2
El
cielo estaba precioso.
Era
uno de aquellos días en que disfrutaba pilotando, mientras cantaba
I
gotta feeling de The Black Eyed Peas.
I gotta feeling that tonight’s gonna be a good night
That tonight’s gonna be a good night
That tonight’s gonna be a good, good night
Tonight’s the night Let’s live it up
I got my money
Let’s spend it up
_______
miró su reloj. Las 15.18. En treinta y cinco minutos tomarían
tierra
en la base estadounidense de Ramstein, al oeste de Irlanda.
Allí
los esperaban varias ambulancias militares que se encargarían de
llevar
a los norteamericanos que ella transportaba en su avión heridos de
bala o
por explosivos. Se tocó los ojos. Estaba cansada, pero el subidón de adrenalina
que le proporcionaba la música la mantenía despierta. Pilotar desde Afganistán
agotaba
a cualquiera, y en esa última fase del viaje, las ganas de aterrizar
se
acrecentaban. Bajó el volumen de la música para dirigirse a Neill:
—Pásame
el agua.
Éste
giró su sillón y Fraser, que estaba detrás de él, le entregó una
botellita.
_______, para los amigos, bebió y les dio las gracias.
Mel,
Neill y Fraser eran piloto, copiloto y jefe de carga del Air Force
C-17
Globemaster, respectivamente y regresaban de Afganistán. Habían
llevado
provisiones a algunas bases estadounidenses operativas y
regresaban
con algunos militares heridos que serían atendidos en el
hospital
militar norteamericano de Landstuhl.
—¿A
qué hora saldremos para Múnich? —preguntó Neill.
______
sonrió. Estaba deseando ver a su hija, pero hasta el día
siguiente
no podría ser. Tanto ella como Neill tenían lo que más querían
esperándolas
en Múnich. Ambos estaban deseando llegar a lo que llamaban
«hogar».
—A
primerísima hora —respondió.
—No
despegues sin mí. Estoy deseando ver a mi familia.
______
asintió, volvió a subir el volumen de la música y los tres
comenzaron
a cantar a voz en grito.
Cuando
acabó la canción y el silencio tomó la cabina, Fraser apuntó:
—Teniente,
recuerda que esta vez voy con vosotros a Múnich.
—¿Alguien
especial esperándote? —preguntó la joven, divertida.
Fraser,
al oírla, murmuró:
—Una
preciosa azafata de largas piernas y boca escandalosa.
Neill
soltó una carcajada y _______ se mofó.
—Capullo.
Fraser
la miró y, divertido, respondió:
—Teniente,
no sólo de pan vive el hombre y yo no soy de piedra.
_______
rió. Ella no era de piedra, aunque sus compañeros así lo pensaran
y,
mirando a Fraser, añadió:
—Esta
vez no te puedo ofrecer el sofá de mi casa. Mi madre está allí.
—No te
preocupes. Mónica me ofrece su cama.
—Guau...
aquí hay tema —se mofó Neill.
Fraser
sonrió y le chocó la mano a éste:
—Dulce
y tentadora, así es Monica —bromeó, lo que provocó la risa
de sus
compañeros.
—¿Ése
es el pájaro de Robert? —preguntó Fraser señalando un avión.
Los
tres observaron el avión que se alejaba y la teniente respondió:
—No.
He quedado con él para jugar un billar y tomar unas cervezas
esta
tarde. Me habría avisado por radio si hubiera partido.
Un
silencio tomó la cabina del avión hasta que ______ preguntó:
—¿Qué
pasa con la música?
Divertidos,
ellos dos sonrieron y, sin necesidad de hablar, Neill
cambió
el CD. Dio al play y la voz de Bon Jovi llenó el cubículo. Los
primeros
acordes de It’s my life empezaron
a sonar y los tres comenzaron a
mover la
cabeza y a cantar a viva voz mientras se ponían sus gafas de sol.
Aquello
era un ritual. Su ritual. Siempre la misma canción. Eso significaba
que
llegaban a casa. A su hogar.
It’s my life
It’s now or never
I ain’t gonna live forever
I just want to live while I’m alive
Esa
canción y su significado era especial para ellos. La escuchaban
siempre
cuando partían o llegaban de un viaje. Era el principio y el fin de
todo.
Y como decía Bon Jovi: «No voy a vivir para siempre, sólo quiero
vivir
mientras esté vivo». Vida... esas cuatro letras para ellos lo representaban
todo.
Por su
trabajo, veían demasiadas cosas desagradables.
Por su
trabajo, habían aprendido a ser unos supervivientes.
Por su
trabajo, _______ perdió al hombre que quería.
Mientras
la joven tarareaba, se concentraba en aterrizar. Restó
potencia
y levantó el morro del avión. Cuando el tren central tocó la pista, _____
extendió los frenos aéreos al máximo y activó los del tren de aterrizaje
mientras
la aeronave reducía poco a poco su velocidad. Una vez bajó a 40 o
50
nudos, redujo la potencia de los motores y el avión se fue deteniendo
hasta
que ella, tomando de nuevo los mandos, lo guió hasta el hangar que
le
indicaban sus compañeros de tierra.
Una
vez paró los motores, abrió el portón trasero del avión y comenzó
el
desembarco. Neill, Fraser y ella se quedaron a rellenar unos informes.
Cuando
acabaron y bajó de la cabina, oyó:
—Teniente
Parker.
Ella
miró y, tras un formal saludo militar, respondió:
—Teniente
Smith.
Una
vez bajaron las manos, ambos sonrieron. Ante ella estaba Robert
Smith,
un buen amigo y piloto de otro C-17.
—¿Cómo
ha ido el vuelo, ______?
—Normal...
como siempre.
Ambos
rieron y él añadió:
—Esta
vez no podremos tomarnos unas cervezas. Salgo para el Líbano
en
cuanto carguen mi pájaro.
—¿Despegas
hoy?
Robert
asintió y dijo:
—Sí.
En teoría no iba a ser hasta mañana, pero necesitan
urgentemente
suministros y nos han adelantado un día el viaje.
Ambos
asintieron. Sus vidas eran así y _____, guiñándole un ojo,
preguntó:
—¿Cómo
está Savannah?
El
hombre al pensar en su mujer sonrió y respondió:
—Contenta
por el traslado. Ahora está en Fort Worth acondicionando
la
casa. Yo espero estar con ella en el plazo de unos meses. Por cierto, le
tengo
que dar las gracias a tu padre. Me ha dicho Savannah que la está
ayudando
con el papeleo.
______
asintió.
—Papá
te conoce, eres mi amigo, y sabe que a mis amigos hay que
cuidarlos.
Ambos
rieron y él dijo:
—Dale
un beso grande a la princesa.
—Mi
madre está aquí en Alemania con ella.
Al
oírla, Robert maldijo y luego añadió:
—Joder,
me hubiera gustado ver a Luján. Dale un saludo de mi parte y
sobre
todo muchos besos a esa muñequita llamada Sami que es mi
debilidad.
—Lo sé
—rió ______ y al ver que se acercaba García, la copiloto
de
Robert murmuró—. Quedan pendientes esas cervezas para otra ocasión,
¿te
parece?
El
hombre asintió y, tras una sonrisa, la volvió a saludar con la mano
y se
alejó.
______
lo miró alejarse recordando los buenos momentos que habían
pasado
juntos. Volviendo a la realidad, se centró de nuevo en revisar su
pájaro.
Una vez acabaron ______ y sus hombres, cogió unos papeles que le
entregaba
Neill y dijo:
—Iré a
entregárselos al comandante Lodwud.
Fraser
y Neill asintieron y ella echó a andar hacia la oficina del
hangar
12. En su camino, varios hombres la saludaron con disciplina
militar
y ella les devolvió el saludo. Una vez llegó ante el despacho del
comandante,
llamó a la puerta con determinación. Pronto oyó la voz grave
del
comandante y sin dudarlo entró.
El
hombre, un militar de unos cuarenta años, alto y fornido, se levantó
de la
mesa al verla y ella dijo:
—Señor,
se presenta ante usted la teniente Parker.
El
comandante asintió.
—Teniente
Parker.
______
esbozó una sonrisa. Tiró los papeles sobre la mesa y dijo
mientras
echaba el pestillo de la puerta y se bajaba la cremallera del mono
militar:
—Tenemos
veinte minutos. Aprovechémoslos.
Sin
demora, el comandante se le acercó y, mientras paseaba su boca
por el
cuello de ella, se entregaba al disfrute del sexo.
Nada
de besos...
Nada
de cariños...
Nada
de amor...
Sexo
en estado puro demandaban los dos, y cuando las manos de él
ascendieron
hasta los pechos de ella y los miró, ______ murmuró:
—El
tiempo es oro, comandante.
El
hombre, enloquecido por la entrega que siempre le mostraba en sus
escarceos
sexuales aquella joven, no lo dudó. Con rudeza, se metió los
pechos
en la boca para succionárselos, mientras la cogía entre sus brazos y
la
ponía sobre la mesa. Los papeles que había encima cayeron al suelo
cuando
______ quedó tendida en ella y su ropa, junto a la del comandante,
comenzó
a volar por la estancia.
—Teniente...
—susurró él, duro como una piedra, cuando ella se
ofreció
abriéndose de piernas.
______
sonrió. Quería lo que había ido a buscar y, mirándolo, exigió:
—Hagámoslo.
El tiempo pasa y mis hombres me esperan.
Deseosos
de continuar con aquello, el comandante la cogió en brazos
y se
introdujo con ella en el baño del despacho. Sus jadeos allí no se oirían.
Cuando
él cerró la puerta, la miró y, dejándola en el suelo, murmuró:
—Dese
la vuelta.
______,
provocándolo, susurró:
—Démela
usted..., señor.
El
comandante sonrió y, con brusquedad, le dio la vuelta. Acercó su
erección
a su trasero y, restregándose contra ella, dijo mientras cogía del
armarito
del baño un preservativo y lo abría:
—Separe
las piernas y agáchese. —_______ obedeció—. Sujétese al borde
de la
bañera.
Una
vez se puso el preservativo y ella estuvo como él quería, acercó la
boca a
su oído y murmuró:
—Recuerde,
teniente, nada de jadeos o todo el mundo se enterará.
—Recuérdelo
usted también, comandante —replicó ella.
La
joven deseaba sexo. Le urgía y, dejándose manejar como una
muñeca,
permitió que él le abriese más las piernas, le separase los
húmedos
labios vaginales y la penetrase. El ataque fue tan asolador que
tuvo
que morderse el labio inferior para no gritar. Una vez estuvo dentro,
el
hombre le masajeó las nalgas y preguntó:
—¿Le
gusta así, teniente?
—Sí...,
señor...
Él
volvió a penetrarla una y otra... y otra vez. Aquello era una
maravilla.
Lo deseaba, lo gozaba y cuando recuperó el control de su
cuerpo,
con un rápido movimiento se apartó del hombre, se dio la vuelta y
exigió:
—Siéntese, señor.
Sorprendido
por el cambio de juego, él fue a protestar cuando ella,
cogiéndole
el pene con la mano, insistió mientras le mordía la barbilla.
—Siéntese...
he dicho.
El
hombre, excitado, hizo lo que ella pedía y se sentó sobre el retrete.
Sin
demora Mel se colocó sobre él para introducirse el duro pene en su
totalidad
en su interior. Sin dejarle hablar, guió uno de sus pechos hasta la
boca
de él, que rápidamente se lo mordisqueó.
—Así...,
chúpemelos.
Sus
movimientos se hicieron más intensos.
El
morbo entre ambos estaba servido y el calor en el baño era
inmenso.
Las caderas de Mel bailaban de adelante hacia atrás,
introduciéndose
el pene una y otra vez, a un ritmo asolador, mientras el
comandante
la sujetaba de las caderas y la ayudaba en su loco movimiento.
Los
jadeos de él subían de tono y ella, enloquecida, se agarraba a sus
hombros
y le metía sus pechos en la boca para mitigar el sonido.
Un
placer demoledor llenó el cuerpo de ______ y por fin explotó.
Cuando
todo acabó, durante unos segundos se quedaron el uno en
brazos
del otro. No hablaron. No se besaron. No se acariciaron. Hasta que
ella
se levantó y, tras limpiarse, sin mirarlo, salió al despacho, donde cogió
su
ropa y comenzó a vestirse. Segundos después, él se reunió con ella en su
despacho
y cuando estuvieron vestidos ______ esbozó una sonrisa y murmuró:
—Como
siempre, ha sido un placer, comandante Lodwud.
El
hombre sonrió y, dejándose de formalismos, se acercó a ella y
preguntó:
—Creía
que llegarías antes. ¿Qué ha ocurrido?
—Problemas
en la recogida.
Él
asintió. Paseó sus ojos castaños por ella y preguntó:
—¿Haces
noche aquí?
—Sí.
—Tengo
una reserva para hoy en un hotel. Buena cena, buena
compañía...
sexo. ¿Qué me dices, _______?
La
joven tendió la mano con descaro. El comandante sonrió. Abrió el
cajón
de su mesita y, tirándole una llave, dijo:
—Hotel
Bristol. Habitación 168 a las veinte treinta.
—Allí
estaré.
Lodwud
sonrió. El sexo con ______ y sus juegos siempre eran morbosos,
y
cuando vio que ella se cerraba el mono caqui, añadió:
—Hasta
luego, teniente.
—Adiós,
señor.
Caminó
hacia la puerta, abrió el pestillo y, saliendo del despacho,
regresó
junto a sus hombres y su avión, de donde no se movió hasta que
estuvo
completamente vacío.
A las
seis de la tarde, tras despedirse de sus hombres y quedar con
Fraser
y Neill en el aeropuerto a las siete de la mañana del día siguiente,
cogió
un taxi y llegó al hotel. Con la llave que el comandante le había
dado,
abrió la puerta y sin demora se desnudó. Necesitaba con urgencia una
ducha.
Cuando salió del baño, puso música en su móvil. Le gustaba mucho un
grupo
español llamado La Musicalité. En especial la canción Cuatro
elementos
y
cantó.
Dolor que no quiero ver,
dolor que nunca se va,
no puedo decir adiós,
ni quiero decir jamás,
tumbado al amanecer,
llorando porque tú vuelvas otra vez.
Eso
era lo que ella sentía. Dolor. Un dolor que no quería ver y al que
no
podía decir adiós. Mike no la dejaba. ¿O quizá no se dejaba ella misma?
Bailó.
Se subió a la cama como una chiquilla y bailó descontrolada
hasta
que, cansada, abrió su petate, sacó ropa interior limpia y se la puso.
Después
miró la bolsita de maría que un amigo le había facilitado y, sin
dudarlo,
se lió un cigarrillo.
Con
los ojos velados por los recuerdos, se lo fumó. Sabía que no
estaba
bien que fumara aquello, pero en ese momento le daba igual. Estaba
sola.
En ese instante era dueña de su vida y hacía lo que quería. Tras ese
cigarrillo
llegó otro y después otro y cuando miró el reloj no se sorprendió
al ver
que eran las 20.21. El comandante no tardaría en llegar y así fue.
Escasos
minutos después, la puerta se abrió y al verla sentada en ropa
interior
en la cama, fumando, él sonrió.
Sin
hablar, se quitó la gorra y la chaqueta, se sentó junto a ella y
preguntó,
cogiéndole el cigarrillo de la mano para dar una calada:
—¿Estás
bien?
Sin
querer dejarle ver sus emociones, ______ respondió:
—Sí.
—¿Y
qué haces fumando esta mierda?
Ella sonrió.
—Evadiéndome
un poco.
Lodwud
la entendió, pero dispuesto a que no continuara por aquel
camino,
dijo:
—Esta
mierda no es buena, ______.
—Lo sé
y es la última vez que me permito fumarla. —Ambos rieron y
ella
prosiguió—: Tampoco es bueno lo que hacemos aquí o en el despacho
del
hangar y seguimos haciéndolo. Ah, y por cierto, esta mierda no es
buena,
pero bien que estás fumándotela ahora.
Ambos
sonrieron y finalmente él dijo, dando otra calada:
—El
día que tú o yo encontremos a alguien que nos importe,
dejaremos
de hacerlo, ¿no crees?
______
se encogió de hombros. No tenía la más mínima intención de
encontrar
a nadie.
—Eso
está por ver. Pero hasta que eso suceda, quiero seguir
divirtiéndome
contigo. Tú y yo nos conocemos. Sabemos que esto es sexo
sin
compromiso y respetamos unas normas —respondió.
Ambos
sonrieron. No se besaban y no se pedían explicaciones. Ésas
eran
sus condiciones y ______, abrazándolo, añadió:
—Vaya
dos que estamos hechos tú y yo. El amor nos ha destrozado la
vida y
sólo nos quedan estos momentos tontos que en cierto modo
fabricamos.
Ni Daiana ni Mike se lo merecen, pero aquí estamos tú y yo...
como
siempre.
Lodwud
asintió. Daiana era la cruel mujer que lo abandonó por un
alemán.
Pasados unos minutos, el comandante tomó las riendas del juego
y,
sacándose un pañuelo oscuro del bolsillo, fue a vendarle los ojos a ella,
pero
_____ se negó. Eso lo sorprendió.
—¿No
quieres pensar en Mike?
—Sí.
Como siempre, tú serás Mike y yo seré Daiana. Pero no quiero
pañuelo.
Estoy tan fumada que hoy no lo necesito.
—De
acuerdo.
Cogió
la mano de ella y se la llevó a la entrepierna para que lo tocara.
—Quiero
una Daiana caliente, receptiva y segura de lo que desea y,
cuando
esté saciado de ella, quiero que Daiana finalice el juego como ya
sabes
—murmuró en su oído.
Tocándolo
como sabía que le gustaba, _______ bajó el tono de voz y
respondió:
—Mike...,
vamos a jugar.
Aquél
era un juego peligroso entre los dos. Dos almas resentidas. Dos
personas
carentes de cariño que de vez en cuando se reunían en la
habitación
de un hotel e imaginaban que eran otros quienes los poseían.
—Ponte
de rodillas, Daiana.
______
aceptó y sin necesidad de que dijera más, hizo lo que a Mike le
gustaría.
Le quitó los pantalones, el calzoncillo y se metió su pene en la
boca.
Durante varios minutos lo chupó, lo degustó, lo provocó hasta tenerlo
duro
como una piedra.
El
comandante se dejó hacer mientras pensaba que quien lo
succionaba
era Daiana y, cuando no pudo más, sacó el pene de su boca e
indicó:
—Desnúdate y siéntate en la cama.
Cuando
estuvo totalmente desnuda ante él, ______ se sentó. Lodwud
sonrió
y, poniéndose de rodillas ante ella, murmuró:
—Me
encantan tus pezones, cariño.
Ella
sonrió y musitó con voz sensual:
—Y a
mí me encanta que me los chupes, Mike.
La
invitación fue formalmente aceptada y el comandante devoró lo
que
ella le ofrecía. Con sensualidad, _____ puso su mano en la cabeza de él y
lo
apretó contra sus pechos. Lodwud se volvió loco. Chupó, mordisqueó y
cuando
ella tuvo los pezones como a él le gustaban, dijo:
—Abre
las piernas... así... así... muy bien, Daiana. —La lujuria tomó
sus
ojos al ver brillar los jugos de ella y pidió—: Ábrete con los dedos.
Quiero
ver cómo me invitas a chuparte.
Excitada
al escuchar a Mike pidiéndole eso, con el índice y el anular
hizo
lo que le pedía y murmuró mientras lo sentía entre sus piernas:
—Así...
así te gusta.
Lodwud,
sentado en el suelo, le agarró las piernas y, tirando de ella,
acercó
la boca directamente al centro de su deseo. El grito de _____ ante
aquel
ataque fue devastador, mientras él mordisqueaba los labios de su
vagina
enloquecido.
—Mike,
cariño, estoy a punto de caerme de la cama.
El
comandante la cogió de la cintura y, tumbándose en el suelo,
colocó
su boca debajo de ella y continuó. Su lengua parecía estar en todas
partes
y ______ jadeó al sentir cómo tiraba de su clítoris arrancándole oleadas
de
placer.
La
cama les sobró. El suelo fue su colchón y en él se revolcaron de
todas
las maneras habidas y por haber, mientras imaginaban a dos personas
que
nunca más regresarían a ellos.
—Vamos...,
entrégate a mí. Pon las piernas alrededor de mi cintura y
búscame
—exigió él, dándole un azote en el trasero—. ¡Búscame, Daiana!
Cuando
______ lo hizo, el comandante jadeó y ella se arqueó.
—Mike...
—¿Te
gusta lo que te hago?
—Me encanta,
Mike..., me encanta. Sigue...
Durante
varias horas, el sexo frío e impersonal reinó en la habitación.
Ése
era el sexo que en los últimos años habían practicado y que a ambos
les
satisfacía. Tras varios asaltos en los que los dos se corrieron, fumaban
desnudos
tirados en la cama, cuando ella preguntó:
—¿Qué
hora es?
Lodwud
miró el reloj que tenía en la mesilla.
—Las
doce y veinte de la noche.
El
silencio tomó de nuevo la habitación y de pronto él preguntó:
—¿Por
qué seguimos pensando en Daiana y Mike?
—Porque
somos idiotas —rió con amargura _____ e, intentando no
pensar
más en ello, añadió—: Y ahora voy a continuar con ello y voy a
buscar
a un tercero que quiera jugar.
Lodwud
sonrió.
—Aún
recuerdo la mujer que encontré para nuestra última cita. Se
volvió
loca entre tú y yo.
______
soltó una carcajada y cuchicheó:
—Tú sí
que te volviste loco entre ella y yo.
Levantándose
de la cama, se puso las bragas, una camiseta y los
pantalones
de camuflaje. No contaba con más ropa para cautivar. Una vez
se
hubo vestido, miró a Lodwud y éste dijo:
—Es la
una en punto. Si a las dos no has vuelto, seré yo quien elija.
—Ni
hablar. Hoy decido yo.
Una
vez salió de la habitación del hotel, caminó con decisión hacia el
bar.
Por norma, elegían hoteles cercanos al aeropuerto para verse. Por
norma,
la gente que se alojaba en esos lugares estaba de paso y buscaba en
la
mayoría de las ocasiones una noche divertida sin ataduras.
Cuando
______ entró en el bar, escaneó el lugar con decisión. Varias
parejas
charlaban amigablemente y algunos hombres o mujeres bebían
solos
en la barra. Ella buscaba un hombre y los observó con cuidado. El
primero
que vio no le valió, demasiado mayor y barrigón. El segundo no
estaba
mal, pero se quedó con el tercero: un ejecutivo de su edad.
Acercándose
hasta la barra, dijo, mirando al camarero:
—Un
whisky doble con hielo.
No
fallaba. Era pedir esa bebida una mujer y el hombre que estuviera
al
lado miraba sí o sí. Sin tiempo que perder, _____ sonrió y, tras un par de
parpadeos,
él giró su silla. Ella miró el reloj, la una y diez. Iba bien de
tiempo.
Con
una sonrisa en los labios, habló con el hombre. Su nombre era
Ludvig.
Era sueco y estaba de paso por Alemania. Era perfecto. Le explicó
que
trabajaba para una empresa de automóviles y que estaba de viaje
visitando
varios países. A la una y veinte Ludvig ya le había mirado el
pecho
en varias ocasiones y a la una y media ella ya le había puesto una
mano
en la pierna. A las dos menos veinte el sueco ya se había insinuado y
______
le había hecho su caliente propuesta de un trío. A las dos menos diez,
el
sueco aceptó y a la una y cincuenta y dos, _____ abría la puerta de su
habitación
y, mirando a Lodwud, que sonrió al verla entrar, comentó:
—Vamos,
chicos..., quiero jugar.
Tras
dos calientes asaltos con aquellos dos hombres, todo terminó.
______
despidió al sueco, que se fue encantado de la habitación. Cuando cerró
la
puerta y se volvió hacia Lodwud, éste, mirándola, caminó hacia ella y
observó:
—Daiana,
eres una chica... muy... muy mala.
______
sonrió y, tocando su erección, asintió.
—Sí,
Mike..., reconozco que lo soy.
A la
mañana siguiente, _____ se fue al aeropuerto militar. Al llegar, un
muchacho
se acercó a ella y, tras saludarla con un movimiento de la mano,
dijo:
—Buenos
días, teniente Parker.
—Buenos
días, sargento.
Él,
con gesto serio, añadió:
—Teniente,
el mayor Parker está al teléfono y quiere hablar con usted.
Sorprendida
por la hora, ______ cogió el teléfono que le tendía y
separándose
unos metros, saludó:
—Buenos
días, mayor.
—Teniente,
¿cómo fue ayer el vuelo?
______
sonrió. Su padre. Aquel hombre al que muchos temían por su mal
carácter,
con ella era un padrazo, y respondió:
—Bien.
Todo fue perfecto, como siempre.
—Me
han dicho que ahora sales para Múnich.
—Sí.
—¿Has
descansado lo suficiente?
Pensó
en la noche loca que había pasado con Lodwud y afirmó:
—Sí,
papá. He descansado.
Todos
se preocupaban por ella y su vida. Algo innecesario. _____ se
había
convencido de que podía con todo lo que se propusiera y dijo:
—Papá,
llevo fuera de casa doce días y estoy deseando ver a Sami y...
—Vale
—la cortó—. Lo entiendo... lo entiendo. Pero habla con tu
madre.
Me ha llamado dos veces y ya sabes lo pesadita que se pone.
Al oír
eso, _____ sonrió. Sus padres se habían separado hacía poco más
de un
año.
—Tranquilo.
Lo haré.
—Por
cierto, ¿has vuelto a pensar en lo de Fort Worth?
—No,
papá...
—Debes
hacerlo, _______. Quiero teneros cerca a ti y a la niña. Tu
hermana
regresará el año que viene y...
—¿Y
mamá?
—Tu
madre ya es mayorcita para saber qué quiere hacer —respondió
él en
tono cortante.
______
sonrió y prefirió no preguntar más del tema, por lo que dijo:
—Papá,
dejemos el asunto del traslado para otro momento.
—De
acuerdo, hija. Pero recuerda, tu familia está aquí. En Alemania
no
tienes nada.
Para
Cedric Parker no era fácil vivir tan lejos de sus hijas y de su
mujer.
Especialmente de ______, su mayor orgullo. Después de varios
minutos
hablando con su padre, ella cerró el móvil y cogió un sobre que le
ofrecía
el mismo militar que le había llevado el teléfono.
—Teniente,
aquí tiene lo que solicitó.
______
cogió con fuerza el sobre. Dentro estaban las llaves del
helicóptero
que la llevaría junto a su hija y, abriéndolo, preguntó:
—¿Todo
bien por aquí, sargento?
El
joven asintió y una vez la volvió a saludar con la mano, se dio la
vuelta
y se marchó. En ese instante llegaron Neill y Fraser.
—Joder...,
dormiría un mes —murmuró Fraser rascándose los ojos.
—Yo
también, tío. Estoy agotado.
La
teniente Parker al oír a sus amigos sonrió.
—Vamos,
muñequitas, montad en el helicóptero, quiero ver a
mi hija
—se
mofó.
Aquel
mismo día, después una hora de vuelo, llegaron al aeropuerto
de
Múnich sobre las nueve de la mañana. Allí, tras dejar el helicóptero en
un
hangar particular, con sus petates a cuestas, cogieron un taxi. Primero
dejaron
a Neill y después continuaron hacia la casa de ______. Cuando
llegaron,
la madre de ésta la abrazó al verla.
—¡Qué
alegría tenerte aquí de nuevo, cariño!
Dejándose
abrazar, ______ cerró los ojos y, feliz, murmuró:
—Hola,
mamá.
Segundos
después, Luján saludó a Fraser mientras _____ soltaba su
petate
y corría a ver a su hija. Abrió con cuidado la puerta de la habitación
y
entró. Con una sonrisa, observó a la pequeña Samantha dormida en su
cuna.
Era preciosa. La niña más bonita que había visto nunca y, sin poder
remediarlo,
los ojos se le llenaron de lágrimas. Era igualita a su padre. Su
pelo,
su sonrisa...
—Cariño
—susurró Luján entrando en la habitación—. Vamos, he
preparado
algo de comer para ti y para Fraser. Seguro que estaréis
hambrientos.
—En
seguida voy, mamá. Dame un segundo.
Luján
asintió. Le partía el alma ver la triste mirada de su niña al
contemplar
a su hija dormida. Todos habían intentado con ahinco que _____
rehiciera
su vida, pero no había dado resultado. Se negaba. No podía
olvidarse
de Mike.
Cuando
se quedó sola de nuevo en la habitación con su hija, con
cuidado
se acercó a ella, le tocó los rizos rubios y sonrió.
—Hola...
—cuchicheó Fraser tras ella.
La
conocía. La conocía muy bien y sabía que tras aquella dura
apariencia
de teniente del ejército de Estados Unidos, sufría. Nunca
olvidaría
su reacción cuando supo lo que le había sucedido a Mike. Su
desesperación,
sus lloros y su impotencia al enterarse tras su muerte de
cosas
poco agradables.
Embarazada
de siete meses, ______ se encerró en sí misma y no quiso
hablar
de ello con nadie. Sólo era feliz cuando estaba con la pequeña Sami
o
pilotando su C-17. Pero a pesar de la felicidad que la niña le
proporcionaba,
sus ojos nunca más volvieron a brillar como lo hacían
antaño.
Desconfiaba de todos los hombres y eso sólo se lo debía a Mike. Al
hombre
que quiso y que la defraudó.
—¿Qué
te parece cómo está la princesa? —preguntó ______, tragándose
sus
lágrimas.
Fraser
sonrió.
—Preciosa.
¿Cuánto tiempo tiene ya?
—Casi
veinticinco meses.
Los dos
se miraron en silencio y ______ murmuró:
—Cómo
pasa el tiempo, ¿verdad?
Ambos
asintieron y Fraser, intentando desviar el tema, bromeó:
—Esta
niña va a romper muchos corazones. Y te lo digo yo, que de
eso sé
mucho.
Se
rieron y Fraser, cogiéndola por la cintura, murmuró:
—He
hablado con mi azafata. Llegará al aeropuerto esta tarde.
—Perfecto.
Con
cuidado, salieron de la habitación. Entraron en la cocina, donde
Luján
les había preparado una tortilla de patatas y, mientras comían, la
mujer le
dijo a su hija que debía regresar a Asturias. Su abuela, Covadonga,
tenía
que ir al médico y se había negado a hacerlo con Scarlett, su
hermana.
—La
abuela y Scarlett —rió ______—. No quiero ni imaginármelas a las
dos
solas.
—Tu
hermana en ocasiones es peor que tu abuela —dijo Luján—. Te
lo
puedo asegurar. Cuando se enfada, amenaza con marcharse a Fort Worth
y
tengo que convencerla de que no lo haga ante los gruñidos de tu abuela.
—Mamá,
Scarlett terminará marchándose. Sabes que se trasladó a
Asturias
sólo por un tiempo.
—Lo
sé, hija, lo sé.
Fraser
las escuchaba, pero no decía nada. Hacía unos años, Scarlett y
él
habían tenido algo que sólo _______ conocía y que se rompió cuando
Scarlett
vio a su hermana sufrir por la pérdida de Mike. De un día para otro
decidió
dejar a Fraser y a éste no le quedó más remedio que aceptar. En su
momento
lo pasó fatal, pero finalmente lo aceptó. Aquélla era su vida y
entendía
que ella no quisiera formar parte de la misma.
Una
hora después, el cansancio acumulado por el largo viaje se hizo
evidente.
Luján los miró a los dos y dijo:
—Fraser,
______, ¡a descansar!
—Mamááááá...
Fraser
soltó una risotada y mirando a la madre de su amiga, contestó:
—Gracias
por la comida, pero yo me voy. Tengo planes con una
preciosa
mujer.
Luján
sonrió y Fraser, levantándose, dijo:
—Ahora
a dormir en la camita, mi teniente. Tienes cara de no haber
descansado
bien anoche.
______
asintió. Su noche de sexo loco le estaba pasando factura. Entró
con
cuidado en la habitación y sonrió al ver a la pequeña sentada en la
cuna.
La
niña abrió sus bracitos y se le dibujó una sonrisa de oreja a oreja.
—Mamiiiiiiiii.
Sin
demora, la teniente Parker corrió a abrazar a su hija. Aspiró su
olor a
inocencia y sonrió encantada al escucharla hablar con su media
lengua.
Feliz, la sacó de la cuna y la dejó en la cama mientras ella se
desnudaba
y se ponía el pijama.
Una
vez terminó, se metió en la cama con la pequeña y comenzaron a
jugar.
La risa de Sami era lo mejor. Lo más bonito que había en el mundo,
y eso,
como siempre, la llenaba de felicidad.
¡Qué
maravilla estar con su hija en casa!
Pasados
unos minutos, la pequeña se acurrucó contra su cuerpo y,
contenta
por estar junto a su mamá, se relajó y durmió. Con cariño, _____
observó
el rostro plácido de su hija. Era preciosa, maravillosa, divina, y le
dio un
beso de amor en la frente.
Con
cuidado de no despertarla, cogió su cartera, de donde sacó una
carta.
Una carta dolorosa, pero que releía cientos de veces. Con la luz de
una
linterna, la iluminó y leyó:
Mi querida _____.
Si tienes esta carta en tus manos es
porque nuestro buen amigo Conrad te la ha hecho llegar y eso significará que yo
he muerto. Quiero que sepas que eres lo mejor que he tenido en mi vida a pesar
de que en ocasiones me he comportado como un idiota contigo. Siempre has sido demasiado
buena para mí y tú lo sabes, ¿verdad?
El motivo de esta carta es para
disculparme por todo lo que vas a descubrir ahora de mí. Me avergüenza
pensarlo, pero así es mi vida y ante eso nada puedo hacer, salvo pedirte disculpas
y esperar que no me odies eternamente.
Deseo que conozcas a un hombre especial.
Un hombre que te cuide, te lleve de fiesta con él, baile contigo, quiera a
nuestro hijo y te dé esa familia que yo sé que tú siempre has querido formar.
Espero que ese hombre sepa valorarte como yo no he sabido y que seas lo primero
para él. Te lo mereces, _____. Te mereces encontrar a una persona así. No todos
son como yo y, aunque sabes que te quise a mi manera, también sabes que eso
nunca fue suficiente para ti.
A nuestro bebé dile que su padre lo
hubiera querido mucho, pero deja que quiera como a un padre a ese hombre que
espero que algún día llegue a tu vida. Eres fuerte, _____, y sé que saldrás
adelante. Tienes que rehacer tu vida. Prométemelo y rompe esta carta después.
Os quiere,
Mike
Como
siempre que terminaba de leer la carta, lloró y no la rompió.
HOLA!!!!! BIENVENIDAS ESPERO Y LES GUSTE ESTA NOVELA QUE COMIENZA .... YA SABEN LAS REGLAS 4 O MAS COMENTARIOS Y AGREGO SINO NO ... ADIOS :)) Y ESPERO QUEDEN SORPRENDIDAS CON ESTA NOVELA Y SE HAGAS ADICTA A ELLA COMO EN LA TRILOGIA QUE ACABA DE TERMINA :(( ADIOS
Holaaa, aquí estoy de nuevo, llevaba mucho tiempo sin leer y he tenido que ponerme al día con todas las noves hahahaha no volveré a perderme por tanto tiempo, wowww me ha encantado que se hable de Asturias porque yo soy de ahí; Asturies ye per guapu, prestome munchu lleerlu JAJAJAJAJAJA así se habla aquí, bueno me gusta esta nove sigue la pronto por favorrrrr
ResponderEliminar:O:O esta novela es super interesante jajaja me encanto virgi, pobre (Tn) ha sufrido mucho x ese Mike :( con razon siempre se acuesta con ese hombre :S y donde esta Tom?? cuando se van a conocer?? ya me muero x leer ese cap, espero el proximo cap me encanto es muy buena..
ResponderEliminarLa rayita tambien es una sexosaa!!
ResponderEliminarSiguelaaa Virgii ..
Claro ya esta muy interesanteee..
OMG que novela que estara interesante
ResponderEliminarSube pronto :)