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domingo, 23 de noviembre de 2014

.- SORPRENDEME .- CAPITULOS 16º Y 17º

16
Tras lo ocurrido esa noche, ya nada volvió a ser igual para ninguno de
los dos.
Tom, de pronto no se concentraba en su trabajo y se pasaba el día
entero pensando en los maravillosos momentos que había compartido con
_______. Su entrega, su fuerza, su pasión le gustaron y deseó poder repetir. El
problema era que ella desapareció. No volvió por el club durante la semana
siguiente, ni por la casa de Judith y Bill.
¿Dónde se habría metido?
El viernes, ______ se arreglaba en su casa. Era la noche de la fiesta de la
empresa del marido de Judith y quería pasarlo bien. Sonó el timbre de la
puerta y cuando abrió apareció ante ella su estupendo amigo Robert,
vestido con esmoquin negro.
—Guau, chicooooooo..., ¡qué guapo estás!
El militar sonrió y, mirando a la joven que lo piropeaba, exclamó:
—Tenienteeeeeee..., tú estás despampanante.
Al oírlo llamarla así, ______ aclaró:
—Lo de teniente, ¡omítelo! Recuerda que no quiero que la gente sepa
a qué me dedico, ¿vale?
—Claro, teniente —se mofó él.
______ se miraba en el espejo justo en el instante en que su hija salía de
la habitación.
—Pinsesaaaaaaaaaaaaaaa... —susurró la pequeña al verla.
_______ soltó una carcajada y, abrazándola, la besó en el cuello y dijo:
—Sí, cariño. Hoy mamá intenta ser una princesa.
A Robert se le cayó la baba al ver a la niña. La cogió en brazos, y,
enseñándole un paquetito preguntó:
—¿Qué te ha traído el tío Robert?
Sami cogió el paquete y cuando sus manitas rompieron el papel de
regalo, gritó emocionada:
—¡Una codona dosa de pinsesassssssssssssssssss!
—¿Otra? —preguntó ______, divertida.
Robert, que sabía que a Sami le encantaba, asintió y explicó:
—La vi en mi último viaje a Bagdad y no me pude resistir.
Ambos rieron y él, mirándola de nuevo, repitió:
—Estás despampanante, _______.
Con aquel vestido azul eléctrico con escote palabra de honor, parecía
de todo menos militar. Diez minutos después, tras meter a Sami en la cama
y llegar su vecina a cuidarla, ________ cogió un chal negro a juego con un
pequeño bolsito y, guiñándole un ojo a su acompañante, dijo:
—Vayamos a pasarlo bien.
Cuando llegaron a la sala de fiestas, cientos de cochazos agolpaban la
entrada. Agarrada del brazo de Robert, _______ entró y sonrió al ver la
elegancia del lugar. Encantada, cogió una copa de champán que un
camarero le ofrecía, cuando Judith, ataviada con un vestido rojo pasión, se
acercó a ellos y exclamó:
—¡Qué alegría que hayas venido!
—Te dije que si estaba en la ciudad, vendría. —Y mirando a su
acompañante, añadió—: Judith, te presento a mi buen amigo Robert Smith.
El joven la miró y, acercándose a ella, le besó la mano y dijo:
—Encantado de conocerte, Judith, y gracias por la invitación.
Una hora después, mientras tomaban una copa, ______ vio a Tom.
Estaba impresionante con su esmoquin. La boca se le secó y el estómago se
le volvió del revés al recordar cómo habían jugado aquella noche. Él no la
vio. Estaba ocupado hablando con varias mujeres, que, como siempre, se
peleaban por ser el centro de su atención.
Durante la cena, Tom vio por fin a _______. Incrédulo, no le quitaba ojo.
Estaba preciosa, femenina y diferente así vestida, pero su expresión se
ensombreció al pensar quién era el hombre que la acompañaba y dónde se
había metido todo aquel tiempo.
Una vez acabó la cena, la orquesta comenzó a tocar. Robert sacó a
______ a bailar. Era una pieza movidita y ella aceptó. Divertidos, bailaron
durante horas hasta que la orquesta cambió de registro, de modo que
cuando sonó la canción romántica Blue moon y la gente se abrazó, ______ ya
no quiso seguir bailando.

Blue moon.
You saw me standing alone.
Without a dream in my heart.
Whithout a love of my own.

Judith, al ver que su amiga y su acompañante no bailaban, les presentó
a varios de los invitados. Todos, encantados, hablaron con ellos y al final
Robert sacó a bailar a una señora.
Tom, que llevaba observando a ______ parte de la noche, no podía
apartar la vista de ella. Allí estaba la mujer en la que no podía dejar de
pensar, más bonita que nunca. Aquel vestido azul eléctrico se acoplaba a su
cuerpo de una manera muy sensual y deseó acercarse. Saber que bajo
aquella prenda se ocultaba el tatuaje que tanto le gustaba le hizo tragar
saliva y sonreír. Durante varios minutos miró, sin ser visto, cómo los
hombres revoloteaban a su alrededor, hasta que ella, sin saber cómo, se los
quitaba de encima. Eso lo hizo reír y, acercándose, se dirigió a ella:
—Vaya, vaya, vaya, pero mira quién está aquí...
Al oír su voz, el cuerpo de ______ se tensó y, volviéndose, se encontró
con el hombre que había protagonizado sus sueños en los últimos días.
Bebiendo de su copa, musitó:
—Hombre..., ¡ya estamos todos!
Confuso por su tono de voz tras lo ocurrido entre ellos, Tom dijo:
—Te he esperado en el Sensations.
—¿En serio?
—Sí. ¿Por qué no has venido?
Intentando parecer tranquila, se retiró el pelo de la cara y respondió:
—He tenido otros compromisos.
—¿Con el americano que te acompaña?
________ sonrió sin responder y Tom añadió;
—Aléjate de los americanos, no son buena compañía.
Oír su rechazo le hizo preguntar:
—Pero bueno, ¿qué tienes tú en contra de los americanos?
Con gesto impasible, él bebió de su copa y respondió:
—Sencillamente, no me gustan. Hazme caso. No son buena gente.
_______ no contestó. Si lo hacía, le diría cuatro cosas que no debía y calló.
Durante un rato, ambos miraron la pista hasta que, al ver que ella no iba a
abrir la boca, Tom habló:
—¿Por qué no bailas con tu acompañante?
Sin desvelarle los verdaderos motivos, afirmó.
—Porque no me apetece.
Él, tendiéndole la mano, insistió:
—¿Bailas conmigo?
Ella lo miró, pero con una sonrisa fría a lo teniente Parker, lo rechazó:
—No, gracias.
En ese instante, una de las mujeres de la fiesta se acercó a Tom y
comenzó a hablar con él. Durante un rato, _______ los escuchó, hasta que,
cansada del parloteo de aquélla y de sus continuas insinuaciones, se alejó.
Buscó a Robert, que estaba hablando con el marido de la mujer a la que
había sacado a bailar y, acercándose a él, le expuso:
—Siento cortarte el rollo, pero me gustaría marcharme.
Robert no lo cuestionó y, cogiéndola del brazo, dijo:
—Cuando quieras, preciosa.
Tom, que observaba sus movimientos, al ver que se dirigían hacia la
salida, se acercó a ellos e, interfiriendo en su camino, preguntó, mirando a
_______:
—¿Ya te marchas?
La joven asintió y, besando a Robert en el cuello con sensualidad,
replicó:
—El americano y yo tenemos planes, ¿algo que objetar?
Tom, con gesto incómodo, no respondió, y ella y su acompañante
continuaron su camino. Al salir de la sala de fiestas, Robert, alucinado por
aquello, inquirió:
—¿Se puede saber a qué ha venido ese besito?
_______ sonrió y, parando un taxi, contestó:
—Cosas mías, cotilla.
Robert, recordando entonces dónde había visto antes a aquel hombre,
preguntó:
—Ése es el tío con el que hablabas el día de la bolera, ¿verdad?
Sin querer mentirle, ______ respondió:
—Sí.
Incrédulo por ver esa reacción de ella ante un hombre, el militar
inquirió:
—¿Le querías dar celos y por eso me has besado en el cuello?
—No inventes, capullo.
Pero Robert afirmó divertido:
—_______..., no mientas, que te conozco muy bien. Ese tipo te gusta. ¡Qué
fuerteeeeeeeee! Por fin... ¡No me lo puedo creer!
Molesta por lo que sugería, le dio un puñetazo amistoso en el hombro
y dijo para callarlo:
—No me seas portera, Robert Smith, y cierra el pico.

17
A la mañana siguiente, Tom, no contento con lo ocurrido la noche
anterior, decidió buscar a ______. Como sabía dónde vivía, se acercó para ver
si la veía, pero no la localizó. Así pasaron varios días, hasta que una
mañana su suerte cambió y la vio salir del portal de su casa con su hija.
Decidió seguirla. Con seguridad, por la hora que era, la debía de llevar a la
guardería.
Y así fue. ________ dejó a la niña y después, subiendo a su coche, fue hasta
el centro de la ciudad. Allí entró en un par de tiendas y tras dejar unos
paquetes en el maletero se montó de nuevo en el coche, Tom supo que era
entonces o nunca.
_______ se encendió un cigarro, puso música y empezó a tararear. Con
tranquilidad, arrancó el coche, metió primera, aceleró y, de pronto, al ver
que alguien se le echaba encima, frenó en seco en mitad de la calle.
Asustada, salió del vehículo dando un portazo y gritó:
—Pero ¿tú estás tonto?
—No. Y tira ese cigarro.
Sin entender lo que pretendía, protestó mientras Tom apagaba el
cigarro en el suelo.
—¿Acaso pretendes que te atropelle?
—Yo te atropellé y sigues viva. Es más, te he dado la oportunidad de
vengarte —se mofó él—. Ahora estamos en paz y podré dormir tranquilo
por las noches.
Alucinada y sorprendida, ella siseó:
—Capullo.
Atontado por lo que aquella mujer le hacía sentir, la agarró del brazo
y, tirando de ella, la atrajo hacia su cuerpo. Luego, sin decir nada, la besó
con ímpetu y pasión. A ________ le temblaron las piernas al notar el calor
extremo que él le provocaba, en mitad de aquella calle.
—Llevo días buscándote —afirmó Tom cuando sus labios se
separaron.
—¿Para qué? —preguntó ella con un hilo de voz tras aquel beso.
No esperaba verlo en aquel momento y la sorpresa le gustó
muchísimo cuando él dijo:
—Para continuar con lo que dejamos a medias el otro día, pero no me
llames «capullo», sabes que odio esa palabra.
—¿Estás loco?
—Sí y algo excitado también.
—Apenas son las nueve de la mañana.
—Estupenda hora para meterte en mi cama o en la tuya —repuso.
—¡Suéltame!
—Mi casa o la tuya. Tú decides —insistió, mientras un coche pitaba.
El Opel Astra de ______ interrumpía la circulación.
—Ni lo sueñes.
—Vamos, no te resistas, preciosa. Me deseas, acéptalo. Ten por
seguro que si supiera que no puedo estar contigo, desistiría, pero la
sensación que tengo es que puedo y no voy a ceder en mi empeño. Sólo
abandono cuando lo tengo claro al cien por cien.
Incrédula por lo que le estaba ocurriendo, _______ protestó:
—Tú, como siempre, tan prepotente y creído.
Dispuesto a conseguir lo que deseaba, acercó de nuevo su boca a la de
ella y susurró:
—Escucha, cabezota, me deseas tanto como yo a ti. Tú me fuiste a
buscar esa noche al club y ahora el que te busca soy yo a ti. Quiero volver a
hacer lo que hicimos y no voy a cesar de pedirlo hasta que me digas que sí.
¿Y sabes por qué? —Ella negó con la cabeza y Tom prosiguió—: Porque
el otro día vi en ti a una mujer que hasta el momento nunca había visto.
Además de chulita, mal hablada en ocasiones y ardiente, me demostraste
que eres dulce, cariñosa y, sobre todo, que sabes sonreír, y eso me gustó.
Ahora eran tres coches los que pitaban y _______, al ser consciente de
ello, comentó:
—He de salir de aquí. ¿No ves la que estamos liando?
Tom la volvió a besar. Esta vez la apretó más contra su cuerpo para
que sintiera su dura erección y sobre su boca, murmuró:
—A los coches que les den...
—Pero ¿tú estás tonto?
Con una sonrisa que le calentó el alma, él respondió:
—Tonto estaría si no quisiera meter en mi cama a la preciosa novia de
Thor. —Y al ver que ella levantaba las cejas, agregó—: Por muy chulita
que te pongas hoy, te aseguro que no vas a escapar de mí tan fácilmente.
Puedo ser tan chulo como tú.
Su insistencia finalmente la hizo sonreír, mientras los dueños de los
coches tocaban el claxon cada vez más enfadados.
—Tom,  estamos organizando un atasco.
—Guau..., ¿me has llamado por mi nombre? Repítelo.
Pero los pitidos continuaban y ella insistió:
—El atasco, ¿no lo ves?
—Estoy hablando contigo. Préstame atención.
—Pero los coches...
—A los coches que les den.
—¿Y luego tú me llamas a mí «chulita»?
Con una seductora sonrisa, él pidió:
—Di mi nombre otra vez.
Divertida por su locura, cuchicheó:
—Tom.
—Mmm... Me encanta cómo lo pronuncias. La manera como pones
los morritos me pone a cien. Dímelo otra vez.
El atasco comenzaba a ser monumental y ______, incapaz de no escuchar
lo que la gente gritaba, finalmente claudicó y dijo:
—Vale, Tom, elijo tu casa. Pero iré en mi automóvil.
—No, preciosa —negó él—. Vendrás en el mío. No me fio de ti.
—Pero...
Quitándole las llaves de la mano, añadió:
—Prometo que luego seré un caballero y te acompañaré a buscarlo.
Extasiada, ella asintió y, mientras pedía disculpas a los conductores
que protestaban, Tom aparcó su coche. Cuando lo cerró, le entregó las
llaves, le asió la mano con fuerza y la llevó hasta el suyo.
Una vez dentro, ______ aún seguía sin entender cómo se había dejado
embaucar por aquel hombre y declaró:
—Reconozco que tu coche es una pasada.
—¿Te gusta? —preguntó él.
______, mirando los carísimos acabados de aquel vehículo, asintió.
—Sí, James, me gusta tu Aston Martin una barbaridad. Cuando
quieras, me puedes regalar uno del color que prefieras.
Tom sonrió y cuando metió la llave en el contacto, la suave música
soul comenzó a sonar. Sin demora, ella la apagó. Él se sorprendió pero no
dijo nada. Sólo deseaba llegar a su casa, desnudarla y disfrutar de ella.
Cuando entraron en el garaje del edificio y aparcaron, Tom bajó de
coche y, antes de que le pudiera abrir la puerta con caballerosidad, ella ya
estaba fuera. Cuando cerró, él le asió de nuevo la mano con autoridad y
caminó hacia el ascensor. Una vez llegaron a la planta cuarta, entre besos y
toqueteos, entraron en su hogar. Tom desconectó la alarma, cerró la puerta
y, aprisionándola contra ella, murmuró:
—En otro momento te enseñaré la casa. Ahora me muero por
desnudarte y jugar contigo.
______ no habló. No podía.
Era la primera vez desde que Mike murió que estaba sola en la casa de
un hombre y deseaba participar y disfrutar. Sus escarceos sexuales siempre
habían sido en bares o en hoteles, pero nunca en la intimidad del hogar de
nadie. Pero allí estaba, en casa de él sin saber aún realmente por qué.
El cuerpo de Tom la aplastaba contra la puerta mientras las manos de
ambos volaban por sus cuerpos, deseosas de encontrar lo que buscaban.
Prenda a prenda se fueron desnudando el uno al otro hasta quedarse sin
nada.
—Me encanta tu olor a fresa...
Ella sonrió. Por primera vez en mucho tiempo, ______ deseaba dejar de
ser la teniente Parker para convertirse en una mujer cariñosa que deseaba
amar y ser amada. Cuando vio que él tenía un preservativo en la mano,
ella, con una sensual sonrisa, se lo quitó, lo abrió y, agachándose, se lo
comenzó a poner.
A Tom sus movimientos lo estaban volviendo loco. Mientras _______ se
ayudaba de los dientes para bajar el preservativo por el duro pene de él,
con las manos le apretaba las nalgas. Cuando lo tuvo puesto, le dio un
cachete y, mirándolo a los ojos, murmuró mientras se levantaba:
—Veamos qué eres capaz de hacer, pínsipe.
Él sonrió y, apretándola de nuevo contra la puerta, murmuró:
—Te aseguro que soy capaz de hacer muchas... muchas cosas.
Ambos sonrieron y él le dio la vuelta y la puso mirando hacia la
puerta. Le miró el tatuaje. Aquel tatuaje que tanto le había llamado la
atención. Con deleite, pasó la lengua por él y musitó:
—Me encanta tu tatuaje.
—A mí también.
—¿Qué significa para ti?
Al pensar lo que le preguntaba, susurró excitada por cómo la tocaba:
—Los atrapasueños alejan los miedos, las pesadillas, y yo decidí tener
el mío en mi cuerpo.
Tom sonrió y le pasó la lengua desde el tatuaje hasta el cuello.
—Eres tan morbosa como yo —observó—, y aunque sé que te gusta
jugar con hombres y mujeres, en este instante sólo te voy a follar yo.
—Me gusta el sexo, el morbo y los juegos tanto como a ti.
Acalorado mientras tocaba su tatuaje, añadió:
—Espero jugar contigo y con otros en otra ocasión. Pero ahora separa
las piernas, echa tu precioso trasero hacia atrás y muévete cuando yo esté
dentro, para que vea cómo se mueve tu bonito tatuaje.
Ella obedeció y cuando sintió cómo desde atrás él le abría los labios
vaginales y la penetraba, pegó su boca a la puerta y jadeó. Sentirlo tan
duro, tan potente dentro de ella, la activó. La avivó. La hizo sentir viva y
cuando él dio el primer empujón para profundizar más, chilló.
Sus gritos placenteros cargados de erotismo a Tom le supieron a
gloria y, parándose, murmuró con voz ronca, de nuevo en su oído:
—Me encanta cómo se mueve el tatuaje cuando tú te mueves.
—Genial... Continúa.
Metiéndole un dedo en la boca para que se lo chupara, Tom la
penetró una y otra vez, mientras su cuerpo disfrutaba de aquel ataque
asolador. ______ estaba dejándose hacer. En ningún momento intentó tomar el
mando y él se lo agradeció.
Moviendo sus caderas de adelante hacia atrás, el juego continuó,
mientras su pene era absorbido por ella y él observaba cómo el
atrapasueños tomaba vida ante los movimientos de ella y parecía
balancearse.
Calor... el calor era tremendo.
Tom soltó la mano con que le agarraba la cadera y tras darle un
cachete que sonó seco en la estancia, dejó caer su cuerpo sobre el de ella y,
agarrándola con fuerza por la cintura, murmuró mientras incrementaba el
ritmo:
 —Así..., vamos..., jadea... Quiero oírte.
Pero los jadeos duraron poco. Un asolador orgasmo les alcanzó a
ambos y juntos lo disfrutaron mientras sus respiraciones desacompasadas
les hacían saber que aquel juego debía continuar. Pasados unos minutos en
los que sus respiraciones se relajaron, él salió de ella y se quitó el
preservativo. A continuación, le dio la vuelta para besarla y ______ suspiró.
—Estupendo.
Tom sonrió sobre su boca y murmuró:
—Ya te he dicho, preciosa, que sé hacer muchas cosas.
—Prepotente —rió divertida.
—Muy prepotente y con las chulitas como tú, más.
Ambos rieron. ______ movió la mano a modo de abanico para darse aire
y Tom le planteó:
—Por cierto, ¿qué es eso de alejar las pesadillas y miedos con el
atrapasueños de tu espalda? ¿Qué miedos tienes tú?
Incapaz de sincerarse, ella murmuró:
—Intento alejar a los fantasmas, pero ya ves, aquí estoy, con el
fundador de su especie.
Tom soltó una carcajada y _____, agarrándose a su cuello, dio un salto
hasta quedar sobre él y preguntó:
—¿La ducha está por allí?
Sorprendido por la naturalidad de ella en ese momento, tan diferente
de como se solía mostrar, respondió:
—No. Por ahí está mi bufete. —Al ver que ella lo miraba, aclaró—:
Mi casa está unida a mi despacho profesional. Soy abogado.
_______ asintió y sin preguntar nada más, dijo:
—Llévame a una ducha, la necesito.
—La necesitamos —rió él.
Tom caminó con ella en brazos hasta el baño. Al pasar por la
habitación, ______ se fijó en la enorme cama y sonrió. Cuando llegaron al
elegante y espacioso baño, Tom la dejó en el suelo.
—Voy a por más toallas.
Ella asintió. Cuando quedó sola, miró la enorme estancia. Aquel
cuarto de baño era espectacular: encimera con dos lavabos, jacuzzi, ducha
de hidromasaje. Era un cuarto de baño de anuncio. Nada que ver con el
minúsculo de su casa. Secándose el sudor que le perlaba la frente, se miró
en el espejo y, a diferencia de otras veces, sonrió. Se volvió y miró el
tatuaje de su espalda. Se lo hizo después de nacer Sami. Aquel
atrapasueños velaba por ella y por su hija. Así lo creía y así debía de ser.
La expresión de ______ cambió. El recuerdo de Mike volaba sobre ella y
sacudió la cabeza para ahuyentarlo. Él no tenía que estar allí y cuando
Tom entró y la vio de pie, mirándose en el espejo, preguntó:
—¿Qué ocurre?
Desconectando sus pensamientos, ella respondió:
—Te estaba esperando.
Tom sonrió y, tras dejar las toallas sobre un moderno taburete, la
cogió de la cintura y, entrando en la enorme ducha, dijo:
—Pues ya estoy aquí. Duchémonos.
El deseo los atrapó de nuevo. _____ llevaba más de dos años sin sentir
que otras manos le enjabonaban la espalda y, cerrando los ojos, disfrutó. Y
cuando los labios de él se posaron en su cuello, mimosa, sonrió.
Tom, totalmente sorprendido por lo que estaba ocurriendo, disfrutó
tanto o más que ella. _______, aquella gruñona que siempre lo sacaba de sus
casillas, en la intimidad estaba resultando ser una mujer dulce, sensual y
mimosa.
Eso lo volvió loco y cuando ella se agachó ante él, cogió su pene y se
lo metió en la boca, se tuvo que agarrar a los mandos de la ducha para no
caerse de la excitación. Ella lo chupó con mimo. La presión de sus manos
en su escroto y de su boca en su pene lo hizo jadear y cuando sintió que se
iba a correr, la paró.
—Si sigues, no voy a poder parar.
—Pues no pares —replicó ella, capturando de nuevo entre sus labios
aquel ancho y duro pene.
Tom se apoyó en la pared y decidió seguir su consejo. _______, deseosa
de él, le agarró las duras nalgas del culo y disfrutó. Abrió la boca todo lo
que pudo para darle cabida al pene y lo obligó a introducirse una y otra vez
en ella. El latido de Tom, cómo temblaban sus piernas y cómo jadeaba le
hicieron saber que el clímax estaba cerca y cuando él soltó un gruñido
varonil acompañado de espasmos y apretó las caderas contra su cara, supo
que había conseguido su propósito: lo había hecho suyo.
Instantes después, se levantó del suelo de la ducha y, mojándose la
cara con el agua, se limpió los restos de semen. Después, acercó su cuerpo
al de él, que seguía con los ojos cerrados, y murmuró:
—Muñequito, me debes un orgasmo.
Tom asintió, todavía en una nube. Lo que _____ acababa de hacerle
había sido algo colosal, diferente. Su manera de tocarlo, de poseerlo, de
exigirle, lo había dejado sin voluntad ni aliento, y cuando por fin pudo
abrir los ojos, musitó:
—Te debo lo que tú quieras, preciosa.
Veinte minutos después, cuando salieron de la ducha y entraron
desnudos a la habitación, _______ se paró al oír música soul. Llevaba casi dos
años sin permitirse escuchar ese tipo de música que tanto le había gustado
en otra época. Cuando Mike murió, esa música murió con él y decidió no
escuchar nada que le rompiera el corazón, por eso se centró en el rock y la
música cañera. Ésa era su particular forma de intentar que los recuerdos no
la volvieran loca.
—¿Bailas?
Ella negó rápidamente con la cabeza. Tom, desconcertado, la miró y
al recordar que en la fiesta de la empresa de Bill tampoco había bailado
ese tipo de música con nadie, la interrogó:
—¿Por qué?
Mirándolo a los ojos, _______ respondió con sinceridad:
—No he vuelto a bailar música de este estilo desde que Mike murió.
La franqueza de ella en momentos como aquél, tan aplastante, lo
sorprendió y, acercando su boca a la frente de ella, con mimo la besó.
—Lo siento mucho. Siento lo de Mike.
—No te preocupes.
Tras un tenso silencio, Tom preguntó:
—¿Cuánto hace que murió?
—Casi tres años —contestó ella con un hilo de voz.
Cogió una camisa limpia de su armario, y se la puso a ella por encima.
Después la abrazó, la sacó de la habitación y la llevó a la cocina. Allí la
sentó y, en silencio, le preparó un café y unas tostadas. Veía la angustia en
su mirada. Una mirada que de pronto adoró.
Cuando se sentó frente a ella y empezaron a comer de repente, sin
saber por qué, _______ se abrió a Tom. Le contó su dolor. Su desesperación
cuando supo de la muerte de Mike. Le contó que éste era militar
americano, pero no le reveló que ella lo era también.
Tom la escuchó sobrecogido. Aquella mujer vulnerable y natural que
de pronto estaba ante él abriéndole su corazón era lo más genuino que
había conocido en toda su vida.
Así estuvieron cerca de una hora. Él no se quejó cuando ella fumó y
_______ se lo agradeció.
—Vaya rollazo que te he soltado —se mofó luego, apagando el
cigarrillo en un cenicero que Tom le había buscado—. Ahora, además de
insoportable y chulita, pensarás que soy un coñazo de tía. Venimos aquí a
pasarlo bien y me tiro una hora hablando de mi vida y de mis desgracias.
Intentando facilitarle el momento, él sonrió y, tocándole el óvalo de la
cara con mimo, preguntó:
—¿Cuántos años tienes?
—Treinta y tres, pero si me quito años como tu amiguita la rubia, te
diré que veinticinco y me quedo como Dios.
Tom soltó una carcajada y, curiosa, ella le preguntó a su vez:
—¿Y tú qué edad tienes?
—Treinta y dos.
—Vaya... soy mayor que tú y te puedo pervertir.
—¡Qué escándalo! —se burló él.
Cuando ambos pararon de reír, Tom le retiró el pelo de la cara y las
manos de ______ fueron a sacar otro cigarrillo.
—No deberías. —Al oírlo lo miró y él añadió—: Fumar es muy malo
para la salud y no me gusta ver que lo haces.
______ sonrió y la teniente Parker replicó:
—Pues lo siento. Yo fumo, te guste o no.
Tom no insistió. Él no era nadie para prohibirle nada y ella, al darse
cuenta de su contestación, tiró de su buena disposición, guardó el tabaco en
el bolso y dijo:
—De acuerdo. Estoy en tu casa y lo respetaré.
Con una cálida sonrisa, Tom le agradeció el detalle y preguntó:
—¿Desde cuándo practicas este tipo de sexo?
—Hace unos nueve años más o menos, en mi época de zorrilla punk...
—¿Zorrilla punk? —rió Tom.
Divertida por la cara de él y lo que había dicho, añadió:
—Tuve una época en la que di más problemas en mi casa que otra
cosa. Pobrecitos, mis padres. Me desaté. Fumé hierba hasta caer rendida y
un día fui a una fiesta y todo terminó en una orgía descomunal. Al día
siguiente no me podía creer lo que había hecho, pero como me gustó la
experiencia, volví a repetir. Luego, por circunstancias de la vida, mi
entorno social cambió y después conocí a Mike. Él era ajeno a todo esto y
fui yo quien lo introdujo en este mundo de morbo y fantasía, y la verdad, lo
disfrutó y le gustó.
—¿Has practicado el sado?
—Sí, pero light. Que me tengan que pegar para sentir placer no es lo
mío. Pero reconozco que ciertos jueguecitos sado con las esposas y los
látigos de seda, ¡me ponen!
Tom asintió. Le gustaba que ella fuera clara y experimentada. Siguió
interrogándola:
—¿Has probado todo?
_____ sonrió y respondió:
—Si te refieres a hombres y mujeres, sí. Y me gustan más los
hombres. Aunque de vez en cuando no me importa jugar con alguna mujer.
—¿Qué te gusta de los hombres?
—Me apasiona sentirme entre ellos. Me excita dejarles jugar conmigo
y a mí jugar con ellos. Cuando quiero, soy yo la que se ofrece. Soy yo la
que pide, o soy yo la que exige.
—Y de las mujeres ¿qué te gusta?
_______ sonrió.
—Entre nosotras sabemos muy bien dónde localizar el placer. Cuando
estoy con una mujer, procuro disfrutarlo y dejarme llevar, pero ya te digo
que a mí lo que más me pone es vuestro ímpetu varonil. ¿Tú has estado con
hombres?
Tom soltó una carcajada y respondió:
—Estar... estar... sólo una vez y la experiencia no me gustó. Introducir
mi pene en el trasero de un tío no es lo que me va, prefiero introducírselo a
una mujer donde ella quiera. Por lo que mi experiencia con mi propio sexo
se limita a que permito que me toquen cuando estamos jugando y a que
disfruto cuando a alguno le gusta meterse mi aparatito en la boca. Nada
más. Pero reconozco que ver a las mujeres jugar me pone a cien. Vosotras
sois exquisitas y muy sensuales en vuestros movimientos, y cuando te he
visto con alguna en el Sensations, me he excitado mucho. Parecías pasarlo
bien.
—Sí, claro que lo paso bien, si no, te aseguro que no jugaría —aclaró
_______.
Esa sinceridad a Tom lo excitó y volvió a preguntar:
—¿Por qué no querías que Bill y Jud supieran que...?
—Por vergüenza —lo cortó ______ sin dejarlo acabar.
Al oírla, él, divertido, musitó:
—¿Vergonzosa?, ¿tú eres vergonzosa?
—Un poco sí —rió ella—. El sexo y mis fantasías no son algo que me
guste compartir con la gente. Digamos que es mi secreto.
Tom asintió. En cierto modo la entendía. Él tampoco iba pregonando
el tipo de sexo que practicaba al resto de la humanidad.
—Seguro que alguna vez has coincidido con Jud y Bill en el
Sensations en diferentes reservados. Igual que yo te encontré, te podían
haber encontrado ellos. —Y al ver el gesto infantil con que lo miraba,
murmuró—: Por cierto, me tienes alucinado.
—¿Por qué?
Retirándole el pelo de la cara con un gesto íntimo, él respondió:
—Poder hablar contigo con normalidad y mantener una interesante
conversación, es más de lo que nunca pensé conseguir de ti.
Ella sonrió, y su sonrisa aniñada emocionó a Tom.
—Bésame —pidió él.
—¿Qué?
—Bésame —insistió.
_______ lo pensó. Aquello no era una sugerencia, era una exigencia y, así,
hizo lo que le apetecía y acercando su boca, rozó su nariz contra la de él y
finalmente metió su lengua y lo devoró. Cuando sus labios se separaron,
Tom, mirándole los preciosos ojos negros, dijo:
—¿Puedo preguntarte cosas que me rondan por la cabeza?
—Depende. Tú pregunta y, si no me apetece, no te contestaré.
—¿Ha vuelto la ________ chulita? —comentó sonriendo.
—Sí.
—¿Siempre eres tan clara en todo? —rió Tom.
—Casi siempre. Todo depende del capu... listo que tenga delante.
—En este caso, el capu... listo soy yo.
—No lo dudes..., nene.
—¿Por qué eres tan borde a veces?
—Porque puedo... y quiero, y ahora, ¡cállate!
Divertido por su tono de voz autoritario, murmuró:
—No des órdenes. Pareces un sargento.
—Teniente me gusta más.
Tom asintió y preguntó:
—¿Cómo era Mike?
_______ suspiró.
—Un buen militar. Roquero. Loco. Un amigo divertido y una pésima
pareja. Así era Mike, pero yo lo quería tal como era.
—¿Por qué dices que era una pésima pareja?
Levantando las cejas, ______ contestó:
—Yo no era la única mujer en su corazón. Pero de eso me enteré
cuando murió. Y gracias a él se puede decir que, hoy por hoy, no me fío de
ninguno de los de tu especie.
—¿Para ti somos una especie?
________ sonrió.
—Una especie de la que me gusta disfrutar en la cama, pero luego
prefiero que se vaya a su casita para que yo continúe con mi vida, cuide de
mi hija y haga mi trabajo.
—Por cierto, ¿en qué trabajas?
La pregunta le pilló tan de sorpresa que, como siempre hacía,
respondió:
—Soy azafata.
Tom asintió.
—Conozco a varias azafatas.
—¡Qué ilusión! —se mofó ella, haciéndolo sonreír.
—¿Para qué compañía trabajas?
—Air Europa —respondió rápidamente, al recordar el ligue de Fraser.
—¿Qué idiomas hablas?
—Inglés, español, alemán y algo de italiano.
Tom asintió y volvió a la carga.
—¿Te gustaba que Mike fuera militar?
_______ sonrió y, callándose que ella también lo era, no respondió y
preguntó a su vez:
—¿No te gusta el ejército?
Tom negó con la cabeza.
—Absolutamente nada.
—¿Por qué?
—Creo que hay que estar algo loco para, en los tiempos que estamos,
pertenecer a algún ejército. Y ya no hablemos del ejército americano, que
suele estar metido en todos los conflictos habidos y por haber.
Su negatividad ante los militares americanos le tocó la fibra y una vez
más volvió a preguntar:
—Pero vamos a ver, ¿tú qué tienes en contra de los americanos?
—No me gustan. Son creídos y prepotentes.
Ese comentario la molestó, pero se calló lo que pensaba.
—Anda, ¡cómo tú! —respondió ella, pero al ver cómo la miraba,
sonrió y añadió—: ¿No te parecen sexies las mujeres militares?
—No.
—¿Por qué?
—Porque no me gusta nada que tenga que ver con el ejército. Te lo
acabo de decir. —E intentando cambiar de conversación, dijo—: Por
cierto, vestida de azafata tienes que estar muy sexy. El próximo día, tráete
el uniforme. Me encantará arrancártelo.
_______ soltó una carcajada al oírlo, aunque pensó en lo que había dicho.
Estaba claro que por su condición de militar americana, nunca habría nada
más que sexo entre ellos y, aunque en cierto modo eso le gustó, una parte
de ella se resquebrajó, ¿qué le estaba pasando?
Tom, ajeno a lo que pensaba, para reconducir el tema hacia lo que él
quería, preguntó:
—¿Es también por Mike por quien no quieres besar?
_______ asintió.
—Desde su muerte no había besado a ningún hombre. Tú has sido el
primero.
Tom le puso una mano en el muslo y se lo apretó.
—Mmmm... me gusta saberlo.
Sin miedo, la volvió a besar y cuando se separó, ella murmuró:
—Demasiadas cosas en mi vida tienen que ver con Mike.
—¿Incluida la música? —Sorprendida por la pregunta, fue a contestar
cuando Tom añadió—: ¿A que a Mike le gustaba Bon Jovi?
—¡Para él Bon Jovi era lo más!
Tom asintió. Cada contestación suya explicaba mejor su
comportamiento y esa última revelación le hacía comprender por qué ella
escuchaba siempre a ese cantante cuando iba al club. Eso la acercaba a él.
A Mike. Pero deseoso de hacerla olvidar y de que se centrara sólo en él,
dijo:
—________, la vida continúa para los vivos. Debes bailar, cantar, besar,
vivir, sonreír, gozar. Tienes una hija a la que no puedes privar de ver a su
madre feliz. Además, estoy seguro de que a Mike le gustaría que lo
hicieras, ¿no crees?
Ella cerró los ojos. ¿Cuántas veces había oído eso? Asintió.
Recordó las ocasiones en que, abrazada a Mike, había bailado la
canción Always, de Bon Jovi. Ésa era su canción y lo sería hasta que se
muriera. Pero ella no había muerto y recordando la carta que tantas veces
había leído en soledad, se levantó y, dispuesta a dar un paso adelante
gracias al hombre que tenía ante ella, habló decidida:
—Tienes razón. Esto tiene que cambiar. Y lo siento, pero tú vas a ser
mi primera víctima.
—¿Víctima?
_______ asintió y, cogiéndolo de la mano, inquirió:
—¿Cuál es tu apellido?
—Kaulitz. Tom Kaulitz.
Sonriendo, ella clavó sus impresionantes ojos negros en él y dijo:
—Señor Kaulitz, ¿quieres ser el primero en bailar conmigo alguna
bonita canción de amor?
—¿Cuál es tu apellido? —preguntó Tom al no recordarlo.
_______ estuvo tentada de decirle la verdad. Su nombre era _______
Parker, pero finalmente contestó:
—Muñiz. ________ Muñiz.
—Señorita Muñiz, estaré encantado de bailar contigo la canción que
tú quieras —afirmó sonriendo con caballerosidad al tiempo que le cogía la
mano. Tras soltar ambos una carcajada, Tom la cogió en brazos, la llevó a la
habitación de nuevo y preguntó, dejándola en el suelo:
—Son las once de la mañana y siendo éste un momento especial en tu
vida, en el que estoy encantado de ser tu víctima, dime qué canción quieres
bailar y la pondré.
Bloqueada por los sentimientos que pugnaban por salir de ella, ______ lo
miró.
—No sé. ¿Qué tal la próxima canción que suene en tu CD?
De pronto, sonaron los primeros acordes de un piano. Sin dudarlo, se
acercó a Tom y, pasándole los brazos por el cuello, murmuró:
—Ésta puede ser una buena canción.
Él la abrazó. No dijo nada, pero Bruno Mars y en especial aquella
canción le gustaban mucho.

Same bed but it feels just a little big bigger now.
Our song on the radio but it don’t sound the same.
When our friends talk about you, all it does is just tear me down.
‘Cause my heart breaks a little when I hear your name.
It all just sounds like «Oooh»...
Mmm, too young, too dumb to realize.
That I should’ve bought you flowers.

La besó en el cuello mientras se movía al compás de la música y
sentía cómo ella temblaba.
La canción hablaba de un hombre que había perdido a la chica que
quería por pensar sólo en sí mismo. Se lamentaba de no haber bailado más
con ella, de no haberle comprado flores, de no haberla llevado a fiestas, de
no haberla mimado como ella se merecía y sólo pedía que el hombre que la
quisiera la hiciera feliz como él no supo hacerlo.
Sin imaginarlo, en ese instante Mike estuvo más cerca de ella que
nunca y eso le atenazó el corazón.

My pride, mi ego, my needs and my selfish ways.
Caused a good strong woman like you to walk out me life.
Now I never, never get to clean up the mess I made... Ooh...

Preocupado por los vidriosos ojos de ella y sin soltarla, Tom acercó
su boca a su oído y preguntó:
—¿Te encuentras bien?
______ asintió y tragó el nudo de emociones que aquella canción le
estaba provocando. Era como si Mike se estuviera despidiendo de ella a
través de esa canción y le exigiera que rehiciera su vida como le había
pedido en su última carta.
Mientras bailaban, Tom no podía parar de mirarla.
—Quiero que sepas que esta canción me encanta y a partir de ahora,
siempre que la escuche seguramente me acordaré de ti —le susurró al oído.
—¿Qué canción es? —preguntó ella con un hilo de voz.
When I was your man, de Bruno Mars.
Durante el tiempo que duró la canción, él no la soltó. Bailó con ella y
cuando la música terminó, ______ lo miró y exclamó:
—Qué canción más bonita.
—Quizá la letra sea algo triste, ¿no crees?
_______ asintió.
—Con lo que te voy a contar, creerás que estoy todavía más loca, pero
soy una persona que cree mucho en las señales y esta canción, en este
momento y con esa letra, me hace pensar que Mike la ha puesto en mi
camino para decirme adiós.
Se hizo un tenso silencio en el que Tom no supo qué decir.
Finalmente, para intentar hacerla sonreír, susurró algo que decía la
canción:
—Prometo comprarte flores.
Divertida, ______ sonrió.
—No hace falta.
Encantado al sentir la tan receptiva, la besó en la punta de la nariz.
—¿No te gustan las flores? —se extrañó Tom mientras comenzaba a
sonar otra canción.
—Nunca me las han regalado.
La miró sorprendido y preguntó:
—¿Nunca te han regalado flores?
—No he sido una chica a la que regalarle flores ni cosas delicadas —
bromeó—. Aunque en mi época de zorrilla punk me regalaban cañamones
para plantar maría. Si a eso se le puede considerar flores... ¡pues vale!
Alucinado, se separó de ella y ________, soltando una carcajada, pidió:
—Deja de mirarme así.
—¿Cultivas marihuana?
—Nooooooooooo.
La cara de Tom era un poema y, omitiendo que alguna vez la fumaba,
______ levantó el tono de voz como hacía en el ejército y dijo con voz de
mando:
—¡Dame un beso ya!
—A sus órdenes —se mofó él, antes de devorarle los labios con
pasión.
Una vez sus bocas se separaron, ella, atontada, murmuró:
—Gracias.
—¿Por?
—Por no ser el estúpido capullo guaperas e insoportable que yo
pensaba que eras.
—Vaya... entonces gracias a ti también. —Y al ver cómo lo miraba,
añadió—: Por no ser la loca Ironwoman que yo pensaba que eras. Aunque
ahora que me he enterado de que fuiste una zorrilla punk, no sé qué pensar
de ti.
—Oye, todos tenemos un pasado —se burló divertida.
Ambos soltaron una carcajada. ______ miró su reloj y dijo:
—Nunca había tenido un escarceo sexual con un casi desconocido a
estas horas de la mañana.
—Me alegra saber que he sido el primero.
Ambos rieron de nuevo y al ver que ella volvía a mirar el reloj, él
preguntó:
—¿Qué miras?
—Dentro de tres horas y treinta minutos tengo que ir a recoger a
Samantha.
—Tranquila..., allí estarás.
—¿Me lo prometes?
Tom, consciente del magnetismo de su sonrisa, la miró desde su
altura y añadió con voz ronca:
—Te lo prometo.
Besos...
Morbo...
Toqueteos...
Todo comenzó de nuevo y ______, deseosa de pasarlo bien, decidió
variar el rumbo del momento y preguntó:
—¿Te importa si cambio de música?
Él sonrió y la retó con la mirada.
—¡Bon Jovi no! —aclaró.
______ asintió. Con lo que le había confesado, entendía perfectamente
que él se negara a escuchar esa música.
—Te lo prometo —murmuró ella guiñándole un ojo.
—Punk tampoco.
Llevándose la mano al corazón, ______ dijo:
—Pero si los Sex Pistols y Los Ramones son buenísimos.
—No para este momento conmigo.
—Valeeeeeeeee —convino ______ divertida.
Y al ver que ella se dirigía a la cocina, Tom preguntó:
—Pero ¿de dónde vas a sacar la música?
—Llevo en mi bolso un mp3, ¿puedo ponerlo?
—Claro, preciosa, pero ya sabes...
—Ni punk, ni Bon Jovi... ¡Lo sé, pesadito!
Él soltó una carcajada. _______ salió de la habitación y fue a la cocina.
Allí localizó su bolso sobre la encimera, lo abrió y sacó lo que buscaba.
Luego regresó a la habitación y, tras conectarlo al equipo de música, dijo,
poniéndose las bragas, los zapatos de tacón y abrochándose los botones de
la camisa que él le había puesto:
—Siéntate en la cama y ponte un preservativo.
—¿Cómo?
—Que te sientes en la cama y te pongas un preservativo.
—No... no... no... yo no funciono así, preciosa. Túmbate en la cama y
quítate lo que te has puesto. Pero ¿adónde vas?
Levantando la voz como hacía con sus hombres, ______ replicó:
—Eh... eh... eh..., cierra el pico, amiguito.
—No me hables así o...
Pero no pudo decir más. De un empujón lo sentó donde ella quería y
mirándole con superioridad, añadió, mientras cogía una corbata del
armario abierto:
—¡Ponte un preservativo ya!
—Mira que eres mandona.
—Me gusta mandar —se mofó—. Ah, por cierto, ahora mira, observa
y disfruta. No me toques y espero que te guste tu regalo.
—¿Mi regalo?
—¿Te gustan los stripteases?
Tom soltó una carcajada y, mirándola, preguntó:
—¿En serio me vas a regalar uno?
—Tras mi época de zorrilla punk, luego tuve otra época en la que fui a
clases de striptease. —Y al ver cómo la miraba, aclaró—: Aprendí en una
academia, malpensado.
—Vaya... no paras de sorprenderme.
_______ soltó una carcajada. Llevaba mucho tiempo sin hacerlo, pero
estaba segura de que sería capaz y, mirándolo, susurró mimosa:
—¿Sabes que la palabra strip quiere decir «desvestir» y tease
«excitar»? —Él asintió y ella añadió—: Ahora sé bueno y no me toques a
no ser que yo te lo pida. Ésa es una parte importante del espectáculo,
¿vale?
—Prometo ser muy bueno, pero una vez termines, muy... muy malo.
—Guau, ¡esto promete!
Tom, encantado al verla tan entregada, hizo lo que ella pedía y
cuando el preservativo estuvo colocado donde debía, la miró y con
sensualidad la retó:
—¡Sorpréndeme!
Acto seguido, _____ dio al mando del equipo de música y de pronto la
cañera canción Bad to the bone, de los ZZ Top comenzó a sonar mientras
ella cogía una silla y la arrastraba hasta dejarla delante de él.
Tom aplaudió encantado y silbó poniendo cara de malote. Aquello le
iba a encantar.
Con una sensualidad que le resecó la boca en décimas de segundo, ella
comenzó a moverse al compás de la música.
Alucinado...
Asombrado...
Y enloquecido... la veía contonearse mientras sonaba la canción.

Bad to the bone
Bad to the bone
B-B-B-B-Bad to the bone
B-B-B-B-Bad to the bone

No podía apartar los ojos de ella. Vestida sólo con la camisa y la
corbata, le estaba haciendo el mejor striptease que había visto en su vida.
No dejó de mirarlo a los ojos ni un segundo, mientras le lanzaba ardientes
mensajes sin abrir la boca. Los movimientos de ______ eran lentos, precisos y
sensuales, y el pene de Tom temblaba y le exigía estar dentro de ella.
Como una verdadera profesional, ella se tocó, paseó sus manos por las
zonas del cuerpo que ella quería que él mirara y lo consiguió. No había
más que ver la entrega total de él y su gesto morboso.
Pasados unos minutos, ella comenzó a desanudarse la corbata y una
vez se la quitó, se levantó la camisa y se la ató a la cintura. Prosiguió su
sensual baile sobre la silla. Se sentó. Se levantó. Movió las caderas y
comenzó a desabrocharse la camisa.
Como una chica mala, se la levantó para enseñarle con descaro el
tentador monte de Venus bajo sus bragas. Una vez se bajó la camisa, se
desabrochó los últimos botones mientras jugaba con el placer que eso le
ocasionaba a él y prolongaba el momento.
Cuando la prenda se escurrió por sus hombros, Tom sonrió y como
un lobo hambriento la miró mientras ella bailaba para él y el tatuaje que
tenía en la espalda parecía moverse al compás de la música. Con
sensualidad, ______ se revolvió el pelo, se tocó la boca, se chupó un dedo, se
quitó las bragas y se las tiró a Tom.
Cuando se desanudó la corbata de la cintura, se la pasó por entre las
piernas, por el trasero, por los pechos y después, acercándose con
sensualidad, se la pasó a él por el cuello mientras susurraba con un descaro
que lo volvió loco:
—Te voy a follar como nadie te ha follado, nene.
—Eso espero, nena...
—Te dije que soy buena y te demostraré que soy la mejor.
Alejándose unos pasos, cerró los ojos y continuó bailando, dispuesta a
tentarlo al máximo. Tom no podía apartar los ojos de ella. Caliente. Así se
sentía a cada segundo que pasaba. Los pechos de _______ rebotaban al bailar y
al ver cómo él se los miraba con fogosidad, se tocó los pezones y se los
endureció.
Tom tragó saliva. Ella y su bailecito lo estaban poniendo a cien. Le
encantaba la sensualidad de sus marcados movimientos y cuando la música
acabó, ______ sonrió, se sentó en sus piernas y le restregó los pechos por la
cara:
—¿Sorprendido?
Él asintió y ella, agarrándolo del pelo, tiró de éste hacia atrás y
murmuró, chupándole la barbilla antes de meter la lengua en su boca.
—Me alegra. Y ahora te voy a hacer mío, ¿entendido?
Un beso cargado de erotismo les puso a los dos el vello de punta y
cuando sus bocas se separaron, Tom murmuró:
—Me pones un montón cuando estás tan malota.
—¿Ah, sí?
—Sí..., pero déjame decirte que...
Pero no pudo decir más.
—He cambiado de opinión. —______ se tumbó a su lado—. Hazme con
tu lengua lo que esa noche me hiciste en el jacuzzi —dijo _______ con
exigencia—. Me muero por volver a sentirlo.
Tom sonrió. Estaba dispuesto a hacer todo, absolutamente todo lo
que ______ le pidiera. Y colocándose sobre ella, siseó:
—El próximo día compraré chocolate para untarte con él.
______ sonrió y Tom posó su ardiente boca sobre su vagina. Mordisqueó
sus labios y cuando llegó al clítoris, incrementó el ritmo. Lamió de arriba
abajo, en círculos, y le dio ligeros golpecitos con la lengua que a ella la
hicieron gritar de placer.
—Tienes un clítoris muy... muy juguetón.
—Sigue..., sigue..., me encanta que juegues con él. No pares —suplicó
_______.
Tras arrancarle varios escandalosos gemidos y ver cómo ella se
retorcía de gozo sobre la cama, Tom le tocó el pubis, depilado en forma
de corazón, y dijo:
—Me encanta la fresa que te has dejado.
—No es una fresa... es un corazón —jadeó ella, al entender a qué se
refería.
—Para mí tiene forma de fresa y me encanta. Hueles a fresa. Sabes a
fresa...
—Perfecto —afirmó enloquecida—. Cómete de nuevo mi fresa como
lo has hecho hace unos segundos.
Verla tan entregada y con la respiración entrecortada lo hizo sonreír y
musitó, dispuesto a hacer lo que ella deseaba:
—A la orden, mi sargento.
—Teniente..., si no te importa.
La boca de Tom se volvió a posar donde ella exigía y ______ se arqueó
gustosa. Abierta de piernas para él, jadeó cuando sintió que le mordía la
cara interna de los muslos y, tras unos sensuales besos, llegaba de nuevo
hasta su clítoris.
—Sí... Oh, sí... Más... más...
Le dio varios toques con la punta de la lengua en el hinchado y
húmedo clítoris y después se lo succionó. Ella gritó, agarrándose a las
sábanas, mientras las piernas le temblaban y levantaba la pelvis al sentir un
maravilloso orgasmo. Encantado con su reacción tras morderle el monte de
Venus, preguntó:
—No llevarás en el bolso algún vibrador para tu precioso botón del
placer.
Tomando aire tras el estupendo orgasmo, ______ se mofó divertida:
—No suelo salir de casa con él encima. Pero lo tengo en mi
habitación.
—No tengo tiempo de ir allí.
—Ni yo de que vayas.
Tom sonrió y, besándole de nuevo el monte de Venus, murmuró:
—Eres deliciosa y me encantas.
Al oírlo y caliente porque continuara, _______ levantó la cabeza y siseó:
—Como no vuelvas a meter tu lengua donde la tenías y hacer lo que
hacías, te juro que te voy a matar.
Tom soltó una carcajada e hizo lo que ella pedía. Le separó con los
dedos los labios vaginales y volvió a jugar con su hinchado clítoris. Lo
chupó. Lo lamió. Lo mordisqueó, arrancándole oleadas de placer. _____ se
estremeció, se convulsionó y cuando sus fluidos inundaron su vagina y
llegó al clímax de nuevo, Tom se tumbó sobre ella y la penetró.
—Sí..., preciosa... Así quiero tenerte.
______ jadeó. Tom era un excelente amante. La había llevado al clímax
dos veces en los últimos minutos sólo poseyéndola con la boca. Por ello,
cogió fuerzas y musitó:
—No..., precioso... Así quiero tenerte yo.
Un movimiento seco de ella le hizo perder a él el equilibrio y
segundos después, ______ estaba encima y, acercando su boca a la suya,
murmuró tras besarlo:
—Sabes a sexo... —Y al ver que Tom quería protestar, añadió—: No,
cielo, no... Ahora seré yo quien ordene, mande y te arranque jadeos de
placer. —Y moviendo las caderas hacia adelante, musitó—: Abre la boca y
dame tu lengua.
Él, excitado por lo que decía, lo hizo y cuando ella se la tomó y dio un
empellón con las caderas, Tom jadeó y tembló mientras con delicadeza
______ lo mordía. Sorprendido por lo que ella había hecho, fue a moverse
cuando ______, apretando los muslos, lo inmovilizó, movió las caderas con
contundencia y él jadeó de nuevo enloquecido. Esta vez más fuerte. Más
ronco. Al oírlo, la joven sonrió y, mirándolo, preguntó:
—¿Te gusta?
—Sí...
—Te dije que era buena.
Excitado como un loco, asintió.
—Sí, preciosa... lo eres.
______ sonrió y, tentándolo, inquirió:
—¿Quieres más?
—Sí —suplicó él, mientras imaginaba cómo se movía el atrapasueños
de su espalda.
—¿Cuánto más?
—Todo lo que tú me quieras dar —musitó en un tono bajo,
tremendamente excitado.
______ asintió. Y controlando la situación, paseó su boca por el cuello de
él y pidió:
—No te muevas. Tienes prohibido moverte.
—No sé si podré.
—Podrás —contestó y mirándolo a los ojos como una tigresa, susurró
—: Sólo me moveré yo y si tú lo haces, pararé. —Tom sonrió y ella le
pidió—: Dame las manos. Te las pondré sobre la cabeza. Quiero que tus
jadeos me hagan saber cuánto disfrutas con lo que te hago. ¿Entendido?
—Sí...
Excitado, se dejó llevar por el momento y se abandonó a aquella
mujer mientras una música cañera que no conocía sonaba a todo volumen.
_______ le agarró las manos y como una diosa se movió sobre él. Primero de
arriba abajo y después de adelante hacia atrás, con movimientos sinuosos y
perturbadores.
Tom, enloquecido por la situación, suplicó que no parara. Quiso
moverse, pero cada vez que lo intentaba ella se detenía, enloqueciéndolo.
¿De dónde sacaba aquella fuerza?
—Sigue, ______..., sigue.
La joven sonrió y, tras morderle el labio inferior, susurró:
—No te muevas y córrete para mí.
Los movimientos de ella y su exigencia le hacían perder la razón.
Nunca una mujer le había pedido así que se corriera. Y por primera
vez en mucho tiempo, Tom disfrutó del sexo sin juguetes sexuales, sin
moverse, sin azotes, ni tríos. Sólo con una increíble mujer sobre él
volviéndolo loco.
Cerró los ojos y cuando ya no pudo más, se arqueó y tuvo un
maravilloso orgasmo que lo hizo temblar sobre la cama, mientras la vagina
de ella lo succionaba y _______ se arqueaba sobre él y se dejaba llevar por la
pasión.
Agotada por el esfuerzo pero feliz por el resultado, se dejó caer sobre
el fibroso cuerpo de Tom. Sintió que sus brazos la apretaban contra él y
sonrió al oír:
—Dios, nena..., eres fantástica.
Su ataque había sido colosal. Increíble. Y deseó más de ella... mucho
más.



HOLA!!! OTRA VEZ SUKUMBIERON A LA PASION!!!!!! NO SE SI LES HABIA DICHO QUE DESPUES DE LA PRIMERA VEZ QUE FOLLARAN SE IBA A PONER INTERESANTE?? SE LOS DIJEEE!!! BUENO YA SABEN 4 O MAS COMENTARIOS Y AGREGO SINO NO ... ADIOS :))

6 comentarios:

  1. Ahora sii la rayita deja en el pasado a Mike!!!

    Empiezael amir entre ellos..

    Siguelaaa prontoo :)

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  2. :O:O Esto esta mas que interesante virgii de verdad que no me lo esperaba pero me encantooooo y ojala sigan así y x hay empezara el amor aunque ya se gustan y no quieran admitirlo que hermosos!!!! espero los próximos caps!!!

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  3. Oomg estoymuy atrasada con la historia pero con el ultimo capitulo quede O.O me encantaaa sube please. Byeeeeee

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  4. OMG OMG que novela aahah
    Sube pronto
    Me atrase con los cap pero ya me puse al dia ajjaja

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