16
Tras lo
ocurrido esa noche, ya nada volvió a ser igual para ninguno de
los dos.
Tom, de
pronto no se concentraba en su trabajo y se pasaba el día
entero
pensando en los maravillosos momentos que había compartido con
_______.
Su entrega, su fuerza, su pasión le gustaron y deseó poder repetir. El
problema
era que ella desapareció. No volvió por el club durante la semana
siguiente,
ni por la casa de Judith y Bill.
¿Dónde se
habría metido?
El
viernes, ______ se arreglaba en su casa. Era la noche de la fiesta de la
empresa
del marido de Judith y quería pasarlo bien. Sonó el timbre de la
puerta y
cuando abrió apareció ante ella su estupendo amigo Robert,
vestido
con esmoquin negro.
—Guau,
chicooooooo..., ¡qué guapo estás!
El militar
sonrió y, mirando a la joven que lo piropeaba, exclamó:
—Tenienteeeeeee...,
tú estás despampanante.
Al oírlo
llamarla así, ______ aclaró:
—Lo de
teniente, ¡omítelo! Recuerda que no quiero que la gente sepa
a qué me
dedico, ¿vale?
—Claro,
teniente —se mofó él.
______ se
miraba en el espejo justo en el instante en que su hija salía de
la
habitación.
—Pinsesaaaaaaaaaaaaaaa...
—susurró la pequeña al verla.
_______
soltó una carcajada y, abrazándola, la besó en el cuello y dijo:
—Sí,
cariño. Hoy mamá intenta ser una princesa.
A Robert
se le cayó la baba al ver a la niña. La cogió en brazos, y,
enseñándole
un paquetito preguntó:
—¿Qué te
ha traído el tío Robert?
Sami cogió
el paquete y cuando sus manitas rompieron el papel de
regalo,
gritó emocionada:
—¡Una
codona dosa de pinsesassssssssssssssssss!
—¿Otra? —preguntó
______, divertida.
Robert,
que sabía que a Sami le encantaba, asintió y explicó:
—La vi en
mi último viaje a Bagdad y no me pude resistir.
Ambos
rieron y él, mirándola de nuevo, repitió:
—Estás
despampanante, _______.
Con aquel
vestido azul eléctrico con escote palabra de honor, parecía
de todo
menos militar. Diez minutos después, tras meter a Sami en la cama
y llegar
su vecina a cuidarla, ________ cogió un chal negro a juego con un
pequeño
bolsito y, guiñándole un ojo a su acompañante, dijo:
—Vayamos a
pasarlo bien.
Cuando
llegaron a la sala de fiestas, cientos de cochazos agolpaban la
entrada. Agarrada
del brazo de Robert, _______ entró y sonrió al ver la
elegancia
del lugar. Encantada, cogió una copa de champán que un
camarero
le ofrecía, cuando Judith, ataviada con un vestido rojo pasión, se
acercó a
ellos y exclamó:
—¡Qué
alegría que hayas venido!
—Te dije
que si estaba en la ciudad, vendría. —Y mirando a su
acompañante,
añadió—: Judith, te presento a mi buen amigo Robert Smith.
El joven
la miró y, acercándose a ella, le besó la mano y dijo:
—Encantado
de conocerte, Judith, y gracias por la invitación.
Una hora
después, mientras tomaban una copa, ______ vio a Tom.
Estaba
impresionante con su esmoquin. La boca se le secó y el estómago se
le volvió
del revés al recordar cómo habían jugado aquella noche. Él no la
vio.
Estaba ocupado hablando con varias mujeres, que, como siempre, se
peleaban
por ser el centro de su atención.
Durante la
cena, Tom vio por fin a _______. Incrédulo, no le quitaba ojo.
Estaba
preciosa, femenina y diferente así vestida, pero su expresión se
ensombreció
al pensar quién era el hombre que la acompañaba y dónde se
había
metido todo aquel tiempo.
Una vez
acabó la cena, la orquesta comenzó a tocar. Robert sacó a
______ a
bailar. Era una pieza movidita y ella aceptó. Divertidos, bailaron
durante
horas hasta que la orquesta cambió de registro, de modo que
cuando
sonó la canción romántica Blue moon y la gente se abrazó, ______ ya
no quiso
seguir bailando.
Blue moon.
You saw me standing alone.
Without a dream in my heart.
Whithout a love of my own.
Judith, al
ver que su amiga y su acompañante no bailaban, les presentó
a varios
de los invitados. Todos, encantados, hablaron con ellos y al final
Robert
sacó a bailar a una señora.
Tom, que
llevaba observando a ______ parte de la noche, no podía
apartar la
vista de ella. Allí estaba la mujer en la que no podía dejar de
pensar,
más bonita que nunca. Aquel vestido azul eléctrico se acoplaba a su
cuerpo de
una manera muy sensual y deseó acercarse. Saber que bajo
aquella
prenda se ocultaba el tatuaje que tanto le gustaba le hizo tragar
saliva y
sonreír. Durante varios minutos miró, sin ser visto, cómo los
hombres
revoloteaban a su alrededor, hasta que ella, sin saber cómo, se los
quitaba de
encima. Eso lo hizo reír y, acercándose, se dirigió a ella:
—Vaya,
vaya, vaya, pero mira quién está aquí...
Al oír su
voz, el cuerpo de ______ se tensó y, volviéndose, se encontró
con el
hombre que había protagonizado sus sueños en los últimos días.
Bebiendo
de su copa, musitó:
—Hombre...,
¡ya estamos todos!
Confuso
por su tono de voz tras lo ocurrido entre ellos, Tom dijo:
—Te he
esperado en el Sensations.
—¿En
serio?
—Sí. ¿Por
qué no has venido?
Intentando
parecer tranquila, se retiró el pelo de la cara y respondió:
—He tenido
otros compromisos.
—¿Con el
americano que te acompaña?
________
sonrió sin responder y Tom añadió;
—Aléjate
de los americanos, no son buena compañía.
Oír su
rechazo le hizo preguntar:
—Pero
bueno, ¿qué tienes tú en contra de los americanos?
Con gesto
impasible, él bebió de su copa y respondió:
—Sencillamente,
no me gustan. Hazme caso. No son buena gente.
_______ no
contestó. Si lo hacía, le diría cuatro cosas que no debía y calló.
Durante un
rato, ambos miraron la pista hasta que, al ver que ella no iba a
abrir la
boca, Tom habló:
—¿Por qué
no bailas con tu acompañante?
Sin
desvelarle los verdaderos motivos, afirmó.
—Porque no
me apetece.
Él,
tendiéndole la mano, insistió:
—¿Bailas
conmigo?
Ella lo
miró, pero con una sonrisa fría a lo teniente Parker, lo rechazó:
—No,
gracias.
En ese
instante, una de las mujeres de la fiesta se acercó a Tom y
comenzó a
hablar con él. Durante un rato, _______ los escuchó, hasta que,
cansada
del parloteo de aquélla y de sus continuas insinuaciones, se alejó.
Buscó a
Robert, que estaba hablando con el marido de la mujer a la que
había
sacado a bailar y, acercándose a él, le expuso:
—Siento
cortarte el rollo, pero me gustaría marcharme.
Robert no
lo cuestionó y, cogiéndola del brazo, dijo:
—Cuando
quieras, preciosa.
Tom, que
observaba sus movimientos, al ver que se dirigían hacia la
salida, se
acercó a ellos e, interfiriendo en su camino, preguntó, mirando a
_______:
—¿Ya te
marchas?
La joven
asintió y, besando a Robert en el cuello con sensualidad,
replicó:
—El
americano y yo tenemos planes, ¿algo que objetar?
Tom, con
gesto incómodo, no respondió, y ella y su acompañante
continuaron
su camino. Al salir de la sala de fiestas, Robert, alucinado por
aquello,
inquirió:
—¿Se puede
saber a qué ha venido ese besito?
_______
sonrió y, parando un taxi, contestó:
—Cosas
mías, cotilla.
Robert,
recordando entonces dónde había visto antes a aquel hombre,
preguntó:
—Ése es el
tío con el que hablabas el día de la bolera, ¿verdad?
Sin querer
mentirle, ______ respondió:
—Sí.
Incrédulo
por ver esa reacción de ella ante un hombre, el militar
inquirió:
—¿Le
querías dar celos y por eso me has besado en el cuello?
—No
inventes, capullo.
Pero
Robert afirmó divertido:
—_______...,
no mientas, que te conozco muy bien. Ese tipo te gusta. ¡Qué
fuerteeeeeeeee!
Por fin... ¡No me lo puedo creer!
Molesta
por lo que sugería, le dio un puñetazo amistoso en el hombro
y dijo
para callarlo:
—No me
seas portera, Robert Smith, y cierra el pico.
17
A la mañana siguiente,
Tom, no contento con lo ocurrido la noche
anterior, decidió buscar
a ______. Como sabía dónde vivía, se acercó para ver
si la veía, pero no la
localizó. Así pasaron varios días, hasta que una
mañana su suerte cambió y
la vio salir del portal de su casa con su hija.
Decidió seguirla. Con
seguridad, por la hora que era, la debía de llevar a la
guardería.
Y así fue. ________ dejó
a la niña y después, subiendo a su coche, fue hasta
el centro de la ciudad.
Allí entró en un par de tiendas y tras dejar unos
paquetes en el maletero
se montó de nuevo en el coche, Tom supo que era
entonces o nunca.
_______ se encendió un
cigarro, puso música y empezó a tararear. Con
tranquilidad, arrancó el
coche, metió primera, aceleró y, de pronto, al ver
que alguien se le echaba
encima, frenó en seco en mitad de la calle.
Asustada, salió del
vehículo dando un portazo y gritó:
—Pero ¿tú estás tonto?
—No. Y tira ese cigarro.
Sin entender lo que pretendía,
protestó mientras Tom apagaba el
cigarro en el suelo.
—¿Acaso pretendes que te
atropelle?
—Yo te atropellé y sigues
viva. Es más, te he dado la oportunidad de
vengarte —se mofó él—.
Ahora estamos en paz y podré dormir tranquilo
por las noches.
Alucinada y sorprendida,
ella siseó:
—Capullo.
Atontado por lo que
aquella mujer le hacía sentir, la agarró del brazo
y, tirando de ella, la
atrajo hacia su cuerpo. Luego, sin decir nada, la besó
con ímpetu y pasión. A
________ le temblaron las piernas al notar el calor
extremo que él le
provocaba, en mitad de aquella calle.
—Llevo días buscándote
—afirmó Tom cuando sus labios se
separaron.
—¿Para qué? —preguntó
ella con un hilo de voz tras aquel beso.
No esperaba verlo en
aquel momento y la sorpresa le gustó
muchísimo cuando él dijo:
—Para continuar con lo
que dejamos a medias el otro día, pero no me
llames «capullo», sabes
que odio esa palabra.
—¿Estás loco?
—Sí y algo excitado
también.
—Apenas son las nueve de
la mañana.
—Estupenda hora para
meterte en mi cama o en la tuya —repuso.
—¡Suéltame!
—Mi casa o la tuya. Tú
decides —insistió, mientras un coche pitaba.
El Opel Astra de ______
interrumpía la circulación.
—Ni lo sueñes.
—Vamos, no te resistas,
preciosa. Me deseas, acéptalo. Ten por
seguro que si supiera que
no puedo estar contigo, desistiría, pero la
sensación que tengo es
que puedo y no voy a ceder en mi empeño. Sólo
abandono cuando lo tengo
claro al cien por cien.
Incrédula por lo que le
estaba ocurriendo, _______ protestó:
—Tú, como siempre, tan
prepotente y creído.
Dispuesto a conseguir lo
que deseaba, acercó de nuevo su boca a la de
ella y susurró:
—Escucha, cabezota, me
deseas tanto como yo a ti. Tú me fuiste a
buscar esa noche al club
y ahora el que te busca soy yo a ti. Quiero volver a
hacer lo que hicimos y no
voy a cesar de pedirlo hasta que me digas que sí.
¿Y sabes por qué? —Ella
negó con la cabeza y Tom prosiguió—: Porque
el otro día vi en ti a
una mujer que hasta el momento nunca había visto.
Además de chulita, mal
hablada en ocasiones y ardiente, me demostraste
que eres dulce, cariñosa
y, sobre todo, que sabes sonreír, y eso me gustó.
Ahora eran tres coches
los que pitaban y _______, al ser consciente de
ello, comentó:
—He de salir de aquí. ¿No
ves la que estamos liando?
Tom la volvió a besar.
Esta vez la apretó más contra su cuerpo para
que sintiera su dura
erección y sobre su boca, murmuró:
—A los coches que les
den...
—Pero ¿tú estás tonto?
Con una sonrisa que le
calentó el alma, él respondió:
—Tonto estaría si no
quisiera meter en mi cama a la preciosa novia de
Thor. —Y al ver que ella
levantaba las cejas, agregó—: Por muy chulita
que te pongas hoy, te
aseguro que no vas a escapar de mí tan fácilmente.
Puedo ser tan chulo como
tú.
Su insistencia finalmente
la hizo sonreír, mientras los dueños de los
coches tocaban el claxon
cada vez más enfadados.
—Tom, estamos organizando un atasco.
—Guau..., ¿me has llamado
por mi nombre? Repítelo.
Pero los pitidos
continuaban y ella insistió:
—El atasco, ¿no lo ves?
—Estoy hablando contigo.
Préstame atención.
—Pero los coches...
—A los coches que les
den.
—¿Y luego tú me llamas a
mí «chulita»?
Con una seductora
sonrisa, él pidió:
—Di mi nombre otra vez.
Divertida por su locura,
cuchicheó:
—Tom.
—Mmm... Me encanta cómo
lo pronuncias. La manera como pones
los morritos me pone a
cien. Dímelo otra vez.
El atasco comenzaba a ser
monumental y ______, incapaz de no escuchar
lo que la gente gritaba,
finalmente claudicó y dijo:
—Vale, Tom, elijo tu
casa. Pero iré en mi automóvil.
—No, preciosa —negó él—.
Vendrás en el mío. No me fio de ti.
—Pero...
Quitándole las llaves de
la mano, añadió:
—Prometo que luego seré
un caballero y te acompañaré a buscarlo.
Extasiada, ella asintió
y, mientras pedía disculpas a los conductores
que protestaban, Tom
aparcó su coche. Cuando lo cerró, le entregó las
llaves, le asió la mano
con fuerza y la llevó hasta el suyo.
Una vez dentro, ______
aún seguía sin entender cómo se había dejado
embaucar por aquel hombre
y declaró:
—Reconozco que tu coche
es una pasada.
—¿Te gusta? —preguntó él.
______, mirando los
carísimos acabados de aquel vehículo, asintió.
—Sí, James, me gusta tu
Aston Martin una barbaridad. Cuando
quieras, me puedes
regalar uno del color que prefieras.
Tom sonrió y cuando metió
la llave en el contacto, la suave música
soul comenzó a sonar. Sin
demora, ella la apagó. Él se sorprendió pero no
dijo nada. Sólo deseaba
llegar a su casa, desnudarla y disfrutar de ella.
Cuando entraron en el
garaje del edificio y aparcaron, Tom bajó de
coche y, antes de que le
pudiera abrir la puerta con caballerosidad, ella ya
estaba fuera. Cuando
cerró, él le asió de nuevo la mano con autoridad y
caminó hacia el ascensor.
Una vez llegaron a la planta cuarta, entre besos y
toqueteos, entraron en su
hogar. Tom desconectó la alarma, cerró la puerta
y, aprisionándola contra
ella, murmuró:
—En otro momento te
enseñaré la casa. Ahora me muero por
desnudarte y jugar
contigo.
______ no habló. No
podía.
Era la primera vez desde
que Mike murió que estaba sola en la casa de
un hombre y deseaba
participar y disfrutar. Sus escarceos sexuales siempre
habían sido en bares o en
hoteles, pero nunca en la intimidad del hogar de
nadie. Pero allí estaba,
en casa de él sin saber aún realmente por qué.
El cuerpo de Tom la
aplastaba contra la puerta mientras las manos de
ambos volaban por sus
cuerpos, deseosas de encontrar lo que buscaban.
Prenda a prenda se fueron
desnudando el uno al otro hasta quedarse sin
nada.
—Me encanta tu olor a
fresa...
Ella sonrió. Por primera
vez en mucho tiempo, ______ deseaba dejar de
ser la teniente Parker
para convertirse en una mujer cariñosa que deseaba
amar y ser amada. Cuando
vio que él tenía un preservativo en la mano,
ella, con una sensual
sonrisa, se lo quitó, lo abrió y, agachándose, se lo
comenzó a poner.
A Tom sus movimientos lo
estaban volviendo loco. Mientras _______ se
ayudaba de los dientes
para bajar el preservativo por el duro pene de él,
con las manos le apretaba
las nalgas. Cuando lo tuvo puesto, le dio un
cachete y, mirándolo a
los ojos, murmuró mientras se levantaba:
—Veamos qué eres capaz de
hacer, pínsipe.
Él sonrió y, apretándola
de nuevo contra la puerta, murmuró:
—Te aseguro que soy capaz
de hacer muchas... muchas cosas.
Ambos sonrieron y él le
dio la vuelta y la puso mirando hacia la
puerta. Le miró el
tatuaje. Aquel tatuaje que tanto le había llamado la
atención. Con deleite,
pasó la lengua por él y musitó:
—Me encanta tu tatuaje.
—A mí también.
—¿Qué significa para ti?
Al pensar lo que le
preguntaba, susurró excitada por cómo la tocaba:
—Los atrapasueños alejan
los miedos, las pesadillas, y yo decidí tener
el mío en mi cuerpo.
Tom sonrió y le pasó la
lengua desde el tatuaje hasta el cuello.
—Eres tan morbosa como yo
—observó—, y aunque sé que te gusta
jugar con hombres y
mujeres, en este instante sólo te voy a follar yo.
—Me gusta el sexo, el
morbo y los juegos tanto como a ti.
Acalorado mientras tocaba
su tatuaje, añadió:
—Espero jugar contigo y
con otros en otra ocasión. Pero ahora separa
las piernas, echa tu
precioso trasero hacia atrás y muévete cuando yo esté
dentro, para que vea cómo
se mueve tu bonito tatuaje.
Ella obedeció y cuando
sintió cómo desde atrás él le abría los labios
vaginales y la penetraba,
pegó su boca a la puerta y jadeó. Sentirlo tan
duro, tan potente dentro
de ella, la activó. La avivó. La hizo sentir viva y
cuando él dio el primer
empujón para profundizar más, chilló.
Sus gritos placenteros
cargados de erotismo a Tom le supieron a
gloria y, parándose,
murmuró con voz ronca, de nuevo en su oído:
—Me encanta cómo se mueve
el tatuaje cuando tú te mueves.
—Genial... Continúa.
Metiéndole un dedo en la boca
para que se lo chupara, Tom la
penetró una y otra vez,
mientras su cuerpo disfrutaba de aquel ataque
asolador. ______ estaba
dejándose hacer. En ningún momento intentó tomar el
mando y él se lo
agradeció.
Moviendo sus caderas de
adelante hacia atrás, el juego continuó,
mientras su pene era
absorbido por ella y él observaba cómo el
atrapasueños tomaba vida
ante los movimientos de ella y parecía
balancearse.
Calor... el calor era
tremendo.
Tom soltó la mano con que
le agarraba la cadera y tras darle un
cachete que sonó seco en
la estancia, dejó caer su cuerpo sobre el de ella y,
agarrándola con fuerza
por la cintura, murmuró mientras incrementaba el
ritmo:
—Así..., vamos..., jadea... Quiero oírte.
Pero los jadeos duraron
poco. Un asolador orgasmo les alcanzó a
ambos y juntos lo
disfrutaron mientras sus respiraciones desacompasadas
les hacían saber que
aquel juego debía continuar. Pasados unos minutos en
los que sus respiraciones
se relajaron, él salió de ella y se quitó el
preservativo. A
continuación, le dio la vuelta para besarla y ______ suspiró.
—Estupendo.
Tom sonrió sobre su boca
y murmuró:
—Ya te he dicho, preciosa,
que sé hacer muchas cosas.
—Prepotente —rió
divertida.
—Muy prepotente y con las
chulitas como tú, más.
Ambos rieron. ______
movió la mano a modo de abanico para darse aire
y Tom le planteó:
—Por cierto, ¿qué es eso
de alejar las pesadillas y miedos con el
atrapasueños de tu
espalda? ¿Qué miedos tienes tú?
Incapaz de sincerarse,
ella murmuró:
—Intento alejar a los
fantasmas, pero ya ves, aquí estoy, con el
fundador de su especie.
Tom soltó una carcajada y
_____, agarrándose a su cuello, dio un salto
hasta quedar sobre él y
preguntó:
—¿La ducha está por allí?
Sorprendido por la
naturalidad de ella en ese momento, tan diferente
de como se solía mostrar,
respondió:
—No. Por ahí está mi
bufete. —Al ver que ella lo miraba, aclaró—:
Mi casa está unida a mi
despacho profesional. Soy abogado.
_______ asintió y sin
preguntar nada más, dijo:
—Llévame a una ducha, la
necesito.
—La necesitamos —rió él.
Tom caminó con ella en
brazos hasta el baño. Al pasar por la
habitación, ______ se
fijó en la enorme cama y sonrió. Cuando llegaron al
elegante y espacioso
baño, Tom la dejó en el suelo.
—Voy a por más toallas.
Ella asintió. Cuando
quedó sola, miró la enorme estancia. Aquel
cuarto de baño era
espectacular: encimera con dos lavabos, jacuzzi, ducha
de hidromasaje. Era un
cuarto de baño de anuncio. Nada que ver con el
minúsculo de su casa.
Secándose el sudor que le perlaba la frente, se miró
en el espejo y, a
diferencia de otras veces, sonrió. Se volvió y miró el
tatuaje de su espalda. Se
lo hizo después de nacer Sami. Aquel
atrapasueños velaba por
ella y por su hija. Así lo creía y así debía de ser.
La expresión de ______
cambió. El recuerdo de Mike volaba sobre ella y
sacudió la cabeza para
ahuyentarlo. Él no tenía que estar allí y cuando
Tom entró y la vio de
pie, mirándose en el espejo, preguntó:
—¿Qué ocurre?
Desconectando sus
pensamientos, ella respondió:
—Te estaba esperando.
Tom sonrió y, tras dejar
las toallas sobre un moderno taburete, la
cogió de la cintura y,
entrando en la enorme ducha, dijo:
—Pues ya estoy aquí.
Duchémonos.
El deseo los atrapó de
nuevo. _____ llevaba más de dos años sin sentir
que otras manos le
enjabonaban la espalda y, cerrando los ojos, disfrutó. Y
cuando los labios de él
se posaron en su cuello, mimosa, sonrió.
Tom, totalmente
sorprendido por lo que estaba ocurriendo, disfrutó
tanto o más que ella.
_______, aquella gruñona que siempre lo sacaba de sus
casillas, en la intimidad
estaba resultando ser una mujer dulce, sensual y
mimosa.
Eso lo volvió loco y cuando
ella se agachó ante él, cogió su pene y se
lo metió en la boca, se
tuvo que agarrar a los mandos de la ducha para no
caerse de la excitación.
Ella lo chupó con mimo. La presión de sus manos
en su escroto y de su
boca en su pene lo hizo jadear y cuando sintió que se
iba a correr, la paró.
—Si sigues, no voy a
poder parar.
—Pues no pares —replicó
ella, capturando de nuevo entre sus labios
aquel ancho y duro pene.
Tom se apoyó en la pared
y decidió seguir su consejo. _______, deseosa
de él, le agarró las
duras nalgas del culo y disfrutó. Abrió la boca todo lo
que pudo para darle
cabida al pene y lo obligó a introducirse una y otra vez
en ella. El latido de Tom,
cómo temblaban sus piernas y cómo jadeaba le
hicieron saber que el
clímax estaba cerca y cuando él soltó un gruñido
varonil acompañado de
espasmos y apretó las caderas contra su cara, supo
que había conseguido su
propósito: lo había hecho suyo.
Instantes después, se
levantó del suelo de la ducha y, mojándose la
cara con el agua, se
limpió los restos de semen. Después, acercó su cuerpo
al de él, que seguía con
los ojos cerrados, y murmuró:
—Muñequito, me debes un
orgasmo.
Tom asintió, todavía en
una nube. Lo que _____ acababa de hacerle
había sido algo colosal,
diferente. Su manera de tocarlo, de poseerlo, de
exigirle, lo había dejado
sin voluntad ni aliento, y cuando por fin pudo
abrir los ojos, musitó:
—Te debo lo que tú
quieras, preciosa.
Veinte minutos después,
cuando salieron de la ducha y entraron
desnudos a la habitación,
_______ se paró al oír música soul. Llevaba casi dos
años sin permitirse
escuchar ese tipo de música que tanto le había gustado
en otra época. Cuando
Mike murió, esa música murió con él y decidió no
escuchar nada que le
rompiera el corazón, por eso se centró en el rock y la
música cañera. Ésa era su
particular forma de intentar que los recuerdos no
la volvieran loca.
—¿Bailas?
Ella negó rápidamente con
la cabeza. Tom, desconcertado, la miró y
al recordar que en la
fiesta de la empresa de Bill tampoco había bailado
ese tipo de música con
nadie, la interrogó:
—¿Por qué?
Mirándolo a los ojos,
_______ respondió con sinceridad:
—No he vuelto a bailar
música de este estilo desde que Mike murió.
La franqueza de ella en
momentos como aquél, tan aplastante, lo
sorprendió y, acercando su
boca a la frente de ella, con mimo la besó.
—Lo siento mucho. Siento
lo de Mike.
—No te preocupes.
Tras un tenso silencio,
Tom preguntó:
—¿Cuánto hace que murió?
—Casi tres años —contestó
ella con un hilo de voz.
Cogió una camisa limpia
de su armario, y se la puso a ella por encima.
Después la abrazó, la
sacó de la habitación y la llevó a la cocina. Allí la
sentó y, en silencio, le
preparó un café y unas tostadas. Veía la angustia en
su mirada. Una mirada que
de pronto adoró.
Cuando se sentó frente a
ella y empezaron a comer de repente, sin
saber por qué, _______ se
abrió a Tom. Le contó su dolor. Su desesperación
cuando supo de la muerte
de Mike. Le contó que éste era militar
americano, pero no le
reveló que ella lo era también.
Tom la escuchó
sobrecogido. Aquella mujer vulnerable y natural que
de pronto estaba ante él
abriéndole su corazón era lo más genuino que
había conocido en toda su
vida.
Así estuvieron cerca de
una hora. Él no se quejó cuando ella fumó y
_______ se lo agradeció.
—Vaya rollazo que te he
soltado —se mofó luego, apagando el
cigarrillo en un cenicero
que Tom le había buscado—. Ahora, además de
insoportable y chulita,
pensarás que soy un coñazo de tía. Venimos aquí a
pasarlo bien y me tiro
una hora hablando de mi vida y de mis desgracias.
Intentando facilitarle el
momento, él sonrió y, tocándole el óvalo de la
cara con mimo, preguntó:
—¿Cuántos años tienes?
—Treinta y tres, pero si
me quito años como tu amiguita la rubia, te
diré que veinticinco y me
quedo como Dios.
Tom soltó una carcajada
y, curiosa, ella le preguntó a su vez:
—¿Y tú qué edad tienes?
—Treinta y dos.
—Vaya... soy mayor que tú
y te puedo pervertir.
—¡Qué escándalo! —se
burló él.
Cuando ambos pararon de
reír, Tom le retiró el pelo de la cara y las
manos de ______ fueron a
sacar otro cigarrillo.
—No deberías. —Al oírlo
lo miró y él añadió—: Fumar es muy malo
para la salud y no me
gusta ver que lo haces.
______ sonrió y la
teniente Parker replicó:
—Pues lo siento. Yo fumo,
te guste o no.
Tom no insistió. Él no
era nadie para prohibirle nada y ella, al darse
cuenta de su
contestación, tiró de su buena disposición, guardó el tabaco en
el bolso y dijo:
—De acuerdo. Estoy en tu
casa y lo respetaré.
Con una cálida sonrisa,
Tom le agradeció el detalle y preguntó:
—¿Desde cuándo practicas
este tipo de sexo?
—Hace unos nueve años más
o menos, en mi época de zorrilla punk...
—¿Zorrilla punk? —rió Tom.
Divertida por la cara de
él y lo que había dicho, añadió:
—Tuve una época en la que
di más problemas en mi casa que otra
cosa. Pobrecitos, mis
padres. Me desaté. Fumé hierba hasta caer rendida y
un día fui a una fiesta y
todo terminó en una orgía descomunal. Al día
siguiente no me podía
creer lo que había hecho, pero como me gustó la
experiencia, volví a
repetir. Luego, por circunstancias de la vida, mi
entorno social cambió y
después conocí a Mike. Él era ajeno a todo esto y
fui yo quien lo introdujo
en este mundo de morbo y fantasía, y la verdad, lo
disfrutó y le gustó.
—¿Has practicado el sado?
—Sí, pero light. Que me
tengan que pegar para sentir placer no es lo
mío. Pero reconozco que
ciertos jueguecitos sado con las esposas y los
látigos de seda, ¡me
ponen!
Tom asintió. Le gustaba
que ella fuera clara y experimentada. Siguió
interrogándola:
—¿Has probado todo?
_____ sonrió y respondió:
—Si te refieres a hombres
y mujeres, sí. Y me gustan más los
hombres. Aunque de vez en
cuando no me importa jugar con alguna mujer.
—¿Qué te gusta de los
hombres?
—Me apasiona sentirme
entre ellos. Me excita dejarles jugar conmigo
y a mí jugar con ellos.
Cuando quiero, soy yo la que se ofrece. Soy yo la
que pide, o soy yo la que
exige.
—Y de las mujeres ¿qué te
gusta?
_______ sonrió.
—Entre nosotras sabemos
muy bien dónde localizar el placer. Cuando
estoy con una mujer,
procuro disfrutarlo y dejarme llevar, pero ya te digo
que a mí lo que más me
pone es vuestro ímpetu varonil. ¿Tú has estado con
hombres?
Tom soltó una carcajada y
respondió:
—Estar... estar... sólo
una vez y la experiencia no me gustó. Introducir
mi pene en el trasero de
un tío no es lo que me va, prefiero introducírselo a
una mujer donde ella
quiera. Por lo que mi experiencia con mi propio sexo
se limita a que permito
que me toquen cuando estamos jugando y a que
disfruto cuando a alguno
le gusta meterse mi aparatito en la boca. Nada
más. Pero reconozco que
ver a las mujeres jugar me pone a cien. Vosotras
sois exquisitas y muy
sensuales en vuestros movimientos, y cuando te he
visto con alguna en el
Sensations, me he excitado mucho. Parecías pasarlo
bien.
—Sí, claro que lo paso
bien, si no, te aseguro que no jugaría —aclaró
_______.
Esa sinceridad a Tom lo
excitó y volvió a preguntar:
—¿Por qué no querías que Bill
y Jud supieran que...?
—Por vergüenza —lo cortó ______
sin dejarlo acabar.
Al oírla, él, divertido,
musitó:
—¿Vergonzosa?, ¿tú eres
vergonzosa?
—Un poco sí —rió ella—.
El sexo y mis fantasías no son algo que me
guste compartir con la
gente. Digamos que es mi secreto.
Tom asintió. En cierto
modo la entendía. Él tampoco iba pregonando
el tipo de sexo que
practicaba al resto de la humanidad.
—Seguro que alguna vez
has coincidido con Jud y Bill en el
Sensations en diferentes
reservados. Igual que yo te encontré, te podían
haber encontrado ellos.
—Y al ver el gesto infantil con que lo miraba,
murmuró—: Por cierto, me
tienes alucinado.
—¿Por qué?
Retirándole el pelo de la
cara con un gesto íntimo, él respondió:
—Poder hablar contigo con
normalidad y mantener una interesante
conversación, es más de
lo que nunca pensé conseguir de ti.
Ella sonrió, y su sonrisa
aniñada emocionó a Tom.
—Bésame —pidió él.
—¿Qué?
—Bésame —insistió.
_______ lo pensó. Aquello
no era una sugerencia, era una exigencia y, así,
hizo lo que le apetecía y
acercando su boca, rozó su nariz contra la de él y
finalmente metió su
lengua y lo devoró. Cuando sus labios se separaron,
Tom, mirándole los
preciosos ojos negros, dijo:
—¿Puedo preguntarte cosas
que me rondan por la cabeza?
—Depende. Tú pregunta y,
si no me apetece, no te contestaré.
—¿Ha vuelto la ________
chulita? —comentó sonriendo.
—Sí.
—¿Siempre eres tan clara
en todo? —rió Tom.
—Casi siempre. Todo
depende del capu... listo que tenga delante.
—En este caso, el capu...
listo soy yo.
—No lo dudes..., nene.
—¿Por qué eres tan borde
a veces?
—Porque puedo... y
quiero, y ahora, ¡cállate!
Divertido por su tono de
voz autoritario, murmuró:
—No des órdenes. Pareces
un sargento.
—Teniente me gusta más.
Tom asintió y preguntó:
—¿Cómo era Mike?
_______ suspiró.
—Un buen militar.
Roquero. Loco. Un amigo divertido y una pésima
pareja. Así era Mike,
pero yo lo quería tal como era.
—¿Por qué dices que era
una pésima pareja?
Levantando las cejas, ______
contestó:
—Yo no era la única mujer
en su corazón. Pero de eso me enteré
cuando murió. Y gracias a
él se puede decir que, hoy por hoy, no me fío de
ninguno de los de tu
especie.
—¿Para ti somos una
especie?
________ sonrió.
—Una especie de la que me
gusta disfrutar en la cama, pero luego
prefiero que se vaya a su
casita para que yo continúe con mi vida, cuide de
mi hija y haga mi
trabajo.
—Por cierto, ¿en qué
trabajas?
La pregunta le pilló tan
de sorpresa que, como siempre hacía,
respondió:
—Soy azafata.
Tom asintió.
—Conozco a varias
azafatas.
—¡Qué ilusión! —se mofó
ella, haciéndolo sonreír.
—¿Para qué compañía
trabajas?
—Air Europa —respondió
rápidamente, al recordar el ligue de Fraser.
—¿Qué idiomas hablas?
—Inglés, español, alemán
y algo de italiano.
Tom asintió y volvió a la
carga.
—¿Te gustaba que Mike
fuera militar?
_______ sonrió y,
callándose que ella también lo era, no respondió y
preguntó a su vez:
—¿No te gusta el
ejército?
Tom negó con la cabeza.
—Absolutamente nada.
—¿Por qué?
—Creo que hay que estar
algo loco para, en los tiempos que estamos,
pertenecer a algún
ejército. Y ya no hablemos del ejército americano, que
suele estar metido en
todos los conflictos habidos y por haber.
Su negatividad ante los
militares americanos le tocó la fibra y una vez
más volvió a preguntar:
—Pero vamos a ver, ¿tú
qué tienes en contra de los americanos?
—No me gustan. Son
creídos y prepotentes.
Ese comentario la
molestó, pero se calló lo que pensaba.
—Anda, ¡cómo tú!
—respondió ella, pero al ver cómo la miraba,
sonrió y añadió—: ¿No te
parecen sexies las mujeres militares?
—No.
—¿Por qué?
—Porque no me gusta nada
que tenga que ver con el ejército. Te lo
acabo de decir. —E
intentando cambiar de conversación, dijo—: Por
cierto, vestida de
azafata tienes que estar muy sexy. El próximo día, tráete
el uniforme. Me encantará
arrancártelo.
_______ soltó una
carcajada al oírlo, aunque pensó en lo que había dicho.
Estaba claro que por su
condición de militar americana, nunca habría nada
más que sexo entre ellos
y, aunque en cierto modo eso le gustó, una parte
de ella se resquebrajó,
¿qué le estaba pasando?
Tom, ajeno a lo que
pensaba, para reconducir el tema hacia lo que él
quería, preguntó:
—¿Es también por Mike por
quien no quieres besar?
_______ asintió.
—Desde su muerte no había
besado a ningún hombre. Tú has sido el
primero.
Tom le puso una mano en
el muslo y se lo apretó.
—Mmmm... me gusta
saberlo.
Sin miedo, la volvió a
besar y cuando se separó, ella murmuró:
—Demasiadas cosas en mi
vida tienen que ver con Mike.
—¿Incluida la música?
—Sorprendida por la pregunta, fue a contestar
cuando Tom añadió—: ¿A
que a Mike le gustaba Bon Jovi?
—¡Para él Bon Jovi era lo
más!
Tom asintió. Cada
contestación suya explicaba mejor su
comportamiento y esa
última revelación le hacía comprender por qué ella
escuchaba siempre a ese
cantante cuando iba al club. Eso la acercaba a él.
A Mike. Pero deseoso de
hacerla olvidar y de que se centrara sólo en él,
dijo:
—________, la vida continúa
para los vivos. Debes bailar, cantar, besar,
vivir, sonreír, gozar.
Tienes una hija a la que no puedes privar de ver a su
madre feliz. Además,
estoy seguro de que a Mike le gustaría que lo
hicieras, ¿no crees?
Ella cerró los ojos.
¿Cuántas veces había oído eso? Asintió.
Recordó las ocasiones en
que, abrazada a Mike, había bailado la
canción Always, de
Bon Jovi. Ésa era su canción y lo sería hasta que se
muriera. Pero ella no
había muerto y recordando la carta que tantas veces
había leído en soledad,
se levantó y, dispuesta a dar un paso adelante
gracias al hombre que
tenía ante ella, habló decidida:
—Tienes razón. Esto tiene
que cambiar. Y lo siento, pero tú vas a ser
mi primera víctima.
—¿Víctima?
_______ asintió y,
cogiéndolo de la mano, inquirió:
—¿Cuál es tu apellido?
—Kaulitz. Tom Kaulitz.
Sonriendo, ella clavó sus
impresionantes ojos negros en él y dijo:
—Señor Kaulitz, ¿quieres
ser el primero en bailar conmigo alguna
bonita canción de amor?
—¿Cuál es tu apellido?
—preguntó Tom al no recordarlo.
_______ estuvo tentada de
decirle la verdad. Su nombre era _______
Parker, pero finalmente
contestó:
—Muñiz. ________ Muñiz.
—Señorita Muñiz, estaré
encantado de bailar contigo la canción que
tú quieras —afirmó
sonriendo con caballerosidad al tiempo que le cogía la
mano. Tras soltar ambos
una carcajada, Tom la cogió en brazos, la llevó a la
habitación de nuevo y
preguntó, dejándola en el suelo:
—Son las once de la
mañana y siendo éste un momento especial en tu
vida, en el que estoy
encantado de ser tu víctima, dime qué canción quieres
bailar y la pondré.
Bloqueada por los
sentimientos que pugnaban por salir de ella, ______ lo
miró.
—No sé. ¿Qué tal la
próxima canción que suene en tu CD?
De pronto, sonaron los
primeros acordes de un piano. Sin dudarlo, se
acercó a Tom y, pasándole
los brazos por el cuello, murmuró:
—Ésta puede ser una buena
canción.
Él la abrazó. No dijo
nada, pero Bruno Mars y en especial aquella
canción le gustaban
mucho.
Same
bed but it feels just a little big bigger now.
Our
song on the radio but it don’t sound the same.
When
our friends talk about you, all it does is just tear me down.
‘Cause
my heart breaks a little when I hear your name.
It
all just sounds like «Oooh»...
Mmm,
too young, too dumb to realize.
That
I should’ve bought you flowers.
La besó en el cuello
mientras se movía al compás de la música y
sentía cómo ella
temblaba.
La canción hablaba de un
hombre que había perdido a la chica que
quería por pensar sólo en
sí mismo. Se lamentaba de no haber bailado más
con ella, de no haberle
comprado flores, de no haberla llevado a fiestas, de
no haberla mimado como
ella se merecía y sólo pedía que el hombre que la
quisiera la hiciera feliz
como él no supo hacerlo.
Sin imaginarlo, en ese
instante Mike estuvo más cerca de ella que
nunca y eso le atenazó el
corazón.
My
pride, mi ego, my needs and my selfish ways.
Caused
a good strong woman like you to walk out me life.
Now
I never, never get to clean up the mess I made... Ooh...
Preocupado por los
vidriosos ojos de ella y sin soltarla, Tom acercó
su boca a su oído y
preguntó:
—¿Te encuentras bien?
______ asintió y tragó el
nudo de emociones que aquella canción le
estaba provocando. Era
como si Mike se estuviera despidiendo de ella a
través de esa canción y
le exigiera que rehiciera su vida como le había
pedido en su última
carta.
Mientras bailaban, Tom no
podía parar de mirarla.
—Quiero que sepas que
esta canción me encanta y a partir de ahora,
siempre que la escuche
seguramente me acordaré de ti —le susurró al oído.
—¿Qué canción es? —preguntó
ella con un hilo de voz.
—When
I was your man, de Bruno Mars.
Durante el tiempo que
duró la canción, él no la soltó. Bailó con ella y
cuando la música terminó,
______ lo miró y exclamó:
—Qué canción más bonita.
—Quizá la letra sea algo
triste, ¿no crees?
_______ asintió.
—Con lo que te voy a
contar, creerás que estoy todavía más loca, pero
soy una persona que cree
mucho en las señales y esta canción, en este
momento y con esa letra,
me hace pensar que Mike la ha puesto en mi
camino para decirme
adiós.
Se hizo un tenso silencio
en el que Tom no supo qué decir.
Finalmente, para intentar
hacerla sonreír, susurró algo que decía la
canción:
—Prometo comprarte
flores.
Divertida, ______ sonrió.
—No hace falta.
Encantado al sentir la
tan receptiva, la besó en la punta de la nariz.
—¿No te gustan las
flores? —se extrañó Tom mientras comenzaba a
sonar otra canción.
—Nunca me las han
regalado.
La miró sorprendido y
preguntó:
—¿Nunca te han regalado
flores?
—No he sido una chica a
la que regalarle flores ni cosas delicadas —
bromeó—. Aunque en mi
época de zorrilla punk me regalaban cañamones
para plantar maría. Si a
eso se le puede considerar flores... ¡pues vale!
Alucinado, se separó de
ella y ________, soltando una carcajada, pidió:
—Deja de mirarme así.
—¿Cultivas marihuana?
—Nooooooooooo.
La cara de Tom era un
poema y, omitiendo que alguna vez la fumaba,
______ levantó el tono de
voz como hacía en el ejército y dijo con voz de
mando:
—¡Dame un beso ya!
—A sus órdenes —se mofó
él, antes de devorarle los labios con
pasión.
Una vez sus bocas se
separaron, ella, atontada, murmuró:
—Gracias.
—¿Por?
—Por no ser el estúpido
capullo guaperas e insoportable que yo
pensaba que eras.
—Vaya... entonces gracias
a ti también. —Y al ver cómo lo miraba,
añadió—: Por no ser la
loca Ironwoman que yo pensaba que eras. Aunque
ahora que me he enterado
de que fuiste una zorrilla punk, no sé qué pensar
de ti.
—Oye, todos tenemos un
pasado —se burló divertida.
Ambos soltaron una
carcajada. ______ miró su reloj y dijo:
—Nunca había tenido un
escarceo sexual con un casi desconocido a
estas horas de la mañana.
—Me alegra saber que he
sido el primero.
Ambos rieron de nuevo y
al ver que ella volvía a mirar el reloj, él
preguntó:
—¿Qué miras?
—Dentro de tres horas y
treinta minutos tengo que ir a recoger a
Samantha.
—Tranquila..., allí
estarás.
—¿Me lo prometes?
Tom, consciente del
magnetismo de su sonrisa, la miró desde su
altura y añadió con voz
ronca:
—Te lo prometo.
Besos...
Morbo...
Toqueteos...
Todo comenzó de nuevo y ______,
deseosa de pasarlo bien, decidió
variar el rumbo del
momento y preguntó:
—¿Te importa si cambio de
música?
Él sonrió y la retó con
la mirada.
—¡Bon Jovi no! —aclaró.
______ asintió. Con lo
que le había confesado, entendía perfectamente
que él se negara a
escuchar esa música.
—Te lo prometo —murmuró
ella guiñándole un ojo.
—Punk tampoco.
Llevándose la mano al
corazón, ______ dijo:
—Pero si los Sex Pistols
y Los Ramones son buenísimos.
—No para este momento
conmigo.
—Valeeeeeeeee —convino ______
divertida.
Y al ver que ella se
dirigía a la cocina, Tom preguntó:
—Pero ¿de dónde vas a
sacar la música?
—Llevo en mi bolso un
mp3, ¿puedo ponerlo?
—Claro, preciosa, pero ya
sabes...
—Ni punk, ni Bon Jovi...
¡Lo sé, pesadito!
Él soltó una carcajada. _______
salió de la habitación y fue a la cocina.
Allí localizó su bolso
sobre la encimera, lo abrió y sacó lo que buscaba.
Luego regresó a la
habitación y, tras conectarlo al equipo de música, dijo,
poniéndose las bragas,
los zapatos de tacón y abrochándose los botones de
la camisa que él le había
puesto:
—Siéntate en la cama y
ponte un preservativo.
—¿Cómo?
—Que te sientes en la
cama y te pongas un preservativo.
—No... no... no... yo no
funciono así, preciosa. Túmbate en la cama y
quítate lo que te has
puesto. Pero ¿adónde vas?
Levantando la voz como
hacía con sus hombres, ______ replicó:
—Eh... eh... eh...,
cierra el pico, amiguito.
—No me hables así o...
Pero no pudo decir más.
De un empujón lo sentó donde ella quería y
mirándole con
superioridad, añadió, mientras cogía una corbata del
armario abierto:
—¡Ponte un preservativo
ya!
—Mira que eres mandona.
—Me gusta mandar —se
mofó—. Ah, por cierto, ahora mira, observa
y disfruta. No me toques
y espero que te guste tu regalo.
—¿Mi regalo?
—¿Te gustan los
stripteases?
Tom soltó una carcajada
y, mirándola, preguntó:
—¿En serio me vas a
regalar uno?
—Tras mi época de
zorrilla punk, luego tuve otra época en la que fui a
clases de striptease. —Y
al ver cómo la miraba, aclaró—: Aprendí en una
academia, malpensado.
—Vaya... no paras de
sorprenderme.
_______ soltó una carcajada.
Llevaba mucho tiempo sin hacerlo, pero
estaba segura de que
sería capaz y, mirándolo, susurró mimosa:
—¿Sabes que la palabra strip
quiere
decir «desvestir» y tease
«excitar»? —Él asintió y
ella añadió—: Ahora sé bueno y no me toques a
no ser que yo te lo pida.
Ésa es una parte importante del espectáculo,
¿vale?
—Prometo ser muy bueno,
pero una vez termines, muy... muy malo.
—Guau, ¡esto promete!
Tom, encantado al verla
tan entregada, hizo lo que ella pedía y
cuando el preservativo
estuvo colocado donde debía, la miró y con
sensualidad la retó:
—¡Sorpréndeme!
Acto seguido, _____ dio
al mando del equipo de música y de pronto la
cañera canción Bad
to the bone, de los ZZ Top comenzó a sonar mientras
ella cogía una silla y la
arrastraba hasta dejarla delante de él.
Tom aplaudió encantado y
silbó poniendo cara de malote. Aquello le
iba a encantar.
Con una sensualidad que
le resecó la boca en décimas de segundo, ella
comenzó a moverse al
compás de la música.
Alucinado...
Asombrado...
Y enloquecido... la veía
contonearse mientras sonaba la canción.
Bad
to the bone
Bad
to the bone
B-B-B-B-Bad
to the bone
B-B-B-B-Bad
to the bone
No podía apartar los ojos
de ella. Vestida sólo con la camisa y la
corbata, le estaba
haciendo el mejor striptease que había visto en su vida.
No dejó de mirarlo a los
ojos ni un segundo, mientras le lanzaba ardientes
mensajes sin abrir la
boca. Los movimientos de ______ eran lentos, precisos y
sensuales, y el pene de Tom
temblaba y le exigía estar dentro de ella.
Como una verdadera profesional,
ella se tocó, paseó sus manos por las
zonas del cuerpo que ella
quería que él mirara y lo consiguió. No había
más que ver la entrega
total de él y su gesto morboso.
Pasados unos minutos,
ella comenzó a desanudarse la corbata y una
vez se la quitó, se
levantó la camisa y se la ató a la cintura. Prosiguió su
sensual baile sobre la
silla. Se sentó. Se levantó. Movió las caderas y
comenzó a desabrocharse
la camisa.
Como una chica mala, se
la levantó para enseñarle con descaro el
tentador monte de Venus
bajo sus bragas. Una vez se bajó la camisa, se
desabrochó los últimos
botones mientras jugaba con el placer que eso le
ocasionaba a él y
prolongaba el momento.
Cuando la prenda se
escurrió por sus hombros, Tom sonrió y como
un lobo hambriento la
miró mientras ella bailaba para él y el tatuaje que
tenía en la espalda
parecía moverse al compás de la música. Con
sensualidad, ______ se
revolvió el pelo, se tocó la boca, se chupó un dedo, se
quitó las bragas y se las
tiró a Tom.
Cuando se desanudó la
corbata de la cintura, se la pasó por entre las
piernas, por el trasero,
por los pechos y después, acercándose con
sensualidad, se la pasó a
él por el cuello mientras susurraba con un descaro
que lo volvió loco:
—Te voy a follar como
nadie te ha follado, nene.
—Eso espero, nena...
—Te dije que soy buena y
te demostraré que soy la mejor.
Alejándose unos pasos,
cerró los ojos y continuó bailando, dispuesta a
tentarlo al máximo. Tom
no podía apartar los ojos de ella. Caliente. Así se
sentía a cada segundo que
pasaba. Los pechos de _______ rebotaban al bailar y
al ver cómo él se los
miraba con fogosidad, se tocó los pezones y se los
endureció.
Tom tragó saliva. Ella y
su bailecito lo estaban poniendo a cien. Le
encantaba la sensualidad
de sus marcados movimientos y cuando la música
acabó, ______ sonrió, se
sentó en sus piernas y le restregó los pechos por la
cara:
—¿Sorprendido?
Él asintió y ella,
agarrándolo del pelo, tiró de éste hacia atrás y
murmuró, chupándole la
barbilla antes de meter la lengua en su boca.
—Me alegra. Y ahora te
voy a hacer mío, ¿entendido?
Un beso cargado de
erotismo les puso a los dos el vello de punta y
cuando sus bocas se
separaron, Tom murmuró:
—Me pones un montón
cuando estás tan malota.
—¿Ah, sí?
—Sí..., pero déjame
decirte que...
Pero no pudo decir más.
—He cambiado de opinión.
—______ se tumbó a su lado—. Hazme con
tu lengua lo que esa
noche me hiciste en el jacuzzi —dijo _______ con
exigencia—. Me muero por
volver a sentirlo.
Tom sonrió. Estaba
dispuesto a hacer todo, absolutamente todo lo
que ______ le pidiera. Y
colocándose sobre ella, siseó:
—El próximo día compraré
chocolate para untarte con él.
______ sonrió y Tom posó
su ardiente boca sobre su vagina. Mordisqueó
sus labios y cuando llegó
al clítoris, incrementó el ritmo. Lamió de arriba
abajo, en círculos, y le
dio ligeros golpecitos con la lengua que a ella la
hicieron gritar de
placer.
—Tienes un clítoris muy... muy juguetón.
—Sigue..., sigue..., me encanta que juegues con él. No pares
—suplicó
_______.
Tras arrancarle varios escandalosos gemidos y ver cómo ella se
retorcía de gozo sobre la cama, Tom le tocó el pubis, depilado
en forma
de corazón, y dijo:
—Me encanta la fresa que te has dejado.
—No es una fresa... es un corazón —jadeó ella, al entender a
qué se
refería.
—Para mí tiene forma de fresa y me encanta. Hueles a fresa.
Sabes a
fresa...
—Perfecto —afirmó enloquecida—. Cómete de nuevo mi fresa como
lo has hecho hace unos segundos.
Verla tan entregada y con la respiración entrecortada lo hizo
sonreír y
musitó, dispuesto a hacer lo que ella deseaba:
—A la orden, mi sargento.
—Teniente..., si no te importa.
La boca de Tom se volvió a posar donde ella exigía y ______ se
arqueó
gustosa. Abierta de piernas para él, jadeó cuando sintió que
le mordía la
cara interna de los muslos y, tras unos sensuales besos,
llegaba de nuevo
hasta su clítoris.
—Sí... Oh, sí... Más... más...
Le dio varios toques con la punta de la lengua en el hinchado
y
húmedo clítoris y después se lo succionó. Ella gritó,
agarrándose a las
sábanas, mientras las piernas le temblaban y levantaba la
pelvis al sentir un
maravilloso orgasmo. Encantado con su reacción tras morderle
el monte de
Venus, preguntó:
—No llevarás en el bolso algún vibrador para tu precioso botón
del
placer.
Tomando aire tras el estupendo orgasmo, ______ se mofó divertida:
—No suelo salir de casa con él encima. Pero lo tengo en mi
habitación.
—No tengo tiempo de ir allí.
—Ni yo de que vayas.
Tom sonrió y, besándole de nuevo el monte de Venus, murmuró:
—Eres deliciosa y me encantas.
Al oírlo y caliente porque continuara, _______ levantó la
cabeza y siseó:
—Como no vuelvas a meter tu lengua donde la tenías y hacer lo
que
hacías, te juro que te voy a matar.
Tom soltó una carcajada e hizo lo que ella pedía. Le separó
con los
dedos los labios vaginales y volvió a jugar con su hinchado
clítoris. Lo
chupó. Lo lamió. Lo mordisqueó, arrancándole oleadas de
placer. _____ se
estremeció, se convulsionó y cuando sus fluidos inundaron su
vagina y
llegó al clímax de nuevo, Tom se tumbó sobre ella y la
penetró.
—Sí..., preciosa... Así quiero tenerte.
______ jadeó. Tom era un excelente amante. La había llevado al
clímax
dos veces en los últimos minutos sólo poseyéndola con la boca.
Por ello,
cogió fuerzas y musitó:
—No..., precioso... Así quiero tenerte yo.
Un movimiento seco de ella le hizo perder a él el equilibrio y
segundos después, ______ estaba encima y, acercando su boca a
la suya,
murmuró tras besarlo:
—Sabes a sexo... —Y al ver que Tom quería protestar, añadió—:
No,
cielo, no... Ahora seré yo quien ordene, mande y te arranque
jadeos de
placer. —Y moviendo las caderas hacia adelante, musitó—: Abre
la boca y
dame tu lengua.
Él, excitado por lo que decía, lo hizo y cuando ella se la
tomó y dio un
empellón con las caderas, Tom jadeó y tembló mientras con
delicadeza
______ lo mordía. Sorprendido por lo que ella había hecho, fue
a moverse
cuando ______, apretando los muslos, lo inmovilizó, movió las
caderas con
contundencia y él jadeó de nuevo enloquecido. Esta vez más
fuerte. Más
ronco. Al oírlo, la joven sonrió y, mirándolo, preguntó:
—¿Te gusta?
—Sí...
—Te dije que era buena.
Excitado como un loco, asintió.
—Sí, preciosa... lo eres.
______ sonrió y, tentándolo, inquirió:
—¿Quieres más?
—Sí —suplicó él, mientras imaginaba cómo se movía el
atrapasueños
de su espalda.
—¿Cuánto más?
—Todo lo que tú me quieras dar —musitó en un tono bajo,
tremendamente excitado.
______ asintió. Y controlando la situación, paseó su boca por
el cuello de
él y pidió:
—No te muevas. Tienes prohibido moverte.
—No sé si podré.
—Podrás —contestó y mirándolo a los ojos como una tigresa,
susurró
—: Sólo me moveré yo y si tú lo haces, pararé. —Tom sonrió y
ella le
pidió—: Dame las manos. Te las pondré sobre la cabeza. Quiero
que tus
jadeos me hagan saber cuánto disfrutas con lo que te hago.
¿Entendido?
—Sí...
Excitado, se dejó llevar por el momento y se abandonó a
aquella
mujer mientras una música cañera que no conocía sonaba a todo
volumen.
_______ le agarró las manos y como una diosa se movió sobre
él. Primero de
arriba abajo y después de adelante hacia atrás, con movimientos
sinuosos y
perturbadores.
Tom, enloquecido por la situación, suplicó que no parara.
Quiso
moverse, pero cada vez que lo intentaba ella se detenía,
enloqueciéndolo.
¿De dónde sacaba aquella fuerza?
—Sigue, ______..., sigue.
La joven sonrió y, tras morderle el labio inferior, susurró:
—No te muevas y córrete para mí.
Los movimientos de ella y su exigencia le hacían perder la
razón.
Nunca una mujer le había pedido así que se corriera. Y por
primera
vez en mucho tiempo, Tom disfrutó del sexo sin juguetes sexuales,
sin
moverse, sin azotes, ni tríos. Sólo con una increíble mujer
sobre él
volviéndolo loco.
Cerró los ojos y cuando ya no pudo más, se arqueó y tuvo un
maravilloso orgasmo que lo hizo temblar sobre la cama,
mientras la vagina
de ella lo succionaba y _______ se arqueaba sobre él y se
dejaba llevar por la
pasión.
Agotada por el esfuerzo pero feliz por el resultado, se dejó
caer sobre
el fibroso cuerpo de Tom. Sintió que sus brazos la apretaban
contra él y
sonrió al oír:
—Dios, nena..., eres fantástica.
Su ataque había sido colosal. Increíble. Y deseó más de
ella... mucho
más.
HOLA!!! OTRA VEZ SUKUMBIERON A LA PASION!!!!!! NO SE SI LES HABIA DICHO QUE DESPUES DE LA PRIMERA VEZ QUE FOLLARAN SE IBA A PONER INTERESANTE?? SE LOS DIJEEE!!! BUENO YA SABEN 4 O MAS COMENTARIOS Y AGREGO SINO NO ... ADIOS :))
Ahora sii la rayita deja en el pasado a Mike!!!
ResponderEliminarEmpiezael amir entre ellos..
Siguelaaa prontoo :)
:O:O Esto esta mas que interesante virgii de verdad que no me lo esperaba pero me encantooooo y ojala sigan así y x hay empezara el amor aunque ya se gustan y no quieran admitirlo que hermosos!!!! espero los próximos caps!!!
ResponderEliminarSubeee los próximos caps!!!
ResponderEliminarSubeeee
ResponderEliminarOomg estoymuy atrasada con la historia pero con el ultimo capitulo quede O.O me encantaaa sube please. Byeeeeee
ResponderEliminarOMG OMG que novela aahah
ResponderEliminarSube pronto
Me atrase con los cap pero ya me puse al dia ajjaja