
—¡Maldita niña! Por su culpa me he manchado el vestido.
_______, al oír ese comentario, se enervó. ¿Quién había dicho eso?
Al levantar los ojos, vio que se trataba de la acompañante de James
Bond, y antes de que pudiera responder, Judith, que la había oído también,
replicó con voz desafiante:
—Lo importante es que la niña esté bien, no tu vestido, Agneta.
Ésta suspiró y, cuando vio que Judith se alejaba, miró a Tom, que
estaba a su lado, y protestó:
—Tu amiguita, la simpática, como siempre poniéndose de parte de
todos menos de la mía. Esa mocosa me ha manchado el vestido con su
sangre y ahora resulta que yo no puedo protestar.
______ no pudo callar y, mirándola, respondió:
—Siento que mi hija te haya manchado tu bonito vestido, pero en su
defensa te diré que lo ha hecho sin querer. Por otro lado, ten cuidado con lo
que dices, porque soy su madre y me puedo ofender si la vuelves a llamar
«mocosa». Y antes de que digas nada más, te diré que mi hija tiene dos
años y medio y aún es un bebé y tú tienes al menos cuarenta años y la
mentalidad para razonar y entender las cosas.
Ese comentario hizo sonreír a Tom, pero disimuló. Estaba claro que
la nueva amiga de Jud no se callaba una.
—¡Tengo treinta y dos años! —saltó Agneta, tremendamente
ofendida.
—¿En serio? —preguntó ______ con guasa.
—Sí —afirmó la otra, ceñuda.
—¿No me engañas? —insistió la joven.
Agneta, echando humo por las orejas porque todos la miraban
cuestionando su edad, aclaró con gesto contrariado:
—Treinta y dos. Ni uno más.
________, divertida, asintió y murmuró con malicia mientras se alejaba:
—Vaya... pues qué mal te conservas.
Inconscientemente, Tom volvió a sonreír. Le gustara o no, aquella
mujer tenía su gracia y se lo acababa de demostrar. Con disimulo, la siguió
con la vista y recorrió lentamente su cuerpo. Se paró en su trasero. Era de
lo más tentador. Agneta, a su lado, siguió dando explicaciones de su edad.
Cuando todos se marcharon, miró a Tom y, molesta, musitó:
—Esa mujer es una borde.
—¿Quién? —preguntó él, aun sabiendo la respuesta.
—La morena. La madre de la mocosa.
Tom, al ver la sonrisita en la cara de su amiga Judith, le enseñó la
tirita de las princesas y ésta se carcajeó. Después agarró a Agneta por la
cintura y le dijo:
—Ven, vamos a beber algo.
Unbuen rato después, todos se relajaron y pasaron al gran salón para
disfrutar de la comida. Como siempre, Simona les preparó unos exquisitos
manjares que todos degustaron con deleite. Sin poder remediarlo, la mirada
de Tom voló hacia _______, pero nunca conseguía que sus ojos conectaran.
Eso lo molestó. Aquella mujer sólo parecía tener ojos para su pequeña.
Una vez acabaron el almuerzo, los comensales comenzaron a hablar y
Judith, tras darle un cariñoso beso a su marido, se levantó de la mesa y se
encaminó hacia otro salón para ver a su hijo. Antes de entrar, vio por la
ventanita de la puerta a ______ sola en la cocina. Al entrar, un olor llamó su
atención y preguntó:
—¿Estás fumando?
Con la ventana abierta,_____ la miró y, antes de que pudiera responder,
Judith se acercó y ella susurró:
—¿Tú fumas?
Jud sonrió.
—Sólo de vez en cuando o cuando quiero enfadar a Bill.
Entre risas, se sentaron a la mesa de la cocina.
—¿Se ha dormido Sami?
—Sí, y tu hijo también. —Ambas sonrieron y ______ añadió con la
corona de plumas de su hija en la mano—: Simona me ha dicho que no nos
preocupemos por nada. Ella estará en el salón por si se despiertan.
—Ay, mi Simona —suspiró Judith, al pensar en aquella mujer a la que
tanto adoraba—. Sin ella mi vida no sería igual.
Simona y su marido, Norbert, vivían en la casa y se ocupaban de que
todo estuviera bien; era maravillosa. Jud se levantó.
—¿Qué quieres beber? Yo me muero por una Coca-Cola —preguntó a
_______ abriendo la nevera.
—Otra Coca-Cola, como tú.
Judith las sirvió y ______ dejó la coronita sobre la mesa y le ofreció otro
cigarrillo. Judith aceptó sin dudarlo.
—Tu trabajo de azafata tiene que ser una pasada —le dijo—. Eso de
viajar tanto y conocer países tiene su puntillo.
______ sonrió. Meses atrás, cuando Judith le preguntó a qué se dedicaba,
ella le contó que era azafata. Pero tras ver que Judith era una buena amiga
a la que no debía engañar, se le acercó y cuchicheó:
—Si te cuento un secreto, ¿lo guardarías?
—Claro, ______.
—Para mí es muy importante que lo hagas, Judith, ¿lo prometes?
—Que si mujer... que sí.
Ella se retiró el flequillo de la cara y se acercó más a su amiga.
—No soy azafata, soy piloto —le confesó.
Boquiabierta, Judith la miró.
—¿En serio? Joder..., qué pasada.
Divertida al ver su sorpresa, ______ respondió con mofa:
—Soy Superwoman, ¿qué esperabas?
Ambas rieron.
—¿Para qué compañía trabajas? —preguntó Judith.
Esa pregunta hizo soltar a ______ una carcajada y respondió:
—¿En serio me guardarás el secreto?
—Pero vamos a ver, ¿cómo te tengo que decir que sí?
Entonces _______ susurró:
—Para la del tío Sam.
Judith parpadeó. Y cuando entendió lo que aquello significaba,
exclamó sorprendida:
—¡¿Cómo?!
—Soy piloto del ejército americano.
—¿Eres militar?
_______ asintió y añadió:
—Piloto un C-17 Globemaster. Vamos, para que me entiendas, un
enorme avión que seguro que has visto alguna vez en las noticias, de esos
que se abren por atrás y se encargan de llevar provisiones a ciertos
operativos y...
—¿Lo dices en serio?
—Totalmente en serio. Ante ti tienes a la teniente Parker de la US Air
Force. Soy el chico que mi padre siempre quiso tener y por desgracia no
tuvo. Por rebeldía me alisté en el ejército con la intención de demostrarle
que no hace falta tener algo colgando entre las piernas para ser valiente y
tener voz de mando. —Ambas rieron—. Y aunque reconozco que me gusta
lo que hago, desde que tuve a Sami no sé si hago bien.
—¿Por qué?
_______ dio una calada a su cigarrillo y respondió:
—Porque odio dejarla sola. Odio ver cómo llora cuando me separo de
ella y odio pensar que algún día me lo pueda reprochar. Por eso, desde hace
tiempo intento hacer un curso a distancia de diseño gráfico, pero nada,
¡imposible centrarme en él! Aunque lo tengo que hacer. Quizá el día de
mañana lo termine y pueda cambiar de profesión.
Judith entendió a su amiga y, antes de que pudiera decir nada, ______
añadió:
—Por favor, es muy importante que me guardes el secreto. Cuando
estoy fuera de la base, suelo utilizar el apellido español de mi madre,
Muñiz. Eso evita muchas preguntas.
—Pero, chica, ¡eres la bomba! Joder, ¡eres piloto americana! Olé tú.
_______ sonrió y Judith, sin entender muy bien por qué quería mantenerlo
en secreto, preguntó:
—No se lo diré a nadie, pero dime, ¿por qué?
—Porque no me gusta que los demás sepan de mi vida. Además, a
mucha gente los militares americanos no les caemos bien. Por lo tanto,
quiero seguir siendo para ti y para todos, sólo _______ Muñiz, ¿entendido?
Judith asintió. Nunca se lo hubiera esperado. Deseosa de saber más,
preguntó:
—¿Y tu marido también es militar?
_______ bebió un trago de su bebida y una vez lo tragó, asintió.
—Sí.
—¿Está de misión y por eso nunca lo he conocido?
El dolor asomó a los ojos de ________ y Judith lo vio. Pero antes de que
pudiera disculparse por la pregunta, su amiga dijo:
—Mike murió en Afganistán y no era mi marido...
Horrorizada, Jud, puso una mano sobre la de ella.
—Lo siento, _______. No quería que...
—No pasa nada —murmuró ella, mirándola—. Tú no sabías nada y es
normal que me hayas preguntado por Mike. —Y tras un tenso silencio,
añadió—: Murió cuando yo estaba embarazada de siete meses, en una
misión.
—Dios, _______... Lo siento...
Se hizo el silencio y Jud preguntó para desviar el tema:
—¿Y cómo te apañas con tu trabajo y con Sami?
—Dora, una maravillosa vecina que se queda con ella, o Romina, la
mujer de Neill, son quienes me echan un cable. También mi madre viene
de Asturias o yo llevo a Sami allí.
—Pues a partir de ahora me tienes también a mí, ¿entendido? —______
asintió y Judith añadió—: Considérate como alguien de mi familia para
pedir ayuda cuando la necesites.
Agradecida, ella le apretó la mano.
—Gracias, Judith. —Y al ver la tristeza en su mirada, susurró—: Fue
terrible perder a Mike. La peor experiencia de mi vida. Pero Sami y su
sonrisa me hacen saber que él vive en ella y por eso yo tengo que ser feliz.
Sobrecogida, Judith la escuchó. No quería ni imaginarse lo dolido que
tenía que tener el corazón. Si a ella le hubiera pasado algo así,
directamente se habría muerto con Bill, pero _______ le estaba demostrando
una entereza increíble y que era de admirar.
—No conocí a Mike, pero estoy segura de que él querría que
retomaras tu vida y fueras feliz, ¿verdad?
______ asintió.
—En serio, _______ —insistió—, me tienes aquí para todo lo que
necesites y...
En ese momento se abrió la puerta de la cocina. Tom apareció ante
ellas y, al verlas allí sentadas, preguntó:
—¿A qué huele aquí?
Tom, que de tonto no tenía un pelo, al ver cómo se miraban, añadió:
—Vale. Olvidaré el olorcito que hay aquí y no preguntaré más.
Caminó hacia la nevera, cogió una cerveza y, tras abrirla y dar un
trago, preguntó:
—¿Conspiración de superheroínas españolas?
Ambas rieron y Judith preguntó:
—¿Qué tal? ¿La princesa te curó la pupita?
Él, mirándose la tirita rosa, se mofó:
—Mi pupita está perfecta, ¿vale? —Y acercándose a ellas, preguntó al
ver lo que tenían en las manos—: ¿Vosotras no sabéis que fumar perjudica
la salud?
—De algo hay que morir, ¿no? —replicó ________, y al ver la cara de él,
preguntó a su vez—: ¿Tú no fumas, James Bond?
—No.
—¿Ni siquiera un porrito de vez en cuando para relajarte?
Asombrado por su descaro, Tom respondió:
—Pues no. No me va esa mierda, y te pediría que dejaras de llamarme
por ese ridíc...
—Por favorrrr..., eres como tu novia. ¡Qué poquito sentido del humor
tienes, capullito!
—¿Mi novia? —Y al ver que ella sonreía, aclaró—: Mira, guapa,
Agneta no es mi novia, es sólo una amiga y como vuelvas a llamarme
capullo... te juro que...
—Eh... eh... eh... eh... —gritó ______, haciéndolo callar—. No me
interesa tu vida privada ni me interesas tú. Por lo tanto, te lo puedes
ahorrar.
Sorprendido por el desparpajo de ella para callarlo, fue a decir algo
cuando Jud indicó:
—No se te ocurra decirle a Bill que me has visto fumar, ¿entendido?
Al oírla, ______ miró a su amiga y preguntó en tono guasón:
—Además de no tener sentido del humor, ¿el muñequito es una
nenaza chivata?
Boquiabierto, Tom gruñó:
—Lo de muñequito te lo puedes ahorrar. Lo de nenaza me acaba de
ofender y en cuanto a lo de chivato, déjame decirte que...
—Eh... eh... eh... —gritó _______ de nuevo. Ese método nunca fallaba—.
No me interesa lo que pienses.
Incrédulo por lo ridículo que se sentía ante ella, protestó:
—¿Quieres dejar de tratarme como a un imbécil?
—¿No eres un imbécil? —preguntó _______.
Tom, enfadado y con ganas de estrangularla, siseó:
—Por supuesto que no lo soy.
—No, _______... eso ya te lo aseguro yo —intervino Judith—. Tom es un
tío muy majo cuando quiere, aunque no crea en el poder de las Princesas
Disney.
Las dos mujeres se miraron con complicidad y ______ dijo por lo bajini,
mientras se ponía la coronita de plumas rosa de su hija:
—Vaya con James... Me cuesta creerlo.
Divertida, Jud fue a contestar cuando Tom gruñó:
—Mira, listilla...
—Princesa, por favor —aclaró _______ con mofa, señalándose la corona.
Judith soltó una carcajada sin poderlo remediar. ______ era divertidísima
y Tom, mirando a la descarada de la coronita rosa, siseó:
—Me estás sacando de mis casillas como poca gente lo consigue en
este mundo. En menos de cinco minutos me has llamado muñequito,
capullo, chivato y nenaza y sólo te lo voy a decir una vez más antes de
irme, me llamo Tom, no James ni ninguno de los absurdos nombres que
me has puesto. ¿Entendido, princesita?
_______ sonrió. Le encantaba sacar de quicio a los hombres y sin cambiar
su gesto, preguntó:
—¿Seguro?
—Seguro ¿qué? —gritó él, fuera de sí.
—¿Seguro que no te llamas James, muñequito?
Tom maldijo. Aquella mujer era insufrible y decidió darse la vuelta y
pasar de ella, pero ______ lo llamó:
—James... James..., tienes la cremallera del pantalón abierta.
Rápidamente, él hizo ademán de subírsela y al darse cuenta de que era
mentira, la miró y ella soltó con guasa:
—¡Has picado, capullín!
Al ver que iba a entrar de nuevo en su absurdo jueguecito, Tom se
dio la vuelta y, con su cerveza en la mano, salió de la cocina a grandes
zancadas.
Una vez se quedaron solas, ambas comenzaron a reír y Jud dijo,
mientras ______ se quitaba la corona de la cabeza:
—¿Por qué eres tan malota con él?
—¿Yooooooooooooo...?
—Pobrecito. Tom es un encanto de hombre.
________, divertida, dio un trago a su Coca-Cola y respondió:
—Judith, me muevo en un mundo lleno de hombres y o te espabilas o
te espabilan. Por lo tanto, decidí espabilarme y ser yo la que juegue con
ellos. ¿Has visto qué furioso se ha puesto?
—Ya te digo, _______. Yo creo que es la primera vez que lo he visto así
de enfadado con una mujer. Creo que lo has sorprendido.
—¿En serio?
—Sí —afirmó Judith.
_______, divertida por lo conseguido, se encogió de hombros y murmuró:
—Me encanta sorprenderlos.
Judith sonrió. Estaba segura de que aquella sorpresa a su amigo en el
fondo también le había gustado, aunque se empeñara en negarlo.

Aquella noche, sobre las diez, todos los invitados se marcharon a sus
casas. Con mimo, _______ cogió a su pequeña y la metió en su vehículo. Tras
asegurarse de que estaba sujeta en su sillita, la tapó con una manta. Una
vez cerró la puerta del coche, se volvió hacia Judith y, abrazándola, dijo:
—Gracias por la invitación. Lo he pasado muy bien.
—Gracias a ti por venir. Te llamo pasado mañana para quedar y
comer, ¿vale?
—De acuerdo.
Una vez dentro de su coche, cuando iba a arrancar, a su lado se puso
un impresionante deportivo color burdeos. _______ miró al conductor y se
encontró con los impresionantes ojos de Tom que la retaban. Ella sonrió,
y sin poder remediarlo, le guiñó un ojo y articuló para que él la entendiera:
Sayonara, capullo.
Dicho esto, arrancó su utilitario y se fue dejando de nuevo a Tom sin

palabras.



HOLA!!!! BUENO AQUI ESTA EL SIGUIENTE CAPS ... NO SE A USTEDES PERO A MI ME DIO RISA ESTE CAP ... SE PASA DE MALA LA RAYITA ... Y LA PEQUEÑA SAMI ME DA TERNURAAAA!!! ESE TOM NO AGUANTA UNA ... BUENO YA SABEN 4 O MAS Y AGREGO SINO NO ... ADIOS :))

4 comentarios:

  1. Ajajajajjaaaja que juego el de tn ajaj
    Me encanto el cap
    Sube pronto :)

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  2. Pobre Tom..!!
    No podia controlar a (tn) ;)

    Siguelaa Virgi.. Me encanta la fic :D

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  3. :O (Tn) se paso de mala con Tom jajaja pobre de mi Tom, hayyy ya quiero acción entre ellos virgiiiii espero el proximo cap me encanto!!!

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  4. Bueno ya hay 4 comentarios virgii así que sube el proximo cap mujer que me dejaste intrigada que pasara entre Tom y (Tn)???

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