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lunes, 3 de noviembre de 2014

.- SORPRENDEME .- CAPITULO 3

3
En los juzgados, aquel día todo salió bien para Tom. Había ganado dos
juicios y eso lo hacía estar satisfecho.
—¿Quedamos esta noche? —le preguntó una rubia espectacular.
Tom sonrió. Era la abogada de la parte contraria. Paseó sus ojos color wiskie
por el cuerpo de ella y, abriendo una agenda, le pidió:
—Dame tu teléfono. Si no te llamo esta noche, te llamaré cualquier
otra, ¿te parece?
La mujer sonrió y, tras apuntarle su teléfono, le guiñó un ojo, se dio la
vuelta y se marchó. Tom la siguió con la mirada hasta que ella
desapareció de su vista. Después miró su agenda y sonrió cuando leyó el
número de teléfono y el nombre de Tamara.
Una vez abandonó los juzgados, fue directo a Jokers, el restaurante de
su padre:
—Papá, ponme una cerveza bien fría —le pidió nada más entrar.
Con una gran sonrisa, Gordon hizo lo que su hijo le pedía y le puso la
jarra delante.
—¿Has tenido un buen día hoy, hijo? —se interesó.
Tom dio un gran trago y con complicidad cuchicheó:
—Buenísimo. He ganado el juicio de Henry Drochen y el de Alf
Bermeulen.
Gordon aplaudió. Estaba muy orgulloso de él. Además de ser un
excelente hijo, era un gran abogado y un conquistador. Durante un rato,
Tom le explicó lo ocurrido en los juzgados con sus casos, y el hombre
disfrutó escuchándolo.
Cuando llegó la hora de comer, Gordon dijo:
—Tu hermano ha llamado esta mañana.
Tom sonrió al pensar en Harry, su único hermano, y preguntó:
—¿Cómo le va en Londres?
—Bien, hijo, ya lo conoces —rió Gordon—. Como siempre, le va bien
en lo suyo. Ah..., me ha dicho que lo llames. Por lo visto, mañana viene a
Múnich con una flota de coches y entre ellos uno que tú querías.
Al oír eso, Tom miró a su padre y preguntó:
—¿Va a traer el Aston?
—No lo sé, hijo. Sólo me ha dicho que lo llames.
Sin dudarlo, Tom lo llamó. Dos timbrazos y Harry descolgó.
—No me digas que vas a traerme el coche que quiero pero con el
volante a la izquierda.
Harry soltó una carcajada y respondió:
—Te lo digo... y te lo confirmo. Un precioso Vanquish, color burdeos,
¿sigues interesado en él?
—Por supuesto. Siempre y cuando me hagas buen precio y te quedes
con el Aston que tengo ahora.
—No hay problema, Tom. Tu Aston se venderá fácilmente y el buen
precio ¡ni lo dudes! Eres mi hermano, joder.
Ambos rieron y, tras hablar un rato, se despidieron hasta el día
siguiente.
Después de comer con su padre, Tom salió de Jokers, y pasó por su
despacho. Durante un par de horas se concentró en preparar los juicios que
tenía para dos días después, hasta que le sonó el móvil. Era su amigo Bill.
—¿Qué pasa, gilipollas?
Bill al oír ese saludo, soltó una risotada y puntualizó:
—Eso sólo me lo llama mi mujercita. No te acostumbres. —Ambos
rieron y Bill prosiguió—: El domingo Jud hará una comida en casa,
vendrás, ¿verdad?
—¿Irán mujeres guapas?
Bill soltó una carcajada y contestó:
—Más guapa que mi mujer, ¡imposible!
Ahora el que soltó la carcajada fue Tom. Su amigo se había casado
con una española encantadora y algo loca y estaba totalmente enamorado
de ella. Eran como la noche y el día, pero se adoraban.
—Como se te ocurra no venir, Jud te busca y te trae de la oreja.
—No lo dudo —afirmó Tom divertido.
Si algo tenía claro de Jud es que era una fuera de serie. Le encantaba
su personalidad, su decisión y, sobre todo, la confianza que siempre había
depositado en él para todo.
—Iré. Dile que allí me tendrá. ¿Llevo el vino?
—Vale. ¿Vendrás con compañía?
—¿Hace falta llevarla?
—No. Pero es por saber cuántos seremos.
Divertido, Tom murmuró:
—Llevaré el vino y compañía.
—De acuerdo. Ahora te dejo, que tengo una reunión en diez minutos.
Una vez colgaron, Tom sonrió. Bill y Jud eran sus mejores amigos.
Unos amigos que siempre estaban para lo bueno y para lo malo. Con una
sonrisa maliciosa, al pensar en la esposa de su amigo, abrió su móvil y
marcó un número.
—Hola, preciosa —dijo en tono meloso.
La mujer, al oírlo, bajó su tono de voz y respondió:
—Hola, Tom, justamente pensaba en ti.
—¿Pensamientos buenos o malos?
La risa cristalina de ella resonó y contestó:
—Ambas cosas. Buenos porque son placenteros y malos porque eras
muy... muy malo.
—Interesante —susurró él al escucharla.
Aquella sensual y morbosa mujer era una de sus conquistas. Se
llamaba Agneta Turpin y era una de las presentadoras más guapas y
conocidas de la CNN alemana. Su relación era excepcional. Sexo... sexo y
más sexo, sin exigencias ni ataduras. Una combinación perfecta, porque era
lo que ambos buscaban.
—¿Qué haces el domingo, Agneta?
—Desnudarme para ti... si lo deseas.
Ambos rieron y Tom aclaró:
—Nada me gustaría más, pero me acaba de llamar mi amigo Georg. El
domingo va a haber una comida en su casa, ¿te apetece ser mi
acompañante?
—Comida... en plan familia.
Al entenderla, Tom explicó:
—Sólo comida y prometo que Jud ni se te acercará.
Agneta valoró la proposición. Conocía a los amigos de él y
precisamente Judith, la mujer de Bill, y ella nunca habían hecho buenas
migas. No le gustaba nada cómo la miraba. Pero comer con Tom
significaba sexo nocturno en su casa o en la de él. Y sin pensarlo dos veces,
contestó:
—De acuerdo. Te acompañaré.
—¡Perfecto!
Continuaron hablando hasta que él preguntó:
—¿Dónde estás?
—En este momento llegando a casa. Ha sido un día agotador. Por lo
que ahora me desnudaré y me meteré en un relajante y maravilloso jacuzzi
lleno de espuma.
—¿Sola?
Agneta, tras soltar el bolso sobre su carísimo sofá de diseño,
respondió:
—Todo depende de ti.
Tom miró su reloj y, levantándose, musitó:
—Desnúdate y prepárate. En veinte minutos estoy en tu casa con un
amigo.
Colgó el teléfono. Agneta era caliente, y eso le gustaba. Metió en su
maletín el portátil y unos documentos. Como su casa y el despacho sólo
estaban separados por una puerta, dejó el maletín sobre la mesa del
comedor y, sin quitarse el carísimo traje de Armani que llevaba, bajó al
garaje y cogió su deportivo tras telefonear a su amigo Roland.
Cuando llegó a la puerta de la casa de Agneta, llamó al portero
automático. Subió en el ascensor y, al llegar al rellano del lujoso edificio,
vio la puerta abierta. Al oír la música que provenía del interior, sonrió.
Sade cantaba No ordinary love.
Sin demora, abrió la puerta, entró y la cerró. Acto seguido, ante él
apareció una sensual Agneta vestida únicamente con una bata de raso rojo.
Se miraron. No hablaron mientras ella se desabrochaba la bata y ésta
resbalaba por su cuerpo hasta caer al suelo.
Tom la observó con deleite. Sus ojos devoraron el bonito y fino
cuerpo de aquella mujer, mientras notaba cómo su erección comenzaba a
crecer. Sin apartar los ojos de ella, se quitó el largo abrigo de cuero que
llevaba. Después la chaqueta oscura y se desanudó la corbata.
—Acércate y date la vuelta —pidió Tom.
Agneta hizo lo que le decía.
Él se quitó la camisa blanca y la dejó sobre una silla. Después se
deshizo del cinturón, se acercó a ella y, pasándoselo por el trasero desnudo,
preguntó cerca de su oído:
—¿Has sido buena?
—No. Hoy he sido muy... muy mala.
La contestación lo hizo sonreír y con el cinturón le dio un azote en el
trasero. Ella jadeó y suplicó.
—Otro.
Repitió la operación y ella volvió a jadear.
Acto seguido, Tom soltó el cinturón, que cayó al suelo al tiempo que
se desabrochaba el pantalón. Cuando se quedó desnudo como ella, se puso
un preservativo que había cogido y siseó:
—Te voy a follar como se folla a las chicas malas.
No dijo nada más. No hacía falta.
Le abrió las piernas con rotundidad, la expuso a él y de un duro y
certero empellón la penetró. Agneta gritó mientras Tom buscaba su propio
placer y ella encontraba el suyo. Ambos eran egoístas en eso. Su placer
primaba sobre el de la otra persona y, enloquecidos, se volvieron a empalar
el uno en el otro sin importar nada más. Ése era su juego. Un juego
buscado y consentido por los dos. Una vez alcanzaron el orgasmo, cuando
él salió de ella, Agneta murmuró:
—Tengo el jacuzzi preparado.
En ese instante sonó el timbre de la casa y Tom comentó.
—Perfecto, Roland ya está aquí.
Aquella noche, cuando Tom llegó a su casa estaba cansado y saciado
de sexo.

Al día siguiente, no muy lejos de la casa de Tom, la teniente ________
Parker hablaba con su madre mientras ésta hacia la maleta para regresar a
Asturias.
—Robert me dio recuerdos para ti.
—¿Robert Smith?
—Sí, mamá. Iba a ir a tomar algo con él ayer, pero le adelantaron la
hora de despegue y no pudo ser.
Luján, al pensar en aquel muchacho amigo de su hija de toda la vida,
sonrió.
—Qué majo que es Robert y qué monada es Savannah. Aún recuerdo
su boda, ¡qué bien lo pasamos!
Al recordar aquella boda, un año antes, _____ sonrió y su madre
preguntó:
—¿Consiguieron el traslado a Fort Worth?
—Sí. Y, por cierto, papá les está ayudando mucho con todo el papeleo.
Oír hablar de su marido, a Luján le hizo perder la sonrisa.
—Tu padre, cuando quiere es un amor y cuando no, ¡un ogro! —
cuchicheó.
_______ soltó una carcajada y su madre prosiguió:
—¿Cómo vas con el curso de diseño que estás haciendo por Internet?
—Abandonado, mamá. Apenas tengo tiempo.
Luján suspiró y añadió:
—A Peggy Sue ya le he echado comida. Por cierto, qué asquito me
dan esas ratas.
—Mamá, no es una rata, es el hámster de Sami —rió ______ al recordar
que Robert se la había comprado a la niña.
—No le echéis tanto de comer, está tan ceporra que casi no se puede
mover —insistió Luján mirando aquel bichejo blanco.
_______ miró a Peggy Sue y sonrió. El hámster verdaderamente estaba
muy gordo.
—Vale, mamá. Intentaré controlar a Sami —respondió.
Luján sonrió, pero mirando a su hija, musitó:
—Me voy preocupada por ti, que lo sepas.
—Mamá, no tienes por qué preocuparte.
—¿Cómo no me voy a preocupar, _______? —protestó la mujer—. Eres
igualita que tu padre. El ejército corre por tus venas y ante eso nada puedo
hacer. Pero tienes que pensar en tu hija. Ella te necesita. Necesita una
madre que la cuide y la mime y, sobre todo, ¡que le dure muchos años!
Pero ¿no te das cuenta de que tu trabajo no es compatible con tu vida?
Su madre tenía razón. Por su situación de madre soltera todo era muy complicado. Cada vez que tenía que partir en alguno de sus viajes se las veía y deseaba para dejar
a la pequeña. Aunque con esfuerzo y tesón siempre lo conseguía. En
Múnich, Dora, una vecina de la edad de su madre y sobre todo de total
confianza, se ocupaba de la niña cuando ella hacía viajes cortos, aunque
cuando duraban más de cuatro días, era la propia Luján la que se trasladaba
a Múnich para cuidar a su nieta o _______ se la llevaba a Asturias.
—Escucha, mamá, me gusta lo que hago y...
—Ya sé que te gusta lo que haces. Te repito que eres como tu padre.
Él antepuso el ejército a la familia y mira lo que pasó.
______ resopló y su madre continúo:
—No entiendo cómo tú hermana y tú podéis ser tan diferentes. Ella
nunca ha querido saber nada del ejército, pero tú...
—Mamá, Scarlett es Scarlett y yo soy yo. ¿Cuándo te vas a dar cuenta
de eso?
—Nunca —gritó la mujer, enfadada—. Yo quiero una hija que no
corra peligro. Quiero una hija que sea feliz con una familia. Quiero una
hija que se deje cuidar por un buen marido. ¿Por qué no piensas lo que
digo?
Molesta por la misma cantinela de cada vez que se veían, miró a su
madre y replicó:
—Tú tenías todo eso. Una vida sin peligros, una familia feliz y un
hombre que te cuidaba. Creo que precisamente tú eres la persona menos
indicada para hablar así.
Al oírla, Luján cerró los ojos y, sentándose en la cama, respondió:
—Tienes razón. Yo tenía todo eso. Pero no olvides que también vivía
con la incertidumbre de si tu padre regresaría de sus misiones o no.
También vivía con sus drásticos cambios de humor. También vivía con sus
pesadillas nocturnas cuando regresaba de sus misiones. ¿Quieres que
continúe?
_______ negó con la cabeza. No había sido justa con su madre y,
abrazándola, murmuró:
—Vale, mamá, perdona. Tienes razón y yo no soy nadie para decirte
lo que te he dicho.
—Escucha, ______, sabes que adoro a tu padre. Lo quiero a pesar de que
él me odie por haberme separado. Pero lo que no quiero es que algún día
alguien te odie a ti porque antepongas el ejército a la familia.
—Mamáááá...
—No quiero que tengas pesadillas como él. No quiero que tu vida sea
sólo el ejército. Quiero que tu vida se normalice y puedas ser feliz con un
hombre que...
—No tengo intención de emparejarme con nadie.
—Pero ¿por qué, cariño? Mike era un hombre bueno, pero estoy
segura de que podrás encontrar a otro que te llene por completo el corazón.
Luján no sabía la triste realidad de lo que descubrió sobre Mike e,
intentando que guardara el recuerdo que de él tenía, ______ añadió:
—No necesito un hombre, mamá. Vivo muy bien como lo hago. Yo
soy la dueña de mi vida y no necesito que nadie venga a mangonearme.
—A lo que tú llamas «mangonear», yo lo llamo «querer». ¿No vas a
volver a querer a nadie?
—Ya os quiero a ti, a papá, a Sami, a Scarlett, a la abuela...
Desesperada por la cabezonería de su hija, Luján insistió:
—Sami crecerá.
—Eso espero, mamá. Los pañales son muy caros —se mofó.
—¿Cómo crees que se tomará ella que tú te vayas y la dejes sola?
—Nunca estará sola. Para eso os tengo a vosotros.
—Por supuesto que nos tienes a nosotros, cariño, pero la pequeña te lo
reprochará a ti —siseó Luján mirando a su hija—. Ya ha perdido a su padre
y no puede perderte a ti también.
—Mamáááá...
—¿Has olvidado las cosas que le decías a tu padre cuando eras
pequeña y se marchaba? ¿Crees que Sami no te las dirá a ti?
—Mamáááá...
—¿Has olvidado cómo llorabas cuando se iba o cómo te asustabas
cuando regresaba de alguna misión y tenía aquellas horribles pesadillas?
—Yo no tengo pesadillas, mamá.
—¡Las tendrás!
La joven cerró los ojos. Su madre tenía razón. Había comenzado a
tener pesadillas. Pero nada, excepto su propia hija, la ataba al mundo e,
intentando no pensar en ello, se levantó y murmuró:
—Mira, mamá, de momento quiero seguir con lo que hago. No hay
ningún hombre en mi vida y soy feliz. Tengo lo que necesito y...
—¿Cómo que tienes lo que necesitas?
—Mamááááá...
—Tú necesitas estabilidad emocional, hija. Un hombre que te abrace,
que te quiera, que te mime...
—Paso de todo eso, mamá... Paso... paso.
Luján no se daba por vencida.
—Desde que ocurrió lo de Mike, ¿has vuelto a tener alguna cita? —
insistió.
—No.
—Entonces, ¿cómo puedes tener todo lo que necesitas?
Sin querer desvelar su vida íntima, miró a su madre y musitó:
—Si te refieres a si me he acostado con algún hombre, la respuesta es
sí. Ese terreno lo tengo muy bien cubierto.
Boquiabierta, Luján la miró y susurró:
—Uy... qué sinvergüenza.
Ese comentario hizo que ambas rieran; abrazando a su madre, ______
murmuró:
—Tú tranquila, mamá. Hasta el momento mi vida va bien. Tengo un
trabajo que me gusta, una familia que me cuida, una hija preciosa y un
amplio abanico de hombres que me dan lo que yo necesito, cuando yo
quiero y como yo quiero.
—No quiero escuchar más.
—Pero si has sido tú quien me ha preguntado... —replicó ______.
—_______ Parker Muñiz, he dicho que no quiero escuchar más.
Ella sonrió. Siempre que se enfadaba, su madre decía su nombre y
apellidos al completo.
Luján, horrorizada por lo que su hija insinuaba, cerró la maleta y
añadió:— Tú y yo volveremos a hablar de esto, jovencita. No me hace
ninguna gracia que vayas de flor en flor, como seguro que hace tu padre.
—Mamáááááá...
—Ahora, vamos, llévame al aeropuerto o perderé el avión de regreso a
España.
Media hora después, abuela, hija y nieta se dirigían al aeropuerto. A la
salida, un mimo le regaló a la pequeña una pegatina con una carita
sonriente. ______ sonrió y pensó que aquello era una buena señal. ¡Había que

sonreír más!

HOLA!!! BUENO AQUI ESTA EL TERCER CAPITULO :)) ESPERO Y LES ESTE GUSTANDO MUCHOOO!!! BUENO YA SABEN 4 O MAS Y AGREGO SINO NO ... ADIOS Y QUE TENGAN BUENA NOCHE :)) 

4 comentarios:

  1. Ya quiero que se conoscan!!
    Falta mucho para ello??

    Siii Virgii el puto blogger noo se vee cuando actualizas.. Igual estare al pendienteee.. ;)

    Siguelaaa prontooo..

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  2. Me esta encantando esta novela *.*
    Sube pronto

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  3. Me encanto jaja ese Tom es todo un "Don Juan" pero cuando se van a conocer?? falta mucho?? ya me muero x leer ese cap y que dirá Tom cuando la ves x primera vez?? que intriga virgi espero el proximo cap!!!

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  4. Bueno ya hay 4 comentarios virgii así que sube el cap 4 que me muero x leerlo please amo esta fic!!!

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